ENCRUCIJADA DE EMOCIONES

    A menudo una simple anécdota o una situación concreta aparentemente sin relevancia dice más de una persona más que mil explicaciones o discursos sobre ella. Precisamente por un detalle del día en que entró en la casa fui consciente de que Pipi era una persona muy especial, alguien a quien debía tener en cuenta desde el minuto uno y por eso, a pesar de que nunca me entusiasmó demasiado, siempre me la creí con su vis folclórica de Estrellita Castro y todas sus estridencias de campesina de aspecto algo cateta. Desde luego no fueron sus típicas expresiones de chica pueblerina (mondarinas) ni su alegría contagiosa y algo forzada, o su risa estrepitosa, penetrante y por momentos insufrible lo que captó mi atención. No. Lo que hizo fijarme en ella y atisbar que detrás de aquella cara pizpireta de "madonna" andaluza del siglo XVI se escondía una personalidad arrolladora y potente, fue enterarme aquella noche fría de enero en la plaza del Callao de Madrid, cuando Mercedes le comunicó desde una enorme pantalla que era concursante con todos los derechos de GH 13, que la persona que la acompañaba e iba a ser su representante en los platós durante el tiempo que permaneciese en el concurso era su suegra.

    Ayer en el debate, cuando Jordi comunicó por teléfono en riguroso directo con la madre del novio (el zufrido Zergio) para que nos contase cómo estaban viviendo toda la situación de Pipi en casa, y su posible confusión de sentimientos sugiriendo que se estaba enamorando de Pepe, ella negó la mayor y se enrocó en su postura defendiendo además que la representante de Sindi en el programa era ella, y no su hijo, para justificar la ausencia de Sergio cuando algunos colaboradores del debate le pidieron que fuese el novio quien nos diese su punto de vista sobre lo que estaba pasando en la casa.  En ese momento me acordé de lo que escribí aquí el 20 de enero, en la entrada dedicada a la gala de presentación y que visto ahora en la distancia parece algo premonitorio: 

"......Una especie de Heidi con duende andaluz que en vez de abuelo tiene suegra. Extraña imagen esa, sabiendo lo malo que es GH para los que dejan pareja fuera, la de una suegra que se nos planta en la plaza de Callao de Madrid con su nuera Sindi y en vez de llamarla “suelta”, como hizo la infausta madre de Rubén con Chari en GH 12, ésta va y la “suelta” feliz ante el peligro ayudando a que se meta en la boca del lobo. A lo mejor de eso se trata, de deshacerse de ella, o simplemente que la simpática “mondarinas” es tan especial que merece la pena liarse la manta a la cabeza por ella y tirarse juntas a semejante piscina. Cualquiera sabe".  

    Ya lo hemos comentado casi todo en relación al programa alguna vez, como la dificultad de evitar que los sentimientos o las pasiones incontrolables e inesperadas surjan como un volcán dentro de la casa, por mucho que a veces los protagonistas quieran disimular lo que les pasa intentando desviar la atención hacia otras cosas. A veces son erupciones salvajes y visibles cuando explotan sin remedio y lo inundan todo con sus cenizas y su lava destructora cambiando para siempre el mundo a su alrededor. Y ya se sabe que después, como el Ave Fénix, renace una nueva vida más esplendorosa entre las cenizas. Una catarsis.

    La historia de Pipi, de las dudas y las contradicciones de su corazón, es vieja como el mundo. Todos conocemos, y muchos seguro que lo han vivido personalmente, la experiencia angustiosa y hermosa a la vez de sentirse embargados por una confusión de sentimientos que luchan a brazo partido en una guerra sorda y salvaje, con el corazón dividido, entre la lealtad a lo que se tiene y una pasión que nace desbordante arrastrándonos de forma impetuosa hacía un nuevo mundo de sensaciones temido y deseado al mismo tiempo. El miedo de soltar las amarras con lo que amábamos o creíamos que amábamos para dejarnos llevar por los cantos de sirena de algo nuevo fascinante e imposible de rechazar por mucho que se intente.

    Todos sabemos de que va esto. Unas vacaciones, un viaje de estudios, una reunión de trabajo y varios días con la única obligación de divertirse y pasarlo bien, desinhibidos y distendidos, relacionándose con personas desconocidas o con personas con las que se tenía una relación simplemente formal. Y de repente salta la chispa donde menos se espera. Las expectativas previas se rompen y la convivencia en unas circunstancias diferentes alejados de nuestro entorno normal cambia todo radicalmente, surgiendo de forma inesperada emociones olvidadas o que nunca pensamos ni imaginamos que aparecerían teniendo en cuenta nuestro "status quo" actual. Y esa persona que en condiciones normales ni te fijarías y a la que jamás te atreverías a acercarte, tan lejana y distante, entra en tu vida como un ciclón. Una bocanada de aire fresco y descubres que ya nada podrá ser igual. 

     A veces se trata de una situación equívoca, una ilusión pasajera, un engaño del corazón o un simple deseo erótico que pretendemos llamar de otra manera y dura lo que un amor de verano, pero en otras cambia tu vida para siempre y sueltas las amarras para embarcarte en un nuevo viaje con rumbo diferente e ilusiones renovadas. Sin embargo, cuando descubres que sólo se trata de apariencias, de nubes ilusorias y pasajeras, te ayudan a descubrir que lo realmente importante es lo que ya tienes pero no eras lo suficientemente consciente de ello hasta ese momento.

     Sindi está viviendo este mar de dudas y contradicciones, y al contrario que Hugo en su historia con María, con quien tengo muchas dudas, a ella sí me la creo, porque la casa de GH como decía alguien es algo muy fuerte y sus condiciones especiales, salvo excepciones, siempre acaban superando a sus habitantes como ya comentamos tantas veces. Dentro todo se vive de una manera mucho más intensa, aunque existan cámaras que registren cada movimiento y un maletín lleno de billetes (a lo mejor también incluso por eso) les espere al final condicionándolo todo. Pero vivir en esas circunstancias únicas, 24 horas sobre sobre 24, junto a otras personas sin posibilidad de escape, intentando encajar una convivencia viable con una serie de situaciones forzadas y viciadas por la naturaleza del mismo concurso, acaban forjando lazos afectivos y provocando que surjan sin poder evitarlo emociones encontradas: amistad, deseo, odio, celos, envidia, amor, complicidad, miedo, ira, etc. Emociones y sentimientos que se pueden desvirtuar o disimular pero que sin ninguna duda en muchos casos se viven de forma intensa y verdadera. Si no lo creyese así a pesar de adulteraciones y lo maleados que puedan estar los concursantes después de tantos años de programa no estaría aquí ahora mismo dedicando parte de mi tiempo a escribir sobre Gran Hermano. Es la naturaleza del juego.

     Ayer noche de madrugada durante el Debate de GH, con la historia de Pipi como eje central del programa, se siguió su hundimiento emocional del fin de semana tras escuchar en la cabina de radio la canción de Orozco, al lado de una inmensa Martita, la pinzas, que estuvo toda la noche intentando arroparla y apoyarla como buenamente pudo, mientras Pepe rondaba la escena oliéndose el percal, interesándose por las razones del llanto de su amiga pero muy consciente de por donde van los tiros al comprobar que Sindi no quería ni verlo. 

    Ochoa, que por cierto estaba guapísima en el debate (la sigo echando de menos dentro de la casa), fue la primera en darse cuenta de que en el corazón de Pipi se estaba formando la tormenta perfecta. Aunque se malinterpretó de manera interesada la actuación de la riojana cuando descubrió el pastel e intentó hacer ver a Sindi las consecuencias de su posible confusión en los sentimientos hacia Pepe, ahora con el tiempo queda claro que estaba totalmente en lo cierto cuando había intentado avisarla de lo que podría pasar. Como la misma Ochoa dijo en un momento determinado en el debate, dentro de la casa las cosas se ven de distinta forma, incluso opuestas, a como se ven desde el exterior por muchas cámaras y micrófonos que haya, y que ellos se dan perfecta cuenta de casi todo. Al menos ella.

     Además de las tribulaciones de Sindi, tenemos la historia de Hugo y María, que la verdad no me provoca de momento demasiado interés. Con el catalán, cínico como casi siempre y poco consecuente, y más después de leer el recado que dejó en su blog a Julia, su novia; y con ella, tan sosa o más que él, metiéndose sola en problemas que no le interesan dadas sus circunstancias nominatorias, gastando bromas al impresentable del Danonino que sinceramente, vista su reacción injustificable con la jerezana espero que los compañeros por fin lo hayan calado, descubriendo su patita de lobo disfrazado bajo la harina de graciosillo simpático, para ponerlo definitivamente en la picota a la próxima ocasión.

    Del resto ya hablaremos, porque lo de Noemí sigue siendo un puro delito después de que Ari la pusiera por fin en su sitio tras la esclarecedora conversación del fin de semana.  Las actuaciones de la canaria no tienen desperdicio y a veces no sé si es muy consciente de las burradas que dice y cómo las dice o lo hace adrede con el ánimo de molestar o minusvalorar a sus supuestas contrincantes. Por ejemplo cuando le dice a María, sabiendo que la cosa está entre ellas dos de cara a la audiencia, con evidente mala uva: 

                 - A mí me nominasteis las chicas y a ti los chicos.

    Y a continuación se ríe con la satisfacción de echarle en cara a ella, tan guapa, su triunfo en el bando masculino.

Forastero Marulo
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