Desde que en GH 3 apareció
Encarni, la rutilante madre de Patricia, sí, aquella chica andaluza que disfrutó de la
primera hora sin cámaras de la historia de GH con Kiko Hernández, donde éste por cierto quedó en
bastante mal lugar a cuenta de aquel visto y no visto en que resultó su
encuentro amoroso al parecer, un fogonazo y para de contar, no han dejado de
cobrar protagonismo las madres de los concursantes en el programa, con
algún que otro padre o hermano como excepción, por la defensa que suelen hacer de sus hijos en medio
toda la parafernalia que se monta a alrededor de las galas y debates
llegando a superar a sus vástagos representados en fama, simpatía u odio por parte de los espectadores. Porque en muchos
casos son ellas las que en su papel protector viven su cometido con más garra y
entusiasmo de lo que ellos viven su concurso, llegando incluso si se tercia en
ocasiones a unos grados de patetismo que causan vergüenza ajena cuando intentan
defender lo indefendible con uñas y dientes. Pero ya se sabe, a una madre se le perdona todo
porque su amor y entrega no tiene límites y a mí eso siempre me produce cierta ternura, sobre
todo cuando te das cuentas que las valientes señoras están allí a veces,
incondicionales y a regañadientes, dando la cara por sus hijos a pesar del embolado
en que las han metido, y seguramente en contra de su opinión y deseo. Y no digamos ya de aquellas que poseen de natural un carisma arrollador y acaban consiguiendo unas
cotas de popularidad muy por encima de
su hijo o hija, hasta el punto que uno
acaba deseando que no expulsen a algunos concursantes, por muy impresentables
que nos parezcan, para no perder el privilegio de seguir contando con sus madres en el
plató. En esta edición en concreto,
excepto la entrañable participación de Cañuelo, el padre fallecido de Bárbara
cuyo recuerdo nos dejará siempre un buen sabor de boca, otra vez las madres, y
en su defecto tías o amigas que ejercen casi como tales, han vuelto a
copar ese lugar preeminente como reinas del plató tanto para lo bueno como para lo malo.
Todo esto viene a cuento, entre
otras cosas, porque debo reconocer que soy de los que disfruto normalmente de
estas galas, excepto en alguna que otra edición en que era demasiado descarado el
diferente trato que se le daba a la visita de los familiares de unos, con una
puesta en escena emocionante y bien realizada, respecto a la de otros en la que
parecía todo diseñado para la burla e incluso la humillación de los
concursantes. Este año al menos los
encuentros fueron bastante equilibrados - un minipunto para la organización - y
no hubo demasiadas diferencias más allá de cómo lo gestionaron ellos mismos y
lo divertido o sentimental que nos resultó a los espectadores en cada caso en
función de nuestras preferencias y posicionamientos. Aunque asumo que se producen a veces efectos negativos para el
concurso, estas visitas generalmente constituyen un baño de realidad que cuesta asimilar en la casa y si
logramos separar los sentimentalismos y las sobreactuaciones excesivas o
empalagosas que pueden confundir nuestro juicio, resultan encuentros tan emotivos e importantes
para ellos que me ayudan normalmente a colocar algunas de las piezas
fundamentales que me faltan para completar el puzle definitivo de algunos concursantes,
momentos especiales y únicos en que casi todos se sacan la careta por unos momentos para
comportarse tal cual son; una manera de comprender mejor las claves de algunas
actitudes y formas de comportarse que sería muy difícil de valorar y descubrir sin hacernos una idea de su entorno
familiar y social.
Lo que llevo bastante mal es
que los familiares voten en lugar de los concursantes, y si además como en la
gala del jueves estos pueden ver y escuchar lo que sus familiares dicen y sus
argumentos cuando dan los puntos en su lugar mucho peor todavía. Las
consecuencias después de una mala interpretación sobre las razones que han
utilizado pueden condicionar y mucho la vida en la casa, porque se quedan agobiados
y preocupados con la cantinela pensando en qué mensajes les han querido
transmitir y cuya consecuencia puede ser un cambio equivocado en su modo proceder. Es verdad que
también en el encuentro directo con la familia se pueden pasar consignas; algunas de manera tan clara como la que le transmitió su hermana a Meri para que fuese siempre leal a
Adara, es decir que siga montada al rebufo ganador de la azafata. O el mensaje del amigo de Alain para que éste no
descuidase a Meri. En fin, algo que ha ocurrido en mayor o menor medida en todas
las ediciones. Las nominaciones ya son
otro cantar, palabras mayores, y ahí las madres fueron las que dieron en el
clavo y llevaron la voz cantante esta vez. Sobre todo la de Bea, telita con ella porque domina la mecánica del
programa mejor que si estuviera en la casa en lugar de su hija, que de acuerdo con la encantadora y educada madre de
Miguel, y gracias al poder del club, salvaron entre las dos al modelo de subir a la palestra metiendo con tres puntos cada una a Alain en su lugar. El francés quedó así nominado con Meri y Adara dentro de un trío letal de cara a la expulsión del próximo jueves.
La estrategia de Pilu, la tía de la
azafata, y de los familiares de Meri de calzarse mutuamente tres puntos para que
estuviesen las dos con seguridad nominadas y esperar a que entrase con suerte un tercero en liza para hacer efectiva la teoría del balancín, como al final acabó pasando al subir sólo el francés en la
terna, tenía sus riesgos. Muchos
espectadores, y la primera su sobrina, no entendieron porque Pilu después de
ganar el juego de las bolas y por tanto el derecho de entrar al club sacó del
mismo a la madre de Rodrigo en vez de la madre de Miguel, con el que Adara
tiene un mayor enfrentamiento. Supongo que la razón sería porque su tía
entendió que las madres de Bea y Rodri llevan juntas muchas semanas, una al
lado de la otra, defendiendo a sus hijos como pareja en galas y debates y habrá
pensado que llevarían compinchada una estrategia conjunta para las nominaciones, mientras que la madre de Miguel, novata en estas lides, estaría más pez en el juego.
No me apetece extenderme
mucho en el tema de los encuentros en concreto pero me gustaría comentar un par de cosas para terminar con el asunto éste de las visitas. En primer lugar el encuentro
que me llamó más la atención fue el de Miguel con su madre, porque ella me
pareció, con diferencia, la más correcta y elegante de todos los familiares. En
concreto me sorprendió gratamente lo cabal y educada que se mostró a la hora de
dar las razones de sus puntos, sobre todo si la comparamos con la tía de Adara que fue todo un despropósito. Estaba claro que no se encontraba cómoda con tener que ir al programa pero su
actuación y el encuentro con su hijo resultó de lo mejor de la noche. Los demás, todo dentro de lo esperado.
El chonismo exagerado de Bea con su colección de gritos y palabrotas dentro de esa
mezcla disparatada de sus amigas clones con los amigos pijos y también clones de Rodrigo, que
alucinaba viendo a su madre encantada y entregada a la causa carpetera en compañía de la madre de Bea.
La retahíla histérica y repetitiva de “tequierotía” y “mequierestía” de una Meri en shock con su hermana alucinada e incapaz de calmarla subida a un avión entre nubes de mentirijillas. Y los abrazos desaforados amarrándose a las cabezas que algunas de sus amigas, Laura entre ellas, asomaban por un agujero de la pared para darle ánimos, unos achuchones tan intensos que el propio súper temió por un momento que ellas, las pobres, acabasen guillotinadas de tanto cariño. El vídeo entrañable de la familia de Alain dándole ánimos desde Francia, y el emocionante encuentro con su precioso perro. El lacrimógeno encuentro de Adara con su tía, su madre y Pol con los que iba hablando a medida que aparecían uno tras otro durante unos segundos detrás una especie de tiovivo giratorio mientras ella desesperada intentaba alcanzarlos con las manos tirando de una cinta elástica que la amarraba por la cintura. En fin, que la guinda de la noche fue la propuesta del programa a los espectadores para que éstos eligiesen, con sus votaciones, a un familiar para pasar la noche con uno de los concursantes. Evidentemente se aceptó, sin queja formal por parte de nadie, a Pol como familiar de compañía; una forma segura de meter al genéticamente perfecto en la casa para dar vidilla y morbo al asunto con la excusa incontestable y cínica de que ha sido la audiencia quién lo ha decidido. Es lo que hay y no merece más comentarios.
La retahíla histérica y repetitiva de “tequierotía” y “mequierestía” de una Meri en shock con su hermana alucinada e incapaz de calmarla subida a un avión entre nubes de mentirijillas. Y los abrazos desaforados amarrándose a las cabezas que algunas de sus amigas, Laura entre ellas, asomaban por un agujero de la pared para darle ánimos, unos achuchones tan intensos que el propio súper temió por un momento que ellas, las pobres, acabasen guillotinadas de tanto cariño. El vídeo entrañable de la familia de Alain dándole ánimos desde Francia, y el emocionante encuentro con su precioso perro. El lacrimógeno encuentro de Adara con su tía, su madre y Pol con los que iba hablando a medida que aparecían uno tras otro durante unos segundos detrás una especie de tiovivo giratorio mientras ella desesperada intentaba alcanzarlos con las manos tirando de una cinta elástica que la amarraba por la cintura. En fin, que la guinda de la noche fue la propuesta del programa a los espectadores para que éstos eligiesen, con sus votaciones, a un familiar para pasar la noche con uno de los concursantes. Evidentemente se aceptó, sin queja formal por parte de nadie, a Pol como familiar de compañía; una forma segura de meter al genéticamente perfecto en la casa para dar vidilla y morbo al asunto con la excusa incontestable y cínica de que ha sido la audiencia quién lo ha decidido. Es lo que hay y no merece más comentarios.
Al final se fue Simona, y la
rumana cumplió lo justo y necesario para dinamizar la casa y darle algo de savia
nueva a unos cimientos que empezaban a desmoronarse. Sobre todo trajo consigo un aire diferente y
exótico que empatizó desde el minuto uno con Alain, el otro extranjero de la
casa. Es verdad que quedan muchísimas dudas sobre su forma de actuar
aparentemente provocadora utilizando a mansalva el juego de la seducción, con el francés sobre todo, para
sacar de sus casillas a sus compañeras, principalmente a Meri y en segundo
lugar a Adara (no quiero pensar en lo que hubiese pasado si estuviese su Pol presente). Pero no nos engañemos, esto es GH y en dos semanas si no se pone
toda la carne en el asador lo mejor es volverse a casa por donde se vino. A su manera Simona fue honesta y utilizó
precisamente las únicas cartas que podía jugar y que a la vista están, y en consonancia supongo con lo que el programa esperaba de ella. A pesar de esa evidencia, de su
intencionalidad de acción en muchos aspectos para desestabilizar la casa, la
chica me divirtió porque logró torear a Adara y a Meri todo lo que quiso en algunos momentos
con una estrategia diferente a la que suelen usar todos los demás.
Creo que más allá de esa imagen
insinuante y provocadora buscando con toda probabilidad hacerse mínimamente conocida
para lograr otros objetivos al lado de su novio, el tronista, Simona es una
mujer sensible, agradable y divertida
que me hizo reír y estar pendiente de ella. Lo que más me gustó de todo lo que
contestó, nerviosa e insegura, en esa mini entrevista que le hizo ése que
presenta es algo que coincide con lo que escribí en el blog hace pocos días,
cuando dijo de Adara que desde afuera se la ve de una manera pero dentro de la casa se le
nota mucho el victimismo. Curiosamente más o menos lo que le pasó Rebeca cuando
estuvo en la casa, que entró con una idea de la azafata y luego salió con otra después de convivir con ellos.
Creo que a estas alturas ya no quedan muchas
dudas, el concurso entra en su tramo definitivo y esto sólo tiene dos fechas
posibles de cierre: el jueves quince de diciembre o el jueves siguiente día veintidós. Si acaba el quince, justo tres meses y una
semana después haber comenzado, el jueves día ocho expulsarían a los dos menos votados
y el quince sería la final con los tres finalistas que queden. Si prefieren que el
concurso dure algo más, el jueves ocho se va el menos votado de los cinco que quedan, una semana después se va el cuarto menos votado y la final con
los tres finalistas sería el jueves veintidós, o incluso podrían adelantarla al
martes veinte de diciembre. En cualquier
caso el pescado está prácticamente vendido y tal como decía en un comentario
de la anterior entrada, después de la expulsión casi segura de Alain el jueves
que viene, para que haya un mínimo de suspense y el programa pueda seguir
exprimiendo los bolsillos de los incautos implicando a talifanes de
diversos pelajes para que voten a mansalva, todo dependerá de quién acompañe en
la final a Adara, donde tiene un puesto fijo sí o sí y prácticamente el maletín en el bolsillo. Si son Meri y Miguel los otros dos finalistas
podría haber un mínimo de posibilidades, aunque remotas, de quitar el cetro al
universo adárico. Pero si Meri se queda en el camino y entran en la final Miguel y Bea (con Rodrigo no cuento) arrasará Adara sin dudarlo.
En fin, que todo lo del medio hasta entonces es puro relleno y salvo que se produzca algún hecho extraordinario que reviente
todos los esquemas, o que se le ocurra alguna brillante idea a los guionistas
de guardia, esto ya no tiene remedio y a mí al menos se me va a hacer muy, pero
que muy largo.
Forastero marulo