Después de la expulsión de
Shami es difícil enfrentar una entrada como ésta, no tanto porque no tenga
claro qué decir y cómo tratar el asunto, como por el cúmulo de ideas
atropelladas y confusas que se me agolparon en la cabeza al verla en el
plató sentada ante Mercedes durante la gala, agobiada por las cámaras y el lucerío,
parapetada detrás de ese velo omnipresente y opresivo en lo físico y lo mental,
como un lastre inmenso desde nuestra óptica occidental y nuestros
prejuicios. Un símbolo que significa tantas cosas contradictorias
trazando una barrera invisible y poderosa entre dos formas de percibir el
mundo.
El caso es que
al verla allí, nerviosa como un perrillo solitario y callejero de espíritu
libre, pero siempre a la defensiva por miedo a ser reprendido y apaleado por
sus amos o por cualquiera; observando de reojo con temor como la censuraban
unos y otros simplemente por ser como es, aunque ella sabe, y nosotros sabemos, que su concurso ha estado lleno de cosas inadecuadas con intención de sacar de quicio a tirios y troyanos. Una concursante con la obsesión por vivir a tope como una potrilla joven y desbocada una experiencia
única. Con un ímpetu indomable que está en su naturaleza salvaje y en la fuerza
de sus dieciocho años. Una habibi con tantas versiones diferentes y
arrolladoras de sí misma que al final suponen las dos caras
contrapuestas de una misma moneda. Una energía infinita difícil de
canalizar dentro de esas ropas y ese velo, que la constriñen física y a veces,
sólo a veces, mentalmente, como una fiera enjaulada que sólo piensa en romper
sus cadenas y huir de todo; de nosotros, de sí misma y del mundo del que viene y limita sus horizontes y sus sueños. La frase que dijo la semana pasada en un momento de desesperación por las nominaciones indica lo que pretendo decir: "No me veo con fuerzas para luchar con el mundo entero".
Shami, con todos sus claroscuros, ha sido un regalo inmenso para un programa
como el nuestro, hasta el punto de que si ella no existiese habría que
inventarla. No sé los demás, pero sé que voy a echarla de menos a pesar de que a veces me desesperaba por su
capacidad inagotable de tocar las narices, por su malicia deliberada con
intención casi siempre de meter el dedo donde más dolía hurgando en las heridas
y miserias de los demás. Cuando ella
aparecía en escena en nuestras pantallas, y así durante esos cuarenta y tres
días en la casa, siempre ocurría algo inesperado: una provocación gratuita, una
pregunta impertinente, un gesto simpático y divertido, y sobre todo frases y
expresiones estupendas y espontáneas. Intervenciones maravillosas que reflejan
su personalidad guerrera o su vena divertida y única aferrada a veces a ese tambor que rompía la cabeza a sus compañeros y también a nosotros. La última, genial, que me hizo reír y aplaudir con ganas cuando contestó cantando en ese tono burlesco suyo tan característico a Juanma, el día que el primo por el que ella siente una predilección especial tenía la prueba de preguntar cantando a todos los comapañeros en un tiempo limitado cuál era su comida preferida. Uno a uno fueron contestando, cantando también, hasta que le preguntó a Shaima y ella le espetó: ♫Mi comida preferida eres tú♫. Durante la misma gala cuando
la puerta de Gran Hermano se abrió para recibirla, en medio del revuelo, un
cámara tropezó, se fue al suelo y se dio un buen leñazo. Era la noche de la expulsión de Shami y lo
raro es que no pasase nada. ¿Una premonición?. Tal vez.
Aparte de lo que fue su concurso en sí, tengo la impresión que a
través de su decisión valiente muchas chicas musulmanas se vieron reflejadas de alguna forma en Shami viviendo el sueño
inconfesable y prohibido de estar ahí, en la casa de Guadalix, compartiendo el mismo sueño que también comparten otros millones de españoles y españolas. Ella tuvo el valor y los arrestos de
enfrentarse a su mundo para hacerlo realidad, y a través de Shami
vivieron tal vez esa fantasía inalcanzable. A lo mejor no les gustó su forma de
hacerlo, o simplemente no conectaron con ella como concursante, con la persona
que en realidad había detrás del velo, que al final es verdaderamente lo que importa. Detrás de la diferente vestimenta, del origen social, de la raza o la religión sólo hay personas de carne y hueso y no hay diferencias; solamente seres humanos con sus virtudes y carencias que al final comparten los mismos anhelos, los mismos sueños y las mismas emociones. La única verdad con la que debemos quedarnos.
Al final se quedaron Alejandra y Paula. La prima volvió feliz y tranquila tras superar el reto de
estar en la palestra después de la semana “horribilis” que vivió llevando palos
por todos los lados en el centro de la polémica, entre ellos los encontronazos
con Paula por un comentario “chorras” por el tema del pelo. La bronca con la
hawaiana viene de lejos, tiene largo recorrido, y como el río Guadiana aparece y desaparece en función de las circunstancias y
cuando uno menos se lo espera. En esta guerra contra la prima ha logrado ganar
para la causa a Luis, por supuesto,
y también a Hugo, que cada vez más
mezquino larga y raja lo que quiere sin control aunque luego a la hora de la
verdad recoge velas y si te he visto no me acuerdo.
Luis, con todo lo que prometía, en paralelo con su compañero Fran, aunque en guerras diferentes y a
veces enfrentadas, sigue su carrera para convertirse en el concursante con más
puntos en el casillero al premio a la ridiculez de esta edición. Ese
intento de terapia de conducta con la pretensión de reeducar a Alejandra,
resultó tan pomposo, artificial y falto de oportunidad que se descalifica por
sí mismo. Aunque le concedo al torero el beneficio de la duda el asunto no
hay por donde cogerlo, sobre todo porque vino después de poner a la prima de
vuelta y media tras enfadarse con ella, ofendido en su virilidad,
cuando Alejandra se negó a luchar
con Shaima en un juego que se traían y propuso medio en broma que fuese Luis quién pelease con la habibi argumentando que él era
como una chica. Ella, que la verdad muy
diplomática no es, lo dijo por aquello de la poca corpulencia del torero pero la bronca estaba servida
y él se ofendió con el comentario de Alejandra en vez de tomárselo con humor y salir por la tangente, que era lo
que correspondía. Alguien debería decirle que con reacciones exageradas de enfado y ultraje tan fuera de lugar como la suya,
sobre todo después de ver como le gusta al hombre disfrazarse de mujer, lo único que consigue, sabiendo como
sabemos que de ese pie el chico no cojea, es que su imagen siga bajando enteros ante la audiencia.
La prima, curiosamente, a
medida que se aleja de los amigos de Paula, Luis y Hugo, - la chupipandi de trillizos hawaianos - con los que antes
mantenía una buena relación, recibe ahora la comprensión y el apoyo, quién nos
lo iba a decir hace un mes, de Vitín
y Omar. Sí, de Omar, el mundo al
revés. Alejandra también tuvo que soportar la mala uva de Fran, que encajó fatal que la prima lo eligiese a él para llenarle la
cara de pinzas en una de las pruebas de la semana que le encomendaron tras coger el teléfono. El
hombre tuvo que deambular por la casa como un monstruo de Hellraiser con una
mirada torva que prometía venganza y tormentos infinitos a la prima en cuanto
tuviese la mínima oportunidad. Menos mal que las primas esta semana han
conseguido la inmunidad. Otra vez Yoli
lista y rápida como siempre encontró la calabaza escondida por Luján Argüelles, y así privó al resto
los concursantes, excepto los primos que suelen apoyarlas, de volver a usarlas de comodín fácil y
nominarlas como acostumbran. Sin ellas como diana fácil para darles los puntos, las nominaciones
fueron un despropósito y salieron Luis,
Jonathan y Loli. Menos Jonathan,
porque no quiero que sufra mi Yoli,
esa es la verdad - ya estoy hablando como la Mila cuando se refiere a la prima - no tengo muy claro quién quiero que se vaya entre los otros
dos.
El torero se merece estar en la palestra por dejarse arrastrar por el histrionismo
de Paula y por esos aires de
caballero andante que se gasta intentando dar clases de educación a todo cuanto descarriado se
encuentra por la casa. Pena que no
aprendiese nada de las clases de seducción de Paco aquellos primeros días del
concurso porque el hombre se muestra torpe en estos temas y no sé muy bien a qué juega con esa relación ambivalente que lleva con Paula y que ella utiliza con tan bien para lo suyo. Un asunto que puede convertirse en amarga condena por la posibilidad además de pagar los platos rotos de su compañero el apoderado ante la audiencia. En el fondo quiero continúe aunque sólo sea
para ver hasta donde llega su incompetencia en estos asuntos, algo que aprovecha por cierto muy bien su
compañero Fran, que no puede ocultar la cara de satisfacción al verse
librado esta semana de la nominación, consciente de que si estuviera en la
palestra no lo libraba nada ni nadie de la expulsión.
Por cierto, hoy no pienso hablar del viaje a Tarifa y a New York que ya tocará y quedan capítulos por escribir de esta historia y más ahora que vivirán de noche como muertos pegados a sus ataúdes. Tampoco voy a comentar nada de la gala, ni del notario ni de manipulaciones, ni de cómo llevó la cosa Mercedes. Hoy no. Sigo en proceso de meditación y continúo con la promesa de no enfadarme con casi nada. ¡Ohmmmmmmm!
mañana?
ResponderEliminarohmmmmmmmmmmm..
me encanta! ohmmmm..
ResponderEliminarcomo siempre genial
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