Estaba yo a mis cosas tan desconectado de casi todo durante estos meses, también de la televisión y especialmente de los realitys y debates varios, que a día de hoy no tengo pajolera idea, por ejemplo, de lo que pasa en la dichosa isla de supervivientes, que al parecer continúa todavía con gente pululando debajo de sus palmeras y no sé si viven, gozan o padecen los que por allí quedan. Ni siquiera estoy enterado de si falta mucho, poco o nada para que el circo acabe y tampoco sé, por supuesto, de los que ya habrán salido expulsados y estarán contando sus hazañas y miserias por los platós de "telecirco" y revistas del asunto. Únicamente me llegan algunos flashes al leer la prensa o cuando me encuentro por un instante con alguno de los personajes que por allí están o estuvieron al zapear con el mando a distancia entre canales de televisión.
En fin que andaba a lo mío rumiando como todos el día a día, alucinando con la política y las noticias de este bendito país nuestro después de unas elecciones y con la marcha del mundo, que está hecho unos zorros como casi siempre o peor, cuando hace unos días me enteré de que se había muerto Laura Antonelli. La noticia de su muerte coincidió curiosamente con la de Marujita Díaz, una de nuestras insignes folclóricas, aquella que hacía girar los ojos como dos molinillos y que ya madura encandiló y se lió con Dinio, aquel personaje cubano amigo de los saraos televisivos y realitys de medio pelo al que confundía la noche.
La desaparición de la sensual actriz italiana a la edad a la edad de 73 años, trastornada perdida, arruinada física y económicamente y olvidada por todos, fue como un aldabonazo que me despertó de golpe de la apatía post primaveral en la que me encontraba con un deseo irrefrenable de escribir algo, cualquier cosa sobre ella, como si reviviese de golpe multitud de sensaciones olvidadas y enterradas desde la adolescencia en lo más profundo del inconsciente, cuando la Antonelli era la protagonista de los sueños inconfesables de muchos de nosotros gracias a unas películas cutres y eróticas, que vistas desde un punto actual resultan ridículas, desfasadas y tal vez un pelín machistas. Los productos de una época en la que ella era nuestra diosa secreta mientras que de cara a la galería algunos presumíamos tan sólo de ver y debatir sobre otras películas con más caché y prestigio como "Novecento", "Perros de paja", "El último tango en París" o "Jhonny cogió su fusil" por poner algunos ejemplos entre otras muchas.
Para que se me entienda, oír su nombre de nuevo por culpa de la triste noticia de su fallecimiento y ver alguna de las fotos de su época dorada en la prensa resultó una vivencia parecida a lo que uno siente cuando un olor o una fragancia nos transporta de forma vívida e inesperada a un momento concreto de nuestro pasado lejano o nos trae el recuerdo exacto y real de una persona o un lugar olvidado en el tiempo.
Laura era una mujer de verdad, femenina, voluptuosa y de formas generosas como en realidad nos gustan las mujeres a la mayoría de los hombres, y no esas pobres chicas de aspecto famélico que a menudo se pasean hoy en día por las pasarelas de medio mundo. Tenia unos ojos preciosos con una mirada y una sonrisa cautivadoras. Resumiendo, que estaba buenísima y además tenía ese ángel y carnalidad clásica tan típica de algunas actrices italianas. Es cierto que salvo algunas excepciones - trabajó también para Visconti y Ettore Scola - quedó encasillada interpretando una y otra vez el papel de chica guapa, atractiva y provocadora en películas eróticas mediocres y poco aleccionadoras que protagonizó en los años setenta sobre todo y en los primeros ochenta del siglo pasado, como "Malizia" que fue una de sus películas emblemáticas. Algo, por cierto, que jamás nos importó y por aquel entonces, al menos para mí, lo fundamental era disfrutar sin límites de su presencia cautivadora en la pantalla y todo lo demás era secundario.
Ya sé que el blog está dedicado fundamentalmente a hablar de GH, pero a veces me gusta tomarme estas licencias y salir por peteneras cuando ocurre algo que logra despertar en mí emociones dormidas y olvidadas. Y las emociones, como los deseos, las ilusiones y las frustraciones que se forjan en nuestra frágil y tumultuosa adolescencia habitan siempre en nosotros, porque para lo bueno y para lo malo ayudan a construir los mimbres básicos de las personas que somos.
Bueno, no pretendía parecer ahora trascendente para justificar una entrada dedicada a una actriz que fue un mito erótico del cine italiano, nada más lejos de mi intención, simplemente quería aprovechar un espacio como éste para dedicarle un pequeño homenaje desde la admiración de aquel adolescente que fui cautivado por su belleza y su sensualidad.
¡Hasta siempre Laura!
Forastero marulo