¡LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA!

     El sábado desaparecí varios días alejándome a medias de GH, auscultando el pálpito de la vida en Guadalix desde la distancia que me permitieron unos días de puente, justo en esos momentos cuando octubre cede el paso a noviembre entre caminos húmedos alfombrados de hojarasca y sabor a castañas, cuando el mundo de los vivos se acerca más que nunca al reino de los muertos. Esas horas en la que muchos hacemos lo que le gusta tanto a Marina: visitar los lugares donde descansan aquellos que ya no están entre nosotros pero que seguirán viviendo en este mundo hasta que se nos apague el interruptor de la memoria con el último aliento, y crucemos el río del olvido montados en la barca de Caronte hasta el otro lado para estar por fin con ellos y no regresar jamás. Nadie muere definitivamente mientras permanezca en nuestros sueños y recuerdos, porque todos los mundos están en éste mientras haya un minuto de vida y una pizca de ilusión.  

    Me fui tranquilo pensando en estas cosas y con la seguridad de que sin los espíritus y espectros que acompañaban a Carolina iban a cambiar muchas cosas en la casa. También con el deseo latente en la entrada del viernes pasado, casi una promesa rubricada en los comentarios de que intentaría hablar sólo de ellos - los protagonistas de GH - en lo que queda de programa. Anteayer, ya de vuelta, me pasé el día leyendo por todos lados, repasando vídeos en diferido. Incluso en contra de mis propios principios me tragué ayer más de lo deseable para mi salud "gehachera" el debate del 48 horas, combinando a medias un rato en el directo y otro rato en el plató. Dos mundos en paralelo como espejos que representan imágenes distorsionadas e irreales de la verdad de la casa. Los de fuera con el guión carpetero por bandera un tanto desbaratado ahora y los de dentro ciegos y torpes actuando e interpretando lo que pensamos en el exterior de forma equivocada y errática por culpa de tanta información sesgada y tendenciosa mal digerida, y también desorientados por esa aparentemente torpeza inmensa con la que Raquel reparte sin ton ni son por la casa la información que trajo del exterior como repescada. Digo lo de aparente porque no tengo claro que no esté todo dentro de sus cálculos aunque la jugada salga por peteneras y surta el efecto que ella desea pero por caminos inesperados y sorprendentes.

     Ayer, al recapitular todo lo que ha pasado hasta ahora, al ver a las colaboradoras del programa aplaudiendo a rabiar como groupies desaforadas al atractivo primo de Vera, dijese la chorrada que dijese, y sin pensar siquiera si les habían cambiado el guión me dije: ¡Las vueltas que da la vida!.  Y el que era "bienqueda" cobarde y un calzonazos sumiso a los pies de una malvada Nichela, el concursante que ponían a parir sin compasión es ahora un chico divino y encantador que merece estar en la final por derecho propio. Lo que antes era negro ahora es blanco y el Vera cagado se convirtió en el Vera apuesto y valiente. Disfrutando como nunca imaginé del espectáculo tantas veces bochornoso, me divertía ver como la pelota se ponía en el otro tejado y comprobar la cara de sorpresa de una Amanda a la que no le cuadraban las cuentas tan convencida como estaba de que ella era la dueña de ese porcentaje tan ínfimo de rechazos del público. Su cara era un poema incapaz de disimular su decepción después de convertirse en la víctima perfecta de la adulación de su súper pandi, aupada entre todos y su propio ego a lo alto de una peana. La caída mañana, salga o no salga expulsada, puede ser brutal. Un terremoto en la casa y otra vuelta de tuerca al equilibrio de poderes real del concurso mientras el guión de la casa, el de siempre, el de toda la vida, como decía Julito de GH 10, seguirá girando alrededor de carpetas insufribles y recurrentes que no sé a quién interesan. 

     Bueno, sí, entre fiestas romanas y bailes de chicas enceladas dando el tono a machos beodos con el torso desnudo girando como peonzas carentes de ritmo, a muchos les queda Sofía, la beneficiaria última de esta situación viciada. Una chica a la que ama la cámara con fruición, tan fotogénica y bonita como mal encarada, tan vulnerable como letal. La hija de Maite. Una Galdeano a medio hacer encantadora e insufrible, infantil y vampiresa, entregada y caprichosa. Una mujer con alma de pájaro libre que se deja encadenar por el deseo y la atracción hacia la persona equivocada. Todo en medio de bucles interminables con lágrimas de impotencia, sonrisas luminosas y confesionarios a cuchillo que la llevarán probablemente a las puertas de la final muy cerca de la victoria con la ayuda inestimable de los que buscan sacársela de en medio.

     Esperando acontecimientos en la próxima gala dentro de unas horas me quedó con los gestos y las miradas que nos transmiten los concursantes en el ecuador de la edición. Rostros que muestran emociones, sentimientos, dudas o tal vez atisbos de la falsedad de la que tanto hemos hablado durante lo que llevamos de concurso.  Quién sabe.

 

   

   

  

 

          

Forastero marulo