Bueno, en realidad no
tengo mucho que contar, ni tampoco demasiadas ganas, o eso creo, y asomo por
ésta mi casa después de un año completo de hibernación voluntaria
por aquello de abrir puertas y ventanas para que al menos entre un rato el
aire y el sol a estas estancias, lo mismo que hacemos en esa casa familiar,
normalmente de segunda residencia, que mantenemos cerrada durante
semanas o meses y acudimos a ella para ventilar y darle un poco de
vida, comprobando que todo sigue en su lugar y si es necesario hacer
alguna reparación de urgencia. Algo parecido también a volver sobre
una foto fija suspendida en el tiempo dentro de una bonita caja que
nos gusta revisitar de vez en cuando con un nudo de nostalgia en la
garganta.
Con esa añoranza y
también con alegría compruebo que en las casas de al lado,
especialmente en las de mis queridas vecinas - “Gran Hermano
Comentado” de Ácrata y “JKL Colaboreisons” de Jota, la vida
sigue bulliciosa con ellas metidas a tope en el guirigay de GH Vip de este año. Por lo poquísimo que leo, veo que continúan con su entusiasmo y agudeza a raudales, y con el humor
marca de la casa que siempre destilan. Debo reconocer que estoy
totalmente desconectado del dichoso reality y todo lo que me llega de
él son ecos lejanos en los márgenes de la prensa o en alguna
noticia suelta que me encuentro cuando deambulo por la red a cuento
de escandaleras y polémicas que se producen en el programa con los pintorescos
concursantes pseudofamosillos que pueblan el concurso.
No sé, este año, como en el anterior, voy por
libre y respecto a la televisión sólo me ha dado por seguir en directo alguna
que otra serie como “Estoy vivo”, que ha logrado interesarme lo suficiente como
para verla siempre que puedo en su horario normal de emisión los
lunes en la primera cadena de Televisión Española. También estoy enganchado, a medias, con Operación
Triunfo 2018, gracias en gran parte a una concursante de mi tierra, Sabela,
que logró cautivarme con su naturalidad y versatilidad, y porque ha
tenido el atrevimiento de cantar en gallego y meterse en el bolsillo,
de paso, a una parte importante de la audiencia. En un mundo como el
actual en que prima el papanatismo por el pop en inglés que una chica
se cuele en la final de este programa apostando por una canción en
modo fado como “Negro caravel maldito” (negro clavel maldito),
por ejemplo, un tema de la cantante gallega Rosa Cedrón con letra
de un conocido poema de Rosalía de Castro, nuestra poetisa gallega y
española universal, es todo un soplo de aire fresco.
En una España
como la nuestra, que en estos días aciagos por tantas cosas, sobre
todo por cuestiones políticas que nos quieren llevar una y otra vez
al borde del abismo, estas pequeñas cosas siempre suman y te
reconcilian con tu país y con tu gente, demostrando que se puede vivir
con nuestra maravillosa diversidad, y enorgullecernos de todo lo que
tenemos como un patrimonio común donde debería primar el buen gusto
como es el caso y no la pulsión cainita que nos separa y divide y
que, desgraciadamente, supura por la herida más perniciosa aún de las redes, como
una Némesis gigantesca que promete devorarnos como individuos y como
sociedad. Algo que, por cierto, no es particular de España sino que
ocurre también en todas partes como una hidra venenosa que lo invade
y emponzoña todo.
En fin, que acabamos otro
año más celebrando el aniversario de una Constitución ya cuarentona y todavía de muy buen ver pero a la que todo bicho careto pretende
hincar el diente y llevársela al huerto para lo suyo, y a pesar de que a mí siempre me
gusta pensar en positivo el panorama que se presenta resulta poco
halagüeño. Para qué engañarnos. Y lo que ocurre en televisión, por hablar de algo menos
elevado y grandilocuente, salvo honrosas excepciones, no es más que
un reflejo de nuestra sociedad actual con sus defectos y virtudes, con el claro predominio de los primeros sobre las segundas. Una pena. Con todo esto sobre la mesa reflexionaba estos días
sobre los propósitos y deseos que me quería marcar para el año 2019,
que está ya a la vuelta de la esquina, y con la que está cayendo me vino a la cabeza la idea de recuperar y reforzar el valor de la
discreción, una pequeña virtud que bien entendida puede ayudarnos y
mucho a enfrentarnos con este mundo globalizado y amenazante que nos
engulle sin remedio donde todo parece confuso y alienante. Lo digo porque la discreción, entre otras
cosas, puede ser un potente antídoto contra la imprudencia, la
insensatez y la estupidez que nos invade. Un cortafuegos vamos, la palabreja de moda que todo el mundo usa últimamente para defenderse de los "...ismos" que se atribuyen siempre al que piensa contrario a nosotros. Pero en este caso de verdad.
Hablando de aniversarios, hace unos días me enteré
de que youtube, la plataforma de vídeos de google en internet que lo
inunda todo, lleva poco más de diez años funcionando desde que lo inventaron, trece para ser exacto. ¿Quién lo
diría?. Y en tan poco tiempo, iniciando apenas la adolescencia, ha entrado con tal fuerza en nuestras vidas que lo mismo que nos ocurre con todo lo que tiene que ver con las "red de redes" hace que nos preguntemos
cómo es posible que antes pudiésemos vivir sin él, hasta el punto
de que, sobre todo para la gente muy joven, es inimaginable pensar en
un mundo sin la posibilidad de su existencia. Pensaba también, a
cuenta de ésta y otras cosas, en que Gran Hermano cumplió
18 años el 23 de abril de este año que agoniza. No es casualidad que se haya convertido en un programa millennial, ese calificativo
un tanto pretencioso pero significativo que se aplica a todos los
jóvenes nacidos ya en este nuevo siglo, y que vienen de serie con una forma diferente de entender el entretenimiento y con otras formas de comunicarse gracias al mundo informatizado en que han nacido. La primera generación de la
historia totalmente digital para la que internet, el mundo
tecnológico y vivir pegados a una pantalla inteligente es algo tan consustancial a sus vidas como para nosotros
lo era jugar de niños en las calles de nuestro barrio al escondite o
a policías y ladrones mientras nos comíamos un bocata de queso con
chorizo y entre medias leíamos tebeos.
Un mundo nuevo repleto de "youtubers e influencers" enloquecidos por sumar likes y visionados a sus vídeos y con la
pretensión constante de convertir en viral o “trending topic” nacional,
europeo o mundial por internet cualquier cuestión puntual o polémica
intrascendente, alimentada en muchos casos de forma artificial y tramposa para lograr ese objetivo donde es muy complicado separar el grano de la paja. Algo que se ha convertido hoy
en día también en una de las mayores obsesiones de cualquier programa y
reality que se precie, tanto en una gala propiamente dicha como en un
programa satélite de debate sobre el mismo. En el fondo no es más
que una forma de lograr el objetivo principal, y responder a la
preocupación por aumentar el consabido índice de audiencia con que
se desayunarán al día siguiente, y que por cierto está hecho unos
zorros afectando en general a la mayoría de los productos televisivos: informativos, series,
etc. Una caída
del “share” que se explica en gran parte por la ausencia de los espectadores más jóvenes, y no tan jóvenes, que huyen de los canales clásicos, y dimiten en masa del consumo de
televisión desde el sofá de sus casas con el mando a distancia en
ristre en las horas punta de audiencia. De ahí la enorme popularidad y éxito de las nuevas plataformas asequibles como Netflix que permiten el consumo de productos audiovisuales sin la tiranía de las cadenas tradicionales.
En el fondo todo esta muy
relacionado, y vivimos inmersos de alguna manera dentro de un Gran
Hermano mundial donde casi todos, en mayor o menor medida, nos
dejamos grandes cuotas de la vida personal en este mundo paralelo cediendo una
parte muy importante de nuestro tiempo y privacidad para alcanzar un discutible paraíso detrás de una
frontera cada vez más borrosa entre lo real y lo virtual, tanto que
a veces los dos mundos se confunden y se mezclan alimentando nuestra
angustia y una especie de esquizofrenia para poder estar a la altura
de los dos e incapaces, a menudo, de compaginarlos con sensatez.
Para terminar este panfleto con tufo algo apocalíptico, que espero sepáis perdonar si llegáis hasta aquí, quería comentar que por casualidad
me encontré este año en una revista, de la que no recuerdo ahora mismo el nombre,
con una entrevista a Mercedes Milá donde la periodista y
presentadora durante tantos años de GH confesaba que había superado una
fuerte depresión que padeció con toda su crudeza durante las últimas ediciones
del concurso que presentó. Por lo que decía y los síntomas que relataba comprendí al fin el comportamiento errático, caprichoso y parcial de aquellos días en las galas que tanto criticábamos aquí durante las ediciones de GH 15 y GH 16. Lo cierto es que hay pocas cosas peores que los problemas anímicos y desde este pequeño rincón donde tanto hemos hablado de ella, y generalmente para mal, le deseo de todo corazón que esté ya completamente recuperada.
Forastero marulo