Hoy es de esos días en
que estoy totalmente ofuscado y desde que pude sentarme a escribir
después de terminar con mis obligaciones no sé muy bien por donde
empezar ni qué va a salir de todo esto. Son tantas las cosas que
bullen en mi cabeza después de la gala de ayer que en estos momentos
soy capaz de liarme la manta a la cabeza y echarme al monte. No sé
si para olvidarme de todo esto de una vez y desaparecer de la red de
la misma forma que un día entré hace años para comentar GH por el
gato, dejando siempre muy claro lo que pienso, o para terminar esto con
dignidad y apostar en la semana que nos queda por la opción más
inverosímil, la que más duela al programa y que al fin y al cabo
sería la forma mejor de resolver una maravillosa edición que ellos mismos se han
empeñado en complicar y adulterar. Una apuesta como venganza
personal aunque a efectos prácticos no sirva de nada salvo para mi
desahogo. Para que nadie se lleve a engaño quiero dejarlo por
escrito como acostumbro y que no sean sólo palabras que se lleve el viento.
Es decir bien claro y negro sobre blanco.
Luego si puedo intentaré
explicar de forma ordenada las sensaciones que me produjo el
despropósito de ayer. Una sucesión de hechos que había
pronosticado en mi entrada anterior cuando temía, y con
razón por desgracia, que iba a ser una noche larga, dura y muy injusta para Sindi. Sólo al
final pudo regresar a la casa pero por la puerta pequeña y de una forma
que nunca debería haberse producido. Como me noto nervioso e incapaz de escribir
nada de forma organizada y sensata empezaré por el final. Por las
conclusiones que es lo que me pide el cuerpo.
Me trae sin cuidado que
me tachen de inconsecuente por lo que voy a decir, porque ya no soy
un niño y me importa poco a estas alturas quedar bien con nadie. Así
que teniendo en cuenta cómo se ha desarrollado el concurso ya me da
igual quién quede el último, porque en el fondo ha sido un casting magnífico y
hay cinco o seis concursantes que no me importaría que ganasen esta edición, aunque algunos ya estén fuera. A lo que voy, en estos momentos lo único que deseo es que
se lleve el gato al agua el finalista que menos contaba para ellos,
de forma que se les fastidie el invento después de todas las vueltas que
le han dado al programa intentando vendernos aquella historia o
historias que les interesaban para lo suyo: la caja y la audiencia
por supuesto. Y aunque Aless era para mí el finalista con más
puntos para merecer el premio hasta hace poco, y sí lo gana incluso
me alegraré, creo que ahora lo más higiénico, como escarmiento por
toda la que han montado para llegar a esto, es que gane María. Y
con ella Pipi.
Ninguna de las dos estaba entre mis favoritas, como mucho Sindi por descarte y de tercera o cuarta en la lista, pero por rebeldía con el
programa y aunque suponga simplemente un brindis ridículo al sol, lo que ahora me haría realmente feliz es que ganase la concursante que entró sustituyendo a David bien
empezado el programa y con la que nadie contaba, ni siquiera los gerifaltes de GH. La concursante que
fue expulsada poco después por un alto porcentaje de votos en su
lucha con Noemí y tras liarse con Hugo en la casa. La concursante
que estando fuera y después de hacerse un interviú volvió a
Guadalix para alimentar el morbo de su relación con el catalán, con
el fantasma de Julia por medio y para que continuase su
enfrentamiento con la canaria sabiendo todas las mentiras de ésta y la
verdad de lo que ocurrió en Brasil; y todo gracias a una repesca
que la Milá juró con toda solemnidad que este año no habría
cuando comenzó la edición.
Quiero que gane la concursante que tras cuatro
votaciones en las falsas expulsiones nunca fue elegida como
finalista, y que después esa falsa final vergonzosa de la que iba a
salir el cuarto y último finalista según nos prometieron, y que el jueves
pasado ganaba Pipi por goleada según todas las encuestas, deciden prorrogar unos días más después de expulsar a Hugo para dar la
oportunidad de nuevo a la audiencia morbosa para que se sumasen los votos de éste a los suyos para arrebatar la gloria a Sindi y lograr que la jerezana fuese la finalista tras escoger al Aranés como acompañante + 1
para la final. Una estratagema retorcida y tendenciosa. Una última y
cruel vuelta de tuerca que suponía sacrificar a la mondarinas para
alimentar la película que se tienen montada con la diosa Noemí y
que el share no decaiga hasta el último minuto del último día.
Ayer, esta chica guapa y
“zoza”, la que “arraza por donde paza”, logró al quinto
intento convertirse en la última finalista de GH 13 gracias a tanta carambola y
a las triquiñuelas del programa. Ella, incrédula, una concursante agradable de ver
destinada a ser la decoración de algunos pesos pesados de la
edición y a la que todo el
mundo trataba como el florero de GH, supo aprovechar su ocasión al encontrarse en
el momento justo y en el mejor lugar con un premio inesperado. Y esta chica más lista que otros
estrategas que se han quedado por el camino, y tanto o más que
algunos de los que están ya en la final y no contaban con ella ni en
sueños, tomó la decisión más acertada. La que le pedía a gritos la
mayoría de la gente en el plató. La más conveniente desde el
punto de vista de su concurso y quiero pensar que también la que le
pedía el corazón. Una elección que la honra y que hizo justicia a
su compañera, y ahora amiga. Tampoco me importan demasiado sus
verdaderas motivaciones porque sólo quiero ver nobleza en su
gesto y en cualquier caso su decisión es perfectamente compatible
con su condición de finalista, y ella tiene el mismo derecho a jugar
que tuvieron los otros. Además María, que estuvo fuera expulsada y es
bastante intuitiva, sabe que en el fondo está ocupando el lugar que le
correspondía a Pipi por lo que sería tremendamente injusto su
ausencia en la final. La jerezana con su decisión, mediatizada o no,
ha reparado en una pequeña parte el atropello injustificable que se
cometió con la mondarinas.
Lo que ayer noche pasase
con las ilusiones y los sentimientos de María y Pipi, fundamentalmente
de la segunda, no importaba nada. Esas dos andaluzas a las que
dejaron solas y arrinconadas durante cuatro días en la casa pequeña
después de haberlas engañado miserablemente en una falsa y
denigrante final, apartadas del resto de sus compañeros finalistas
mientras rumiaban como podían la decepción y la humillación a que
las habían sometido con el único propósito de dilatar unos días
más su lenta agonía, sabiendo que está vez una de las dos se
quedaría fuera del juego mientras que la otra comenzaba prácticamente
de cero teniendo que lidiar con toros de primera categoría. Dos
piezas más a sacrificar en el altar que este año GH tiene dedicado
a ese becerro de oro en que han convertido a Noemí, ese ídolo con
pies de barro a quién suben una y otra vez al cuadrilátero que
representa este espectáculo para que vuelva a enfrentarse a todos,
contra todo y por encima de todo con el único objetivo de que la
canaria, en las condiciones que sea, arrastre esta noria inmensa de
engaños, vueltas y contravueltas hasta cotas de audiencia ya
olvidadas que son irrenunciables para la cadena tal como están las cosas.
Pero en el teatro de este
trasunto de la vida que es GH se consumen por igual en una pira
dantesca y fascinante personajes principales como Noemí y aquéllos que consideran secundarios,
como Pipi, a quién no les importa robar sus sueños porque son el
alimento necesario para que la inmensa hoguera no deje de arder. Ella
es el combustible más a mano, barato y prescindible para inmolar en favor de la
trama principal. La carta a la que se juega todo el programa.
Pipi y María han forjado
un vínculo especial durante estos días de exilio forzado e injusto
en la casa pequeña, hasta tal punto que durante la gala parecían haberse mimetizado en cuanto a su aspecto y actitud conformista. Una convivencia constructiva y agradable a pesar
de que se sabían rivales para un único puesto final, mostrándose
siempre solidarias y animosas en su condición de relegadas por el
programa. Ellas, que por unas cosas o por otras estaban
acostumbradas a la humillación e incluso a un cierto menosprecio por
parte de algunos compañeros, sobre todo de Pepe y Hugo, aguantando a
menudo sus desplantes y una gran dosis de desconfianza hacia su comportamiento
durante el concurso por la buena relación que mantenían en general
con el resto de los compañeros. Abandonadas y ninguneadas, aunque
no protestasen abiertamente, asumieron con dignidad y resignación su
cruel destino de patitos feos burlados. Sólo a veces aparecía una queja
tímida pero desesperada que se dejaba traslucir agazapada detrás de las
palabras de Pipi en el confesionario cuando amargamente comentaba que
se iban a reír de ella en su pueblo hasta el día que se muera. O esa
crítica velada que deja caer cuando dice:
- ¡Qué chasco "zúper",
de decirnos que podíamos ganar a decirnos que podernos irnos! -.
Teniendo en cuenta la
situación incómoda que les tocó vivir, lo cierto es que estos días nos han ofrecido un rostro amable y nada competitivo, el que mostraron
casi siempre durante todo el concurso. Dos chicas aparentemente
simplonas y de pocas luces pero que en realidad de tontas no tienen
un pelo. Dos concursantes que independientemente de los defectos que
tengan, y que no me apetece resaltar ahora, poseen la virtud de hacer
agradable la convivencia a los demás, un mérito tan poco apreciado
para este concurso pero fundamental para mí a la hora de valorar a
una persona. Mientras ellas hacían lo que podían para
pasar las horas lo mejor posible, como esos momentos impagables en que jugaban a preguntas y respuestas asumiendo que dejaban al descubierto su tremenda incultura, en la casa de los finalistas los
acontecimientos y la lucha abierta o sibilina campaba a sus anchas
con pullas constantes y el decorado de fondo de esa relación de
Noemí y Aless que lo acapara todo.
No pienso entrar en el tema de la relación que se traen Noemí y el italiano porque ya está todo dicho en los comentarios y me produce cierto hartazgo la cuestión. Pensemos lo que pensemos
y nos guste o no la canaria tiene gran parte de razón cuando viene a
decir, con bastante cinismo también hay que decirlo, después de la
estupenda despedida que le dedicó su papito Hugo el jueves pasado, que ella ha sido para el programa como un conejillo de indias (juego al que se presta gustosa desde luego porque no rechazó volver a la casa de la mano de Pepe) quejándose de que en toda entrevista a los expulsados aparece ella por medio o tienen que ponerles sus vídeos de Brasil venga o no a cuento. Bueno, habría que recordarle
que el día que expulsaron falsamente a Pepe a él no le mostraron nada de su lío en Brasil. Precisamente por eso, y gracias a los gritos de la grada y de los amigos del bailaor para que la eligiese como acompañante más uno, él se decidió por ella. Evidentemente
este hecho no contradice en nada su teoría, la mía y la de muchos
de que Noemí es oro pulido para GH este año, y en función de la
conveniencia se utiliza su situación para lo que interesa. No es nada descabellado afirmar que una gran gran parte de esta edición está hace tiempo organizado pensando en ella, por ella, con ella o contra ella. Noemí es una concursante estrella convertida sin duda en el principal activo y "producto" del programa de cara a la audiencia, y todo lo demás se supedita casi siempre a su concurso.
Pepe, más listo que el hambre como siempre, aprovecha cualquier ocasión para defender a su
acompañante vendiendo motos que no se cree ni él, aguantando como puede
cuando la canaria se le echa encima para montar uno de sus numeritos.
Mientras tanto se relame gozoso observando como la canaria le hace el trabajo
de sucio de minar la moral y la integridad del italiano, su peor
contrincante de cara a conseguir el maletín, que está cometiendo errores de bulto que le pueden costar
el concurso porque no sabe muy bien a qué carta quedarse con ella. El
bailaor, ingenioso y mordaz para lo suyo, acusa a los demás finalistas
de que la elección de sus acompañantes más uno no son más que complementos
circunstanciales de tiempo. El tipo desde luego no tiene vergüenza y sabe gramática parda, la de la calle para entendernos, porque su acompañante también es un complemento circunstancial, pero de modo. De modo interesado claro. Incluso se presta a jueguecitos
que en otras circunstancias criticaría, arrastrándose por los pasillos
con los demás para espiar si en el sofá hay o no "chiringuito" entre Aless y Noemí.
Para acabar voy a referirme a las entrevistas de las dos andaluzas con Mercedes. De la de María no diré demasiado, como mucho recordar que la presencia de Hugo confesando que ya habló con Julia vino a certificar su paso fracasado por el concurso y lo mal que jugó sus bazas, sobre todo al ver que la chica que le dio cariño en la casa y a la que consideraba poco más que un complemento agradable a su paseo triunfal hacia la final, fue la que se llevó el premio gordo y ni siquiera lo eligió a él como su acompañante más uno. Un premio de consolación que en cualquier caso sería bastante humillante para su ego.
De la intensa y brutal entrevista a Sindi, decir solamente que era así como me la había imaginado. Incluso tuve la sensación de un "déjà vu" cuando ella se levantó de su silla indignada por la contestación desconsiderada de Sergio a su madre y se dirigió a él enfurecida para recordarle que una madre es una madre, algo sagrado por encima de todo, mientras un poco antes le pedía a Carmen que se tranquilizase, porque no quería por nada del mundo un espectáculo allí en el plató y ante toda España. Toda una ceremonia que selló, supongo, el final definitivo de una historia que me sabe más amarga por el lugar y la forma en que se produjo. Con el espectáculo que sí quería, y tal vez buscaba el programa. Las intervenciones hipócritas y políticamente correctas del papafrita de David dando lecciones en público al novio de Sindi en contraste con la aparición fulgurante e inesperada de Azu defendiendo a Sergio contribuyeron también a que todo pareciese aún más desorbitado y triste.
Mercedes, como no podía ser de otra manera, contribuyó a incendiar los ánimos ayudando a prender la mecha cuando se lanzó a la yugular del novio de Sindi a la menor oportunidad que éste le dio acusándolo abiertamente de machista en un tono totalmente fuera de lugar por mucho que compartamos su opinión en muchos aspectos. En fin, una actuación lamentable para una profesional como ella desde mi punto de vista, aprovechando además de paso para dar estopa al danonino que esta vez no había dicho ni mu.
Para terminar me quedo con la contestación de la mondarinas a la Milá cuando ésta le preguntó al inicio de la entrevista si era Pipi o Sindi, y ella sin vacilar le respondió: "Soy las dos". Su respuesta lo resume todo.
Forastero Marulo
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