LOS RENGLONES TORCIDOS DE GH

    Desde su posición omnipotente, con ínfulas de divinidad mal entendida y entrometida, Gran Hermano escribe derecho con renglones torcidos la vida en la casa de Guadalix. Y cada vez más sus caminos tienen una única meta, que no es otra que manejar a los concursantes como títeres por medio de piruetas imposibles, teledirigiendo sus comportamientos y sus emociones a través de vericuetos y atajos tramposos, experimentando con ellos y retorciendo las reglas del juego hasta cortar sus alas sin permitir el margen mínimo de libertad y maniobra que aporte la frescura indispensable para que el juego funcione por sí solo, tomando como base fundamental del concurso sus vidas expuestas para nosotros con las intromisiones justas y necesarias.  Una meta que consiste en seguir derecho la línea editorial para lograr sus intereses mientras nos marean y nos vapulean, jugando con ellos y con nosotros, reescribiendo día tras día un guión repleto de renglones torcidos que intentan distraernos del verdadero objetivo final que ellos pretenden.

    Esto no es de ahora, y aunque en esta edición el proceso de "deconstrucción" del concurso ha alcanzado sus cotas más altas, y se ha hecho más patente con la elección de Jorge Javier Vázquez como presentador, es algo que se viene fraguando de forma progresiva en las últimas ediciones. Sin ir más lejos, recuerdo que en GH 15, en una entrada titulada “Amos de títeres” ya reflexionaba sobre la manera en que la dirección del programa maneja los hilos de los títeres, que son ellos, y también a nosotros pensando que manejamos sus vidas desde fuera: “Una propuesta orquestada por los amos del invento para que sus títeres más preciados siguiesen sosteniendo al máximo, hasta exprimirlos del todo, el espectáculo necesario de un circo en el que otros títeres, nosotros, creemos que decidimos como amos del cotarro cuando en realidad juegan también con nuestras emociones, con nuestros miedos y frustraciones al identificarnos con ellos, con su dolor y su angustia, con su ilusión y su alegría. En el fondo ellos manejan con sus hilos dos escenarios superpuestos e interconectados, con nosotros instalados en el superior y convencidos de que manejamos el de abajo: la casa de Guadalix. Una ilusión vana y ficticia que casi nunca cumple sus expectativas. La realidad es que son los verdaderos amos de los títeres quienes manejan sus vidas, y a nosotros a través de ellos. Una vez que lo asumamos todo resultará más fácil y podremos disfrutar de Gran Hermano sin frustrarnos más de lo necesario”.

   Es muy difícil suscribir dos años después, y visto lo visto, que asumiendo el verdadero propósito de los renglones torcidos disfrutaremos más y evitaremos frustrarnos.  Son necesarias grandes dosis de cinismo o simplemente aislarnos, que es lo que intento, para intentar centrarse en los imponderables que la dirección del programa no puede controlar con su intervención interesada – como la espantada de Pablo reventando el fiasco del contraclub, por ejemplo -; o buscando en la vida de los concursantes y sus relaciones aquello que realmente nos interesa para mantenernos todavía enganchados al programa a pesar de los pesares.

   Podemos excusarnos con el argumento de que los concursantes firman lo que firman y ya saben dónde se meten. Pero el contrato no exime al programa de retorcer los renglones hasta el extremo de dejar a los concursantes al pie de los caballos, o de fabricar ídolos sin fundamento con favoritismos tendenciosos facilitando el contrapeso en uno u otro sentido. Sobre todo cuando sabemos el verdadero propósito que subyace tras el discurso oficial.  En el debate del domingo, por ejemplo, casi se comen a Candelas por postular, con la boca pequeña eso sí, que la auto nominación de Bea el jueves pasado fue por culpa de Jorge Javier. Saltó Jordi, el presentador, como una fiera negando la mayor y después también intervino Nagore, la bien pagá, haciendo un traje fino a la Naranjita y concluyendo que la culpa fue suya por chula y por sobrada. ¡Ahí queda eso!. La asturiana se achantó porque visto el percal tampoco estaba el horno para bollos y menos para quemarse defendiendo a la chonipija valenciana. Ya tenía bastante ella con el sorpasso que sufrió en su nominación con Bárbara y de lo que no se dijo ni mu en toda la noche. En el programa del Límite 48 horas de ayer también la madre de Bea, antes de grabar el alegato para su hija, intentó volver sobre el asunto de que Jorge Javier puso prácticamente a su niña entre la espada y la pared para que se autominase en la gala del jueves pasado, pero de nuevo cortaron por lo sano dejando la piedra sobre el tejado de la naranjita.

    Por si alguien tenía alguna duda sobre los renglones torcidos para escribir derecho, ayer se sacaron de la manga la falsa expulsión de dos para seguir retorciendo el guión que lleva un mismo destino, que al parecer no es otro que allanar el camino del triunfo de Adara. Para resaltar el objetivo Jorgejá volvió a las andadas con su pretensión de ridiculizar a Bea. Otra vez, sabiendo lo impulsiva que es la valenciana y para que nos riésemos viendo como desbarraba pensando que ella había ganado la partida, no se les ocurrió mejor idea que nombrar de forma tendenciosa primero a la azafata como expulsada esperando unos segundos para comunicarle a Bea que también se iba ella. Una crueldad fuera de lugar porque la chica se llevó un chasco tremendo pensando que se había salvado y con la sensación de haber hecho el ridículo. La propia naranjita, que es de mecha corta pero muy consciente de qué va la cosa, se dio cuenta de la jugada y expresó lo que todos pensamos en ese momento sobre el tema: - ¡Que cabrones querían ver mi reacción!.

 

    La verdad es que mi intención era escribir otra cosa, centrarme en los concursantes y describir el asunto central de los últimos días; y que no es otro que el proceso de victimización de Adara y todo lo que lo rodea. Bien es cierto que sus compañeros han puesto mucho de su parte en la tarea, pero los renglones torcidos de la línea editorial van cumpliendo escrupulosamente su trabajo sin descanso. Para ello no dudan en utilizar como títeres a los espectadores haciéndolos partícipes de sus maquinaciones, que ayer votaron como posesos para que fuese Pol quien recibiese a Rebeca, la nueva concursante rubia madrileña, en el confesionario. Un recibimiento que Bea y Adara pudieron seguir en vivo y en directo desde la otra casa donde esperan recluidas su destino en la gala de mañana. Ni que decir tiene que la azafata se moría de celos, o al menos lo aparentaba, consiguiendo transmitir a la naranjita su inquietud, hasta el punto que ésta identificada con su hasta hora principal enemiga, gritaba amenazante a la nueva, como si pudiese oírla, que no se le ocurriese acercarse a su amigo Pol. En fin, apuntalando el drama de la dama doliente y celosa porque se puede acabar su carpeta si se va de la casa.

    Debo confesar que en realidad el título de la entrada era otra – Un plan perfecto – de la que tenía escrita gran parte analizando todos los pasos de la azafata para hacerse con el premio, y la aparente comunión de intereses del mismo con la línea editorial de este año en el programa. Ella se conoce mejor el programa que nadie en Guadalix, incluso mejor que Bárbara, y cuando las cosas se tornaron propicias (carpetilla con drama y triángulo, y grupo mayoritario en su contra) se lanzó de lleno a explotar las claves que la pueden llevar directamente a la final.  Puede darse ahora la paradoja de que por culpa de tanto renglón torcido, sobre todo el haber posibilitado la convivencia con Bea en solitario estos dos días de expulsión, pueda desbaratarse el guión.

   Como casi siempre no quiero terminar sin dedicar al menos un par de líneas a Montse, que poco a poco, sin estruendo ni aparatoso lucerío, me sigue ganando como concursante.  Cada vez se está haciendo más visible e intenta ser empática con todos, no tiene reparos en acercarse a los compañeros para acercar posturas y solucionar malentendidos, salvo con Adara que acabó tratándola de tonta. O lo que es peor, tratándola con menosprecio. Me sorprendió muchísimo su opinión sobre Adara, cuando dijo que ella está acostumbrada a que todo el mundo le baile el juego que ella quiere e intenta hacerse la víctima. Una opinión sobre la actitud de la azafata que parece calcada a la que expresé sobre ella en el blog las primeras semanas. Pero sobre todo estoy encantado porque ha comenzado a independizarse de la dictadura de la opinión del grupo sobre Bárbara y Adara, y que comience a ser ella misma, lo que la ha llevado a enfrentarse con ellos intentando hacerles ver la inutilidad de una postura que lo único que consigue es hacerlas más fuertes.

    Si no fuese porque se me notaría mucho pondría como título de esta entrada la maravillosa frase que les dijo a sus compañeros como conclusión: Es más fácil vivir en el odio que perdonar.

    Por cierto, por ahora no me apetece hablar de las nuevas, pero me temo que se quedará Rebeca, la rubia.

Forastero marulo.