¡¡ESTOS SON MIS PRINCIPIOS!!

    Recuerdo la fiesta mejicana a mediados de noviembre en Guadalix en honor a Danielle, la chica de intercambio con Big Brother Méjico mientras Vera se reivindicaba allí liándose con Rossana, la explosiva mujer Playboy y DJ de aquella casa.  Fue una noche loca en la que el vasco perdió por unas horas el norte y con unas copas de más le entró a Han con tal furor libidinoso que todos sus compañeros alucinaban en colorines. Era evidente que el tequila había hecho su efecto y dentro de esa nebulosa informe en la que te instala a veces el alcohol hasta reducir al mínimo la capacidad de contención, salió a relucir la verdadera cara de Aritz. Ya se sabe, cuando uno bebe más de la cuenta se suele destapar en general la personalidad oculta de cada persona. Y él se dedicó a putear con sorna a Han declarando cínico y provocador que iba a montar el show que su compañero de cama necesitaba para ganar el concurso, dispuesto a quedar si era necesario de hijo de puta, según sus propias palabras, porque para él comerle el morro a un amigo no tiene transcendencia ni significación alguna, que fue lo que contestó más tarde a Marina cuando le preguntó si haría lo mismo por ella.  En aquel momento pensé que toda esa parafernalia argumentativa y tan elaborada no era más que una excusa para justificar su actuación ante sus compañeros y la audiencia, una coartada perfecta para abandonarse así al deseo irrefrenable, y exacerbado por la fiesta y el alcohol, de montárselo con el chino sin tener que desmontar su postura oficial de cara al programa de que todo lo que pasa entre los dos se trata de una amistad liberal, abierta y nada más.

    Otra vez Marina, como amiga y confidente principal siempre que las cosas se le torcían al vasco con el chino, intervino con más razón que una santa aquella misma noche cuando le planteó que si todo le daba igual y tenía que cambiar sus principios para darle el maletín a Han pues que hiciese directamente edredonig con él, pero luego que no viniese a quejarse por las consecuencias. En realidad la manchega sólo le pedía algo de cariño y Aritz simplemente argumentó que la entendía pero le pidió que no lo juzgase independientemente de su opinión sobre la relación que mantiene con Han .

    Visto el tema con cierta perspectiva me parece todo bastante retorcido y tal vez me equivoque pero para el vasco los mordiscos, los besos y los abrazos bajo las sábanas, lo mismo que todas sus intimidades con el chino no tienen nada de sexual, y su único argumento es que sólo son en todo caso un show para ayudar a Han para que gane el concurso como buen amigo. Recuerdo perfectamente sus palabras al final de aquella noche ante la extrañeza de Han e incluso su incomodidad por la situación, cuando el vasco le dijo más o menos, con un cinismo brutal, que haría lo que él quisiese con tal de beneficiarlo en el concurso y que ya se apañaría para explicarse más tarde; y que el vino solo al concurso y que no estaba allí para hacer amigos. Unos días más tarde en plena gala, después de un día dramático para los dos por el duro enfrentamiento que habían protagonizado con todos sus compañeros como testigos, se produciría la famosa bronca en vivo y en directo que condicionó totalmente aquellas nominaciones. 

    No pensaba volver sobre este tema, pero si estoy aquí siguiendo esta edición tan intensa y apasionante en muchos sentidos no me queda más remedio que abordar de nuevo el asunto “Hanaritz”, quiera o no quiera, me guste o no. Una historia que se convertirá en un hito del programa por lo novedoso de esta relación que da vueltas sobre sí misma como una espiral sin fin e insufrible.  Ahora mismo podría repetir párrafos enteros de la entrada del 18 de noviembre – Romper la baraja – y que daba por definitiva después de aquella bronca descomunal que montó el del sombrero y de la que salió de rositas; un primer intento de desmenuzar y entender la compleja relación entre el chino gay y el vasco ambiguo que se define como liberal sin complejos y alérgico según dice a poner etiquetas a nada ni a nadie. Han estaba nominado entonces y logró salvarse gracias a que coincidía con Marina en la sala de expulsiones, que estaba prácticamente sentenciada. En esta ocasión el que está en la picota es Aritz y la nominación le está sentando fatal, hasta el punto de cometer errores garrafales que están acabando por desenmascarlo del todo, y aunque vuelve a tener mucha suerte por coincidir con Ricky en la palestra, que parece desahuciado después de un fin de semana “horribilis”, el vasco sigue empeñado en dilapidar a marchas forzadas la ventaja que supone jugársela con el canario. Sumido en una pura contradicción se dedica a hacer todo aquello que criticaba en los demás con bastante saña y "donde dije digo, digo Diego". Nada que me sorprenda por cierto, porque no es más que la constatación de lo que planteaba hace varias semanas en la entrada aquella que titulé “la paja en el ojo ajeno”.

    No voy a desmenuzar ni a interpretar todas las barbaridades que este hombre suelta por esa boca, entre ellas airear ante los demás determinados secretos sobre la vida sexual del chino que sólo él sabía en una muestra clara de deslealtad no ya a un amante, sino a un amigo. Y lo que es peor, intentar hacer después a Han culpable cuando éste con toda la razón, por mucho que ya lo haya perdonado, le afea la conducta al dejar en una situación comprometida a personas ajenas al programa. Tampoco pienso analizar las causas de porqué el del sombrero hace lo que hace y dice lo que dice, ni de su mala leche proverbial, ni del cabreo que se pilló con la dirección del programa por embarcar a su madre y a su abuela en el vídeo de apoyo de los familiares que le pusieron el domingo por la noche en el confesionario. La lista sería interminable. Sólo recalcar que siempre da a entender que se rige por unos principios que suele pasar por el morro a los demás; algo que hace desde esa postura maximalista de la típica persona que se reviste de una superioridad moral por encima de sus compañeros y que presume de un comportamiento nada proclive a dejarse embaucar por cuestiones superficiales o por el chismorreo. Aunque luego se los pasa por dónde todos sabemos como demostró el otro día con el show que se montó despelótandose en medio de la casa como protesta por quedarse sin agua caliente para ducharse. Me cuesta mucho además, escuchar la defensa de la figura del vasco y su actitud por parte de determinados colaboradores en debates y galas, en concreto en el asunto afectivo y erótico con Han. Puedo entender que se le apoye en algunos aspectos de su vida en Guadalix, o que se abogue todavía por la autenticidad de su concurso desde el convencimiento, allá cada cual, pero sinceramente, tengo que hacer unos tremendos esfuerzos para no apagar el directo cada vez que lo veo encamado con el chino, que también tiene gran parte de culpa por cierto pero ése hoy no es el tema. Como dije en su momento, el juego me resulta fraudulento y desde la última reconciliación entre los dos todavía más.  

    Puedo equivocarme pero creo que Aritz desde el minuto uno no ha sido sincero con nosotros y se montó una historia de persona pura y alejada del mundo frívolo y cibernético que se ha ido desmoronando por su propio peso al comprobarse que no eran ciertas muchas de las cosas que nos vendía.  Estoy convencido de que el vasco habría ganado esto de calle si desde el primer minuto fuese consecuente con esa mente abierta y liberal de la que presume y dejase de esconderse detrás de su sombrero y una llave. Se trataría de que asumiese simplemente que Han le atrae y le gusta de verdad independientemente de que se considere una persona heterosexual, bisexual, heterocuriosa o lo que le dé la gana. Después tendría dos posturas posibles: La primera consistiría en aceptar su deseo y/o sentimientos, lo que vemos y percibimos todos, y dejarse llevar en brazos del chino sin renunciar, o sí, a su condición sexual previa fuese cual fuese.  Y dos; aceptar también lo mismo pero decidir que no quiere seguir ese camino conscientemente por las consecuencias de dar semejante paso en un programa de audiencia millonaria o por lo que sea. En cualquiera de las dos opciones Han sufriría menos y él seguramente dejaría de estar amargado y susceptible por la tensión de mantener una farsa de semejantes proporciones tan poco creíble y difícil de gestionar de cara a la audiencia pero a estas alturas estaríamos hablando, probablemente, del favorito indiscutible para ganar Gran Hermano 16.

     Desde que se afeitó y se dejó el bigotito cuando intenta dar lecciones a sus compañeros, sobre todo a Han, vendiendo su imagen de hombre íntegro, liberal y desinteresado me acuerdo de la frase aquella de Groucho Marx tan apropiada para la ocasión.  “¡Estos son mis principios!. Si no te gustan tengo otros”.

Forastero marulo