Mercedes Milá me lo puso a huevo, y me
refiero por supuesto al título de la entrada, un titular que tenía reservado
desde hace tiempo para el día que saliese Nichela
de Guadalix, deseando que fuese cuanto más tarde mejor y a ser posible en la
final. Las palabras perfectas para esa imaginaria entrada que le pensaba
dedicar con entusiasmo a la chica del circo el día de su expulsión o victoria.
Un texto presidido por una maravillosa foto suya montada en su monociclo mientras
da la última vuelta de honor a la pista del entrañable circo Raluy de su familia saludando a unos espectadores fascinados
y entregados a la magia atemporal y preciosista de su espectáculo acrobático.
Pero decidí no esperar más gracias a la oportunidad de disfrutar la noche jueves de verla todo el día montada en su
vehículo de trabajo como contrapartida al privilegio de reencontarse con su estupenda
madre. Un regalo perfecto e inesperado para aquellos que apostamos por ella desde el principio.
Ayudó también, como digo, la imagen de la presentadora en el plató con
el muñeco bebé de Marina en su
regazo mientras observaba a la criatura con ánimo burlón y muecas de reparo por
mucho que para compensar y disimular nos vendiese la moto de que los “Juanito
reborn” son una bendición como terapia para algunas ancianas o señoras
desquiciadas. Una escena que remató con bastante mala uva y mucho sarcasmo ante la singular afición de la manchega dejando el bebé en
brazos de Suso para que lo cuidase
un buen rato durante la gala. La mirada de Marina, nada convencida por la cesión de
su preciado muñeco al tipo que en la casa despreció su concurso desde el inicio,
indicaba a las claras que el tono de su entrevista tendría poco de amigable. Volviendo
a la cuestión del título, por esas extrañas asociaciones lingüísticas ante esa
situación tan absurda y chocante me acordé del libro de Lucia Etxebarría “Un milagro en equilibrio”, una obra que explora
la maternidad y la manera de transmitir desde la emoción a un recién nacido que
acaba de ver la luz en este mundo que su madre, su padre y toda su familia con
todas sus circunstancias constituyen el bagaje principal que marcará su futuro.
Para mi satisfacción, confirmé al fin la dimensión de su mundo en equilibrio gracias al encuentro de Nichela con su madre,
una mujer atractiva y serena que intentaba canalizar la cadena de emociones de
su hija angustiada en primer lugar por saber si había ido bien el estreno de la
nueva temporada del circo familiar, y por la preocupación de no hacer daño a la familia
con su actitud en el concurso. La necesidad imperiosa de liberarse, o atenuar al menos con este encuentro, el agobio por el compromiso de cumplir unas expectativas ante
sus padres producto de la auto exigencia de una concursante muy consciente y presionada por la creencia de que una visión negativa de su paso por Guadalix podría
afectar de forma determinante, no sólo a ella de forma individual, sino también a la imagen de un
negocio familiar que se debe al público. Una responsabilidad que no tienen el
resto de sus compañeros.
Comprendí también que el
equilibrio es el concepto clave de su vida en el concurso, pero no sólo como
una postura consciente tomada para entrar en Guadalix y esconderse detrás de ella. El
equilibrio forma parte de su mundo, de su trabajo subida al monociclo, de su
madurez tan extraña hoy en día en un tiempo en que muchos de nuestros jóvenes
eternizan y alargan la adolescencia hasta el absurdo. Un equilibrio fascinante
entre la emoción contenida y la calma expectante, entre la realidad y el deseo
como diría el poeta Luis Cernuda. De alguna manera el riesgo que supone para una mujer como ella el exponerse a un programa tan ingrato como GH, que puede destruirte en un par de meses como persona, es una manera de romper el equilibrio por una vez en su vida; la necesidad de parar un instante para reflexionar y retomar tal vez, después de este punto y aparte vital, un destino prefijado y sujeto al equilibrio imprescindible en todos sus órdenes para sobrellevar una existencia entregada al mayor espectáculo del mundo: el circo. Además por primera vez sigo a una concursante que me
gusta casi tan pendiente y enganchado por lo que nos cuenta en su blog personal
como por seguir su vida diaria en la casa a través de las cámaras. Unas reflexiones imprescindibles para
entender a Nichela como persona y concursante. Unas palabras escritas desde el corazón que reflejan con sencillez y
naturalidad sus emociones y sentimientos con esta nueva experiencia y compartiendo con nosotros de manera positiva su evolución personal dentro del concurso desde la perspectiva de una
chica de su tiempo, cercana y encantadora, pero con una vida diferente a la mayoría de la gente
de su edad.
El jueves por tanto, y no sólo con ella, se confirmaron muchas de las cosas que pensaba sobre los concursantes que
quedan en la casa. Todos los años ocurre lo mismo cuando reciben la visita de
sus familiares y amigos, porque se trata de la gala con más contenido emocional
con diferencia de cada edición y siempre rezo para que el tratamiento de los
guionistas del programa sea equilibrado y lo más justo posible, porque
desgraciadamente, por culpa de la experiencia acumulada que tenemos siguiendo el
concurso, sabemos que caen en la tentación glorificar el encuentro de unos,
dibujando la situación con trazos afectivos que resaltan un torrente de
sentimientos contenidos para tocarnos la fibra sensible mientras que en otros
casos tienden a incidir en la parte frívola con una puesta en escena que llega
a rozar lo ridículo e incluso lo bochornoso. Esta vez al menos el formato de la visita fue
para todos igual y me pareció original pedir una compensación para lograr el
privilegio de ver a sus familiares. De cualquier forma, ellos viven normalmente esta gala con mucho
entusiasmo y una emotividad desbordada que dependiendo de la realización y la
puesta en escena consigue transmitirnos una gran tensión dramática. Para nuestro pesar la visita no tiene la
transcendencia de antaño por la continua información que reciben desde las
galas a micrófono abierto que son la norma este año - ¿Dónde queda aquel
cuidado y rigor que pedía Mercedes para conseguir el silencio del público en
las despedidas de los expulsados desde el plató para no dañar a los compañeros
que quedan en la casa? – o por las continuas repescas e incorporación de nuevos
concursantes comenzado el programa que aportan información externa tanto de forma directa por
irse estos de la lengua como de modo indirecto con su actitud y su posicionamiento los
primeros días. Aun así la gala de las
familias, y sobre todo de las madres, es un clásico que merece la pena.
Decía
que encontrarse con sus seres queridos después de más de dos meses de encierro
viviendo con la angustia de saber cómo lo estarán viendo ellos desde fuera,
dudando si el novio sigue esperando, o si los padres aprueban su conducta en la
casa con la necesidad de comprobar que no sufren por las críticas que puedan
oír o leer en diferentes medios sobre sus hijos se convierte en un requisito
fundamental, casi una obligación, para afrontar con garantías el tramo decisivo
del concurso. También a nosotros, que en función de nuestras filias y fobias lograremos empatizar más o menos con su
vivencia, nos viene de perlas
para conocer y ratificar o no, algunas de las cosas que pensábamos sobre ellos. Dentro de ese terremoto emocional y afectivo que se desencadena durante el
encuentro con los familiares descubrimos a menudo esa nota o ese acento que nos
faltaba, la clave que explica muchos de sus comportamientos y el porqué de muchas de sus decisiones y actitudes. Al fin y al cabo todos, absolutamente todos, somos
en gran medida el producto de nuestras circunstancias y estamos marcados, lo
admitamos o no, por la impronta emocional y educativa de nuestras familias.
La gala de las visitas tiene además últimamente el componente añadido de las
nominaciones de los familiares en lugar de los concursantes. Una situación que se presta a muchas interpretaciones porque ellos desde el exterior no
siempre ven esta cuestión desde la misma perspectiva
que sus representados. En ocasiones porque yerran en la estrategia que estos
seguirían en la casa o por tener una visión diametralmente opuesta al
contar con información desde fuera que dentro desconocen. En definitiva, que se convierten en unas
nominaciones más reflexivas con el objetivo de ayudarles pero que a la hora de
la verdad sus consecuencias pueden resultar nefastas y no responder al
deseo de los concursantes. Lo que ocurrió por ejemplo en el caso
de Nichela, que gritó un no rotundo cuando su madre le calzó dos puntos a Carlos, o los gestos de disconformidad de Vera ante alguna
nominación de su hermana. En cualquier caso, en general, en esta ocasión las nominaciones por parte de los familiares reflejaron un resultado muy similar, punto arriba punto abajo, al que se
hubiese producido si nominasen ellos.
La
consecuencia principal de las nominaciones de los familiares, más que los
puntos en sí, fue la información que recibieron los concursantes sobre algunos
compañeros y en este caso el más perjudicado fue claramente Ricky, que se quedó
con el culo al aire al descubrirse parte los comentarios que ha largado sobre los demás con
Carlos. Algunos por cierto totalmente fuera de lugar. Me hace gracia porque el
hermano del canario, en el encuentro cara a cara que tuvieron un poco antes, le
aconsejó claramente que se dejase de coñas marineras y churrascas pintadas en el
antebrazo dándole a entender que fuera no había nada y que rematase la faena con Sofía. Vamos, lo mismo que comenté aquí
en la entrada anterior cuando decía que Ricky se estaba arrimando a un buen
árbol buscando cobijo, pero seguía jugando a dos carrillos intentando el paripé
de la persona especial de fuera y metiendo la pata de forma lamentable con determinados comentarios sobre la pamplonica. El hombre no ha sabido medir ni
el tono ni el ritmo manteniendo discursos paralelos con ella. Por un lado
ensalzando su autenticidad o la cabeza que tiene para ciertas cosas mientras que por el otro valora de manera chusca e inapropiada,
de barra de bar cutre entre machotes, la supuesta disponibilidad de Sofía. El caso es que Aritz ha tenido mucha suerte al coincidir
en esta nominación con Ricky, y probablemente el tití vasco le gane la partida al orangután
canario, porque éste tiene todas la papeletas para
salir expulsado el próximo jueves gracias fundamentalmente a su enorme torpeza.
Aparte del encuentro de Nichela con su madre, el más conmovedor fue el de Marta con Lester, su novio. La canaria estaba emocionada de verdad, bueno lo estaban los dos, porque él no dejaba de piropearla repitiendo varias veces lo guapa que estaba. Sus palabras sonaban sinceras y ganas no les faltaron a los dos de romper a golpes el cristal que los separaba. Lester, un tipo afectuoso y cabal, es de los que se viste por los pies, algo que se confirmó después durante las nominaciones cuando se enfrentó al hermano de Ricky por defender a su novia ante las palabras de éste. Marta, por su parte, gana puntos a medida que avanza el programa y cada vez que dice o hace algo jamás deja indiferente a nadie dentro ni fuera de la casa. Su principal preocupación era saber si su novio estaría todavía esperándola y al final descubrió la respuesta en uno de los encuentros más emotivos de la noche para confirmar que Lester no sólo la esperaba y apoyaba sin fisuras sino que seguía enamorado de ella.
Un poco antes en el confesionario, trabada como siempre por estar nominada y pensando que podía ser ella la expulsada, la canaria no dejaba de parir frases como una metralleta, ocurrencias que de una forma u otra siempre acaban sacándonos una sonrisa o por el contrario te producen unas ganas tremendas de taparle la boca por cansina. "No me voy de aquí sin mi pintalabios" soltó en medio de la tensión esperando el veredicto del público con Marina y Han, sus compañeros de suplicio, o cuando comentó irónica que camino de Telecinco le gustaría encontrarse una tienda de regalos abierta para comprarse un par de Goyas y plantarse con ellos ante Mercedes. Hecha un manojo de nervios, antes de que le anunciase la presentadora que ella volvía a la casa con el menor porcentaje, dijo que le dolía irse de la casa más gorda y con dos granos en la cara, para asegurar a continuación que lo que le dolería de verdad sería no encontrarse a Lester en el plató. Y entonces hablaba en serio.
Todo esto no oculta que durante la gala intentasen vendernos una Marta genial como concursante, siempre divertida, celosa y leal con los suyos; aunque hay que reconocer que ella pone mucho de su parte para que aquella concursante metomentodo y furibunda del principio del programa que saltaba a la mínima por "un quítame allá unas pajas" se haya ganado poco a poco el favor de la audiencia. La visita de su novio a Guadalix no hace más que cimentar esa imagen y ratificar su condición de favorita de cara a la final. Tengo que reconocer, por una serie de cuestiones que no vienen al caso, que estoy contento de que por primera vez en GH una canaria tenga verdaderas posibilidades, y méritos, para ser finalista e incluso ganadora del concurso.
Las demás visitas no me motivaron demasiado. La corrección sin más del encuentro de Carlos con sus padres. La frialdad que Han mantuvo con su madre ignorando prácticamente su presencia para hablar casi todo con su amigo, una circunstancia que no se debió a la imposibilidad comunicarse en chino por orden del programa, porque en realidad de lo que hablo es de miradas y gestos. Lo mejor de Vera con su hermana fue la naturalidad del encuentro entre dos hermanos que se aprecian y que gracias a ello por fin el de Sabadell se cortó esa horrible coleta. El encuentro de Ricky con su hermano, en fin, ya está comentado. De Sofía y su madre lo sabemos todo y lo más jugoso fue la información que Maite le largó en todo momento, sobre todo durante las nominaciones, una información que no sé si sabrá darle el uso adecuado. O el encuentro distante de Aritz con su amiga del sombrero que luego continuó cuando la audiencia morbosa decidió que fuese él quien disfrutase de una noche con ella y que ya comentaré en otra ocasión.
Me queda comentar el trato lamentable que dio Mercedes a Marina en la entrevista y las magníficas contestaciones que la manchega le devolvió para taparle la boca. Insuperable cuando le dijo a la Milá que perdonase pero que la que juzgaba a Aritz era ella y el programa. Para acabar, por ahora, me quedo con esa imagen entrañable para mí cuando Marta y Nichela, acabada la gala, se dan cuenta ante las fotos pegadas en la nevera que sólo quedan tres chicas en la casa, ellas dos y Sofía. Las tres embrujadas comentan felices. Sofía, Marta y Nichela, una maravillosa final que firmaría donde hiciese falta.