1.- Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada (Edmund Burke)

2.- Hay un límite a partir del cual la tolerancia deja de ser virtud (Edmund Burke)

sábado, 29 de octubre de 2016

CLARA, MADERA DE LÍDER

    En la gala transcendental de ayer, si obviamos a “ese presentador” y nos olvidamos de todo el pasteleo karpetero que no dejó tiempo, una vez más, para realizar una entrevista en condiciones a Rebeca, la concursante expulsada, ni para despedirse de sus compañeros de la casa, me reconcilié por fin, aunque sólo sea un poco, con el dichoso invento del club y sus diabólicas consecuencias. Una gala que me enganchó en primer lugar gracias a algunos tramos del pasaje del terror de Halloween - no todos -, que tiene siempre la virtud de despejar las posibles dudas sobre la personalidad de los concursantes, descartando o confirmando, algunas de las opiniones o ideas preconcebidas que hasta ese momento me había hecho de ellos. En segundo lugar, por supuesto, gracias a las nominaciones gloriosas con el golpe de mano contundente de Clara, que casi siempre cumple lo que promete, subiendo directamente a la palestra al genéticamente perfecto al conseguir entrar en el club por azar después de encontrar ella, dentro del vaso que les sirvió Candelas disfrazada de monstruo, un ojo asqueroso que debía comerse. Y como guinda del pastel, lo mejor de todo, la tremenda postgala que vivimos a continuación con la gigantona madrileña, que lo es también de corazón y no sólo de tamaño o mala leche, poniendo en su sitio al club barbadárico al completo si contamos como tercer elemento adosado a la azafata a Pol de pulpo de compañía.

    El de anoche fue uno de esos momentos que marcan y definen un concurso, con la carta de presentación definitiva, por si alguien no se había enterado todavía, de Clara como una auténtica concursante y candidata a ganar esta edición tan controvertida, o por lo menos a disputarla; y que con su actuación decidida e incontestable puso las cartas boca arriba encima de la mesa dejando empequeñecidos, y no hablo sólo de altura, a todos los demás.  A unos porque han aprendido por fin que donde las dan las toman, enfrentándolos con argumentos y sin arrugarse ni un centímetro ante la verdadera farsa de su concurso; algo muy evidente en el caso de Pol y de Adara, porque Bárbara, noqueada y desconocida, fregoteaba en silencio a su alrededor sin intervenir apenas en la refriega y totalmente desconcertada, o eso parecía, después de constatarse que ella era en gran parte la culpable de la situación al negarse a entrar en el confesionario para nominar. 
    Y lo hizo de forma natural, alterándose lo justo teniendo en cuenta su carácter impulsivo, controlando los tiempos y demostrando a la cara que se puede jugar sin complejos con una estrategia tan lícita que ellos mismos la habían usado anteriormente para subir al cuadro de nominados a algunos de sus mejores amigos, por ejemplo a Montse, a la que subieron a la palestra por dos veces consecutivas, con Pol de principal mentor de la propuesta, cuando la granjea no tenía casi puntos en su casillero. A los otros, los más tibios, también los ha puesto enfrente de su concurso obligando a cada uno de ellos a tomar postura después de su radical decisión, o por lo menos a tener que dar expliaciones. Ayer mismo de madrugada, mientras esperaba en el jardín para entrar en el confesionario, algo nerviosa, recriminaba de forma adecuada a Alain por su postura de no tocar a Bárbara después de que la alicantina y la azafata disparasen contra él, tratándolo de ladrón de comida y falso, justo la semana de su nominación con una de ellas. 

     También me alegro por acertar cuando afirmé, en la entrada del blog posterior a la expulsión de Fernando, que la marcha de su amigo era lo mejor que le podía pasar a Clara. Para mí era una evidencia que sin él dentro de la casa ella se encontraría más liberada, hasta el punto de que ahora mismo, sin el lastre emocional de su presencia, se está demostrando de manera incuestionable su madera de líder. Una posición que ya nadie le discute, esté o no de su lado. Se trata de una persona con un temperamento complicado, levantisco, pasional y que a veces le pierde la boca pero que no tiene problema alguno para pedir disculpas si es necesario.
 
    Ya se puede reír el personal lo que quiera con lo que voy a decir a continuación pero lo digo completamente en serio;  porque tengo cierta edad, alguna experiencia calando a las personas y soy de los que hice todavía la mili sin que se me cayeran los anillos, por eso digo que en un caso hipotético de guerra, o en medio de un combate, me gustaría tener a una persona como ella de teniente o capitana de mi compañía, porque lo tiene todo: decisión, valentía, visión estratégica, autoridad innata y sé que se ocuparía de cuidar a los soldados bajo su mando evitando siempre que fuese posible bajas innecesarias en su equipo. Y si no pudiese conseguirlo por las circunstancias que fuesen jamás renegaría de sus responsabilidades.  Por todas esas razones ahora mismo sólo espero que no vuelva el gaditano con la repesca y este formidable golpe de timón que ella ha propiciado en la casa, y que estamos viviendo muchos espectadores con cierta esperanza y una pizca de ilusión justo en el ecuador del concurso, no se malogre.

    En conclusión, si tenía algún tipo de duda con Clara a la hora de subirla definitivamente como posible favorita por culpa de sus formas excesivas y su presencia avasalladora en los enfrentamientos y discusiones, con algún que otro comentario extemporáneo o fuera de lugar, ayer se me aclaró del todo.  Logró incluso mantener su tono de voz dentro de unos límites razonables y aunque Adara intentó sacarla de sus casillas por todos los medios posibles, Clara no entró a su juego muy consciente de que ayer noche era ella quién tenía las riendas y no pensaba soltarlas aunque sólo fuese durante unas pocas horas. Fue una imagen impagable asistir al espectáculo de ver a Pol con cara de reventado implicándose por primera vez en el cuerpo a cuerpo y bajando al barro de verdad por fin al ver su culo en peligro, como muy bien se lo hizo ver ella de forma magistral, y comprobar al mismo tiempo la reacción desesperada de su “novia” ante el escenario que ésta más temía, con los tres nominados - Bárbara, su cuchufleto y ella -, intentando desarmar a Clara con su pobre y repetitivo argumentario de siempre.  Por primera vez comprendió, con la impotencia de una princesita caprichosa y consentida acostumbrada a hacerse casi siempre con la suya, que se había encontrado con la horma de su zapato. 
  
      El cuadro se cerraba, como comenté antes, con Bárbara en modo “of” durante un largo rato ejerciendo de simple espectadora y sospechosamente desactivada después de tanto tiempo llevando la voz cantante (luego hablaré de ella, otra vez), mientras los dos tortolitos haciendo frente común y unidos por primera vez en una guerra abierta, al ver que no podían con Clara viraron de objetivo y al alimón intentaron descargar su rabia y su frustración contra la naranjita y Miguel; los dos cooperantes necesarios en el club para que la gran capitana tomase el mando definitivo.  Estos aguantaron peor el ataque y Bea, intentando desviar responsabilidades, decidió ponerse de perfil como si se le hubiese contagiado parte de la parsimonia y la frialdad de su Rodri, que poco a poco está haciendo de cine su trabajo de Pigmalión con ella. Miguel, sin embargo, estuvo más rápido y optó por justificar su claudicación con razones compensatorias, argumentando que ellos harían lo mismo si estuviesen en el club y hubiesen tenido la oportunidad de subir a Clara, sin tener en cuenta que era su amiga y gran apoyo en la casa. Aunque sus disculpas fueron poco convincentes y nosotros vimos en directo su cara de desolación, real o simulada, en el club como anticipando la que se le venía encima después de dejar las manos libres a Clara para que pudiese sacar a rastras de la cueva adárica al genéticamente perfecto y exponerlo a juicio del público, añadió además como disculpa que él ya sabía que los tres pensaban calzarle los tres puntos a su amiga después de escuchar como se ponían de acuerdo en la habitación, y que si Clara no salió nominada con ellos, concluyó, fue por culpa de Bárbara que no “quiso” entrar en el confesionario a nominar tal como lo vieron desde el club.
 
   La noche dio para muchísimas cosas, por ejemplo para analizar cómo cruzaron el recorrido del terror cada uno de los concursantes y sacar las conclusiones que menciono al principio de la entrada. Pol, como no podía ser de otra manera, resultó tan ridículo y sobrado que pareció una justicia divina el hostión que se dio a mitad de recorrido por hacerse el machote, hasta el punto que el propio súper acabó vacilándolo con referencias irónicas a su genética perfecta.  Adara pasó miedo, no lo dudo, pero estuvo tan sobreactuada que no sé cómo pude pensar en algún momento que lo haría de otra manera. La naranjita, en su estilo, devolviendo galletas con ganas y casi desgracia de nuevo a mi Montse disfrazada de payaso terrorífico. 

   Con doña virtudes aún ahora que escribo esto tengo muy mala conciencia y lo reconozco, mea culpa, por reírme de lo lindo e incluso a carcajadas; porque hubo un momento en que resultó un pelín cruel, además de cómico, ver correr a la pobre Noelia desmelenada y despavorida, con las rodillas ensangrentadas y subida a esos tacones imposibles que le impedían avanzar perseguida por una multitud de zombis y vampiros.  Al final nos dejó un par de frases para la historia del concurso cuando ya estaba a salvo en el confesionario y nos reveló que “tenía nata hasta en el chocho” de tan pringada que estaba, y al verse con las rodillas chorreando sangre, abrió los brazos en cruz y gritó, con gracia la verdad, que “parecía Jesucristo.  Lo que no acabo de entender es cómo, sabiendo lo que hay, todavía se les ocurre a las chicas presentarse a la gala del terror, un año sí y otro también, totalmente emperifolladas y con unos tacones de quince centímetros. Rodrigo, también muy en su línea, pasó el asunto como un mero trámite, de tal manera que al final solo le faltó que alguien le sellase el documento perceptivo y oficial de haberse presentado al evento. La idea de que Alain y Meri, al ser los últimos, pasasen juntos entre la horda de monstruos no tengo muy claro que fuese por un guiño carpetero de cara a la galería, o simplemente se tratase de un cambio de guión de última hora por falta de tiempo como en años anteriores. O por la dos cosas. Eso sí, la pantera catalana, que de miedica tiene lo justo, aprovechó la coyuntura para apretarse al máximo al franchute.
    Para el final dejo a propósito a las dos hembras alfa del concurso. Clara completó el paseo del terror, divertida y cómplice, disfrutando al máximo con el juego y muy en consonancia con su manera desenfadada y campechana de hacer las cosas. Todo lo contrario que Bárbara, que empezó el recorrido con mucha intensidad y justo a mitad de camino se desmoronó sin explicación aparente. El bloqueo ocurrió cuando tuvo que entrar en el segundo túnel y llegó a su momento álgido cuando apareció el psicópata de la motosierra. No he leído ni he visto todavía si ella ha dado alguna explicación convincente sobre lo que le ocurrió. Quiero pensar que se pilló un mosqueo tremendo cuando se dio cuenta de que sangraba por las rodillas, igual que Noelia, al rozárselas cruzando el túnel a toda velocidad, y a partir de ese hecho puntual cambió su humor. Imagino que algo tuvo que pasar por su cabeza, un miedo real o alguna fobia, o simplemente decidió escenificar un drama exagerado de cara a las cámaras para no entrar en el confesionario a nominar con un objetivo que ahora mismo se nos escapa. Ella después, de madrugada, confesó a su amiga que pensó en todo momento que la dejarían nominar más tarde.  No sé, habrá quien piense que todo fue real y no pudo soportar un miedo insuperable. Todo es posible pero me cuesta mucho creerlo y más tratándose de Bárbara

   En cualquier caso comienza como dije una nueva etapa y la resolución de la dichosa repesca puede dar un giro radical al concurso. Un cambio que no siempre tiene que ser positivo.  Ni mucho menos.

Forastero marulo

jueves, 27 de octubre de 2016

LLUEVE SOBRE MOJADO

    En realidad pensaba titular esta entrada con el famoso dicho popular de "madre sólo hay una y a ti te encontré en la calle", sobre todo después de asistir al debate del domingo pasado con cinco madres de concursantes en el plató y una sexta, la de Miguel, que estuvo presente gracias a la llamada telefónica del programa para que Jordi la entrevistase en directo teniendo en cuenta el bajón de su hijo, que por segunda o tercera vez amenazaba con abandonar el programa con tintes melodramáticos por el ninguneo de Pol, resumido en la queja repetida de que a él le faltó un abrazo del genéticamente perfecto.  Una sobresaturación maternal con broncas incluidas, sobre todo el pollo que montó la madre de Pol que venía con un cabreo monumental renegando de la relación de su hijo con Adara, que consideraba muy perniciosa para su vástago, según ella, por culpa del carácter posesivo y la celotipia de la azafata, hasta el punto de que no reconoce a su hijo en la televisión, que se lo han cambiado vamos. Una afirmación en la que no le falta parte de razón y que dejó planchadas a la madre y la abuela de Adara presentes en la grada, pero que ignora la obviedad que siempre hemos comentado: Él principal culpable de su situación de dominio por parte de la azafata es de su propio hijo por permitir que las cosas llegasen a semejantes extremos. Porque el chaval se las trae y lleva gran parte del concurso jugando a estratega con la barriga llena y no rascando bola como muy bien decía mi añorada Montse.

   También se me pasó por la cabeza, a cuento del beso más esperado en el programa desde GH 2 con Sabrina y Ángel, titular la cosa como “la narajita cuando besa es que besa de verdad” homenajeando a la famosa copla española de siempre, como elogio patrio a ese primer beso entre Rodri y Bea que nos ha mantenido en vilo pegados al veinticuatro horas durante tantas horas de debates, límites 48 horas y galas. Al final “habemus ósculo” y podremos por fin dormir tranquilos, y también la organización puede darse por satisfecha con la tranquilidad del deber cumplido en su ardua y difícil tarea de ejercer de mamporreros. Incluso las madres de las dos criaturas (el pijo y la choni) participaron juntas desde el plató en exclusiva del evento a nivel nacional, divertidas y cómplices, como dos consuegras bien avenidas - a ver lo que les dura - dejándose llevar por el cachondeo desmadrado del plató, sobre todo la madre del madrileño que se desmelena totalmente durante los programas revelando una vena fiestera envidiable. Igualita que su hijo, vamos. Por supuesto a mí el carpeteo en GH hace tiempo que no me motiva en absoluto aunque en este caso concreto debemos seguir la pista de esta relación porque tiene mucha transcendencia en el devenir concurso dentro las estrategias en la lucha por el maletín, y por el empeño del programa en convertirlo en leit motiv central de casi todo un programa. Más tarde volveré al tema de las karpetas para sacar las últimas conclusiones.
   Aunque no del todo, porque el tema anterior será recurrente en lo que resta de edición y surgirá seguramente de nuevo, lo oportuno y urgente es volver ahora al tema de las nominaciones, a la expulsión de la semana y a los conflictos que éstas generan entre el "barbadarismo" rampante y el resto de la casa. En realidad llueve sobre mojado, y por mucho que algunos no quieran ver cosas evidentes en la actitud de Bárbara y Adara, o que de forma legítima argumenten y sigan dando por bueno un supuesto ataque orquestado y sistemático del grupo mayoritario contra ellas, según mi punto de vista no es más que apoyar la fabulación justificativa que utilizan las dos favoritas de la audiencia para poner en marcha una calculada estrategia de victimización que saben funciona tan bien en este programa. Lo cierto es que en la mayoría de las situaciones son ellas, la una o la otra, y a menudo las dos a la vez, las que buscan de modo activo la provocación y el deterioro de la convivencia para lograr el enfrentamiento. Expliqué este proceso en la entrada anterior y no quiero repetirme, y esta semana, una vez demostrado que no era Fernando el foco de los conflictos como aseguraba la alicantina, que sin la presencia del gaditano aquello se convertiría en una balsa de aceite, ellas vuelven a las andadas y curiosamente otra vez el objetivo número uno de sus ataques vuelven a ser los nuevos nominados, fundamentalmente el francés. En el fondo todo esto me recuerda a aquella cínica frase que hizo fortuna durante la transición, la de "Contra Franco vivíamos mejor". Pues con ellas lo mismo, sobre todo con Bárbara: "Contra todos concursamos mejor". Y además se libran.

    El problema es que esta vez se trata de Alain, y de él se podrán decir muchas cosas – a mí no me entusiasma particularmente -, pero ponerle el cartelito de falso, mangante de comida o sinvergüenza casa menos que un chino vestido de torero en la feria de Sevilla. Y ellas lo saben. Además son unas desagradecidas porque fue uno de los pocos que se negó a formar parte del grupo que había ido al confesionario a pedir la expulsión de Bárbara, y también advirtió a los compañeros del error ante la audiencia de ir por ellas en grupo. En fin, incluso estos días en que ejerció de cocinero Bárbara lo elogió casi hasta la náusea y ahora después de la discusión de la cocina y los robos ya han decidido ponerlo en la diana a la que suelen apuntar sus talifanes. Rebeca oliéndose el percal, cuando empezó a notar la presión de las puyitas inmediatamente después de terminar la gala del jueves, se ha marcado un recule decepcionante que se plasmó en los contralegatos de ayer, incapaz de mojarse a la hora de elegir entre el francés y Bárbara. Incluso pretendió quedar de mártir solicitando al súper contralegarse a sí misma. Es una pena porque me hubiera gustado que se quedase para conocerla más, y ver si Alain con ella despierta de su letargo vacacional, pero si ya tenía la mayoría de las papeletas para salir expusada, ahora, salvo sorpresa, hay que darlo por hecho.
   Volviendo a la ama de Guadalix, no deja de sorprenderme la capacidad de adaptación de Bárbara, posiblemente porque es la más madura de la casa, al igual que Alain, y se nota la diferencia de edad sobre el resto, aunque él parece que se encuentre todavía en ese eterno estado de muchos treintañeros de hoy en día que viven como si tuvieran veinte años en cuanto a expectativas vitales y modo de vida. La alicantina es la que tiene más que perder, con más responsabilidades y cargas familiares, por eso es de agradecer que se implique al máximo en el concurso, tanto en lo positivo como en lo negativo, aunque desde mi punto de vista prime más esto último con diferencia. Como ejemplo nos sirve cómo vivió el juego de la botella, del beso o verdad, o como se llame, del fin de semana pasada. Estaba tan entusiasmada, la que más, que disfrutaba como una adolescente de quince años dirigiendo el cotarro. No sé si adoptaba esa postura, como muchas otras en la casa, por la necesidad imperiosa de seguir en el concurso (ciertas puyas a Rebeca, nominada con ella esta semana, parecían ir en ese sentido) o porque realmente disfrutaba con el juego. O las dos cosas dentro de esa actitud práctica de asumir aquello de que si estamos aquí pues a darlo todo. 

    Tengo que reconocer que puede ser la más “bicha”, la más hiriente e incisivamente demoledora de la casa (la experiencia es un grado), como un martillo pilón que aniquila sin contemplaciones a quien se le cruce por medio y se atreva a toserle, o que signifique una amenaza para su estatus. Y no digamos ya si dicha persona está nominada a la par con ella y/o Adara. También cuando está en modo hembra alfa puede covertirse en la más guay del grupo, una encantadora de serpientes a la que no faltan recursos para enfrentarse a quien sea. Su problema principal, y se ha visto sobre todo ahora con Alain, es que en modo ataque y enfrentamiento, a menudo gratuito, logra convertirse en una persona insufrible, tanto en las formas como por el daño que infringe tocando siempre lo que más duele al supuesto contrincante hasta sacarlo de sus casillas y éste se equivoque. Hasta el punto de que la convivencia con ella sea insoportable y pese más esta circunstancia que todo lo bueno de su personalidad.

    Para acabar por hoy creo que procede realizar una valoración, aunque sea bastante superficial, del estado de las “karpetas” importantes de la casa incluyendo un análisis comparativo entre ellas para determinar su relevancia de cara a una hipotética final. Lo más evidente, creo, es que hay una diferencia clara a la hora de valorar quién lleva la batuta en cada pareja. En el caso de Adara y Pol no hay duda ninguna a la hora de concluir que es ella la que lleva la voz cantante, quién pone los límites de la relación con otras personas y la que decide los avances respecto al nivel de intimidad que deben llegar. Sin embargo, por el contrario, es Rodrigo el que tiene la sartén por el mango en su relación con Bea, y es él quién ha decidido en todo momento como dosificar los avances en el largo proceso de convertir de cara a la audiencia una amistad con derecho a roce en un idilio en toda regla, sobre todo desde que comprendió el verdadero significado de que el concursante número 17 los enviase juntos al picadero del contraclub. Una estrategia gracias a la cual ha conseguido que todos los programas relacionados con el concurso debatiesen y especulasen durante las dos últimas semanas, invirtiendo mucho tiempo de programación, sobre cuándo y cómo se produciría el primer beso. Y ahora el culmen de la situación es esa especie de pacto secreto de pacotilla de no contar al resto de la casa que se han besado intentando que nosotros seamos cómplices de su juego. Algo que tiene su mérito desde luego aunque a muchos espectadores nos resulte un suplicio.
    Esta claro que el chico es listo , maneja a la naranjita como quiere y no paró hasta conseguir que ella comiese de su mano. Incluso se permite aleccionarla y censurar sus salidas de tono para despojarla de su chonismo rampante, de sus gritos y su vocabulario “ilenio” insufrible. Una labor titánica a lo Pigmalión, como si fuese una especie de profesor Higgins en la película de “My fair laidy” intentando educar a una choni de extrarradio hasta transformarla en una señorita fina de un barrio pijo de Madrid. Y la madre de la criaturita encantada al comprobar la doma de su niña desmadrada, algo que no habían conseguido en su casa entre ella y su abuela. El problema es que Bea se desnaturalice del todo por el camino y quede irreconocible, o peor que ahora, que todo es posible. Independientemente de que me crea o no esta relación, que es poco por cierto, Rodrigo ha conseguido que ese primer beso se resolviese con cierto estilo, e incluso ternura. Nada que ver desde luego con esos besos chupópteros y metralletas que se regalan a todas horas la azafata y el genéticamente perfecto.

Forastero marulo

viernes, 21 de octubre de 2016

TERAPIA DE CHOQUE

  
    Llevaba algunos días preguntándome qué coño están haciendo los psicólogos del programa para arreglar todo el estropicio emocional y los destrozos en la convivencia provocados y alimentados gracias, en gran parte, a la estrategia de la editorial de azuzar al personal con sus intervenciones interesadas y sesgadas.  Tan cruda estaba la cosa que imaginé por un momento que la casa se había transformado en la residencia aquella de la peli “Alguien voló sobre el nido del cuco”, que protagonizaba Jack Nicholson, y una terapeuta grandota y experimentada, con su bata blanca inmaculada, reunía a todos los concursantes sentados en semicírculo en el salón para hacer terapia de grupo.  Tan mal salía la cosa que la única imagen que me venía a la cabeza era la de la profesional, desesperada después de varias horas de duro trabajo, gritando y gesticulando contra unos y otros, llamándolos sinvergüenzas y falsos, y con la tela de su bata hecha jirones.

    Digo lo de los psicólogos, porque presupongo, aunque a veces lo dudo, que todos los concursantes además de acreditar un cociente intelectual dentro de la normalidad después de pasar varias pruebas y entrevistas, deben presentar un perfil emocional y mental equilibrado que asegure su capacitación psicológica para afrontar los retos que les esperan en un programa como este.   Lo curioso de esta edición es que no es nada extraño oír términos de boca de los propios concursantes como pirado, locura, loca, enferma, bullying, acosar y frases que tienen que ver con la estabilidad mental y emocional. Y no hablo de lo que la gente dice o comenta fuera en las redes y foros, que ya sabemos que los espectadores somos a veces muy simplistas y extremos a la hora de calificar lo que vemos de los concursantes en función de las filias y fobias de cada uno, sino de lo que dicen ellos, y no a la ligera como pudiese parecer otros años, para describir o calificar los comportamientos del compañero de al lado.
    Mi sorpresa llegó ayer noche, cuando dedicaron gran parte de gala a una tediosa e interminable terapia psicológica de choque por parejas intentando, o eso parecía, curar las heridas y los malos rollos de dos en dos. Más sorprendente todavía fue comprobar que el terapeuta, que tanto vale para una cosa como para la otra, el jodío, era Jorge Javier. Al final no sabía si reír o llorar con la ocurrencia de un experimento que llega a la cima del cinismo y la desvergüenza por parte de un programa que ejerce primero de incendiario para promover y avivar los conflictos, y luego de bombero para apagarlos con el cuento demagógico de reparar la convivencia deteriorada y fomentar el buen rollito con el objetivo aparente de redimirse ante la audiencia cuando ellos han sido los principales culpables del estado actual de las cosas.

    El caso es que la misma noche anterior nada parecía presagiar la tormenta que se avecinaba y más después del numerito desproporcionado que le había montado el otro día Adara a Miguel cuando Pol le confesó que el gallego se le había declarado cuando estaban solos en esa especie de picadero cutre en que han transformado el fallido contraclub. ¿Quién iba a pensar que  podría volver a repetirse otra movida semejante 48 horas después de tanta intensidad con el zafarrancho de combate que vivimos, con la azafata en pleno brote y echando espumarajos por la boca contra el del peluquín (con razón o sin ella, que eso es lo de menos a estas alturas) mientras su “hamor" genéticamente perfecto se iba de rositas una vez más?.

    Pues sí, fue posible, y mira que llevo años en esto de escudriñar y comentar la vida de GH como para no darme cuenta que uno jamás puede relajarse, que esto es un concurso con un maletín jugoso de por medio y la chispa puede saltar en cualquier momento y más, ojo al dato, cuando estábamos a pocas horas de la gala de la semana con expulsión incluida y la bronca podía afectar directamente en negativo a uno de los nominados de cara a la audiencia. En este caso a Fernando, como lo fue antes a Montse, Bea y Candelas. Adara y Barbi en esto son unas maestras consumadas, en el arte de atacar en el momento preciso para sacar de sus casillas al representante del supuesto grupo enemigo que cada semana se encuentra en la palestra de nominados con la clara intención de dejarlos en evidencia y centrar contra ellos los votos de todos sus talifanes, que a estas alturas del cuento, con todas las ventajas que les concede el programa (la orientación de los gritos y aplausos del plató durante el directo, las expulsiones anteriores y las intervenciones a su favor del concursante número 17), ya saben perfectamente que en este momento son las favoritas y llevan las riendas del asunto.
   Totalmente confiado, a lo mío, intentando acabar mis cosas, con el volumen muy bajito del veinticuatro horas de fondo, escuchando como Bárbara durante más de una hora de perorata interminable aleccionaba a Rebeca sobre su condición de apestada, argumentando sus letanías de siempre como un taladro inagotable percutiendo las aceras de una ciudad cualquiera; una concursante permanentemente obsesionada con ponerse de víctima una y otra vez asegurando que la gente de la casa no se le acerca en presencia de "esos dos" - Fer y Clara - y que se ha sentido apartada muchos días del resto de los compañeros. Lo hacía recordando por enésima vez todas sus virtudes (igualita en eso que Fernando), que ella no odia a nadie y que en ausencia de los líderes de la tropa, como los dos días que estuvieron en el picadero contraclub, nadie le hizo el vacío, todo lo contrario. Rebeca intentaba argumentar que tal vez estuviese exagerando, con poco éxito por cierto, porque ella no nota ese vacío, y sin embargo constata que tanto ella como otros concursantes siempre hablan con ella. Esa misma conversación es el ejemplo, le decía. Pero la alicantina no claudica y por quinta o sexta vez “la burra vuelve al trigo” tras el consabido - ¡¡Vamos a ver Rebeee! - que queda muy bien de cara a las cámaras para alimento del “barbadarismo” militante de la audiencia, pero que en fondo detrás del tono de esa voz cálida y aparentemente conciliadora que sabe poner tan bien lo que quiere decir es: "¡Vamos a ver petarda, que no te enteras joder!".
    Con ese énfasis que aturde a su interlocutor, al final se pone tan melodramática y exagerando tanto que habla de que lleva mes y medio en esa calamitosa situación, mientras cuestiona que ella pueda entenderlo por llevar sólo dos semanas en la casa. Vamos, un clásico. Cuando la madrileña suspira y pone cara de poco convencida ante un argumento tan manido y poco consistente, Bárbara sube el listón y se pone todavía aún más tremendista, casi rozando el punto trágico, mientras mira a cámara con su mejor sonrisa para que se oiga bien y le dice varias veces que recibe constantemente flechas envenenadas, y que no sabe ni de donde el vienen.  Yo flipo claro y sonrío por lo bajini incapaz de concentrarme en mis tareas y ya pierdo totalmente el hilo de su discurso cuando, contradictoria, asegura a Rebeca, que ella adora a Clara y que si no fuera porque las circunstancias son las que son serían unas grandes amigas, o algo así. A partir de ahí bajo el volumen del todo porque me cuesta demasiado digerir tanta contradicción pero descubriéndome ante su maestría y lo bien que está vendiendo la moto con tanto pardillo dentro de la casa.

    Llegado hasta aquí y a punto de apagar para irme a la cama, con la conversación de fondo de Fernando con una copa en la mano de algo con naranja intentando convencer a Pol de que dedique tiempo a sus amigos, de esa manera tan torpe y un tanto engolada que resta mucha credibilidad a sus argumentos, veo aparecer como una flecha a Adara con un lacito naranja en la cabeza que entra inmediatamente en acción para comenzar con lo que mejor sabe: El plan de acoso y derribo hacia el nominado estrella de la semana. Vale que el torpe de Fernando se lo gana a pulso porque se lo pone a huevo y le da pie para que ella vuelva con su argumento favorito de acusar a los demás de meterse en los asuntos de su pareja. Fer intenta contrarrestar el golpe en plan auto control zen mientras le da de vez en cuando unos lingotazos a su copa, pero ella ya ha atrapado a su presa y no piensa soltarla hasta acabar con ella rendida, y comienza con su retahíla de calificativos de siempre, hasta que la cosa va “in crescendo” y entra Clara en escena como un bólido sin freno estallando todo en mil pedazos contra la azafata para defenderlo a él. Inmediatamente después ataca directamente a Pol para que se moje y opine de una puñetera vez. El genéticamente achantado ya no sabe dónde meterse, y lleva ya un buen rato acongojado y compungido asistiendo con un nudo en la garganta a la faena de capote y espada de su amada.  Al final entró también Bárbara en acción y se montó un Vietnan de narices.

    El resumen de lo que pasó ya se ha visto en los vídeos convenientemente editados para la gala, por supuesto, y durante el directo nos hurtaron parte de las imágenes del follón, que se oía de fondo, mientras nos llevaron a la otra estancia donde varios compañeros consolaban a una Noelia un tanto ridícula en pleno bucle al descubrir por confesión de Bea que la pudieron haber salvado de la nominación en el club la semana pasada, sobre todo Adara que fue la última en nominar, y no lo hicieron. No voy a redundar en el tema, porque lo importante es destacar quiénes son los que comienzan la bronca y cómo la situación suele desbocarse en momentos y días claves del concurso, justo cuando saben que tan cerca de la gala no va a pasar nada desapercibido para los espectadores. En el caso de Adara, y también de Bárbara, es algo tan evidente para mí que no se puede obviar la estrategia de victimización que han adoptado cada una a su manera para conseguir sus objetivos. Toda la bronca empezó siguiendo los patrones que se vienen repitiendo todas las semanas y que alcanzan su virulencia máxima justo cuando nos acercamos al jueves, como he dicho. Debe ser pura coincidencia pero, qué curioso, el germen de la movida siempre tiene que ver con la desestabilización del contrincante nominado que hay que señalar y después derribar. Y a Fer le tocaba esta semana.
     Fernando no es santo de mi devoción, nunca lo fue, y de hecho estoy contento con su expulsión, pero no por las razones que esgrimía ayer un lamentable presentador, cínico y escandalosamente parcial, ejerciendo de talifán número uno de Bárbara y Adara, que disfrutaba jaleando casi los pitos y abucheos de una parte importante de la grada (no le llamaré respetable porque a mí también me importa muy poco lo que el público del plató deje o no de aplaudir o censurar, sobre todo si es a base de insultos, bajo el amparo gregario que da el anonimato y la multitud; lo mismo que esos pobres aficionados que en un partido de fútbol se acuerdan de la madre del árbitro a todas horas para descargar sus frustraciones personales).  En realidad, del gaditano, nunca me gustó su forma de gestionar la convivencia en la que perdía la razón, que a veces tenía ganada con sobrados motivos, por situarse en un pedestal que no le correspondía e instalarse en una cierta soberbia.  No quiero hacer leña del árbol caído pero estoy relativamente satisfecho porque sin su presencia en la casa podemos ver a partir de ahora, espero, la mejor versión de Clara.  Una concursante que estuvo muy por encima de la azafata en esa terapia chusca e inútil, que en realidad pretendía ser una encerrona, que le prepararon con Adara.  Cosa aparte es la valoración de la entrevista que Jorgejá perpetró ayer con Fernando, una de las más vergonzosas de la historia de GH, de tal calibre fue el asunto que llegue a echar de menos a la Milá, que manda huevos.  Ella, sobre todo en las últimas ediciones que presentó, se había dejado llevar por una vena déspota y parcial, pero jamás lo hacía desde el cinismo. Aunque a lo mejor entonces alguna vez lo pensase.

    Alguien me dirá que también le dio caña a Adara cuando ejerció de terapeuta en el frío encuentro de la azafata con Clara en la sala de expulsiones, dentro ese experimento psicológico de pacotilla del que antes hablé. En realidad ese tirón de orejas me produce mucha desconfianza y yo lo entiendo como un aviso, otra ayudita más de la editorial, lo mismo que ya había hecho hace unas semanas con Bárbara, para advertirle de cuáles son sus errores para que tome nota. No vaya a ser que se pase de la raya y se les quede fuera de la final o sin maletín si es que llega. A mí me pareció evidente la intencionalidad, porque a estas alturas del cuento y tal como se desenvuelven las cosas en GH 17 es tanta la suspicacia que es muy difícil comulgar con ruedas de molino.
    Ya sabemos que Rebeca es la siguiente sacrificada, ella lo tiene también clarísimo, pero debo reconocer que me ha sorprendido gratamente con su punto en positivo a favor de Clara en la nominación, lo mismo que ese cariño que demostró por Montse la semana pasada sufriendo de verdad con su expulsión y tras una convivencia tan corta en la casa. Ya lo expresé anteriormente, que me parece muy honesta su posición teniendo en cuenta que cuando ella entró en la casa ya sabía quiénes eran las favoritas de la audiencia, y aún así ha seguido lo que le dictan sus sentimientos poniéndose al lado, a la hora de verdad, de personas que no están precisamente en sintonía con el “barbadarismo” que domina este año la edición con la connivencia descarada de la organización y los medios afines. La madrileña que trabaja en un comercio de Serrano ya está amortizada y acabará engullida por la dinámica endiablada y psicodramática de GH 17. Salvo milagro, su previsible expulsión la semana que viene dará alas, con seguridad, a la última “karpeta” de la casa entre Alain y la pantera rubia, una Meritxell que estará feliz por deshacerse de una rival molesta en su flirteo tonto con el franchute. Pero esta es una trama colateral y muy secundaria del gran teatro de Guadalix este año.

     Se me quedan muchas cosas en el tintero, como la deriva de Miguel, y cómo de forma tan descarada la organización saca en "prime time" unas declaraciones suyas en los castings para desacreditar su juego y beneficiar, como no, otra vez a Adara. Es verdad que ponen en evidencia sus contradicciones y su juego en la casa dentro del triángulo carpetero que se han montado entre ellos tres, pero si sacamos los vídeos previos de un concursante debería hacerse también con los demás. O jugamos todos o rompemos la baraja. A mi Miguel tampoco me convence especialmente como concursante, da juego y vida en la casa, y sobre todo conversación a todos, pero el personaje que se ha creado no me genera confianza porque nunca sé a que atenerme con él.

    En fin que visto el percal miedo me da la clásica gala de Hallowen, porque no me extrañaría nada que nos enteremos de que la cadena está encontrando serias dificultades para contratar figurantes y actores, ni paro ni leches, que se atrevan a disfrazarse para meter miedo al personal que hay este año en la casa. Hay que pensárselo dos veces, ni cobrando el doble con plus de peligrosidad y todo, para meterse esa noche en Guadalix disfrazado de vampiro, hombre lobo, zombi o lo que fuese para asustar a algunas. No hay huevos, como diría el otro, con la tensión tan alta y el ambiente caldeado, y lo de menos es que te llamen pesado, sinvergüenza o falso, porque este año al menor descuido va a parecer un juego de niños lo que le pasó a la pobre “novia muerta o niña del exorcista” aquella del año pasado en GH 16 que casi se la ventila en crudo y en directo el machomán canario. Aún debe de estar traumada, la pobre, y con sudor frío cuando se acercan estas fechas. Y no digamos ya si a cualquier despistado monstruito se le ocurra darle un susto a la naranjita, el “ostión” que se va a llevar dejará en caricia el que recibió la incauta Montse por asustar a su amiga al darle los buenos días no hace mucho.  Ya me estoy santiguando por si acaso.

Forastero marulo

miércoles, 19 de octubre de 2016

MONTSE, UN PASEO POR LAS NUBES

    Ya sé, voy con retraso, que lo suyo sería comentar el vuelco que sufrió el concurso el jueves pasado con la nueva vuelta de tuerca gracias a la enésima intervención interesada de la dirección del programa para que la línea editorial no se les desmande y siga su curso. Un regalo envenenado para calmar la sed de ¿justicia? de una audiencia seguidora de esa “karpeta” infumable poldárica sumando fuerzas con los talifanes irreductibles de Bárbara, la verdadera gran “ama” de Guadalix.  Todo un batiburrillo de seguidores nostálgicos de GH 10 que, junto a los nuevos prosélitos de esta comunión barbárica desatada, han creído encontrar en la bloguera alicantina una especie de nuevo Iván Madrazo en femenino para revivir aquellas viejas glorias piratas.

   Una concursante cada vez más lista y consciente de que si no se equivoca demasiado se planta en la final de la mano de su amiguita - Adara Blancanieves - para robarle el trono y el maletín en el tramo final sin necesidad de darle ninguna manzana envenenada. La azafata, en el mejor de los casos, se quedaría con un palmo de narices y como merecido premio de consolación podrá llevarse a casa al príncipe bien dotado y genéticamente perfecto, un experto en jugar con todas las barajas y algunas cartas trucadas. Eso sí, un tipo que le saldrá rana siempre por mucho que lo bese a todas horas. Y más teniendo en cuenta la última movida de esta madrugada en que Adara, después de enterarse por Pol que el del peluquín se le había declarado mientras estuvieron separados los dos en la casa, perdió totalmente los papeles y acusó a Miguel de todos sus males chillando y totalmente fuera de sí delante de todos sus compañeros que no daban crédito a lo que estaban viendo. Una salida de tono totalmente fuera de lugar por mucha razón que tuviese tal como ya expliqué hace unas semanas en el blog cuando a la única persona a la que debería pedir cuentas es a su “hamor verdadero”. Un Pol con minúsculas que una vez más se lava las manos como Pilatos después de encender la mecha por activa y por pasiva.
 
    Como estuve desconectado unos cuantos días no he podido seguir en directo la vida de la casa y justo he llegado en plena catarsis celotípica adárica, pero la misma madrugada del viernes después de la gala, Bárbara ya desplegó todas sus artes en el juego, que son muchas y tal vez las mejores, tejiendo una tupida red para pescar en río revuelto con la seguridad de estar en el centro de poder que le  otorga pertenecer al club y con Adara completamente desnortada y enrabietada perdiendo el rumbo de su concurso. Para ilustrar lo que digo sobre la capacidad de control de unos impulsos que libera justo cuando lo cree necesario, normalmente durante las conexiones en directo para el público galero, me vale la genial conversación que esa misma noche mantuvo, hasta desarmarla, con una Noelia exageradamente compungida y llorosa por su nominación inesperada, y como inmediatamente a después se puso a confabular con sus afines para decidir cómo se repartirían el trabajo de cocinar una vez que Fernando y Clara estaban descabalgados de sus funciones culinarias gracias a ellas y al poder del club. Segura y convencida, con tantas señales favorables del concursante número 17, hablaba como dando por descontado que el gaditano sería el próximo expulsado.

   He medio leído los últimos minutados y visto también algún que otro vídeo de estos días y me da la impresión de que en lo esencial nada haya cambiado demasiado en la casa a pesar del cambio (valga la redundancia) de poder gracias al asalto a mano armada del club por parte de Bárbara, Adara y Bea; perdón quería decir gracias a ese concursante nº 17 que representa, dicen, a la audiencia. La cosa va por barrios, pero en realidad todo sigue igual en la casa dentro ese tiovivo de broncas, gritos y disputas en un tono cada vez más alto del que casi nadie se libra y al que la mayoría se entrega con la consigna aprendida de "mueble el último". Por un momento me acordé de lo que pasó en GH 14 cuando no había forma de que Sonia, supuestamente la más odiada de aquella edición por parte de la audiencia, saliese a la palestra nominada. Para romper aquel “status quo” establecido, las mentes pensantes del programa no descansaron hasta que tuvieron la brillante idea de que la nominación la decidiesen los espectadores, y posteriormente, una vez nominados, decidiesen también la expulsión. Después de la expulsión disciplinaria e injusta de Argi, la nominación y expulsión de una sola tacada de la odontóloga canaria por parte de la audiencia fue uno de las mayores ruindades y escándalos por parte del concurso. Menos mal que aquel año estuve muy desvinculado de GH y todo aquello ayudó definitivamente a que dejase de comentar de forma habitual aquella edición tan nefasta.   

   Me asombra comprobar cómo muchas de las cosas que hoy vivimos en esta edición de locos tan adulterada ya se estaban experimentando entonces por parte de la dirección del programa, porque ahora van por el mismo camino pero ya sin disimulo y multiplicando por diez las manipulaciones y retorcimiento de las reglas según conveniencia hasta extremos intolerables.  Lo digo porque hay quién se quedó entusiasmado el jueves pasado, por ejemplo, al ver a las tres beneficiadas por la audiencia para entrar en el club gritando y saltando encima de las camas como adolescentes en un campamento de verano gritando como locas que querían nocilla y tinte para el pelo. A mí me resultó totalmente ridículo, y no por el hecho en sí de ver a las tres haciendo el memo como niñatas de un colegio de monjas trasnochado, aunque puñetera la gracia que me hizo, sino por lo que el hecho significaba para un concurso que se queda herido de muerte un poco más todavía.
 
    También podría hablar de la sucesión de "karpetadas" vomitivas – sí, vomitivas –  que nos sirvieron hasta el hastío envueltas en papel de celofán, lo más de lo más, y edulcoradas con música romántica y efectista de fondo con los típicos vídeos repletos de carantoñas, abrazos esquivos, besos impostados y frases grandilocuentes y almibaradas con la imagen de fondo de la lluvia otoñal discurriendo copiosa por los canalones del jardín. El culmen llegó con la última "karpeta" entre el genéticamente erecto, perdón perfecto, y la azafata cuando cargaron las tintas en los efectos musicales mientras nos mostraban entre otras unas supuestas tórridas imágenes de los dos retozando en el jacuzzi con el tiburón del catalán pujando por reventar la tela del bañador.  Y como guinda final, un Jorge Javier talifán y entregado a la causa cuando nos anunciaba con cinismo superlativo la “gran historia de amor” que íbamos a disfrutar en cuanto nos pusiesen estos vídeos después de la publicidad. En el debate del domingo comprobé que la cosa siguió igual o peor durante el fin de semana, ración triple de Bea-Rodri y sus devaneos con el madrileño entregado y dosificando todo lo que puede antes de caer en brazos de su naranjita, consciente de que si lo hace bien y cumple la línea editorial al milímetro, si precipitarse, es muy posible que lo peten aún más que la otra pareja ante la audiencia y les ganen la partida en el subconcurso de "karpetas" de este año.
   Tristemente la cosa karpetera no acababa ahí durante el debate, cuando conecté con el programa. El tema estrella en ese momento era Fernando y una llamada fallida a su novia por su cumpleaños, y que salga el sol por Antequera. Dentro del aquelarre karpetreril, por supuesto, hay que enmarcar la confesión de Miguel a Pol sobre cuáles son sus verdaderos sentimientos hacia él cuando estaban a punto de rematar esa estancia de dos días solos en la casa aislada durante el fin de semana. Una confesión tan poco consistente que el catalán la digirió como quien se zampa un bocata de atún y se queda tan ancho, pero que  venía a apuntalar la cuadratura de los triángulos superpuestos de los que hablé en el blog hace ya algunas semanas y que han tenido como consecuencia el estallido de Adara la madrugada de ayer.  Y por si esto todo no fuera suficiente el fin de semana también Meritxell revienta de celos por las atenciones excesivas de Rebeca con Alain y acaban discutiendo como dos chillonas tabernarias.
  
    En fin, que la entrada que pensaba publicar el viernes estaba dedicada a Montse, la concursante ninguneada y humillada por el programa hasta extremos intolerables el día de la gala y que en la noche del domingo, al poner el debate, me la encuentro rodando por el suelo con el comentarista ese insufrible de los pelos tipo rasta que parece que lleva un manojo de berzas en la cabeza, sí, al que el bueno Jordi le permite todo y tiene patente de corso para interrumpir y hacer o decir cualquier chorrada que le venga a la cabeza durante el programa. Volviendo al jueves, ya anticipaba lo que nos esperaría cuando Jorjejá, cínico como siempre, se dirigió a su hermana en el plató para que expresase sus quejas.  Ella vino a decir lo evidente, lo que desde aquí hemos comentado, que “ese presentador” (calificativo genial de Ácrata) ha sido totalmente parcial y capcioso al hablar de los concursantes durante las galas. Con la granjera, en concreto, contribuyó en gran medida a la creación de una imagen de Montse distorsionada, de mueble y ausente, fuera de la casa con sus comentarios jocosos y burlones, cuestionando a cada paso su presencia real en el concurso durante las primeras semanas. Una serie de intervenciones poco afortunadas que han influido negativamente de manera clara y sin ninguna duda en la percepción que tiene de ella la audiencia galera.

   Con todo el cinismo del mundo se atrevió a recriminar lo poco que aparecía en los vídeos a una concursante nerviosa y que acababa de aterrizar en el plató. Hay que tener muy poca consideración para afirmar algo semejante cuando todos sabemos que los guionistas de GH editan los vídeos que les da la gana, y que este año la temática fundamental son las broncas sobreactuadas y sobre todo lo que tiene que ver con las multikarpetas superpuestas y alimentadas desde la organización remarcando lo que interesa a la “editorial”. Los que seguimos más o menos el veinticuatro horas sabemos que las cosas no son exactamente así, y que hay más vida en la casa, a pesar de que las cámaras en el directo también reflejan lo que pasa entre los concursantes siguiendo el mismo patrón de selección. Además, sin dejar siquiera que Montse pudiese explicarse se atrevió a decirle que lo hizo fatal justo esta semana en que estaba nominada y comenzaba a tener más presencia en la casa.
  Ni un puñetero vídeo que ilustrase esas duras y tajantes afirmaciones, nada de nada, sólo más palos aún para la granjera de los que recibió en la casa y sin derecho a defenderse. Un ninguneo monumental, uno más, sin disimulo y por las bravas. Ella, vestida elegante con un conjunto negro de pantalón largo de campana, guapa y discreta, se desenvolvía inquieta y descolocada intentando contestar casi a ciegas las preguntas inquisitoriales de respuesta unívoca del presentador mientras procuraba mantener el tipo como podía a medida que se hacía consciente de la dimensión de la aventura que acababa de vivir en GH. De alguna forma parecía liberada por estar fuera de juego pero al mismo tiempo su sonrisa resignada y una mirada triste delataba su verdadero estado de ánimo. Una mezcla de estupor y decepción por la incapacidad, o imposibilidad, tal como se dieron las circunstancias, de no haber dado mucho más de sí misma en el concurso. El presentador, al final, ni siquiera le dejó despedirse en condiciones de sus compañeros ni darles un consejo.

    La granjera ha sido una concursante diferente, un espíritu libre en la casa que en su particular paseo por las nubes, desde que entró despistada con aquel caballo blanco en Guadalix, no entendió muy bien de qué iba el juego y fue utilizada por tirios y troyanos para sus causas particulares. Algo totalmente contradictorio con sus lecturas tan acertadas de lo que ocurría con la audiencia. Ella, confiada, se dejó llevar y cometió algún que otro error de bulto, sin darse cuenta de que prácticamente nadie a la hora de la verdad apostaría por ella, convirtiéndose siempre en el recurso fácil del que prescindir. A pesar de todo al final se demostró que la mayoría de sus compañeros le tenían cariño y aprecio, en algunos casos muy sincero como Clara y una sorprendente Rebeca que entró con la lección aprendida de arrimarse al grupo minoritario pero que acabó empatizando de verdad con la catalana. Como ya he comentado anteriormente creo que se trata de una concursante que no está hecha para esta nueva era de GH donde prima la interpretación y impostura.  Ella misma fue siempre consciente de que sobraba en la casa y le costó muchísimo hacerse un hueco entre los demás. También es cierto que no se lo pusieron fácil y ella, una persona más bien conciliadora, liberal y amable desplegaba a veces un humor muy peculiar jugando a parecer una come hombres que desconcertaba a algunos concursantes.
 
   No sé, debo ser un tipo raro, pero a mí Montse me pareció una concursante interesante, bastante más que la mayoría de los que quedan en la casa enredados entre “karpetas” y gritos, y me hubiese gustado ver su evolución. La entrada de Rebeca supuso un salvavidas para ella porque parecía la única con la que podía desplegar toda su personalidad sin tener que guardarse las espaldas. Con la chica de Serrano se abrió del todo porque se sintió comprendida por fin manteniendo una relación de igual a igual con ella y logramos enterarnos gracias a sus conversaciones que ya no dudaría jamás entre el chocolate y la nata y que siempre se quedaría con el primero. 

    También me quedaré con el magnífico striptease o baile erótico que escenificó con Miguel y Clara en su última fiesta en la casa. Montse le dio un “xeito” fenomenal, con mucho estilo vamos, tanto que por un momento temí que Miguel perdiese el peluquín con la emoción y que se olvidase por unos momentos del genéticamente perfecto pensando si realmente se estaba perdiendo algo ante el arte que le ponía la granjera al asunto.  Cosas mías que confirman lo que siempre creí, que aunque ella tuvo parte de culpa en su destino necesitaba el tiempo que nadie le concedió para darse a conocer más allá de las broncas sobreactuadas y las karpetas de rigor que se adueñaron de la casa tapando cualquier posibilidad de progresión a otros concursantes que se saltasen el guión establecido y que fuesen más por libre como la catalana. Una pena, pero estas son las cartas y este es el juego. Y lo tomas o lo dejas.

Forastero marulo

miércoles, 12 de octubre de 2016

APOTEOSIS KARPETERA

     Si mal no recuerdo el año pasado en GH 16, visto el perfil tan determinado de algunos de sus concursantes, titulé una de las entradas del blog como “apoteosis viceversa”.  Aunque al final resultó una edición bastante decente es de agradecer que este año no prime al menos ese tipo de concursante que se podría trasvasar perfectamente, y sin que se note el cambio, para ejercer tronista, o cómo diablos se llame, en el programa de MYHYV por poner un ejemplo.

   Sorprendentemente este año no domina lo viceverso, vale, sin embargo para mi disgusto hay una obsesión de los habitantes de Guadalix, sobre todo de ellas (los chicos también pero lo disimulan mejor) por encontrar el amor a toda costa y por la vía rápida, y en todo caso si éste no se produce de ninguna forma simplemente simularlo, o imaginárselo, para obtener los réditos que se presuponen a quién se adhiere a dibujar corazoncitos rojos atravesados por flechas de Cupido con los nombres de los enamorados en las “karpetas” de los talifanes, o más bien talifanas, del asunto. Una salvaguarda, o eso creen, para llegar lo más lejos posible en el concurso y si se dan las circunstancias apropiadas de celos, despecho, desamor - y si es con mucho sufrimiento de cara a la galería todavía mejor - intentar acertar con la tecla precisa que conmueva a la audiencia karpetera mayoritaria y explotar esa vía para que los lleve en volandas hasta la final, y si es posible ganar el maletín.
    A la hora de la verdad el problema, creo, no está tanto en que ellos se abandonen o busquen desesperadamente montarse la película del “hamor verdadero”. Eso va de fábrica con el concurso y ya estamos nosotros para juzgar, premiando o censurando, lo que creemos que hay de cierto con las emociones que nos transmiten y los sentimientos que nos venden. La cuestión y la polémica está en realidad en la “línea editorial” y el guión de la dirección del programa que supedita un concurso tan genuino como GH a generar, promover y alentar con sus intervenciones interesadas y manifiestas – los renglones torcidos de los que hablaba en la antepenúltima entrada - la aparición y engorde de cualquier “karpeta” por muy poco creíble que parezca.  Los concursantes lo saben, y la buscan con afán para conseguir la complacencia de un determinado tipo de espectadores como dije y de paso la aprobación de la dirección del programa. Algo fundamental si se quiere seguir en la carrera de Guadalix con unas mínimas garantías de éxito.

    Y en esas estamos, en medio de una apoteosis karpetera que podría acabar en una orgía desaforada emocional, y de la otra, la carnal de siempre que es más vistosa y con morbo para el público, como en la escena aquella de la novela “El perfume” de Patrick Süskind en que el asesino protagonista, Jean Baptiste Grenouille, consigue gracias a los efluvios irresistibles de sus mágicos perfumes que los habitantes de Grasse acaben fundidos en una orgía multitudinaria en medio de la plaza del pueblo. No niego que en algunos casos exista un fondo de autenticidad respecto a sus sentimientos pero no puedo evitar que la mayoría de las veces me suenen a algo artificial y un fraude sin más teniendo en cuenta lo resabiados que entran en el concurso después de tantos años. Sobre todo cuando lo que se transmite es una colección de poses y actuaciones tan de cara a la galería como me ocurre con la historieta de Pol y Adara.
   Para más abundamiento el plató del Límite 48 horas, y del debate del domingo pasado, se suma en masa en una sospechosa unanimidad a favor de la azafata. Nada, que esta chica mea colonia por donde pasa y tenemos que tragar el guión establecido en el programa a pesar de su simpleza de argumentos cuando discute, de su incapacidad para mantener una conversación con un mínimo de interés y no nos queda más remedio que escuchar repetidamente en sus múltiples discusiones, la mayoría sobreactuadas según mi opinión, toda su colección de latiguillos faltos de la más mínima imaginación como el uso y abuso del calificativo de “pesada” cuando ya no tiene por donde salir.  Y obviando los demás aspectos de su convivencia, algunos bastante cuestionables, toda su vida se juzgue en función de la carpeta con el genéticamente perfecto como si tratase de una pobre y maltratada chica directa y sincera en contraposición a una colección de compañeras que nos las quieren pintar con trazo grueso y generalista como un hatajo de arpías envidiosas y malignas intentando hacerle la vida imposible. Y lo más alucinante es que una idea tan simplista cuela y cala en la audiencia.
    Así una y otra vez todos los programas (debates, límites 48 horas y galas) del concurso dedican la mayor parte del tiempo y espacio a tratar de la sucesión interminable de karpetas que se están produciendo en la casa como hongos de otoño. Visto el percal y volviendo de nuevo a la novela de “El perfume” uno imagina malévolamente por un momento que todo se les vaya de las manos y la casa se convierta en una orgía colectiva de todos con todos en un “totum revolutum”: Adara montándoselo con Pol mientras Meri hace cosquillas al genéticamente perfecto y se lo monta a su vez con Alain que por arte de magia perdió la sosería y posee a la pantera rubia con la precisión mecánica y fría de quien hace una tabla de flexiones en el gimnasio. Mientras tanto la naranjita consigue echar dos casquetes seguidos con Rodrigo que satisfecho con su debilidad choni se mira de reojo con Adara acompasando con ella los jadeos. Miguel aprovecha mientras tanto la ocasión para acariciar también con disimulo a Pol que no se entera por estar en plena faena con el émbolo desatado, al tiempo que Clara le saca el peluquín a su amigo en pleno clímax con Fernando que observa extasiado el culo en pompa de Rebeca con sus ojos azules saliéndose de las órbitas, justo cuando la madrileña se come un plátano con picardía mientras mira a Alain y aplica con la mano libre un masaje sugerente a una Noelia que perdida entre orgasmos cerebrales se fija en el culillo redondo de Rodrigo que tanto le gusta mientras sueña que le entrega su preciado tesoro. Y entre todos, poderosa, enfundada en su traje de cuero negro y con sus zapatos de tacón aguja, se pasea Bárbara como ama del cotarro ordenando el cuadro con su fusta en ristre.

    En fin, una pesadilla de una noche de otoño, pero si alguien albergaba todavía alguna duda sobre qué va el asunto este año, la dirección se saca de la manga el cuento del concursante número 17 y nos meten en la otra casa durante 48 horas a Bea y a Rodri para alimentar ese holocausto karpetero insaciable que deja en un segundo plano todo lo demás. Con dos cojones y un palito, como diría Jorge Berrocal.  Por si acaso no se había enterado el madrileño de cuál es su papel en este sainete ya sabe que le toca ponerse a la faena y hacer feliz a la naranjita para que no se vaya con mal sabor de boca del concurso. El guión ya está escrito y no está permitido saltarse la línea que le toca. De alguna manera vienen a decirle que se deje de remilgos, que en fondo la choni-pija por mucho que se diga es mucha mujer para él y la línea editorial no se discute. Y si no está por la labor, ya sabe, puerta y a otra cosa mariposa.
   Desgraciadamente ya imagino a mi Montse, pobre, observando alucinada desde fuera a partir del jueves todo el espectáculo, sobre todo cuando a ella la habían tratado de pervertida, viciosilla y obsesa sexual. Seguro que se le quedará una cara entre la estupefacción, el desagrado y la sonrisa irónica. La misma que se le quedó anoche cuando tuvo que escuchar los patéticos "no argumentos" de Adara en sus contralegatos contra ella.

Forastero marulo.