Debo
confesar que desde las últimas dos o tres ediciones de GH llevo
especulando, e incluso fantaseando, con la posibilidad de que Mercedes
Milá dejase
definitivamente el concurso, hasta el punto de que durante GH
16, visto lo visto, llegué a considerar que su marcha se había
convertido en una necesidad imperiosa no sólo en beneficio del programa sino
que también, por qué no decirlo, por el propio bien de la presentadora que se
la veía incómoda y sin disfrutar como antes. Su pasotismo, su desgana
y su falta de implicación durante las galas me parecía tan evidente que toda su
forma de actuar no vaticinaba otra cosa que no fuese una agónica y triste despedida, un
adiós que cuanto más se alargase más duro sería el final. Lo digo porque el
anuncio de que se va por fin, algo tardío quizás, es una decisión que debió
tomarse hace tiempo y el concurso estaba pidiendo a gritos.
Por lo que ha dicho Mercedes sobre su abandono en alguna entrevista durante estos días, no me queda muy claro si en la negociación con la cadena sobre las condiciones para continuar presentando el programa la próxima edición había
por su parte verdadera intención de mantenerse o, por el contrario, igual que
pasa muchas veces en la vida cuando se quiere romper definitivamente con algo o
con alguien, exigió a propósito unas contrapartidas tan elevadas a la parte
contratante para que éstas fuesen inadmisibles y por tanto el acuerdo imposible de
aceptar. A lo mejor simplemente la han despedido, y teniendo en cuenta
los servicios prestados de la Milá después de tantos años entregada a la
causa de GH le han dejado la salida elegante de
cara a la galería de que es ella la que renuncia a seguir presentando el programa porque no le dan todo lo que
les pide. ¡Cualquiera sabe!.
En una de las primeras entradas de este blog, antes de comenzar GH 12, le
dediqué una entrada específica a Mercedes - Lo que le sale del bolo - en la que me explayaba a gusto, para
lo bueno y lo malo, sobre la eterna presentadora de nuestro concurso y hacía un
repaso sobre su trayectoria desde sus comienzos en la profesión como reputada y
prometedora periodista hasta que se hizo cargo del concurso más famoso e
influyente de la televisión en quince ocasiones. Una relación tan estrecha que
en España la asociación entre la Milá y GH llega casi a la metonimia, de manera
que decir GH nos lleva indefectiblemente a
pronunciar su nombre y viceversa. A modo de conclusión en el
párrafo final de aquella entrada escrita hace seis años, y que reproduzco a
continuación, apostaba todavía por la continuidad de Mercedes al frente del programa, algo que por supuesto
ahora mismo no suscribo:
"Para terminar diré que hay algo
indiscutible, creo, y en lo que casi todo el mundo está de acuerdo: GH en España,
con sus miserias y grandezas, se habría agotado como fórmula y tampoco llegaría
a ser el programa más longevo de todos los países donde se ha emitido sin Mercedes
Milá como presentadora. Así que, a pesar de los pesares,
lo cierto es que no me imagino GH12 sin
ella al frente. Apasionada y parcial. Visceral y excesiva. Incluso sabiendo que
algunos días la “odiaré”, me enfadaré y me acordaré, por momentos, de toda su
noble y aristocrática familia” (9 de junio de 2010)
El caso es que una vez confirmada su salida del programa, definitiva o
temporal, que eso ya lo veremos, porque también lo dejó en GH 3 – aquella edición de tan mal recuerdo
que presentó Pepe Navarro – y luego volvió para quedarse las
siguientes trece ediciones, la sensación que me queda es agridulce. No tanto
porque se vaya, que como dije su tiempo al frente del concurso es una etapa agotada,
como por la solución de recambio que nos propone Paolo Vasile y Telecinco: Jorge Javier Vázquez.
Desde luego pensar en JJV, el pequeño general de la cadena amiga, como nuevo presentador del concurso más longevo y emblemático de la televisión,
y padre putativo de todos los demás realitys que vinieron y vendrán, es una
opción que me repatea los hígados, por no mencionar aquí otras partes más
nobles y sensibles del cuerpo. Una solución que me hace recordar uno de los
muchos dichos y refranes siempre oportunos que mi sabia abuela utilizaba para
tantas cuestiones de la vida diaria y que en está ocasión me viene “a huevo”
para el tema: “Salir del fuego y caer en las brasas”.
No voy a mentir, porque los que por aquí me leen saben de qué pie cojeo,
pero esta noticia me ha sentado fatal, como un jarro de agua fría que de
momento apaga las ilusiones que tenía, agarradas con pinzas eso sí, de comentar
la edición número diecisiete de GH que previsiblemente empezará el
próximo otoño. Hasta el punto de que esta decisión de “la cadena amiga” de
elegirlo a él como presentador me hace replantearme muy en serio, a dos o tres
meses vista de que vuelvan a abrirse las puertas de la casa de Guadalix, si merece la pena
seguir en la brecha comentando el concurso una edición más.
No quiero profundizar ni desgranar las múltiples razones de este rechazo
visceral, porque se trata sobre todo de una cuestión de piel. Pura química. Lo
cierto es que tengo una alergia tremenda a JJV,
y si va en pantalones cortos sufro unos ataques tan terribles de ansiedad que
apago la tele para no caer en la tentación de romperla cuando el susodicho
aparece en pantalla. Y eso no tiene cura. Su risilla cínica, su tono de
voz, su forma torticera a mi modo de ver de presentar los programas me resulta
insoportable y no puedo con él. Sé que es un valor seguro para la cadena, un
genio en lo suyo capaz de sacar oro mejor que nadie revolviendo sin mancharse la
basura más pestilente que nos ofrecen todos esos personajes que pululan por sus
programas, pero es la última persona que quisiera ver como conductora y
presentadora de Gran Hermano. Resumiendo,
que quería y deseaba que se fuese la Milá pero
esperaba otro sustituto o sustituta. De Guatemala
a guatepeor, como diría también un cursi.
Como muy bien dice Ácrata en la última entrada de su blog - Gran
hermano comentado - haciendo un paralelismo genial con la serie Juego de Tronos, sin darle
tantas vueltas como yo, de una manera más sencilla, directa y con la
clarividencia y la sorna mediterránea a la que nos tiene tan acostumbrados, con
la llegada de “Jorgeja” a nuestro querido concurso en GH 17 el invierno ha llegado, lo que supondrá el final del
programa que conocemos para convertirse, probablemente, en otra cosa distinta y
poco edificante. El estoque final, tal vez, de un concurso que se ha ido
desvirtuando a lo largo del tiempo y perdiendo poco a poco aquel espíritu original
que nos encandiló y nos enganchó a todos hace tantos años y del que tanto hemos
hablado y debatido.
Siguiendo con el paralelismo de Juego
de Tronos y la llegada del
invierno, probablemente Guadalix y el plató de Telecinco acabe invadido de caminantes blancos, concursantes sin alma manejados por los hilos del pequeño gran prestidigitador
de la telebasura que arrasarán con todo a su paso para mayor gloria de las
arcas de la cadena y se acabará por fin con los últimos reductos de los
antiguos reinos de poniente que a pesar de sus muchos defectos y
de una presentadora, que estaba ya para otra cosa y fuera de lugar, todavía
resistían aunque a duras penas manteniendo algunas de sus esencias
primordiales. Y nosotros con ellos.
Forastero
marulo
P.D.
Mucha suerte para Mercedes Milá y que le vaya bien en su próximo destino.
Gracias por todos estos años