Vale. Ya está. No hubo sorpresas, y ocurrió lo que se esperaba por mucho que en la gala de ayer doña Merceditas nos contase que el asunto de la expulsión, entre Igor y Sonia, estuvo toda la noche pendiente hasta el último momento de un puñado mínimo de votos. Como si a estas alturas de la película, y catorce ediciones encima, no supiésemos por donde van los tiros; casi con la misma pericia que el añorado Jose Luis Urribarri, Dios lo tenga en la gloria, cuando adivinaba desde su dilatada experiencia a quién calzaba los "twelve points" cada país en las votaciones de Eurovisión. Porque el hombre lo clavaba con una precisión increíble. Casi lo mismo que nosotros.
Lo único cierto es que la santa audiencia, esa especie de nebulosa informe de la que todos formamos parte, nos hemos convertido con la nominación de Sonia primero y con su expulsión después, en juez y parte del asunto. Un poder tan inmenso como injusto, que puesto en nuestras manos desvirtúa a mi modo de ver uno de los pocos baluartes que quedaban sin contaminar del espíritu de Gran Hermano. Esa regla del programa por la que son siempre los concursantes quienes se nominan entre ellos de mil maneras posibles, desde dentro o desde fuera de la casa, o en algún caso como este año por boca de sus familiares; y sólo al final nosotros, los espectadores, expulsamos o premiamos, que es nuestro verdadero trabajo.
Sí, estoy hablando del espíritu de GH, aunque algunos se mofen de los que seguimos defendiendo ese concepto a capa y espada; la primera la Milá que cada vez que puede corta cualquier crítica en este sentido en el plató con cajas destempladas, como hizo ayer una vez más avalando como estupendo y maravilloso cualquier cambio en el formato del concurso, sea el que sea, aunque ello suponga que GH acabe por transformarse en una caricatura grotesca tan alejada de lo que debería ser. Un espectáculo inclasificable donde lo único que importa ya es que continúe el circo descarado y que suene sin cesar el clink, clink de la caja a costa de cargarse lo que haga falta.
Aunque Sonia, y toda la familia Walls con ella, mereciesen subir al cadalso para purgar juntos todos sus pecados no justifica esta lamentable historia, que me recuerda en cierta manera, pero mucho más grave ahora por su transcendencia en el devenir del concurso, a la posibilidad que también nos regalaron el año pasado, y que tanto critiqué, de meter a "Zergio" en Guadalix para destrozar el concurso de Sindia, su novia la mondarinas, y de paso amargarle la vida.
El caso es que si a partir de ahora los futuros concursantes de GH saben que salir a la palestra semanal para ser expulsados, y según le rote a la dirección del programa para sus intereses, puede depender también de que los nomine el público, y no sus compañeros, a través de plataformas como la "appgree GH" que se inventaron este año u otras parecidas, la forma de concursar en el programa ya nunca será igual, y condicionará de manera negativa a mi modo de ver la naturalidad y la manera de relacionarse entre los concursantes dentro de la casa por culpa de este nuevo factor nominativo. Lo digo porque si es así estamos hablando de otro concurso y no de Gran Hermano. Si esto significa ser un purista recalcitrante, como dije en alguna ocasión anterior, pues lo soy y punto.
El caso es que si a partir de ahora los futuros concursantes de GH saben que salir a la palestra semanal para ser expulsados, y según le rote a la dirección del programa para sus intereses, puede depender también de que los nomine el público, y no sus compañeros, a través de plataformas como la "appgree GH" que se inventaron este año u otras parecidas, la forma de concursar en el programa ya nunca será igual, y condicionará de manera negativa a mi modo de ver la naturalidad y la manera de relacionarse entre los concursantes dentro de la casa por culpa de este nuevo factor nominativo. Lo digo porque si es así estamos hablando de otro concurso y no de Gran Hermano. Si esto significa ser un purista recalcitrante, como dije en alguna ocasión anterior, pues lo soy y punto.
La Milá, ayer, conseguido el objetivo de poner a Sonia en el disparadero, ya que desde dentro no pudieron con ella a través todas las nominaciones posibles (en negativo, en positivo, en el confesionario, a la cara, a través de los familiares), se apresuró a confirmar que esta nominación "externa" sólo sería por esta vez, al menos de momento, aunque tengo muy claro que volverán a utilizarla para lo suyo cuando vuelva a interesar a las mentes pensantes del programa. Lo más triste es que para llevar a cabo esta jugada fraudulenta, los gerifaltes del programa contaron con la complicidad de una audiencia desesperada por trincar cuanto antes a la canaria y que prefirió mirar hacia otra parte, tapándose la nariz ante una ante una irregularidad tan flagrante, a cambio del cuestionable privilegio de actuar como la Reina de Corazones para descabalgar a Sonia de su país de las Maravillas cortándole la cabeza.
Considero un deseo muy legítimo ver a la doctora Walls fuera de la casa pero no con los medios equivocados. Su salida, nominada y expulsada por el público, es una satisfacción pasajera y una victoria pírrica que tarde o temprano pagaremos con creces cuando vuelvan a hacernos una de las suyas y entonces no nos guste el resultado. Ya estará allí la Doña para acallar nuestros lamentos y argumentaciones futuras recordando que una vez fuimos cómplices, por ayer, y no rechistamos. Incluso disfrutamos. Lo mismo que hizo el año pasado cuando nos quejamos en masa por meter al novio de Sindia en la casa, y bien que supo recordarnos que fuimos nosotros quienes decidimos su entrada cuando pudimos impedirlo con nuestros votos. Ya lo avisé en su momento, ella volverá a lavarse las manos como Pilatos y nosotros volveremos a caer en las trampas que nos tiende el programa conociendo nuestras debilidades. Cuando cedemos a un soborno, y haciendo un paralelismo esto de algún modo lo fue, nos convertimos en copartícipes del delito y quedamos atrapados en manos del infractor.
Considero un deseo muy legítimo ver a la doctora Walls fuera de la casa pero no con los medios equivocados. Su salida, nominada y expulsada por el público, es una satisfacción pasajera y una victoria pírrica que tarde o temprano pagaremos con creces cuando vuelvan a hacernos una de las suyas y entonces no nos guste el resultado. Ya estará allí la Doña para acallar nuestros lamentos y argumentaciones futuras recordando que una vez fuimos cómplices, por ayer, y no rechistamos. Incluso disfrutamos. Lo mismo que hizo el año pasado cuando nos quejamos en masa por meter al novio de Sindia en la casa, y bien que supo recordarnos que fuimos nosotros quienes decidimos su entrada cuando pudimos impedirlo con nuestros votos. Ya lo avisé en su momento, ella volverá a lavarse las manos como Pilatos y nosotros volveremos a caer en las trampas que nos tiende el programa conociendo nuestras debilidades. Cuando cedemos a un soborno, y haciendo un paralelismo esto de algún modo lo fue, nos convertimos en copartícipes del delito y quedamos atrapados en manos del infractor.
No pienso extenderme en el resto de los líos y cuestiones del concurso ni de lo que pasa con los quedan en la casa al faltar Sonia, porque lo que quería decir queda perfectamente expresado tanto aquí como en la entrada anterior. Y Dios me libre de meter baza en el patatal que tiene montado el programa con la familia Walls y más andando por medio la insufrible y veletas de Belén Rodríguez, que Dios los cría y ellos se juntan. O se atizan.
Por lo que veo mucha gente, especialmente los numerosos detractores de Sonia, están esperando como agua de mayo que ante la ausencia de la canaria se produzcan no sé que tipo de milagros en Guadalix. Y viven ahora con la vana ilusión de que, sin su influencia supuestamente perniciosa en la casa, todo mejorará, los pajarillos piarán de nuevo y una corriente de aire puro limpiará de golpe todos los malos humores que inundaban Guadalix. Hasta el punto de que los concursantes tipo muebles de Ikea resucitarán y hablarán por fin, los enamorados recapacitarán, y todos los pobriños abducidos por la doctora Walls se arrepentirán de su pecado de sumisión y vasallaje. Sinceramente, puedo estar equivocado pero no me creo ese cuento.
Por lo que veo mucha gente, especialmente los numerosos detractores de Sonia, están esperando como agua de mayo que ante la ausencia de la canaria se produzcan no sé que tipo de milagros en Guadalix. Y viven ahora con la vana ilusión de que, sin su influencia supuestamente perniciosa en la casa, todo mejorará, los pajarillos piarán de nuevo y una corriente de aire puro limpiará de golpe todos los malos humores que inundaban Guadalix. Hasta el punto de que los concursantes tipo muebles de Ikea resucitarán y hablarán por fin, los enamorados recapacitarán, y todos los pobriños abducidos por la doctora Walls se arrepentirán de su pecado de sumisión y vasallaje. Sinceramente, puedo estar equivocado pero no me creo ese cuento.
Tampoco pienso analizar en profundidad la entrevista que Mercedes le hizo a Sonia, que en algunos momentos pareció un "déjà vu" que me transportaba a otras entrevistas de anteriores ediciones. Ni se trata de cargar siempre mi frustración y mala leche contra la presentadora, que alguien va a pensar que lo mío con ella se trata de algún tipo de perversión sin clasificar, "Milafilia" o algo así. ¡Que va, quita, quita!. Menos aún voy a hacer sangre de los malos modos, de arrabal y poligonera, que la presentadora sacó a paseo durante la gala campando a sus anchas.
Para finalizar, y saliéndome de lo prometido, sólo diré que la odontóloga canaria, una concursante que no me provocaba entusiasmo alguno, ni frío ni calor, hasta que surgió la dichosa nominación de la audiencia, al final consiguió llevar la entrevista a su terreno, demostrando en directo cuáles son sus verdaderos poderes. Tengo absolutamente claro, como los demás me imagino, que Sonia tiene madera de líder y sabe manejarse con soltura utilizando con pericia la palabra, sobre todo el tono de voz, para salir bien parada de las circunstancias complicadas y difíciles que se le presenten en la vida. Algunos me dirán, claro, que es lo mismo que hacen los manipuladores de toda la vida, que usan sus encantos y su "savoir faire" para llevar con engaño y disimulo el agua a su molino. No quiero entrar en esa discusión y doy por bueno lo que cada uno piense.
En resumen, que no voy a señalar sus defectos porque comparto en alguna medida lo que se apunta de negativo en los comentarios de los blogs sobre ella, pero sí quiero resaltar que Sonia tiene dos características, fundamentales a mi modo de ver, que la convierten en un personaje interesante y tremendamente atractivo desde el punto de vista del concurso: se trata de una persona inteligente que se maneja con soltura en las relaciones sociales y es sobre todo ahora mismo una mujer enamorada. Algo que no tiene discusión.
En su despedida de la casa nos dio muestras suficientes de esas cualidades, que se pueden valorar tanto en positivo como en negativo. En primer lugar esa frase de despedida dedicada a su Pelocho, de lo mejor que recuerdo para delicia de carpeteras, cuando le dice - ¡Haz las cosas como tú las haces que es como me enamoraste!. Y justo a continuación, la muestra de su capacidad de liderazgo cuando consigue que todos sus compañeros dentro de la casa estiren sus puños hacia delante, Igor incluido, para gritar con ella:
¡¡¡Estiren todos la mano, uno, dos, tres, cuatro... CATORCEEE!!!
¡¡¡Estiren todos la mano, uno, dos, tres, cuatro... CATORCEEE!!!
Lo dicho, de nota. Me quedo con eso.
Forastero marulo