He
perdido la cuenta de cuantas veces durante estas diez semanas que ha
vivido en Guadalix, Fran se
ha llevado la mano al pecho para recordarnos la importancia del
corazón en todo lo que hace y dice, asegurando a continuación que
él siempre es el mismo dentro y fuera del concurso. Todo un
caballero comprometiendo su palabra de honor. – El corazón para la
casa y la cabeza para el concurso – Le recordó una y otra vez
a Luis,
su compañero. Una frase grandilocuente que se ha convertido en su
santo y seña, en el mantra incuestionable que ha repetido, y sobre
todo se ha repetido a sí mismo, hasta la saciedad como intentando
convencerse de que la realidad son las palabras que se dicen y no
siempre los hechos que la avalan.
Todavía
hoy, después de observar su conducta durante todo este tiempo no me
explico cómo el apoderado de Luis,
con su estilo y sus características, se ha atrevido a meterse en el
tremendo avispero en que suele convertirse Gran
Hermano.
Su mujer, en vista de las repercusiones del paso de Fran por
el concurso en la calle y
la defensa floja e inconsistente de la amiga que lo representaba en
el plató, decidió tomar personalmente las riendas del asunto y hace
unas semanas salió a la palestra para representar a su marido. Justo
antes de la expulsión, durante la visita familiar que tocaba
esta semana, las palabras
que dedicó a
su marido tras salir de dentro de una enorme tarta en el
jardín, le asestaron el hachazo definitivo. Una forma de
decirle más o menos y resumiendo mucho – Fran,
se acabó la fiesta y pasa ya para casa sin rechistar – Sólo le
falto cogerlo de la oreja y sacarlo a empellones por la puerta.
A
la buena señora también hay que entenderla, porque según
confesó a Mercedes su
marido entró en el concurso a pesar de su rotunda oposición, y
avisando que ella no pensaba participar en el circo. Me imagino que
visto el percal que se había montado fuera ella pensaría
que la mejor opción era entrar al rescate de la imagen deteriorada
de Fran de
cara a la audiencia y procurar por todos los medios, por lo civil o
lo criminal, lo expulsasen o no, que no pasase un minuto más
en Guadalix.
De cara a lo nuestro, al concurso, adoptó una actitud totalmente
censurable, pero como esposa y madre de sus hijos, desesperada,
comprendo su postura.
Lo
más sorprendente fue la explicación que luego dio la buena señora
a una pregunta de la Milá,
ya de regreso en el plató y poco antes de que entrase Fran para
la entrevista como expulsado, sobre las razones de su marido para
embarcarse en un concurso con tantas cosas en contra. Contestó sin
ningún género de dudas que es por su espíritu aventurero. Una
justificación que sinceramente me sorprendió. Juro que por un
momento me vino a la cabeza la imagen del apoderado deambulando por
la casa látigo en mano a lo Indiana
Jones en
busca del maletín perdido, con su típico sombrero, una camisa caqui
debajo de un chaleco de cuero desgastado y unas botas Panamá Jack.
Por supuesto semejante visión no me encajaba en absoluto con su
modus vivendi en Guadalix,
ya que toda su aventura consistió en las múltiples conversaciones
de sofá, que eran la mayoría, intentando camelar con mucha labia
para lo suyo a unos y otros. O
sus pinitos como locutor radiofónico de una emisora provinciana
durante sesiones interminables que indican claramente una vocación
frustrada.
En
todo caso una estrategia legítima que dio sus frutos durante un
tiempo dentro de la casa hasta que factores externos inesperados –
aquellas famosas pelotitas de tenis que lanzó al patio el
novio Aza con
información del exterior o la despedida cortante que le
dedicó Alfredo con
los aplausos del público de fondo – acabaron de manera injusta y
fraudulenta, tal como conté aquí en su día, con ese periodo de
esplendor en que estaba considerado por algunos de sus compañeros como el más firme candidato a llevarse la victoria,
sobre todo los chicos del clan de Carabanchel al completo que
luego se convirtieron en enemigos acérrimos.
En fin, una aventura como mucho de carácter intelectual, que ya es decir,
aunque torpe y equivocada en su transcurso casi desde el inicio. Teniendo en
cuenta su perfil o lo que decía en su vídeo de presentación, y después de
asegurar a Mercedes en aquellos primeros días que él jamás había discutido con
nadie tuve el presentimiento de que el apoderado tenía muchas posibilidades de acabar
al pie de los caballos y me vino inmediatamente a la cabeza ese refrán tan
nuestro de “ir a por lana y salir trasquilado”.
Su mujer lo conoce mejor que nadie, eso seguro, y nos contó que es un aventurero, pero a pesar de
sus explicaciones no tengo muy claro cuáles fueron los motivos reales para que
una persona como Fran se embarcase en la incierta aventura de participar en
Gran Hermano. Ya había comentado, a cuenta de esto mismo, que hay muchas
probabilidades de salir tocado de la experiencia salvo que su objetivo consista
en sumarse al famoseo y a la farándula mediática, una meta para la que muchos
son llamados y muy pocos los elegidos. Una posibilidad que ahora no me
parece tan descabellada después de dar a entender en el plató que tenía algún
tipo de vínculo con la duquesa de Alba, o por el disgusto que se llevó cuando la
Milá le informó que Isabel Pantoja había ingresado en la cárcel horas después de
la muerte de la duquesa, la mujer con más títulos nobiliarios en España y el mundo.
El apoderado se ha equivocado en casi todos los frentes de su concurso y tampoco es lo mío ensañarme ahora con él, aunque es adulto y debería saber donde se ha metido y las consecuencias que conlleva exponerse en la vida en directo. Bastante castigo ha tenido con el varapalo que su mujer le dio en su visita, aviso suficiente para saber que la cosa no estaba bien y que su aventura se había acabado allí mismo. A pesar de todo, curiosamente, se plantó en el plató con bastante seguridad dispuesto a torear de perfil con finos capotes de sublime verborrea a todos los morlacos que fueron saliendo a su encuentro, sobre todo los de Carabanchel y allí no se oyó una palabra más alta que la otra; sólo una enrabietada Lucía entraba con ganas de pinchar profundo y hacer sangre. Al final, gracias a sus dotes de telepredicador todo se enredó alrededor de sus frases y salió muy bien librado de una faena que se presumía de antemano tan difícil para él.
Ayudó y mucho la
desidia de la Milá, que este año está muy blandita y acoge con suma delicadeza a todos
los expulsados, salvo a Lucía que fue la única con la que se empleó a fondo de
verdad, y extrañamente lo dejó irse de rositas después de una entrevista que
Fran remató con mucho arte en una despedida de la casa elegante y mesurada en
la que salió a relucir una vez más su corazón. Además es necesario destacar que
antes, cuando la puerta de Gran Hermano se abrió
para recibirlo, y entró en el plató, justo la mitad de sus compañeros se levantaron a saludarlo, los tres mayores – Loli, Maika y Paco – y el verso libre de Shaima,
mientras que los otros cuatro, el universo de Omar al completo, se quedaron
sentados. Se notó la mano de Loli que estuvo templando el ambiente,
conciliadora como siempre, y la artífice seguro del cambio de actitud de su
hermana hacía el apoderado cuando en otras galas Maika lo ponía de vuelta y media
calificándolo de falso.
Fran ya está expulsado y no me interesa ahora especular sobre los
posibles tejemanejes de la organización; lo cierto es que otra opción que no fuese él me
hubiese parecido un verdadero sinsentido, así que prefiero disfrutar sin más de
que al final Yolanda sigue en la casa. Habíamos dicho en anteriores comentarios
que estaba decaída esta última semana y después de encontrarse con su madre y sus amigas en la visita de los
familiares volvió a la casa mosca por los mensajes que recibió durante el encuentro. El “respeta” de su madre y la recomendación de una de sus amigas para que no se aparte de su prima la dejaron descolocada. Como ella no sabe callar
ni administrar la información que tiene de forma estratégica, enseguida se lo largó a
Jonathan con la intención de que le dijera si había algo que debía saber.
El
primo pequeño, expuesto a la expulsión otra semana por la cobardía del de
su primo Juanma, despertó por primera vez en mucho tiempo de su letargo de
risotadas continuas y su estado aparente de felicidad realmente preocupado de que se le acabase
el chollo del mamoneo constante que se trae con la prima. Incluso tuvo un amago de discusión con
ella y confesó agobiado a su primo que lo pasa fatal porque no le gusta nada que lo metan en los fregados. Me pregunto si es consciente de que él está metido ahí
porque quiere y le interesa, y que los jueguecitos tienen sus consecuencias. Lo que no es de recibo es que se lave las manos como Pilatos y se ponga constantemente de perfil como si él no tuviera responsabilidad ninguna.
Lo
mejor de la gala como siempre fue la visita de los familiares. Me sorprendió el
encuentro de Paula con su abuela, una anciana entrañable, que me resulta
difícil de clasificar, como mucho diría que me pareció algo irreal por la
actitud extrañamente contenida de la hawaiana. O el despiporre de Hugo y su
madre que no paraba de reír nerviosa y descontrolada encima de un taburete, y
a continuación el encuentro con su abuelo en el confesionario mientras rubia, la cabra, que
esta vez no tiró al monte, observaba asombrada la escena desde la
puerta. Y la agonía de Aza después de estar con sus padres, o la
serenidad de Luis en el encuentro con su padre y su guapa prima que asomaban la
cabeza como dos trofeos a través de unos agujeros en la pared con el busto de un toro imponente al lado. La alegría y
espontaneidad de Yolanda que sacó de la caja a su madre para abrazarla del
todo. Pero el encuentro más emocionante sin duda fue el de Alejandra y su
reacción de bloqueo temblando mientras abrazaba a su madre que salio también de debajo de una caja rodeada de productos albaceteños. Era la autenticidad de
la emoción desbordada de una niña rebelde que no sabía como pedir perdón a su
madre por todo el daño que según ella le había causado.
Después
de tantas emociones la gala acabó con unas nominaciones envenenadas con Alejandra,
Luis y Jonathan en el disparadero. Las últimas nominaciones de la
edición y con dos expulsiones el jueves que viene según nos informaron. No he
visto todavía como van las encuestas pero a mí me gustaría que en primera
instancia se vaya el primo. Supongo que las paulistas irán a por Alejandra lo
que supondría un fallo estratégico fatal para sus intereses. Lo mismo que dije
en la anterior entrada si conseguían echar a Yoli, que era una forma de poner
casi en bandeja el triunfo de Ale; de la misma manera si ahora lograsen echar a
Alejandra, en una hipotética final la prima rubia podría llevarse el maletín al
concentrar en ella votos numerosos de distintas partes, algo mucho más difícil
o imposible si el voto estuviese dividido entre las dos. Allá ellos.
Para
acabar me gustaría comentar algunas cosas sueltas que me llamaron especialmente la atención. Lo primero señalar que
mientras observaba mirada triste de Omar durante toda la gala, tan diferente a la belicosidad que parecía mostrar Lucía sentada a su lado, y al darme cuenta
de quiénes eran los ocho que quedaban en el concurso, me acordé de la granja
escuela de la que había hablado para referirse a sus compañeros, una expresión que
tanto molesto dentro de la casa. Lo cierto es que en Guadalix quedan sólo cinco
jovenzuelos – Las primas, Joni, Luis, Hugo y Paula - y sus dos monitores
treintañeros – Juanma y Azahara – a los que tampoco les vendría mal un hervor, al menos para que espabilen.
También me
resultó entrañable ver a Yoli, Paula y sobre todo Luis animando a una Alejandra compungida y afectada tras quedarse bloqueada con su madre y por sus palabras cuando le dijo durante la visita que era más cariñosa con todos los demás que con ella. La pobre con los nervios
no se dio cuenta de que en el tono que usó no había ni un rastro de reproche.
Finalmente constatar la
decepcionante realidad de que Hugo y su cabra lleguen a las puertas de la final
sin haber estado jamás nominados. Una situación similar a la de Saray, también
paisana mía, que llegó a la final de GH11 sin haber sentido jamás la angustia
y los nervios que supone la experiencia de estar al menos una semana nominado y después salvarse. Las primas parece que nos oyeron a algunos de nosotros y le
plantaron dos puntos a Aza y Hugo, que al final no sirvieron para nada salvo el
efecto de librar a Paula de estar nominada una semana más.
Forastero
marulo