1.- Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada (Edmund Burke)

2.- Hay un límite a partir del cual la tolerancia deja de ser virtud (Edmund Burke)

martes, 8 de abril de 2014

EL AMOR ESTÁ EN EL AIRE - LOVE IS IN THE AIR

    Llevaba todo el día encerrada en su habitación, apenas salió un par de veces al baño y a primera hora de la tarde se acercó un momento por la cocina para tomarse un yogurt desnatado con sabor a fresa y una manzana. Había dicho a sus padres y a su hermano pequeño que no le pasasen ninguna llamada telefónica y que no la molestase nadie. Ni siquiera ellos. Se quedó a solas con sus pensamientos, rumiando su disgusto y nerviosismo consigo misma y con el móvil encendido como único vínculo con el exterior después de quitarle el volumen. Su idea era dejar pasar las horas tumbada en la cama, o sentada en el butacón, leyendo un libro o escuchando música en su mp3. Un día como aquél quería estar desconectada del mundo y de todo. Era martes y esa noche emitían la gala semanal de expulsión en Gran Hermano. El clásico día del concurso en que los familiares y amigos visitan a los concursantes en Guadalix, y los guionistas del programa preparan esos encuentros, generalmente emotivos, organizando situaciones simpáticas, o patéticas en bastantes casos, para intentar sorprenderlos.  Esa noche ella no estaría en el programa. No aceptó la invitación aunque lo intentaron por todos los medios posibles.

   En los días anteriores pudo comprobar como él se había pasado toda la semana en el confesionario rogando ante el Súper para que ella fuese a visitarlo, parecía arrepentido y compungido por todo el daño que creía haberle producido por liarse en la casa con la atractiva concursante andaluza que se había incorporado hacía poco al programa.  Decía que necesitaba aclarar con ella cara a cara la situación incómoda que el mismo había provocado por "picha brava" y para conocer lo que pensaba.  A ella, aquella obsesiva petición le pareció el colmo del cinismo después de unos cuernos en directo tan claros y esplendorosos ante toda España que no tenían disculpa posible.  No pensaba darle la coartada de romper su relación con él ante medio país en vivo y en directo, aunque era lo suyo, ni darle la bendición con un melodramático "ahí te quedas", para facilitar su descargo de conciencia y dejarlo con las manos libres. Él debía asumir las consecuencias de sus actos y la mejor lección que le podía dar era mantenerlo en la ignorancia más absoluta de lo que ella pensaba de su comportamiento o sobre qué decisión iba a tomar respecto a su relación.

     Lo que más le irritó no es que él se acostase con otra ante millones de testigos - haciendo edredoning o no sé qué guarreo bajo las sábanas - poniéndola en evidencia a ella y su relación en común; lo que más le dolía y le quemaba como un hierro candente atravesando su corazón herido y partido en dos, eran el cariño y las atenciones que en tan poco tiempo prodigaba a la nueva concursante. Unas actitudes y un afecto que eran tan sólo patrimonio suyo, o eso creía equivocadamente. Pruebas de amor exclusivas de la pareja aparentemente perfecta que formaban a juicio de todos sus amigos y conocidos hasta que él entró en el concurso y su vida fuera se transformó poco a poco en un infierno. El sexo al fin y al cabo era lo de menos, pero observar como olisqueaba la cama y las pertenencias de la tipa esa que acababan de expulsar de la casa intentando recordar su aroma, compungido y desolado por su ausencia fue algo muy difícil de asumir y aceptar.  Era la imagen de la traición y la deslealtad, porque una cosa es saber o imaginar que te están poniendo los cuernos y otra es verlo con tus propios ojos; comprobar como esas miradas y caricias íntimas que reconocías como tuyas, o esa sonrisa tan personal que piensas que la persona que amas tiene reservada sólo para ti, se las regala a otra persona, como si tal cosa, de buenas a primeras. Y todo ante millones de espectadores.

    En las últimas semanas salir por la puerta de casa y aterrizar en la calle, en el trabajo, o en cualquier lugar del pueblo significaba indefectiblemente soportar miradas de soslayo, risitas mal disimuladas y burlonas acompañadas de codazos cuando la gente pasaba a su lado mientras la señalaban y murmuraban descaradamente: ¡Es ésa!.  Un cáliz amargo y difícil de sobrellevar en una localidad en que todos se conocen, una situación que la asfixiaba y atormentaba. Un verdadero suplicio que aumentaba la rabia y la impotencia en alguien como ella que venera la discreción, tan poco amiga de dar la nota, que odia sobresalir sin más y hacerse visible por semejantes cuestiones de famoseo y chismorreo barato. Era algo que temía por encima de todo cuando supo que él entraría en Gran Hermano. No le gustó para nada la idea pero él la tranquilizó con buenas palabras y argumentos hipócritas que prefirió no cuestionar más allá de lo indispensable; así que transigió a regañadientes simplemente porque lo amaba y no quería perderlo. Ahora sus peores presagios se estaban cumpliendo de forma milimétrica y había decidido establecer un límite firme y claro, una línea que no pensaba traspasar de ninguna manera.

   Durante la última semana, prácticamente hasta última hora, ese mismo día incluso, representantes de la cadena televisiva intentaron convencerla por activa y por pasiva para que asistiese a la gala de familiares y participar en una sorpresa que pensaban organizar a su novio. Ella, conociendo el percal, resistió con dignidad y firmeza los cantos de sirena y se negó una y otra vez a seguirles el juego. No estaba dispuesta a interpretar el rol de cornuda celosa contribuyendo a aumentar la insana curiosidad de una audiencia morbosa. La misma actitud que adoptó ante las numerosas propuestas, ofreciéndole el oro y el moro, para asistir a debates y entrevistas en diferentes medios y programas de cotilleo para que contase cómo se sentía ante la aventura de su novio con otra dentro de Gran Hermano. Ofertas suculentas, muy bien pagadas, que también declinó a pesar de que le ponían en bandeja la posibilidad de cobrarse con él cumplida venganza, además de hacerse con una pasta gansa de manera fácil que vendría de perlas para la economía familiar en tiempos tan difíciles.

    Al encender su teléfono móvil, entre el centenar largo de mensajes y llamadas perdidas sin contestar que se acumulaban en el buzón, tenía uno de Antonio, su antiguo novio de toda la vida, un buen tipo al que había dejado poco antes de salir con él.  Pensó en ese momento que su sufrimiento actual era una especie de justicia extraña que el destino le estaba cobrando ahora con creces por el daño que ella había hecho antes a Toni, cuando lo dejó en la estacada de un día para otro. Sin saber muy bien porqué tuvo un impulso y abrió el mensaje.

- Hola, soy Toni. Por favor, no quiero parecer un oportunista, sólo quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites. Lo que quieras, de verdad, no importa. Imagino lo mal que lo estás pasando porque te conozco demasiado. ¡Ánimo!.  ¿Recuerdas la canción que tanto nos gustaba a los dos por la energía que nos aportaba cuando teníamos dificultades?. Pues eso, tómalo como un regalo y escúchala hoy una vez más. Sé que te ayudará a encontrar el mejor camino en estos momentos difíciles que estás pasando. Un abrazo. Tu amigo.
   A continuación le adjuntaba el enlace de "Love is in the air" de Jhon Paul Young - Por si la has olvidado - Añadía.

    Ella encendió su portátil, se puso los auriculares y con un nudo en la garganta abrió youtube dispuesta a escuchar una vez más aquella maravillosa canción que tanta energía positiva le aportó siempre. Cuando acabó de escucharla, emocionada por tan inesperado detalle, sus ojos se humedecieron pero sin llegar al llanto. No podía permitírselo. Después de más de dos semanas llorando sin consuelo se le habían secado todas las lágrimas y se había prometido a sí misma no volver a llorar.
    Súbitamente, como impelida por un extraño resorte, se levantó y salió de la habitación. Cuando llegó al salón se encontró a sus padres y a su hermano hipnotizados y absortos ante la pantalla del televisor.  Los tres se giraron a la vez con cara de preocupación y sorpresa al verla aparecer. Ella les sonrió y se sentó en el sofá al lado de su madre que le hizo sitio y la agarró de la mano. En la pantalla, Mercedes Milá explicaba a los presentes en el plató y a todos los espectadores, con esa intensidad y vehemencia que sólo ella sabe poner para dar trascendencia a algo, que justo en ese momento le tocaba precisamente a su novio su encuentro familiar.  En su caso el juego consistía en que él debía elegir sólo una puerta entre tres posibles. Asombrada comprobó como en la primera de ellas estaba rotulado su nombre - que abuso, pensó -, en otra estaba escrito el nombre de la madre de su novio y en la tercera una interrogación. La audiencia sabe que en esta última puerta está la concursante andaluza con la que se ha liado, recientemente expulsada del programa.  Él no acaba de decidirse, y le dicen que no es seguro que su novia, tal como ha pedido, se encuentre detrás de la primera puerta. Tiene que tomar una decisión y arriesgarse. Después de unos instantes interminables elige por fin abrir la puerta con su nombre, y la encuentra vacía. Las cámaras se regodean con su desolación mientras oye a su madre, que sí está detrás de la segunda puerta, como grita, llora y protesta al darse cuenta de lo que ha sucedido pensando que no le dejarán ver a su hijo.

   A ella le llega con los escasos minutos del espectáculo patético que acaba de ver, no necesita más y se alegra profundamente de haberse quedado en casa. Sus padres y su hermano la miran de reojo temiendo su reacción y su madre le pregunta si se encuentra bien. Perfectamente, le responde y a continuación les dice que se va a dormir, que está cansada. Camino de su habitación canturrea casi sin darse cuenta "El amor está en el aire".

   Después de poner el pijama y cepillar los dientes se mete en la cama apagando la luz. A oscuras coge su móvil de la mesilla de noche y comprueba que le siguen llegando multitud de llamadas y mensajes. Sus amigas y colegas quieren saber como se encuentra y su opinión justo después de lo que acaba de pasar en el programa: El palo que se acaba de llevar su novio al comprobar que detrás de la puerta elegida con su nombre no estaba ella. Aunque se encuentra serena y asombrosamente relajada continúa con el propósito firme de no contestar a nadie; no se siente con las fuerzas ni el ánimo suficiente para enzarzarse en un interminable cruce de mensajes y explicaciones. Sólo decide hacer una excepción y romper su promesa de no comunicarse con nadie ese día para responder al mensaje de Toni.

- ¡Claro que la recuerdo Toni!. Siempre será nuestra canción. El amor "siempre" está en el aire... con el aire viene y con el aire se va. Gracias por todo y por preocuparte por mí, pero estoy bien, de verdad. Eres un sol. Bsssss y buenas noches.

    Antes de que pase un minuto recibe su respuesta. Se trata del simple emoticono de una sonrisa:

    A pesar de que ha pasado un año y medio desde que lo dejó, descubre que Toni sigue siendo la persona que mejor la conoce. Sólo él sabe que en su situación una sonrisa es suficiente, lo único que necesita. A continuación enchufa los auriculares al aparato y busca en la carpeta de música la canción para escucharla una vez más.  La luz azulada de la pantalla ilumina su cara revelando un imperceptible suspiro mientras cierra los ojos. Por primera vez en muchos días tiene la convicción de que dormirá por fin de un tirón toda la noche.



P.D.: Siempre me he preguntado, y especulado, sobre lo que piensa la pareja sentimental de un concursante de Gran Hermano, y como reacciona en su casa, desde fuera, ante determinadas actuaciones conflictivas protagonizadas por éste durante el concurso que afectan directamente a su relación. Esta historia marula es una de esas elucubraciones que nunca ha ocurrido en la realidad, o quién sabe, tal vez sí, pero que me sirve como pequeño homenaje a todos los que han sabido lidiar con dignidad y señorío semejantes situaciones.

Forastero marulo