1.- Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada (Edmund Burke)

2.- Hay un límite a partir del cual la tolerancia deja de ser virtud (Edmund Burke)

sábado, 29 de noviembre de 2014

EL CABALLERO DE LA MANO EN EL PECHO

    He perdido la cuenta de cuantas veces durante estas diez semanas que ha vivido en GuadalixFran se ha llevado la mano al pecho para recordarnos la importancia del corazón en todo lo que hace y dice, asegurando a continuación que él siempre es el mismo dentro y fuera del concurso. Todo un caballero comprometiendo su palabra de honor. – El corazón para la casa y la cabeza para el concurso – Le recordó una y otra vez a Luis, su compañero. Una frase grandilocuente que se ha convertido en su santo y seña, en el mantra incuestionable que ha repetido, y sobre todo se ha repetido a sí mismo, hasta la saciedad como intentando convencerse de que la realidad son las palabras que se dicen y no siempre los hechos que la avalan.

    Todavía hoy, después de observar su conducta durante todo este tiempo no me explico cómo el apoderado de Luis, con su estilo y sus características, se ha atrevido a meterse en el tremendo avispero en que suele convertirse Gran Hermano. Su mujer, en vista de las repercusiones del paso de Fran por el concurso en la calle y la defensa floja e inconsistente de la amiga que lo representaba en el plató, decidió tomar personalmente las riendas del asunto y hace unas semanas salió a la palestra para representar a su marido. Justo antes de la expulsión, durante la visita familiar que tocaba esta semana, las palabras que dedicó a su marido tras salir de dentro de una enorme tarta en el jardín, le asestaron el hachazo definitivo. Una forma de decirle más o menos y resumiendo mucho – Fran, se acabó la fiesta y pasa ya para casa sin rechistar – Sólo le falto cogerlo de la oreja y sacarlo a empellones por la puerta.
    A la buena señora también hay que entenderla, porque según confesó a Mercedes su marido entró en el concurso a pesar de su rotunda oposición, y avisando que ella no pensaba participar en el circo. Me imagino que visto el percal que se había montado fuera ella pensaría que la mejor opción era entrar al rescate de la imagen deteriorada de Fran de cara a la audiencia y procurar por todos los medios, por lo civil o lo criminal, lo expulsasen o no, que no pasase un minuto más en Guadalix. De cara a lo nuestro, al concurso, adoptó una actitud totalmente censurable, pero como esposa y madre de sus hijos, desesperada, comprendo su postura.  

    Lo más sorprendente fue la explicación que luego dio la buena señora a una pregunta de la Milá, ya de regreso en el plató y poco antes de que entrase Fran para la entrevista como expulsado, sobre las razones de su marido para embarcarse en un concurso con tantas cosas en contra. Contestó sin ningún género de dudas que es por su espíritu aventurero. Una justificación que sinceramente me sorprendió. Juro que por un momento me vino a la cabeza la imagen del apoderado deambulando por la casa látigo en mano a lo Indiana Jones en busca del maletín perdido, con su típico sombrero, una camisa caqui debajo de un chaleco de cuero desgastado y unas botas Panamá Jack. Por supuesto semejante visión no me encajaba en absoluto con su modus vivendi en Guadalix, ya que toda su aventura consistió en las múltiples conversaciones de sofá, que eran la mayoría, intentando camelar con mucha labia para lo suyo a unos y otros. O sus pinitos como locutor radiofónico de una emisora provinciana durante sesiones interminables que indican claramente una vocación frustrada. 

    En todo caso una estrategia legítima que dio sus frutos durante un tiempo dentro de la casa hasta que factores externos inesperados – aquellas famosas pelotitas de tenis que lanzó al patio el novio Aza con información del exterior o la despedida cortante que le dedicó Alfredo con los aplausos del público de fondo – acabaron de manera injusta y fraudulenta, tal como conté aquí en su día, con ese periodo de esplendor en que estaba considerado por algunos de sus compañeros como el más firme candidato a llevarse la victoria, sobre todo los chicos del clan de Carabanchel al completo que luego se convirtieron en enemigos acérrimos.
    En fin, una aventura como mucho de carácter intelectual, que ya es decir, aunque torpe y equivocada en su transcurso casi desde el inicio. Teniendo en cuenta su perfil o lo que decía en su vídeo de presentación, y después de asegurar a Mercedes en aquellos primeros días que él jamás había discutido con nadie tuve el presentimiento de que el apoderado tenía muchas posibilidades de acabar al pie de los caballos y me vino inmediatamente a la cabeza ese refrán tan nuestro de “ir a por lana y salir trasquilado”.

     Su mujer lo conoce mejor que nadie, eso seguro, y nos contó que es un aventurero, pero a pesar de sus explicaciones no tengo muy claro cuáles fueron los motivos reales para que una persona como Fran se embarcase en la incierta aventura de participar en Gran Hermano. Ya había comentado, a cuenta de esto mismo, que hay muchas probabilidades de salir tocado de la experiencia salvo que su objetivo consista en sumarse al famoseo y a la farándula mediática, una meta para la que muchos son llamados y muy pocos los elegidos. Una posibilidad que ahora no me parece tan descabellada después de dar a entender en el plató que tenía algún tipo de vínculo con la duquesa de Alba, o por el disgusto que se llevó cuando la Milá le informó que Isabel Pantoja había ingresado en la cárcel horas después de la muerte de la duquesa, la mujer con más títulos nobiliarios en España y el mundo. 

   Seguramente no son más que puras elucubraciones marulas en el caso del apoderado, que se movía por la casa con la rutina grisácea de alguien que va a su trabajo de ocho a seis y que su única veleidad, tal vez, como acabo de decir, es esa querencia por lo radiofónico, hasta el punto de que el único rato del que parecía disfrutar de verdad era cuando estaba en la cabina y se escuchaba a sí mismo con la voz perfectamente modulada de locutor un tanto trasnochado, y poniendo música hasta cansarse mientras observaba desde esa cápsula, en la distancia, al resto de los compañeros que en mayor o menor medida sí vivían la experiencia.

    El apoderado se ha equivocado en casi todos los frentes de su concurso y tampoco es lo mío ensañarme ahora con él, aunque es adulto y debería saber donde se ha metido y las consecuencias que conlleva exponerse en la vida en directo. Bastante castigo ha tenido con el varapalo que su mujer le dio en su visita, aviso suficiente para saber que la cosa no estaba bien y que su aventura se había acabado allí mismo.  A pesar de todo, curiosamente, se plantó en el plató con bastante seguridad dispuesto a torear de perfil con finos capotes de sublime verborrea a todos los morlacos que fueron saliendo a su encuentro, sobre todo los de Carabanchel y allí no se oyó una palabra más alta que la otra; sólo una enrabietada Lucía entraba con ganas de pinchar profundo y hacer sangre. Al final, gracias a sus dotes de telepredicador todo se enredó alrededor de sus frases y salió muy bien librado de una faena que se presumía de antemano tan difícil para él.

    Ayudó y mucho la desidia de la Milá, que este año está muy blandita y acoge con suma delicadeza a todos los expulsados, salvo a Lucía que fue la única con la que se empleó a fondo de verdad, y extrañamente lo dejó irse de rositas después de una entrevista que Fran remató con mucho arte en una despedida de la casa elegante y mesurada en la que salió a relucir una vez más su corazón. Además es necesario destacar que antes, cuando la puerta de Gran Hermano se abrió para recibirlo, y entró en el plató, justo la mitad de sus compañeros se levantaron a saludarlo, los tres mayores – Loli, Maika y Paco – y el verso libre de Shaima, mientras que los otros cuatro, el universo de Omar al completo, se quedaron sentados. Se notó la mano de Loli que estuvo templando el ambiente, conciliadora como siempre, y la artífice seguro del cambio de actitud de su hermana hacía el apoderado cuando en otras galas Maika lo ponía de vuelta y media calificándolo de falso.
   Fran ya está expulsado y no me interesa ahora especular sobre los posibles tejemanejes de la organización; lo cierto es que otra opción que no fuese él me hubiese parecido un verdadero sinsentido, así que prefiero disfrutar sin más de que al final Yolanda sigue en la casa. Habíamos dicho en anteriores comentarios que estaba decaída esta última semana y después de encontrarse con su madre y sus amigas en la visita de los familiares volvió a la casa mosca por los mensajes que recibió durante el encuentro. El “respeta” de su madre y la recomendación de una de sus amigas para que no se aparte de su prima la dejaron descolocada. Como ella no sabe callar ni administrar la información que tiene de forma estratégica, enseguida se lo largó a Jonathan con la intención de que le dijera si había algo que debía saber. 
   El primo pequeño, expuesto a la expulsión otra semana por la cobardía del de su primo Juanma, despertó por primera vez en mucho tiempo de su letargo de risotadas continuas y su estado aparente de felicidad realmente preocupado de que se le acabase el chollo del mamoneo constante que se trae con la prima. Incluso tuvo un amago de discusión con ella y confesó agobiado a su primo que lo pasa fatal porque no le gusta nada que lo metan en los fregados.  Me pregunto si es consciente de que él está metido ahí porque quiere y le interesa, y que los jueguecitos tienen sus consecuencias. Lo que no es de recibo es que se lave las manos como Pilatos y se ponga constantemente de perfil como si él no tuviera responsabilidad ninguna.

   Lo mejor de la gala como siempre fue la visita de los familiares. Me sorprendió el encuentro de Paula con su abuela, una anciana entrañable, que me resulta difícil de clasificar, como mucho diría que me pareció algo irreal por la actitud extrañamente contenida de la hawaiana. O el despiporre de Hugo y su madre que no paraba de reír nerviosa y descontrolada encima de un taburete, y a continuación el encuentro con su abuelo en el confesionario mientras rubia, la cabra, que esta vez no tiró al monte, observaba asombrada la escena desde la puerta.  Y la agonía de Aza después de estar con sus padres, o la serenidad de Luis en el encuentro con su padre y su guapa prima que asomaban la cabeza como dos trofeos a través de unos agujeros en la pared con el busto de un toro imponente al lado. La alegría y espontaneidad de Yolanda que sacó de la caja a su madre para abrazarla del todo. Pero el encuentro más emocionante sin duda fue el de Alejandra y su reacción de bloqueo temblando mientras abrazaba a su madre que salio también de debajo de una caja rodeada de productos albaceteños. Era la autenticidad de la emoción desbordada de una niña rebelde que no sabía como pedir perdón a su madre por todo el daño que según ella le había causado.
    Después de tantas emociones la gala acabó con unas nominaciones envenenadas con Alejandra, Luis y Jonathan en el disparadero.  Las últimas nominaciones de la edición y con dos expulsiones el jueves que viene según nos informaron. No he visto todavía como van las encuestas pero a mí me gustaría que en primera instancia se vaya el primo. Supongo que las paulistas irán a por Alejandra lo que supondría un fallo estratégico fatal para sus intereses. Lo mismo que dije en la anterior entrada si conseguían echar a Yoli, que era una forma de poner casi en bandeja el triunfo de Ale; de la misma manera si ahora lograsen echar a Alejandra, en una hipotética final la prima rubia podría llevarse el maletín al concentrar en ella votos numerosos de distintas partes, algo mucho más difícil o imposible si el voto estuviese dividido entre las dos.  Allá ellos.

    Para acabar me gustaría comentar algunas cosas sueltas que me llamaron especialmente la atención. Lo primero señalar que mientras observaba mirada triste de Omar durante toda la gala, tan diferente a la belicosidad que parecía mostrar Lucía sentada a su lado, y al darme cuenta de quiénes eran los ocho que quedaban en el concurso, me acordé de la granja escuela de la que había hablado para referirse a sus compañeros, una expresión que tanto molesto dentro de la casa. Lo cierto es que en Guadalix quedan sólo cinco jovenzuelos – Las primas, Joni, Luis, Hugo y Paula - y sus dos monitores treintañeros – Juanma y Azahara – a los que tampoco les vendría mal un hervor, al menos para que espabilen. 
   También me resultó entrañable ver a YoliPaula y sobre todo Luis animando a una Alejandra compungida y afectada tras quedarse bloqueada con su madre y por sus palabras cuando le dijo durante la visita que era más cariñosa con todos los demás que con ella. La pobre con los nervios no se dio cuenta de que en el tono que usó no había ni un rastro de reproche.

   Finalmente constatar la decepcionante realidad de que Hugo y su cabra lleguen a las puertas de la final sin haber estado jamás nominados. Una situación similar a la de Saray, también paisana mía, que llegó a la final de GH11 sin haber sentido jamás la angustia y los nervios que supone la experiencia de estar al menos una semana nominado y después salvarse. Las primas parece que nos oyeron a algunos de nosotros y le plantaron dos puntos a Aza y Hugo, que al final no sirvieron para nada salvo el efecto de librar a Paula de estar nominada una semana más.

Forastero marulo

martes, 25 de noviembre de 2014

UN BRINDIS BAJO LA LUNA NUEVA

    
    Empezaré otra vez por el final, bueno, un final que también es principio porque estamos en un momento crucial del concurso y antes de comentar lo que está pasando en la casa y sus claves es necesario reflexionar un poco sobre lo que se cuece fuera de Guadalix con la situación envenenada que se está creando en las redes. Una dinámica con la implicación interesada de la organización del programa con el objetivo de mantener a la gente enganchada a la casa, pero demasiado pendientes por desgracia con lo de fuera; un cóctel explosivo que lastra el devenir natural del concurso por guerras externas de egos con la connivencia de unos y otros, y que sufren en último término los concursantes con daños colaterales que dejan herido de muerte el programa, o cuando menos un regusto amargo en la mayoría de seguidores de siempre que aceptamos implicarnos de buena fe en el concurso de nuestros amores, pero siempre acabamos arrastrados y enfangados de alguna manera sin pretenderlo en los pantanos contaminados que se crean alrededor del programa.

    A estas alturas de la película prefiero no interpretar nada de la organización, como mucho lo haré cuando toque reseñar las incongruencias o las injerencias interesadas y manifiestas para lo suyo que afecten a la marcha del programa, nada que nos sorprenda, y por aquello de mantener a raya las dosis mínimas de indignación que me permitan seguir pendiente de la casa y no dar la espantada con un apaga y vámonos. Algo preventivo para evitar alterarme más de lo necesario y que este divertimento acabe por quitarme el sueño. Hasta ahí podíamos llegar.
   Ya he comentado varias veces en este blog, y por ahí de vez en cuando, que estas aguas revueltas vienen de lejos, y no hablo de las polémicas que son elemento consustancial del programa desde la primera edición, sino de las fatídicas consecuencias para el programa que juegan las plataformas a favor o en contra de determinados concursantes alentando desde las redes sociales consignas simplistas y muchas veces denigrantes para alcanzar sus objetivos a costa de lo que sea. Una situación que con el poder y la difusión que tienen actualmente estos medios desvirtúan totalmente a mi modo de ver la esencia del concurso. 

    Tengo claro que estos nuevos tiempos que ahora vivimos y sufrimos nacieron en Gran Hermano 10; y para no alargarme demasiado, por si alguien tiene interés en leerlo, al final de la entrada adjuntaré un comentario que dejé en el blog del Gato en enero de 2009, unos días antes de aquella final que ganó Iván Madrazo. Desde luego la dimensión de lo que supuso todo aquello y que denominaba como marabunta ivanista no tiene nada que ver con la marea paulista actual, pero hay muchos puntos en común y también entonces había una conjunción de intereses aparente entre la productora, el blog del gato y una gran parte de colaboradores comandados también, qué curioso, por Belén Rodríguez. Esta vez sólo falla la presentadora, que entonces bebía los vientos por el pirata y sin embargo ahora me da que las preferencias de Mercedes son otras, pero esa es otra historia.  El comentario, por cierto, del que no tenía copia, logré rescatarlo hace un par de años gracias a san google.

    Hablando ya de lo que interesa es muy difícil obviar la estrategia que algunos colaboradores paulistas del programa están llevando a cabo con tal de lograr sus propósitos hasta el punto de rozar el ridículo. Comentaba estos días en el blog después de la actuación impresentable en la gala, y sobre todo en el debate, de las dos caras más visibles de la marabunta paulista (me refiero por supuesto a la parte más tóxica de ese movimiento y no a los que aplauden a la hawaiana de manera lógica y normal) que además de las consabidas consignas panfletarias cuando se trata de atacar a los supuestos contrincantes de su defendida, su argumentario resulta tan cínico y descarado que causa vergüenza ajena.
    
    Por poner algunos ejemplos, el tal Frigenti que no hace mucho hablaba maravillas de las primas, utiliza como argumento principal y casi único para atacar a Yoli la obviedad de que se pasa el concurso pegada a Jonathan, llamándola “Yolapa”, sin aportar razones de peso para ponerla a ella en la diana, simplemente por fastidiar a su prima Alejandra que ha tenido algunas diferencias con Paula. Triste no, lo siguiente. Durante el debate estaba pensando en lo parcial que era al considerar una lapa a la prima rubia, sin tener en cuenta que Paula hacía lo mismo con Luis, cuando la chica de la grada joven sentada a su lado, y de la que no recuerdo el nombre, parece que me leyó el pensamiento y replicó al "insigne" paulista que siguiendo el mismo razonamiento la hawaiana sería “Paulapa”, porque hacía lo mismo todo el día pegada a Luis, el torero. 

    Añado a mayores que al menos Yoli está a por el primo porque le gusta, le atrae e intenta tener algo con él o llevárselo al huerto. No me gusta esta faceta de su concurso pero veo en esta actitud equivocada, de rebajar tanto su dignidad por un tipo que no lo merece, un objetivo claro y limpio. Sin embargo el arrime y restregamiento constante de Paula con el torero tiene una explicación más retorcida y contradictoria que se puede interpretar como un juego perverso y peligroso de difícil justificación. No sé, a lo mejor tengo la visión deformada y maliciosa pero me parece más sano el supuesto acoso de Yoli al primo ikea, que no es tal, que el montaje fraternal y malsano que se trae Paula con Luis.  A lo mejor, como le decía en los comentarios de la entrada anterior a Prudent es que soy algo anticuado a la hora de valorar estas cosas y entre tantas moderneces y estilos de emparejamientos que ahora se llevan no tengo catalogada y menos aún asimilada esta modalidad de relación. Quién sabe.

    Lo de Belén Rodríguez es más fuerte y viene de antiguo. Escuchar la cínica y sorprendente defensa que hizo de Fran durante el debate del domingo tiene tela cuando todavía no hace mucho lo ponía  a caldo y era lo peor de la casa; y el argumento que usó para ir contra las primas, para justificar de paso el apoyo a la expulsión de Yoli, de que ellas sólo se arriman al sol que más calienta y que se sumaron al picnic del fin de semana con la intención de acercarse a Paula por puro interés tampoco tiene desperdicio. Luego remató la faena al asegurar que es lo mismo que hicieron cuando se juntaron a Vitín y Omar. Y se queda tan ancha. Un razonamiento que debería ser el contrario porque las primas se arrimaron al clan de Carabanchel sabiendo que iban desfilando uno tras otro directos al plató cada jueves, y después de que en las primeras semanas tuviesen con ellos su más y sus menos.  En fin, el todo vale con tal de seguir instalados en la proclama demagoga del voto contra Yolanda reformateando y disimulando las verdaderas razones de tal postura.
 
    Tal como están las cosas tengo que reconocer que la madrugada del domingo disfruté en directo con el inocente y algo forzado picnic de claras reminiscencias con Gran Hermano 13, aquella guerra del bizcocho que capitaneó Pepe y sus chicas, o las bromas nocturnas que realizaban las tres brujis de la edición – Ochoa, Ariadna y Vero – gastando bromas a sus compañeros.  El juego en sí de robar jamón montando una merienda cena, y la broma posterior de embadurnar de harina al resto de los compañeros mientras dormían no daban para mucho, es cierto, pero ese brindis de noche en el jardín bajo la luna nueva de noviembre alcanzó una fuerte carga simbólica. No se trata de darle al hecho más transcendencia de la que se merece, pero mientras los observaba sí que me llamó poderosamente la atención el significado de una imagen tan surrealista de ver juntos disfrutando y de acuerdo, a las primas, a Paula y al torero. Precisamente cuatro concursantes enfrentados hasta ahora de alguna manera, al menos Luis y la hawaiana con Alejandra, mientras en el exterior en esos mismos momentos se libraba una batalla descarnada entre los paulistas intentando expulsar a Yoli mientras que los seguidores de las primas intentan salvarla por todos los medios posibles.

    Dentro de la percepción irreal que me produjo toda la escena tuve la premonición de que aquello suponía una tregua, una especie de transición antes de la etapa final que les espera, un recreo y un desahogo pueril que no habría sido posible antes mientras quedase al menos en la casa algún miembro del clan de Carabanchel; un momento distendido que posiblemente ya no se volverá a producir en lo que resta de programa. Estaba claro que la travesura tendría consecuencias, con el contraataque de los dormilones o la bronca entre Paula y Luis, porque esto es un concurso muy competitivo donde casi nada es lo que parece y el suculento premio final, del que hablan cada vez más entre ellos, tiene la sombra muy alargada.

MARABUNTA IVANISTA
Comentario publicado en el blog del gato unos días antes de la gala final de Gran Hermano 10 en enero de 2009.
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   Esta edición de GH será recordada por la creación de la PPI (plataforma pro Iván), una plataforma que naciendo prácticamente de la nada fue medrando exponencialmente al calor de las nuevas tecnologías para defender de forma visceral a un concursante, a Iván.  Un concursante individualista, egocéntrico, narcisista, tozudo y vividor que con unas pizcas de ingenio, frescura y descaro victimista se convirtió en un referente, en el icono treintañero con el que toda una generación de gran hermanistas cultos y vividos deseaba identificarse y vibrar de emoción. Su “alter ego”.

    Con el objetivo de llevarlo al triunfo final se convirtió, también, en el GH de la PROPAGANDA por antonomasia y de la fulgurante expansión del IVANOCENTRISMO (egocentrismo de Iván generalizado a sus seguidores recalcitrantes) por todos los medios y con todas las consecuencias.

    En Gran Hermano 10 llegaron a su cenit los expertos en vendernos emociones e ilusiones para robarnos el corazón, los maestros en el arte de incitar a participar en una guerra total para alcanzar la victoria ivanista a costa del daño desproporcionado a los contrincantes y asumiendo sin pestañear el daño particular a su propia cartera.

    A mí, particularmente, no me gustan las victorias sembradas de cadáveres innecesarios. No me gustan las victorias forjadas en victimismos inexistentes o impostados para obtener el favor de los indecisos y enardecer a los convencidos, recurriendo a la lástima o a imaginarios complots judeo-masónicos urdidos supuestamente en contra de un determinado concursante. El suyo.

    La “propaganda” insistente para lograr la victoria de Iván, cueste lo que cueste, en una “guerra total” sin concesiones, exagerando los defectos y desfigurado las personalidades de los concursantes contrarios o rivales, se fue convirtiendo en un inteligente ejercicio de cinismo y demagogia que según mi opinión, lastrará negativamente las futuras ediciones de este maravilloso programa. Al tiempo.

     La metodología utilizada para ensalzar al modelo cántabro y llevarlo hasta las puertas mismas de un posible triunfo, siguió de una forma más o menos organizada y tal vez inconsciente, una serie de pautas que me recordaban vagamente algunos de los principios básicos de la típica propaganda en su sentido más clásico y goebbeliano.

    Cuando volví a leerlos para refrescar la memoria me quedé petrificado al comprobar cómo la inercia de las acciones humanas colectivas reconstruye constantemente de forma espontánea y por supuesto a otros niveles, procesos sociológicos que pueden llegar a ser perniciosos según los objetivos que se pretendan cuando se viven con demasiada radicalidad.

    Dejando claro, previamente, que se trata de un mero ejercicio intelectual y dando por hecho que no creo en sectas ni en orquestaciones intencionadas y que en todo caso se trataría de un fenómeno espontáneo e improvisado, paso a describir los puntos básicos de la propaganda ivanista:

Primero:
    Fue necesario reunir a los diversos adversarios de Iván en una sola categoría o individuo (la fila 0, la de los reventaos) supuestamente contagiados por las malas artes de Carlos H que introdujo en ellos la primigenia semilla del odio. A partir de entonces se convirtieron en apestados que había que expulsar de la casa siguiendo un orden establecido en función del imaginado mal causado a su “pirata”.

Segundo:
    Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos respondiendo al ataque con el ataque generalizado y sin cuartel.

Tercero:
    Exagerar hasta límites inaceptables los defectos de sus adversarios y desfigurar (reformatear) sus semblanzas hasta el ridículo, mediante la burla gratuita y caricatura odiosa convirtiendo cualquier anécdota, opinión, crítica y gesto por pequeño que fuese, en una amenaza grave para Iván.

Cuarto:
    Popularizar y orquestar la propaganda adaptando su nivel al mayor público posible, desde los más inteligentes a los más limitados, con el objetivo de ganarlos para la causa. Lo importante fue transmitir algunas ideas repetidas hasta la saciedad, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.

.- Los “reventaos”, la “fila 0”, es decir en nomenclatura ivanista; zorrifania, la dolorosa, la poligonera, el cables pelaos o vuidín, el palomín, el ambiguo, Julicristo, etc, fueron manipulados por Carlos H (soylapera), y envenenados por la Yaya maligna (nazi rubia) contra Iván, acosándolo con un odio injustificado y con la intención de marginarlo para que fuese expulsado. ¡Fueralosmalos! un delicioso nick ivanista de este blog ilustra perfectamente este estado de opinión a modo de ejemplo.
.- Las acusaciones contra Iván, coincidentes en casi todos los expulsados, carecen siempre de argumentos.
.- Iván y Chiqui, su pequeña escudera fiel, nunca critican sólo comentan o simplemente se defienden.
.- Iván siempre dice todo a la cara mientras que los demás siempre fueron unos falsos.

    La famosa frase, «si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad» lo resume perfectamente. Curiosamente fue utilizada a menudo por Belén Rodríguez, destacada ivanista para acusar de lo mismo a los “reventados”.

Quinto:
    Procurar la renovación constante utilizando informaciones y argumentos nuevos a tal ritmo que las respuestas del adversario (antivanistas, no ivanistas, o simplemente defensores de otros concursantes) nunca puedan contrarrestar el nivel creciente y abrumador de acusaciones o argumentaciones.

Sexto
    Silenciar o relativizar los hechos perjudiciales para Iván, escondiendo las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, o también bombardeando con informaciones negativas de los concursantes adversarios (es decir “contraprogramando” con el tú más o la estrategia del calamar).

Séptimo:
    Unanimidad para convencer a muchísima gente de que lo normal es la visión y perspectiva ivanista de las cosas, su LUZ incontestable y que así es como piensa casi todo el mundo haciendo sentir vergüenza y desmoralizando a quién no la comparta, creando una falsa impresión de unanimidad.

   Yo siempre me referí a este fenómeno como la “marabunta ivanista”, verlo y vivirlo in situ, en el blog del gato, sobre todo durante los días de la gala me resultaba entre divertido e impactante. Era como observar un ser vivo, voraz e implacable que avanzaba como un solo cuerpo eclesial y siguiendo su particular liturgia, con sus obispos y sacerdotes, con sus monaguillos y fieles seglares en comunión perfecta y un destino en lo universal. La gloria de Iván.

   Como TROLL intruso, yo me sentía hipnotizado por este espectáculo entre espantoso y conmovedor a partes iguales.

    El programa está llegando a su fin, el jueves a estas horas ya sabremos quién será el ganador de GH 10.  Estaré feliz si la sonrisa de Orlando al despedirse fuese lo último que viese la casa. La sonrisa de Orlando, el amigo de casi todos.  La sonrisa del mediador y puente necesario para que todo grupo no pierda nunca la cohesión necesaria, el concursante amigo que siempre estuvo ahí con paciencia, discreción y que nunca, nunca cuestionó su amistad.

    Como despedida y para los que creen en que todo ya está escrito, quisiera recordarles un viejo refrán: General que en cien batallas vence, no habrá ganado si la ciento una pierde.

Forastero marulo       

sábado, 22 de noviembre de 2014

OMAR CONTRA OMAR

    Voy a comenzar por el final porque es lo urgente y lo que más me interesa, y si entrase ahora en el jardín del universo de Omar y su expulsión, que comentaré después, con las prisas podría dejarme cosas importantes en el tintero con la que se avecina tras la resolución ayer del duelo más mediático y apasionante de esta edición, y lo que es peor, con sus consecuencias. Decía en la entrada anterior que ésa no era mi guerra, y que en todo caso la preocupación estaba en los posibles efectos que la salida de uno u otra tendría sobre mis favoritas, las primas. Aunque soy optimista por naturaleza, al final se cumple la Ley de Murphy, y lo que puede salir mal al final saldrá mal, porque la conjunción de elementos que se dieron anoche dibujaron el peor escenario posible: la expulsión de Omar, la inmunidad de Hugo y Azahara, la votación disparatada de un Paco desnortado que sigue sin enterarse de nada, y sobre todo la exposición de Yoli entre otras cosas, nominada con Paula y Fran.

    Pues no tenía razón y sí que la de ayer era mi guerra, al menos una batalla que se debía ganar, pero después de tantos años siguiendo el programa me niego a votar a alguien para que salga pensando en otra cosa distinta a mis deseos y menos aún conforme a una estrategia interesada sin tener en cuenta los méritos reales de un determinado concursante para continuar o no en el programa. Ayer mismo me daba igual y los dos en liza, Paula y Omar, tenían puntos suficientes, tanto en negativo como en positivo, como para quedarse o irse. Así, aunque los dos me provocan sentimientos encontrados sabía que lo peor para mis intereses primistas fue lo que pasó. Y no moví un solo dedo para salvar al de la gorrita. Hoy tengo la confirmación dolorosa de mi error de cálculo y al estar en verdadero peligro Yoli no tengo derecho a quejarme ni a presentar reproche alguno por mi pasividad. Así que me la envaino de momento pendiente de acontecimientos.
    Ácrata, más veterana y realista que yo en estos asuntos, que a veces estoy en la inopia, me lo recordaba oportuna en un comentario de la entrada anterior con el famoso poema de Martin Niemöller que atribuyen erróneamente a Bertolt Brecht (yo también volví a equivocarme) y que ella traducía libremente con un dicho popular de nuestro refranero: "Cuando veas las barbas de tu vecino pelar pon las tuyas a remojar". Mi respuesta, algo prepotente y bastante ingenua, fue decirle que Albacete sería la tumba de Paula como concursante. Aunque tiene mucha razón, no quiero retractarme del todo de esta afirmación porque en realidad tal como se presenta la cuestión para Yoli y con Fran restando puntos por medio, la marabunta paulista puede ganar la batalla del jueves muy a mi pesar, con una Yoli ingenua y fatal estratega (en parte por eso me gusta tanto como concursante) que se expone de nuevo esta semana colocándose en el ángulo de tiro perfecto y en el peor momento para convertirse en presa paulista. Una exposición con la que no contaba. Una situación letal con el lastre evidente de cargar en contra con su peor error desde que entró en la casa, y que consiste en continuar erre que erre pegada al primo ikea dejando su dignidad a la altura del betún, y eso que su prima se lo lleva avisando por activa y por pasiva.

    En fin, a veces las circunstancias se complican y conjuran de forma nefasta. De todos modos debo precisar que al hablar de que Albacete sería la tumba - como concursante - de la hawaiana no aclaré el cuándo ni el cómo, porque al final no cuentan las batallas que se ganan o pierden, sino quién gana finalmente la guerra. Es decir que si el paulismo logra echar a Yoli la próxima semana, lo que está por ver, puede convertirse en su peor error estratégico y darse la paradoja de que esta expulsión tan temprana de la prima rubia, muy dolorosa y difícil de digerir por incomprensible teniendo al lado a un tipo como el apoderado, supondría poner en bandeja la victoria de Alejandra, o al menos concederle una gran ventaja.  Los votos favorables a las primas, que no son pocos, sumados a los de otros damnificados no se dividirían en una hipotética final como podría ocurrir si llegasen las dos juntas, y podrían concentrarse en el apoyo a la prima que quede en la casa, en este caso Alejandra, y aunque es mi segunda opción si gana ella, también gana Yoli. Y yo feliz, pero claro estoy especulando a muy largo plazo y por el medio puede pasar de todo.
    Y vamos con la expulsión. Lo cómodo con Omar sería recurrir al sentimentalismo fácil, y explicar todas sus actitudes desde un punto de vista dickensiano, pero no puedo resistirme en parte a hacerlo porque sería negar una realidad y una evidencia, sobre todo después de descubrir el reverso de la moneda, la cara "b" escondida detrás de esa apariencia y formas chulescas que invitan al rechazo después de un primer contacto meramente superficial. En fin que no quería empezar con el consabido tópico de recurrir a los antecedentes personales del de la gorrita para justificar y explicar un comportamiento tan reactivo y descontrolado ante los conflictos y el mundo, pero en su caso no queda otro remedio porque sin tener como referencia ese punto de partida no podremos entender todo lo demás. Un concursante, por otra parte que ha sufrido una evolución magnífica en el programa, con sus altibajos. Esa transformación evidente - con la lectura de fondo del libro de hermano mayor - nos ha revelado otro Omar más allá de la fachada externa, y la ternura que destila a cada paso cuando las circunstancias le son propicias, un luchador que pierde la batalla de las formas enmascarando de forma injusta su verdadero fondo, que ha acabado por mostrarnos.


    El peor enemigo de Omar no somos nosotros, ni el resto de los compañeros de la casa, ni el mundo contra el que despotrica a veces, ni siquiera esas circunstancias desgraciadas que han marcado su vida desde el momento en que vino al mundo, aunque son el punto de partida sin el cual no podemos explicar la persona actual. No, su peor enemigo es él mismo. Y no necesita de nadie para cubrirse de gloria unas cuantas veces al día cuando abre la boca sin medida ni autocontrol aunque está claro que la influencia de su entorno más próximo - ayer se vio en la gala - actúa como amplificador, e incitador, del peor Omar.  No se trata de un simple complemento decorativo que se pueda cambiar por otro y la estética cambia, es un problema de base que lleva de serie. Está en su naturaleza, pero el nos ha demostrado, y se ha demostrado a sí mismo, que es posible cambiar. 

    Siempre he dicho que me gustan aquellos concursantes que evolucionan durante el concurso, y él es una buena muestra de ello, sobre todo si lo comparamos con otros como Jonathan y Hugo, por ejemplo, que muestran el mismo registro desde el principio, cuando llegaron a la casa, y es como si Gran Hermano no hubiera pasado por ellos, como estatuas inexpresivas y olvidadas en el último rincón de la última sala del museo esperando un golpe de suerte.  Es verdad que todos sus demonios y contradicciones han salido gracias a ese trío amoroso que nos ha tenido pegados a la pantalla durante tantos días, pero también por lo mismo ha resurgido de sus cenizas como el Ave Fenix y ha sabido encontrar un puente sólido para salir de sus errores a través de la tarea más difícil que tenemos afrontar los seres humanos, y especialmente en su caso: gestionar nuestros afectos. 
    Podemos debatir sobre su comportamiento horas y horas intentando llegar a un acuerdo sobre si lo suyo es de nacimiento, es decir, genético, o se debe a todos esos trances desgraciados por los que ha tenido que pasar en su vida y que nos ha contado desde el minuto uno. La eterna discusión entre herencia y educación, entre si uno nace así o se hace. No quiero entrar en detalles, porque esto es un concurso y al final se juzga la actitud en la casa, aquello que vemos y nos traspasa. Si nos gusta o no. Si compramos o no. Lo demás, y a veces puede ser muy injusto, lo sé, nos sobra. A veces recurrimos unos y otros, para defender a nuestros favoritos, a argumentos de este tipo que condicionan y matizan nuestro juicio sobre los concursantes: la edad, la religión, la vida miserable que ha llevado, una minusvalía, episodios poco ejemplares de sus vidas que se filtran interesadamente para hacer daño y torcer la trayectoria de un concurso proyectando basura desde exterior.

    Lo mejor de Omar es que siempre nos lo ha dado todo.  Probablemente no hay más, es lo que es, lo que se ve y no se guarda nada como otros. Como nadie le ha enseñado la virtud de la prudencia, reviste su inseguridad y sus carencias de una prepotencia infantil, de fanfarrón de barrio para consumo pandillero, el presumir quién liga más, quién mea más lejos o quién la tiene más grande. Pecata minuta teniendo en cuenta una verdad incuestionable: conozco a unos cuantos que con la décima parte de las circunstancias desgraciadas que le ha tocado en suerte en la vida a este chaval de Carabanchel, justifican delitos y lo hijos de puta que son a todas horas, sin embargo detrás de Omar, con todo lo que tiene encima, si rascas un poco sólo hay un buen tipo y un buen amigo de sus amigos. El mismo asegura siempre que sin Lucía y esos dos o tres amigos fundamentales que estuvieron ahí en los momentos difíciles, su vida ahora sería un desastre.
    Después de todo lo dicho no me interesa hablar demasiado de la gala de anoche, me sobra. Los vídeos de su paso por la casa, centrados sobre todo en su historia con Paula, y la vuelta con Lucía, entre otras cosas, eran tan elocuentes que la postura que tomó de hablar lo menos posible me pareció la más coherente, porque era difícil explicar la magnitud y la repercusión de todos su actos. Lo que no podía evitar era hablarnos con su mirada y sus gestos que a veces lo traicionaban, sobre todo cuando le mostraron la excelente secuencia de vídeos de su relación con Paula.  Eludió como pudo cualquier referencia ante las preguntas de Mercedes más allá de lo obvio. Sobre todo con la sargento Lucía sentada detrás en la grada fiscalizando cada palabra y cada gesto. 

    Para él lo importante era dejar claro como un mantra incuestionable la importancia de la experiencia y la evolución positiva que ha experimentado gracias al programa, una idea resumida perfectamente cuando aseguró tajante que entró en la casa creyéndose un hombre y se dio cuenta de que en realidad solo era un hombrecillo. Detrás de semejante declaración de humildad las fanfarronadas varias que nos ha regalado durante estos dos meses, como la de presumir ayer en directo de las dimensiones de su miembro viril con reminiscencias al mítico actor porno Nacho Vidal se quedan en simples anécdotas.  Sólo espero que no se deje llevar por el lado negativo de su entorno, de los suyos, como ayer se atisbó en la gala, y que por culpa de su alto sentido de la lealtad lo inciten a sacar lo peor de si mismo. Ojalá consiga sus sueños y logre alcanzar ese deseo que expresó en alto para todos: "Me gusta ser un chico de bien".
    ¿Y Paula?. La hawaiana ha visto las orejas al lobo al conocer lo apretado de las votaciones y se lo largó a Luis, en secreto, media hora después de acabar la gala. Hoy me imagino que ya lo sabe casi toda la casa. Pero antes intentó por todos los medios explicar a un Luis incómodo con la situación porqué había nominado a su compañero el apoderado. Como el torero no quería hablar del tema le pidió dejarlo para el día siguiente, y ella al ver que no conseguía nada después de insistir con amenaza de entrar en brote si no se atendía a su deseo de explicarse y de ser el centro una vez más, cambió de estrategia y volvió a las carantoñas y los arrumacos como medio más seguro de ablandar a su "hermanito".  Su estrategia es de libro. Sabe que Fran está marcado en el exterior y subirlo a la palestra viendo lo cerca que estuvo de que la echasen era la mejor manera de salvarse otra semana más. Es más lista que el hambre y durante la noche, camaleónica, cambió de registro varias veces adaptándose mejor que nadie, como siempre, a todas las circunstancias que se le presentan. La batalla será dura, y aunque no me gusta nada su concurso no me duelen prendas reconocer que es una magnífica contrincante. Y lo peor no es ella, al fin y al cabo está jugando con todas su armas y está en su derecho, lo terrible es como funcionan bastantes de sus seguidores desde fuera.  ¡Vade retro!.

Forastero marulo

miércoles, 19 de noviembre de 2014

AMOS DE TÍTERES


    Hacía tiempo que no me pasaba algo así en el concurso, y tras repasar el baúl sin fondo de la memoria de GH creo que en todos estos años jamás había tenido esta sensación y este dilema. El punto de ansiedad ante la disyuntiva de elegir entre Paula y Omar para irse de Guadalix el próximo jueves, cuando en realidad esta expulsión no pertenece a mi guerra, aunque entiendo que sí me afectan las consecuencias de lo que ocurra en la medida que la marcha de uno u otra beneficie o perjudique a quién realmente me interesa que gane el concurso. Es decir, las primas y fundamentalmente Yoli. Un dilema desconocido en el que me cuesta asimilar este imposible y contradictorio deseo de querer que se vayan los dos y al mismo tiempo que se queden.  La situación esquizofrénica de querer estar en misa y repicando, una percepción extraña y ambigua de amor y odio, de asco y ternura, de comprensión y cerrazón hacia ellos que me deja de alguna manera indefenso a la hora de analizar su conducta en la casa con cierta objetividad. 

    El juego al que fueron sometidos todos los concursantes durante el fin de semana con la entrada de Lidia Torrent, como una esfinge hiriente y distante con el encargo de simular que tenía algo que ver con alguno de ellos, una relación inexistente que debían descubrir obteniendo como premio un pase directo a la final para el primero que lo lograse, cumplió con creces su perverso cometido; y funcionó como una agente infiltrada y agitadora para despertar los peores instintos y los recelos entre ellos dentro de una situación ya de por sí difícil, de tenso equilibrio emocional, que ayudó a disparar todas las alarmas y a derrumbar en muchos casos las sólidas bases establecidas previamente al exacerbar las diferencias y al acrecentar los enfrentamientos abiertos o latentes gracias a la desconfianza generalizada que se instaló en la casa.
 
   No sé si fue algo premeditado con la intención de apretar una vuelta de tuerca más al estado emocional de la casa lanzando a los concursantes a una guerra a muerte buscando un lugar directo en la final o simplemente surgió así, pero en Gran Hermano nada es gratuito. Ellos pusieron el señuelo y las cosas se desenvolvieron conforme a los hilos imperceptibles con que los amos manejan a sus títeres, a ellos los concursantes y a nosotros los espectadores. Una maniobra simple pero tremendamente eficaz que consiste alimentar nuestro deseo insaciable de espectáculo y colocar el cebo adecuado a los ratoncitos del concurso, una zanahoria al final del palo con la intención de que den vueltas interminables alrededor de sí mismos en una búsqueda absurda. Y en medio de esa vorágine llena de nimiedades y comportamientos mezquinos aparecen siempre algunas perlas que brillan sobre todo lo demás con un fulgor singular. El canto del cisne de los que están a las puertas del destierro.
    Hablo de las lágrimas de Omar, incapaz de contener la emoción después de leer la dedicatoria que le dejó Lucía, su novia, en el retrato popart que estuvieron confeccionando durante la semana. Un mensaje de amor y cariño que logró desarmar ese caparazón que oculta la pasta original de la que está hecho el chico malote de Carabanchel, un detalle inesperado que desnudó sin restricciones sus sentimientos ante los compañeros y ante nosotros; y todo unas horas después de descender una vez más a los infiernos por una boca que lo pierde cuando intenta humillar con absoluto desprecio a Paula, que tampoco le queda a la zaga y le da donde más duele, en su orgullo de macho de barrio, cuando amenaza con descubrir la verdad de lo que pasó en aquella ducha (ella no sabe que nosotros ya conocemos los pormenores), o le recuerda con rabia infinita que se ha quedado solo como una mierda apuntando directamente al centro de sus miedos.

   Un Omar que destapa la tormenta de sentimientos que lo avasallan durante una charla inolvidable con el súper intentando desahogarse en el confesionario. La fuerza de unas palabras que nacen del corazón cuando afirma que todo lo que se lleva de su paso por el programa no se paga con dinero, ni con el premio de la final.  O una Paula que es capaz de rechazar la participación en el juego de descubrir quién de la casa está relacionado con Lidia porque dice que no le gusta desconfiar de los demás - ¡puñalada, puñalada! - y renuncia a la posibilidad de acceder directamente a la final porque prefiere llegar por sí misma.  Una actitud que muchos interpretarán como una simple impostura y que me niego a juzgar. Un pequeño acto de rebeldía que a lo mejor no perdonará la dirección del programa por su intento de oponerse durante unas horas a ser su títere más rentable, mientras nos regala otra más de sus gloriosas frases para justificar su decisión: “¡Me duele la cabeza de pensar!”.
 
   Lo que en otros momentos me molestaría enormemente por no poder seguir con más dedicación el concurso, ahora casi agradezco el tiempo que otros temas me ocupan estos días más de lo normal, porque me ayudan a abstraerme de la tensa espera hasta la próxima gala después de un fin de semana tan agitado con la entrada de Lidia Torrent y su misión perversa de prender en el ánimo de la casa un afán competitivo de consecuencias imprevisibles por la naturaleza del juego encomendado. Son simplemente excusas, y la verdad es que me entran ganas de quedar al margen del concurso hasta que el jueves se resuelva por fin este capítulo central y omnipresente de GH 15 con la expulsión de uno de los dos. Necesito un respiro, una manera de encarar el tramo final del concurso sin la pesada carga de una historia marcada por aquella madrugada loca que condicionó y todavía condiciona, en una reacción en cadena inagotable, el trascurso de esta edición hasta que no quede ninguno de sus protagonistas en Guadalix, desintoxicando poco a poco de sus efluvios nocivos la vida, los sentimientos y las actitudes de los demás.

    No estoy muy seguro de cuál será la deriva del concurso después del jueves, pero pase lo que pase será doloroso para unos y celebrado por otros o viceversa, pero en cualquier caso supondrá el inicio de una nueva era que traerá a primera línea tramas, situaciones y concursantes que hasta ahora estaban en un segundo plano aplastados y semiocultos por la potente historia que se montó alrededor de Omar, PaulaLucía. Unos fuegos de artificio cuyo resplandor lo enmascaraba todo extendiendo una cortina de humo a todo el concurso que apenas dejó entrever otras cosas.  Un guión alentado por la dirección del programa que no se dejará de exprimir hasta la última coma y el último punto. El acto final consistirá, sin duda, en dejarlos solos a los dos en la sala de expulsiones esperando la decisión del público, una votación que proclamarán  más ajustada que nunca.  
    Para algunos, bastantes más de los que se presupone y entre los que me cuento, la marcha definitiva de cualquiera de los dos, sea el que sea, dejará un rastro de sentimientos encontrados, algo de melancolía, posiblemente tristeza y sobre todo un profundo alivio, como quién suelta el lastre que en su momento fue vital para sobrevivir pero del que ahora es necesario desprenderse para evitar que la nave se hunda. Un vacío emocional que siempre sobreviene después de vivir, acompañando su aventura, una experiencia tan intensa y adictiva, pero que al fin permitirá abrir las puertas de Guadalix a otros asuntos y renovar el ambiente enrarecido por el vapor del agua caliente de aquella “duchingate” que empañó con sus tentáculos nocivos la discusión entre Omar y Paula el fin de semana pasado, acaparando todavía un presente tan diferente a lo que era la casa hace casi dos meses, cuando estaba en sus inicios una carpeta disparatada y títere entre Hawai y Carabanchel que marcaría para lo bueno y para lo malo esta edición.

    A partir del jueves, el 20 de noviembre, fecha curiosa por las connotaciones que tiene en nuestro país, el universo de relaciones en la casa deberán recolocarse y nacerán nuevos equilibrios, otras oportunidades. Serán otros los protagonistas y se podrá vislumbrar con más claridad un horizonte más despejado de cara a la final. Algunos tienen los días contados, como Fran; para otros, sin embargo, todavía es un misterio cuál será nuestra reacción cuando se enfrenten a la sala de expulsiones con otros contrincantes, y por tanto a su destino, porque serán distintos los parámetros y otras las perspectivas por las que juzgaremos a partir de ahora su concurso.  Para muchos espectadores damnificados por la próxima expulsión, algo que pasa todos los años a estas alturas del programa, supondrá una decepción dependiendo de su filiación omarista o paulista - o para ser más exactos de la postura "anti" contra cualquiera de los dos - y tendrán la tentación de desengancharse del programa. Personalmente creo que este año hay mimbres suficientes dentro de la casa, eliminado el obstáculo del trío amoroso que impedía atender otros asuntos, para garantizar otras historias y la emoción suficiente para no perder la ilusión en el tiempo que nos queda. Hablo por mí claro.
 
    La catarsis de este fin de semana tan especial que hemos vivido con los concursantes sometidos a una prueba falsa, con la promesa de un premio extraordinario por medio – el codiciado acceso directo a la final – removió profundamente la fibra emocional de cada uno, porque el endiablado reto consistía en descubrir qué relación tenía la intrusa con alguno de ellos. Una misión secreta y falsa que encendió la vena competitiva dentro de la casa, y con algunas relaciones a punto de estallar al mínimo motivo semejante propuesta suponía instalar la desconfianza teniendo en cuenta las implicaciones que podrían surgir al indagar sobre temas personales con todo tipo de especulaciones que podrían herir susceptibilidades y afectar a las relaciones establecidas. Una enorme mentira con un punto sádico al que nos tienen acostumbrados pero que no tiene nada que ver, ni de lejos, con la crueldad de aquella final falsa que sufrieron y padecieron Hugo, y sobre todo María y Pipi en Gran Hermano 13. Aquello no fue superado.

    Al final el juego produjo el efecto esperado y la convivencia se resquebrajó precisamente allí donde estaban abiertas las grietas en la convivencia y donde era más previsible la aparición del conflicto: Omar, Paula, Luis y Fran. Una propuesta orquestada por los amos del invento para que sus títeres más preciados siguiesen sosteniendo al máximo, hasta exprimirlos del todo, el espectáculo necesario de un circo en el que otros títeres, nosotros, creemos que decidimos como amos del cotarro cuando en realidad juegan también con nuestras emociones, con nuestros miedos y frustraciones al identificarnos con ellos, con su dolor y su angustia, con su ilusión y su alegría. En el fondo ellos manejan con sus hilos dos escenarios superpuestos e interconectados, con nosotros instalados en el superior y convencidos de que manejamos el de abajo: la casa de Guadalix. Una ilusión vana y ficticia que casi nunca cumple sus expectativas. La realidad es que son los verdaderos amos de los títeres quienes manejan sus vidas, y a nosotros a través de ellos. Una vez que lo asumamos todo resultará más fácil y podremos disfrutar de Gran Hermano sin frustarnos más de lo necesario.



Forastero marulo