Ahora, al intentar escribir las primeras impresiones de lo que fue la gala me asaltan también, desordenados y reveladores, todos esos pequeños flashes de una noche que se fueron adueñando de mi retina con parsimonia pero sin la expectación ni la ansiedad punzante de otras finales. Imágenes sucesivas como la espantada de Sonia ante el último exabrupto insidioso de Mercedes (veneno versus vinagre). El afán de protagonismo de Iván como defensor de causas perdidas y su deseo inagotable y cansino por hacerse notar. La efervescencia desorbitada de unos gemelos vestidos de seda, como en el dicho, con el cuchillo entre los dientes ante Desi e Igor, y desatados después con la victoria de Susana. El tratamiento especial en tiempo y formas durante la interminable entrevista que recibió Desi, cual diva divina de la muerte enfundada en ese vestido inclasificable que nos regaló, y mi estupefacción ante el anuncio de su próxima colaboración en Sálvame según nos reveló en riguroso directo la Milá (viendo estas cosas no sé porqué tantos jóvenes de este país, brillantes y preparados, siguen empeñados en estudiar periodismo).
Y también las descaradas preferencias de la presentadora en contraposición con las antipatías no disimuladas dependiendo de los concursantes como marca genuina de la casa. La buena onda de Raki en todo momento, también en el plató. La caballerosidad y el saber estar de Igor, capaz de enseñarnos siempre en los momentos estelares del concurso su cara A, la más amable de su personalidad eclipsando detrás de su sonrisa de gentelman el lado más oscuro. El peinado vintage de Pepe Herrero que parecía escapado de un capítulo de "Amar en tiempos revueltos" después de la sobremesa. La presencia de Pepe el bailaor, con pajarita y enfundado en un smoking claramente alquilado por lo mal que le sentaba, cuando entregó el testigo en forma de maletín repleto de billetes a su victoriosa sucesora, una guapa y espléndida Susana vestida de rojo que tanto me recordó a Laura el día que ganó GH 12. Un cúmulo de sensaciones bajo un decorado brillante y bien diseñado, debo reconocerlo, donde sobre todas las cosas brilló la presencia de Argi, con su emoción y sus lágrimas.
Recuerdo que en ediciones anteriores cuando comentábamos GH en el blog del gato, uno de los argumentos que utilizaban algunos blogueros para descalificar tu opinión contraria a su favorito era acusarte que sólo veías las galas o los resúmenes. Si no eras adicto al 24 horas, y al minutado, o al menos no lo parecías te ninguneaban y no te daban vela en el entierro. Por mi condición de reventado oficial en alguna de aquellas ediciones, aparte de ingenuo y novato en estas lides, este tipo de acusación mal intencionada me molestaba profundamente, e incluso me enfurecía, porque entonces me lo tragaba todo sobre el concurso, o eso intentaba. Y algunos blogueros picajosos e impertinentes daban por hecho que si alguien no era capaz de vislumbrar con claridad meridiana todo lo que ellos consideraban evidente e indiscutible sobre los concursantes y el concurso es que sólo veía las galas y no tenía derecho ni criterio para opinar.
Comento esto porque antes de continuar ahondando en lo que dio de sí la ultima gala que acabó con la justa victoria de Susana debo admitir lo obvio, y es que esta vez sí que hablaré desde la perspectiva de lo visto solamente en las galas, algunas a medias, y en los pocos resúmenes que decidí o pude ver. Por tanto la acusación aquélla que tanto me enfadaba entonces hoy estaría plenamente justificada. La diferencia es que ahora me da lo mismo lo que puedan decir en ese sentido, tanto que confieso previamente mi culpa, pero con la seguridad de que si me hubiese tragado diez veces más horas de lo que he visto llegaría prácticamente a las mismas conclusiones. GH 14 no da para mucho más y me alegro de no haber malgastado mi tiempo más allá de lo necesario.
Sí, se acabó, ayer cerró las puertas la casa de Guadalix, la que fue durante un tiempo el dominio absoluto de la película Walls, ese país de Nunca Jamás donde Peter Pan (Kristian) encontró a Wendi (Sonia) y fueron expulsados después de su paraíso soñado gracias al empujoncillo interesado del programa, todo hay que decirlo, y perdiendo la batalla con el capitán Garfio, ese vasco que logró llegar al final de la meta sin acabar como pasto de tiburones y habiendo rozado con la punta de los dedos, de manera sorprendente para sus muchos detractores, el codiciado tesoro que todo el mundo anhelaba. Lo hizo dejando demasiados cadáveres, personajes de un cuento donde sólo él, o casi, jugó a ser adulto, con ínfulas pero adulto al fin y al cabo en un territorio infestado de niños grandes con personalidades insustanciales y pusilánimes.
Si soy sincero, como anticipé al principio, para mí la verdadera protagonista de la noche, además de Susana, por supuesto, una digna ganadora para una edición tan decepcionante como GH 14, fue Argi; la concursante injustamente apartada del concurso y que debería haber estado ayer noche en esa final por derecho propio y disputando el premio al lado de la que fue su amiga dentro de la casa. Con su decisión de aparecer en la gala final el programa ganó muchos enteros gracias, entre otras cosas, a su saber estar y a su actitud elegante y conciliadora en todo momento.
Sin pretender quitar protagonismo a nadie, con el corazón dividido y emocionada, ella no quiso perderse el momento en que sus dos mejores amigos de la casa, el vasco y la murciana, se jugaban los 300.000 euros en dura pero amistosa competencia. Cuando la veía sonreír y llorar emocionada, tan leal y amiga de sus amigos como siempre, cuando volví a escuchar de nuevo su discurso atropellado e interminable, lo mismo que en aquellas parrafadas velocísimas cada vez que nominaba en el confesionario, comprendí, por si me había olvidado, porqué estaba fuera de la casa la verdadera ganadora de GH 14, o por lo menos una de las candidatas que tenía más probabilidades de conseguirlo hasta el momento en que la echaron de aquella forma tan triste y mezquina. Ayer, otra vez, no volvió a decepcionarme, al revés, estuvo muy por encima en todos los sentidos de un programa tan arbitrario con ella y también de su presentadora, demostrando con su actitud positiva el tremendo error que supuso su expulsión.
Ayer, digo, de algún modo se hizo justicia, porque al ganar Susana ganó también nuestra Argi. Ganó el SUSARGUISMO.
Forastero marulo
PD: No sabía como despedir esta extraña edición de GH de la que me descolgué voluntariamente al principio y a la que volví casi al final enrabietado ante lo que consideré una tremenda injusticia con la expulsión de Argi. El caso es que estaba pensando que dentro de unos días, precisamente en la madrugada del 23 al 24 de junio, se celebrará la mágica noche de San Juan, y coincidirá en luna llena. Por tanto tendremos la maravillosa oportunidad de ver y disfrutar de nuestro satélite en su máximo esplendor precisamente en la noche más corta y especial del año. Esa noche en que se piden tantos deseos y en la que muchos de nosotros viviremos sus mágicos rituales con la intención de purificamos y renovarnos para el resto del año. Una noche iluminada por las llamas y envuelta en el humo purificador de miles de hogueras bajo el hechizo de la luna. Entonces pensé que no tendría mejor regalo para todos los que habéis seguido visitando estas Crónicas a pesar de mi inconstancia y veleidades que este vídeo espectacular que me dejó fascinado. Espero que os guste.