No me importa demasiado ir contracorriente aunque sé que muchos pensáis como yo y eso me reconforta, por eso titulo la entrada con su nombre, así, en mayúsculas y bien alto, como un grito de rabia y de apoyo a la gaditana, porque la noche de ayer fue total y absolutamente de Chari, sólo de ella, a pesar de que no lo pareciese al principio de la gala, cuando nos aburrieron y nos machacaron un buen rato con las previsibles broncas y un repaso exhaustivo de las proezas jincatorias de la pareja formada por Laura, el ciclón incontinente de Parla y Malaguita, el egocéntrico estudiante de historia (¡fueron cinco polvos, que fuerte colega!); con las tribulaciones de Chelo, la sufrida y resignada madre de la chica, observando y comentando ante toda España el desfogue incontrolado y televisivo de su hija, - es que la niña es así, hace siempre lo que quiere pero es generosa y lo da todo - nos decía más o menos intentando disculparla, cariacontecida, con el espíritu de Marceliano flotando siempre en el ambiente. Ese padre ausente que al igual que toda la audiencia tuvo que comerse, durante el Debate del domingo, como bien nos dijo la propia sindicalista justo antes de la hora sin cámaras, todos los orgasmos en vivo y en directo de su niña.
La cosa continuó con un repaso indigesto y cansino de las múltiples broncas de los alegres de 1º (Jhota, Laura y Therry) asistiendo estupefactos como espectadores, una vez más, a toda una interminable colección de gritos, gruñidos e insultos que estallan por el motivo más nimio e intrascendente, y a sus sorprendentes y consabidas reconciliaciones posteriores como si no hubiese pasado nada después de la tormenta, y aquí paz y después gloria donde antes volaban cuchillos entre los supuestos líderes de una casa que, poco a poco, se está convirtiendo en lo más parecido a un patio de colegio o a una de aquellas clases macarras de instituto de extrarradio de mi ya lejana adolescencia. Sólo me siento dolido por Marta, la última triste, que queda desconsolada y desconcertada en Guadalix pensando si ésta será su última semana tras la enésima nominación. La despedida de Chari de la casa, sin dejar de ser correcta con los demás, se la dedicó totalmente a ella como no podía ser de otra manera.
Como decía, todo ese batiburrillo de acontecimientos chuscos se acabó, por fin, cuando la puerta de Gran Hermano se abrió y Chari, la gran protagonista de la noche, vestida de rojo pasión, descendió espléndida y exuberante por esas escaleras que semejaban interminables para encontrarse con su verdad. La noche, a partir de ese momento fue suya, acaparando de manera incontestable una cámara hipnotizada y rendida a los pies de la gaditana. El recibimiento cálido y sereno de su familia y la ausencia de su novio en el plató fue el anticipo, sin ninguna duda, de lo que ella ya sabía cuando su nombre sonó como expulsada: que la entrevista sería larga y dura. Tranquila y contenida, aunque por dentro se desmoronaba, afrontó con valentía y de frente lo que temía desde hace mucho tiempo: el circo “lapidatorio” que le esperaba y las acometidas de una Milá, que después de una acogida inicial engañosamente afable entró a matar sin contemplaciones.
-¡Eres mala!- Le espetó Mercedes sin despeinarse, con esa mirada y ese gesto de institutriz amargada y sabihonda que sólo ella sabe poner cuando emite juicios sumarísimos por encima del bien y del mal y a los que está tan acostumbrada; cuando ya, delante de un novio llorón, atribulado y carente de la poca dignidad que le quedaba (alguien tendría que decirle al chico éste lo mismo que hace poco un famoso escritor, con mucha menos razón, dijo de Moratinos, el exministro de exteriores de Zapatero que se fue del cargo entre lágrimas, que los hombres, a veces, deben venir llorados de casa) le enseñó los vídeos de su convivencia juntos durante la unificación. Con la presencia de Rubén, y después de mostrarle previamente el derrumbamiento del novio el día de su salida, la presentadora aprovechó para hacer sangre de los momentos más oscuros y difíciles de Chari, cuando ella perdió el norte y sus defectos, fundamentalmente los celos y sus inseguridades afectivas, fueron más patentes. Era la estocada y la puntilla.
La Milá volvió a decepcionarme una vez más, y mira que lo siento, tras descalificar de esa forma a la persona, haciendo un juicio de valor en vez de comentar simplemente sus actitudes, por mucho que después o antes, que más da, dijese a los dos que no se preocupasen, que no habían matado a nadie. Me recordó a la peor Mercedes, aquella que en GH10, por ejemplo, vapuleó sin contemplaciones a Nani por su lío con Orlando, cuando se atrevió a calificarla sin discusión alguna casi de “buscona” por entrar en la casa, según ella, a tiro fijo por el feriante.
Para rematar la faena, tuvimos que aguantar a los impresentables de Óscar y Yago, buscando hacer méritos para la repesca, supongo, regalándole la oreja interesadamente a ese 57% de audiencia que ejerció de verdugo con Chari, o simplemente con el objetivo de chupar cámara por medio de un asunto que como muy bien le dijo ella al “huevos pelaos” cuando se levantó para calmar a su madre, que no son más que meros comparsas, y que el tema de su relación no les va ni les viene. Estos dos, de nuevo, me recordaron más que nunca a aquella pareja tan despreciable y nefasta que formaron en las dos primeras semanas de concurso y que acabó con el granadino, con toda justicia, en la calle. Sólo Arturo y Julia rompieron claramente una lanza a favor de la expulsada. Un soplo de aire fresco entre tanta unanimidad y aplauso condenatorio.
Como ya comenté en su momento una de las cosas que desde el principio siempre me llamó la atención de la gaditana es su capacidad de mantener en tipo y la calma, al menos por fuera, en casi todas las circunstancias. Tiene el don de hablar mirándote a los ojos, con esa voz cálida, serena y poderosa que invita a la confianza y a la confidencia aunque esté enfadada contigo. Ayer, con casi todo en su contra, supo mantener la dignidad hasta el final, incluso cuando su novio, una vez más (y ya van unas cuantas) rompió a llorar de nuevo en su presencia haciendo más difícil todo para ella, y sin perder la compostura, por los dos, lamentó el daño producido (sobre todo a ella misma) y nos dijo otra vez, para que a todo el mundo le quedase claro, que sólo le importaba la opinión de su familia y de su novio. ¡Bravo!
Chari, magnífica, llenó la pantalla y la traspasó con su mirada desconcertada de resignación consciente, con ese leve fruncimiento de sus labios rojos que denotaba incomprensión y rabia contenida, con la elegancia de justificar la actitud de su novio y de su suegra, y sobre todo con esa mirada inmensamente triste y algo bizca que volvió a ganar mi corazón.
Cuando finalizó la gala me quedó la enorme satisfacción de no haberme equivocado con ella, porque supo estar por encima de todos y de todo, con su saber estar, sin estridencias y dando sus razones (equivocadas o no). Y al final lo más importante es que los verdugos no consiguieron su objetivo: hacerla llorar. Ayer tuve el privilegio de asistir a la entrevista de una mujer de verdad, de las que a su edad ya no quedan. Una persona llena de contradicciones a la que no consiguieron robarle sus lágrimas en una última humillación.
Gracias por todo Chari. Aunque sea misión imposible votaré y lucharé para que vuelvas a esa casa donde mereces estar pero sin Rubén. Sin tu novio. Por mucho que te digan es él quien no te merece. Otra cosa serán tus deseos, pero lo comprenderé.
Marulo
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¡FELIZ AÑO NUEVO Y GRACIAS POR TODO!