Sinceramente, GH 12 me trae un poco por el camino de la amargura y hay momentos en que no sé qué pensar ni a qué carta quedarme. Esto tiene su parte atractiva y un punto de emoción imprescindible pero siempre te quedas con cara de tonto y a la expectativa pensando por dónde nos van a salir las próximas horas los personajes de Guadalix. Día sí y día no, le dan un revolcón al concurso como si se volviese a comenzar de cero la partida, barajando de nuevo y repartiendo otra vez las cartas y obligándonos, qué remedio, a reinterpretar por enésima vez la jugada. Otra vuelta de tuerca que produce un giro de 180 grados en la trama y las relaciones entre los concursantes que nos deja con el culo al aire o con el pie cambiado a todos los que intentamos interpretar y escribir sobre el asunto con un mínimo de coherencia y seriedad cada semana. Por ejemplo, esta semana con el cambio de tercio inesperado que ha trastocado el guion que habíamos escrito y predestinado la semana anterior cuando salió expulsada Patricia y todos contábamos con que los supuestos nominados de ayer serían Therry o Catha, Dámaso y Lydia, y después de una semana de infarto las cosas han cambiado radicalmente.
Tengo la sensación de repetirme, lo sé, pero tras la gala de anoche no pienso rasgarme las vestiduras hablando de piedras en el camino, ni de esas con las que tropezamos y nos complican la vida, ni mucho menos de las que ayer, sospechosamente, no conseguían encontrar algunos pulgarcitos de Guadalix en ese escenario de cartón piedra, nunca mejor dicho, de un Templo Maldito con un guión tan chusco e improvisado para vergüenza de la historia de GH.
No hace mucho ya comenté, a propósito de las putadas y las trampas que el programa supuestamente nos hace este año con extrañas expulsiones y sus correspondientes porcentajes (ayer podría ser una más), que para mi salud mental como espectador adicto a GH no pensaba pararme demasiado a hurgar en las heridas; sobre todo después de lo que pasó en GH10 (los que soléis leerme ya conocéis mis neuras y mis ralladuras de antiguo reventado), cuando todo esto fue tan evidente, e incluso antes. No olvido como preparaban y organizaban a veces las nominaciones con el objetivo de chafar los cálculos de los entonces “reventados” para mayor gloria de Iván y sus “secuaces”. Tal vez, en aquella edición, la cosa era más sutil pero no por eso menos polémica. La diferencia de entonces con lo de ahora era que fuera crecía imparable una marea ivanista enfervorizada, aplaudiendo y jaleando desde la platea con furor e inquietante sintonía con los intereses del programa.
Por tanto, entiendo que lo de ayer fue una de tantas y ya van varias. Una pedrada en toda regla. Vale. Y podría ahora argumentar mil razones para denunciar otra estafa, una chapuza intolerable o las dos cosas. Pero como todo está bien dicho en todas partes y esta semana el asunto de las piedras y las nominaciones traerá cola, hoy voy a ser cínico y diré que menos da una piedra. Como dirían los franceses que son más rococós y estirados:
Ne te moques pas de moi, si je t'offres une fleur,
Tu merites un jardin, mais c'est mieux que rien.
Tu merites un jardin, mais c'est mieux que rien.
Que traducido viene a decir:
No te burles de mí, si yo te ofrezco una flor.
Tú mereces un jardín, pero es mejor que nada.
Aunque no justifica el montaje burdo y chapucero de ayer, estoy casi seguro de que si las nominaciones siguiesen el esquema clásico en el confesionario, con tres, dos, un punto y razones, los resultados serían muy similares o idénticos.
No voy a negarlo, estoy bastante satisfecho con los resultados de la gala de ayer, y en varios sentidos. En primer lugar porque tal como pronosticamos aquí, fue expulsada Catha y no Therry. La expulsión de la canaria que se daba por hecho en los mentideros de internet no se produjo, fallando de forma estrepitosa los oráculos que todo el mundo consideraba infalibles. Como ejemplo, el del pulpo Paul, la carallada esa que se tenían montada en los debates de GH, que ha finiquitado la carrera de comentarista de Arturo que el martes pasado se comió, por fin, el último mejillón. De todos modos hubiera preferido, como saben los que leen estas crónicas, la salida de Dámaso, que ayer como muy bien apuntó jocosamente Laura, siempre ocurrente y sembrada, volvió a entrar en el armario camino del templo maldito y por poco casi nos lo desgracian en la rueda giratoria de las nominaciones. Este chico está rayando lo patético y volverse a su pueblo hubiese sido lo mejor sin duda.
En segundo lugar, tras observar el magnífico recorrido de las chicas por el templo maldito y obviando posibles manipulaciones, una vez más se confirma lo que llevo diciendo desde el principio; que este concurso debe tener nombre de mujer y apostaría ahora mismo con los ojos cerrados por una final totalmente femenina. Ayer ellas demostraron con creces, cada una a su manera, que están muy por encima de los tipos que tienen por compañeros. A años luz, diría yo. Especialmente Therry que con un valor y una voluntad de hierro, e independientemente de la idea que tengamos cada uno de ella, demostró que merece estar ahí con todas las de la ley. Ayer, salvada después de su semana horribilis, estaba exultante y capaz de cualquier cosa, la muestra evidente de que no hay nada más poderoso que una mujer decidida que cree y tiene fe en lo que hace o en lo que ama. Ella, más lista que el hambre, sabía que todo sería posible si lograba quedarse después de la movida de la parejita, particularmente de la "cagada" de Marcelo.
Y por supuesto mí espléndida Sirenita que digáis lo que digáis sigue ganando enteros cada día que pasa. Podrá gustar o no, pero ella, con Therry y tal vez Laura, es de las pocas personas que ha sido siempre coherente en esa casa siguiendo una línea sin traicionarse a sí misma ni a nosotros. Cuando todo el mundo esperaba escojonarse de ella en el templo maldito, lo mismo que el primer día cuando la dirección del programa de forma miserable la obligó junto a Patricia a subir sus maletas por aquella rampa de tierra, Lydia ayer, asombrando a propios y extraños, estuvo inmensa demostrándonos que es capaz de arrastrarse con eficacia entre culebras, bichos y fango manteniendo la compostura y la coquetería sin perder en ningún momento la dignidad. Una crack. Genio y figura.
Por último y en tercer lugar, la noche fue perfecta porque ayer subieron a la palestra con todo merecimiento Yago y Marcelo. Algo lógico después de una semana nefasta de los dos tras la bronca del Malaguita con Laura y la intervención interesada y absurda del modelo en el conflicto de la pareja. Como decíamos en la entrada anterior a éste le salió el tiro por la culata: Fue a por lana y salió trasquilado.
Ahora ya está moviendo el culo y usando sus artimañas para involucrar en sus tejemanejes a una Marta anulada, subyugada e incapaz de reaccionar sensatamente cuando Yago está por medio; o arrimándose a una Therry ansiosa por cobrarse justa venganza (aún recuerdo sus palabras cuando dijo que la venganza se sirve en plato frío) y dispuesta a todo, incluso a pactar y aliarse con el diablo, con tal de derribar al totito de la de Parla.
A Marcelo, amargado por su inmenso error, con la espada de Damocles encima y todas las papeletas para salir el jueves que viene salvo un milagro carpetero, no le queda otra que remar contracorriente y seguir atado emocionalmente a Laura toda una semana interminable si quiere tener alguna posibilidad de salvar el pellejo. Un justo castigo por dejarse embaucar por los cantos de sirena de Yago que le vendía un sueño de victoria y que acabará posiblemente en naufragio por su torpeza y su vanidad, justo ahora que la tierra prometida de la final, con sus riquezas, estaba al alcance de su mano.
No quería olvidarme de que ayer se fue Catha, la chica venezolana de bonitas piernas y sonrisa restringida. Una mujer inteligente con voz de seda y tono monocorde que aguantó más de 100 días dentro de la casa invitada como secundaria de relleno. Intentó ser protagonista en algunos momentos, sobre todo al principio, pero no cuajó su pretensión y optó por pasar desapercibida y evitar complicaciones y broncas. Siempre me llamó la atención que era la única que se persignaba y porque besaba su medallita de la Virgen cada vez que se libraba de las nominaciones o de una expulsión, y eso me gustaba.
No voy extenderme demasiado hablando de su entrevista en el plató con Mercedes, ni tampoco sobre la polémica de su trabajo en un teléfono erótico o algo por el estilo. Cada uno curra donde le sale de los huevos pero es algo que debió comentar en su vídeo de presentación antes de entrar en la casa. Me imagino que calló pensando que con tal confesión no la elegirían para el concurso, pero para nosotros sí era importante que dijese la verdad; al menos cuando ya estaba dentro pudo hacerlo como mal menor. Evidentemente no exculpo al programa que ya saben lo que hay y este año fue mucho.
Para terminar, me quedo con la imagen luminosa de Laura saliendo de la ciénaga con sus tres piedras en el bolsillo. En ese momento me acordé de la princesa Leia de Star Wars, cuando se le acercó el encapuchado de negro para llevarla a la rueda giratoria y ella le dijo, con su desparpajo natural de siempre - ¡Ojito, que corra el aire!. Ante esa imagen, tuve un un extraño presentimiento que interpreté como una alegoría del lado oscuro que a través de la agresividad, el odio y la ira, desde dentro y desde fuera, intentará apartarla de la luz y del lado positivo de la fuerza. Poco después, de vuelta a la casa, con la fortaleza y la convicción de una dama Jedi, mostró claramente sus intenciones a un atribulado Marcelo cuando le confesó, con esa franqueza tan suya, que le había encasquetado a Yago tres puntazos como tres pedradas en sus nominaciones.
¡Que la fuerza la acompañe hasta la final!.
Marulo
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