JUSTOS Y PECADORES

     No quiero ponerme ahora demasiado puntilloso, pero si queremos ser objetivos la decisión de castigar con una nominación a toda la casa es una injusticia con todas las de la ley se vea por donde se vea. Y si lo analizamos bien no lo es tanto por las consecuencias reales que se puedan derivar para aquéllos que se han comportado correctamente y han guardado las formas, porque la expulsión no irá con ellos y la dirección sabe, y las primeras encuestas que pululan por las redes así lo testifican, que esta nominación será una guerra despiadada de cara a la expulsión del jueves que viene entre las dos "lideresas" de la casa; las dos concursantes con más temperamento e influencia en los demás que han protagonizado las broncas más duras y controvertidas en lo que llevamos de programa. Resumiendo un duelo a cara de perro entre Bárbara y Clara, de cuyo resultado saldrá prácticamente perfilada otra finalista junto a Adara, e incluso la ganadora de esta edición.

    Lo más nocivo de esta decisión de castigar a todos por igual, que ni siquiera podemos calificar de salomónica, es el mensaje equívoco y desalentador que se envía a los concursantes de que en definitiva la audiencia prima siempre a los conflictivos y folloneros, y también a los que a veces se sienten aislados gracias a sus propios méritos aunque una parte de la audiencia compre la falacia argumental de un supuesto acoso del grupo mayoritario contra ellos que no existe más que en la imaginación de algunos concursantes buscando movilizar el apoyo exterior. Y al final se instala el desánimo por la constatación frustrante de que ese tipo de concursantes se convierten a pesar de todo en favoritos del público y vuelven a salvarse una y otra vez. 

    Sin embargo, cuando la dirección del programa se pone exquisita con la convivencia después de que se hayan propasado ciertos límites en la casa, eso sí, promovidos y alentados cínicamente por la editorial del programa para lo suyo, tal como hemos comentado por activa y por pasiva, la solución demagógica que se sacan de la manga para enderezar el rumbo es que paguen todos, justos y pecadores, a la hora de asumir las culpas. Evidentemente se trata de una visión incompleta de la realidad desde la óptica que los concursantes tienen dentro de la casa y de lo que ellos entienden por convivencia porque es increíble que después de tantos años no sean capaces de entender todavía cuáles son las reglas de oro del programa. Aún así entiendo el conato de rebelión de Noelia ayer noche cuando se lamentaba por el castigo colectivo, visiblemente irritada, cuando lleva varios días, incluso semanas, quejándose de las broncas y advirtiendo a sus compañeros de lo insoportable que resulta la convivencia en semejantes condiciones. Pero lo que no sabe la andaluza ni los demás, o no quieren saberlo, es que la convivencia es un concepto elástico en GH, que tanto vale para una cosa como para la contraria, y está tan prostituido que sólo se usa de cara a la galería para acallar conciencias y disimular la propia responsabilidad del programa. Finalmente la ocurrencia punitiva del programa se quedó en que por una semana clausuraban el club, tendrían acceso a la comida sin restricciones, dormirían todos juntos en una misma habitación y estaban todos automáticamente nominados. Creo que la idea no merece comentario alguno porque se descalifica por si sola.

   Durante la gala de ayer se produjo un hecho significativo que ilustra a las mil maravillas toda esta confusión que acabo de comentar. Ocurrió en la casa picadero contraclub, cuando llevaron allí a Bárbara y a Clara, elegidas como cabecillas más significadas según el programa - aunque es un tema que daría mucho que discutir - del ambiente irrespirable y tenso que se ha vivido últimamente en Guadalix. Justo antes de que “ese que presenta” apareciese en pantalla para explicarles la misión importante que les aguardaba, con el famoso castigo prometido en la mente de todos, las dos concursantes empezaban ya a enzarzarse en una de sus múltiples disputas. En un momento determinado cuando Bárbara alzó la voz y la madrileña se lo reprochó, la alicantina le soltó una de esas frases que deben formar parte del repertorio básico de su manual al uso de cómo ganar GH: “¡¡Estamos en GH, si no quieres encontrar gritos vete a una bibloteca!!”. Luego entró el susodicho en pantalla y les recriminó a las dos sus frasecitas y enfrentamientos; sobre todo le afeó a la youtuber su desprecio por las bibliotecas con una serie de loas a la lectura que en boca del adalid de la telebasura y todos los “sálvames” resultó tan grotesca como una broma pesada sin gracia alguna. 

 

    En fin, lo que quiero resaltar de la frase de Bárbara, que pretende ser ingeniosa de cara al auditorio talifán consciente de que compra su producto, es el profundo significado para lo que nos interesa porque delata la visión que ella tiene de cómo debe ser su concurso y explica muchas cosas de su actitud. Una frase que en el fondo no es más que una copia cutre de la ocurrencia aquella de Suso, el conocido y famoso intelectual de la filosofía cani que participó en GH 16, cuando dividió la casa en dos grupos: Los de la biblioteca, que eran los listos y enterados pero aburridos y sosos, y que según él estaban comandados por Quique, el médico; y el grupo de los catetos e ignorantes que vivían a tope la experiencia gritando y metiendo la pata pero que entretenían y divertían a los espectadores. Una dicotomía bajo la que subyace una filosofía inequívoca a la hora de concursar que se transluce en los comportamientos y actitudes de algunos concursantes, y que según mi opinión su principal representante este año en GH 17, con diferencia, es Bárbara.

    Una de las cosas que más me alegran de la gala de ayer es la expulsión de Pol. Lo decía en la entrada anterior y en los comentarios, que ese golpe de Clara de subirlo a la palestra sólo podía acabar así. Si ahora tiene que irse ella, algo de lo que es consciente desde hace mucho tiempo si sale nominada, por lo menos será detrás de él. Se trata de una victoria pírrica, vale, pero nadie podrá decirle que se escondió o que estuvo agazapada esperando acontecimientos porque está siendo una concursante que con sus luces y sus sombras se ha implicado a tope . Lo único que me molesta en estos momentos es la repesca de Fernando, una vuelta que en el fondo no es más que un castigo para ella de parte de la audiencia que votó a sabiendas de que él gaditano mantendría mucho más las distancias  con ella aleccionado por su novia. Los mismos espectadores, seguro, que ahora mismo están votando para que Clara salga el jueves como resultado de la lucha de "titanas" que mantendrá al parecer con Bárbara durante toda la semana por ver quién se irá de las dos. Una situación curiosa y contradictoria la que se puede dar el jueves que viene, si a Fernando no lo expulsan antes por largar cosas de más sobre el exterior, y que sea él esta vez quién se quede en la casa despidiendo a Clara rumbo al plató. Muy mal cambio desde luego.

   Volviendo a Pol, como decía, ocurrió lo que deseaba y me da igual que su expulsión beneficie claramente a Adara y contribuya a darle el empujón definitivo hacia la final y le facilite la posibilidad de llevarse el maletín de calle. La despedida de ayer, tan melodramática, con una Adara aparentemente rota de dolor mientras abrazaba a su genéticamente perfecto, con la imagen impagable de los ríos de rímel marcando un surco amargo de lágrimas en su rostro desencajado y negando con gritos desgarradores la realidad de los hechos, como una niña caprichosa que se niega a que le arrebaten su juguete más preciado, encogió el corazón carpetero y entregado de los numerosos fans de Adara y del cuchufletismo militante. Para que nadie interrumpiese la escena y las cámaras no perdiesen detalle alguno, en una decisión sin precedentes, el súper mandó salir a los demás compañeros para que la pareja pudiese despedirse en condiciones. Sólo Bárbara desobedeció la orden y se adjudicó su cuota de protagonismo abrazando a la pareja por última vez. No se me ocurrirá negar el sufrimiento de la azafata, algo tan subjetivo, pero a estas alturas de la película tanta intensidad y tanta parafernalia me cuesta digerirla. Al final no sé muy bien cuánto tiene de tristeza real por la separación de alguien a quién quiere y cuánto de frustración por perder una partida que no contaba y tener que enfrentarse al vacío de un concurso sin su baza principal: la carpeta. Bueno, le queda el recurso de dama doliente y la pena. Con eso contamos. Es un clásico.

    No me motiva demasiado hablar ni analizar ahora la larga entrevista que le regalaron a Pol con un repaso a su concurso centrado en certificar que el luchador genéticamente perfecto no fue más que un mero decorado de Adara. Una posesión más de la azafata que no quiso compartirlo con nadie y que, paradójicamente, no consiguió abducirlo del todo hasta que Clara le hizo el gran favor de nominarlo por la vía directa. Hasta entonces el chaval jugó en todas las áreas con el principal objetivo de librarse de las nominaciones. Una situación que se tornó más cómoda todavía cuando consiguió ser el primero en entrar el club con todos su privilegios y manejar a su antojo las nominaciones desde la poltrona y rodeado de cobardes.  Sus idas y venidas entre los grupos y el triángulo fatídico que se formó cuando Adara se percató de que Miguel pretendía algo más que una amistad con tanto abrazo y roce fuera de lugar que se dedicaban. Una situación y unos celos que acabaron por envenenar la convivencia, sobre todo cuando él jamás hacía nada ni intervenía, como si las cosas no fuera con él, para dar su opinión o para resolver un entuerto que estaba en su mano.  En realidad era el único capaz de acabar con esa pelea de gatas, entre la azafata y el del peluquín, por disputarse la descomunal razón de peso luce en su entrepierna y que sacaba a pasear por Guadalix como quien saca a pasear por el barrio a un mastín genéticamente perfecto, y digno de él, a la vista de todos.

    Pol en el fondo es un buen tipo pero que ha tomado demasiadas decisiones equivocadas y a la vez contradictorias. Además tiene ese punto ególatra y algo rencoroso que detrás de esa apariencia de seguridad esconde un saco de debilidades que hicieron de él un concursante que procuraba siempre no implicarse en los asuntos polémicos y evitaba tomar partido. Un cóctel de circunstancias y rasgos personales que le han hecho descender desde la cúspide en que se instaló aquel concursante del principio, tan guay y amigo de todos, que era el puto amo y señor del club y que se había ligado a la más guapa del barrio, birlándosela a su amigo, hasta convertirse en un apéndice del concurso de otros y por tanto, en un concursante totalmente prescindible. No quiero recordar ahora como se cebó con algunos concursantes, por ejemplo Montse, desde el poder del club con la ayuda de otros, todo hay que decirlo. En fin, pelillos a la mar, porque anoche acabé compadeciéndome del chaval ante su total desconcierto cuando comprobó la que se había liado fuera entre su familia y la de Adara.  A duras penas aguantó las lágrimas en momentos determinados de la entrevista por la necesidad de recapitular a marchas forzadas el papel de enamorado entusiasta con el que venía desde Guadalix. El relato de ese "amor puro y duro" que aseguraba sentir por ella unas pocas horas antes en la casa. Poco a poco, a medida que fue constatando cómo se había visto su concurso desde fuera, gracias al montaje profuso de vídeos con todo lo vivido en su relación con la azafata, y con el descubrimiento del circo que se había montado en el plató a su cuenta y en su ausencia, se le fue apagando el poco brillo que le quedaba en la mirada después de un día tan largo y agotador como poco gratificante que acabó en una despedida de la casa precipitada, y aunque intento disimularlo como pudo, demasiado fría con Adara.

Forastero marulo