1.- Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada (Edmund Burke)

2.- Hay un límite a partir del cual la tolerancia deja de ser virtud (Edmund Burke)

martes, 23 de diciembre de 2014

LIVIN' THING

    En el debate final de la noche del domingo, con la Milá ejerciendo de maestra de ceremonias y hablándonos de sus cositas a la menor oportunidad, tuve la sensación de que la veterana presentadora tenía la pretensión de acabar una edición tan fructífera y exitosa para la cadena como ha sido GH 15 con un broche de oro y de buena onda, procurando restañar las posibles heridas y los múltiples “reventamientos” cruzados que surgen en el plató a la menor que salta. Después de tres meses de convivencia y por la dinámica endiablada de las galas y debates posteriores siempre se levantan múltiples susceptibilidades con las típicas salidas de tono de los que se sienten damnificados y con su imagen perjudicada por méritos propios y ajenos, o por ambas cosas a la vez.  Es decir, lo habitual. La cadena con su visión de las cosas mercantilista e interesada y con la sartén por el mango presentando siempre los hechos desde la perspectiva del relato que más le conviene, mientras una parte de los concursantes aguantan callados y estoicos intentando que acabe la fiesta lo mejor posible y no les toque su ración de palo si no están en el lado correcto de las cosas comulgando con el "Haway que guay" de la ganadora. Y otros, los más beligerantes, como no podía ser de otra manera - porque se trata de GH -, aprovechando la mínima oportunidad para quejarse por el maltrato recibido y quedarse con la última palabra a ser posible.

    Es buena nuestra Mercedes como para soltar el timón en manos de nadie, y más cuando se trata de dar finiquito al espectáculo, que ella de lo que quiere hablar es de amoríos, de carpetas presentes y futuras, de lo mucho que aprenden todos gracias a su paso por Guadalix, como si fuese una escuela de vida, y que no le vengan hablando de circos ni de timos, que para eso ella entró el primer día del concurso en la casa para pasar una noche en Guadalix acompañada de falacia, aquella gallina de la que nada se supo después por cierto; como de paparrintín, el concursante mejicano que se esfumó tras su abandono precipitado al principio del concurso. Ella como mucho acabará por los suelos en el plató, espatarrada debajo de algún concursante, como le pasó durante el debate con el bueno de Joni. Todo muy gracioso. Y si alguno de sus niños se le subleva o le sale respondón, ya se sabe, a aguantar un "venga, hasta luego", la frase de la edición marca gatuna de la casa para desarmar a disidentes o contrariados.  Y si alguien trata de argumentar con un poco de criterio tenga razón o no, enseguida se le recuerda que ocupa la fila cero, la de los reventados o perdedores, o le plantifican en todos los morros el porcentaje de votos que certificó la victoria en función del cual sólo queda decir amén y hasta otra amigos.
     A pesar de estos peajes consustanciales del programa, reconozco que al ver ayer a todos los concursantes sentados en las gradas, cautelosos y a la expectativa de lo que les esperaba, sentí una punzada de melancolía, la nostalgia anticipada por una etapa que termina para los concursantes y para nosotros e imaginé la casa vacía con las luces apagadas mientras ellos se reunían por última vez juntos en el plató bajo la batuta de Mercedes. Una tecnocasa silenciosa esperando la cuadrilla de operarios que comenzará a desmontar a partir del lunes esos rincones, esos muebles y esa decoración que nos ha acompañado como trasfondo de sus vidas, de sus afectos y desencuentros a los que hemos asistido como espectadores privilegiados y adictos durante tantas y tantas horas durante los últimos tres meses. Un espacio donde resuenan todavía el eco de las palabras, los llantos y las risas de cada uno de sus habitantes mientras guarda celoso y en silencio cada emoción vivida y sentida entre esas cuatro paredes y que hasta el viernes pasado estaban repletas de sueños, algunos alcanzados y el resto todavía por cumplir. Tantas vivencias magnificadas e inolvidables de dieciocho personas que dejarán para siempre parte de su alma en Guadalix hasta que un nuevo ciclo empiece y el escenario de la vida en directo vuelva a llenarse con los ánimos renovados de nuevos inquilinos y resurja otra vez esa magia capaz de encandilarnos o llevarnos por el camino de la amargura, las dos cosas a partes iguales.

    Esta edición, que disfruté como pocas pero de una forma más reflexiva y con la sensibilidad a flor de piel, será recordada dentro de la historia de este programa por varios motivos que la distinguirán de todas las anteriores y seguramente de las que vendrán. En primer lugar por el concurso en parejas, una peculiaridad que valoré con muchas reservas y que desde el principio se planteó con unas diferencias entre los concursantes que mostraban a las claras las intenciones del programa.  Algunos entraron solos como la bellísima Azahara, a quien concedieron la potestad y el privilegio de escoger pareja entre todos los demás. Como ya sabemos eligió a Hugo, una decepción de concursante que se incorporó al programa con una cabra que respondía al nombre de Rubia, y a la que tuvimos que aceptar como animal de compañía con cagarrutias y todo.
   En otros casos se trataba de personajes extravagantes o especiales que llegaban solos pero que tuvieron su dosis de protagonismo al conocer a su pareja el mismo día de la gala inaugural. Es el caso de Paula, ganadora a la postre del concurso y su unión con el mejicano José, el Paparrintín, del que nunca más se supo desde que abandonó voluntariamente la casa. Otro expediente "equis" que sumar a la historia subterránea del concurso. Todavía recuerdo la actitud de desprecio hacia el mejicano de la ahora flamante ganadora cuando se quejaba en los confes al súper de cómo se les había ocurrido pensar que ella tenía algo que ver con el infeliz de José.   También pertenecían a este grupo dos versos libres como Shaima y Paco, que tampoco pegaban entre ellos ni con cola, y que por diferentes causas se convirtieron en los dos concursantes más extravagantes y diferentes de la casa. 

   Omar, el chico malote de Carabanchel y la gran apuesta del programa para ser uno de los pilares argumentales de la edición, que entró con su amigo Vitín y le endosaron a mayores como tercero en liza a Alfredo, su medio hermano por parte de padre, un chico de etnia gitana que supuestamente no sabía nada del asunto. Su vida desgraciada, propia de una novela de Charles Dickens, introducía en la casa una situación exterior que interesaba para la trama a la dirección del concurso. El guión previsto con el que se pretendía marcar la pauta básica de la convivencia este año y captar de paso la atención de la audiencia, una actitud en total contradicción con lo que se hizo al respecto con otros concursantes, como fue el caso de Paula, con la negativa a cualquier intento de sacar a colación algunos temas polémicos sobre aspectos de su vida que ella misma puso sobre la mesa al contarlos en la casa a sus compañeros con nosotros como espectadores. 
   Y para completar el cuadro estaban el resto de las parejas más convencionales que adornaban conjunto y se atenían a lo que en principio nos vendieron en las promos del programa: Yoli y Alejandra, las primas de AlbaceteJuanma y Jonathan, los primos surferos valencianos; Maika y Loli, las hermanas cordobesas en paro y por último esa extraña pareja formada por Luis el torero y Fran su apoderado, que más parecía una sociedad mercantil que otra cosa. El primero, más que matador de su propia corrida, ejerció de rana del cuento que al final se convirtió en príncipe tras los besos robados a la princesa de helio bajo las sábanas después tantas semanas acostándose juntos como castos y bellos durmientes. Su apoderado, sin embargo, con el paso de los días se transformó en el otro villano, junto a Lucía, de la edición. Un concursante que entendió el concurso como un trabajo, o algo por el estilo, y que acabo caricaturizado y estigmatizado como el paradigma de la falsedad y el doble juego.

    El colmo de esta modalidad de concurso, tan confusa por la disparidad de parejas, llegó cuando entró Lucía, la ex de Omar, en sustitución del paparrintín, el mejicano que abandonó el concurso de forma nunca aclarada y desapareció como si se lo tragase el triángulo de las Bermudas volando camino de su país. Su aparición magnética y triunfal fue un golpe de efecto inesperado que cambió el rumbo del concurso para bien o para mal dejando la casa patas arriba. Esta manera de concursar a la larga resultó discriminatoria, injusta y desequilibrada para unos y para otros. Los que entraron solos de principio parecían más vulnerables de cara a la expulsión, como le pasó a Shamy y especialmente a Paco, que se fue el primero, pero una vez superada la primera parte del concurso, sobre todo a medida que se acercaba la final este lastre inicial para estos concursantes se convirtió en ventaja, por la posibilidad de actuar de manera independiente sin ningún vínculo personal con la vida anterior que los pudiese condicionar más allá de lo que ellos mismos nos quisiesen contar.  Algo que se vio claramente con Paula que vivió el concurso libre a su antojo, tomando siempre sus propias decisiones en cada nominación sin sentirse jamás arrastrada por un compañero ni rendir cuentas a nadie. Una situación de riesgo, ciertamente, pero que si acertaba con la audiencia se convertiría además en una ventaja con el voto en positivo para quedarse o ganar concentrado en una sola persona y sin dividir, como así pasó en concreto con ella.
   El otro eje alrededor del cual giró la edición y que enganchó a la audiencia con el concurso fue el universo de Omar con todas sus derivadas. Un seguimiento del público que no se debió tanto al tema de Alfredo, su hasta entonces hermano desconocido y algo secundario para los espectadores, como a la entrada de Lucía, el personaje esencial de esta historia, el vértice imprescindible de cualquier triángulo amoroso que se precie y porque siempre es necesario fabricarse una bruja malvada en los cuentos para que estos funcionen y la gente pueda identificarse con la pobre princesa despreciada y maltratada. La ex de Omar cumplió a la perfección con su papel de revulsivo ejerciendo divinamente de mala del cuento a partir de aquella noche en que el concurso explotó en mil pedazos.

   En realidad, devorada por los celos y con un carácter de armas tomar, Lucía fue a recuperar a su ex novio de los brazos de Paula, la concursante con la que él se había liado desde el principio en la casa formando una "carpeta" tan infumable que ni rubia, la cabra, se podía creer.  Gracias a ella, y a su insistencia en recobrar a Omar pudimos asistir a las veinticuatro horas más increíbles y emocionantes de la historia de Gran Hermano, lo que tardó Lucía en conseguir que el de Carabanchel regresase a su regazo y a su cama después de una fiesta y una madrugada de vértigo que implicó a casi todos los habitantes de la casa, y que nos mantuvo a nosotros pegados al directo como jamás lo habíamos estado antes, ni probablemente volveremos a estarlo en este programa. Una madrugada que cambió el rumbo del concurso para convertirse en otra cosa, un golpe de suerte inesperado para la dirección del programa que supo aprovechar la historia para lo suyo, sumándose entusiasta a la nueva senda que se abría con la audiencia disparada y pendiente del melodrama y que convirtió a Paula en la víctima perfecta y protagonista casi absoluta.

   Todo lo demás con diferentes tramas paralelas y superpuestas fue un discurrir fluido y entretenido hacia la victoria de Paula mientras se fueron quedando por el camino, uno a uno, todos los componentes del círculo de Carabanchel. La primera Lucía, presente y necesaria en cada gala posterior para alimentar y engordar desde el plató, con su impulsividad incontrolable y los - ¡ole tú! -repetidos hasta el cansancio por la realización, el mito imparable de la hawaiana que nos vendía mientras tanto en la casa su cuento de princesa muriendo de amor fraternal en otra cama con un caballero andaluz aspirante a matador, un seductor de opereta bastante ingenuo que culminó su conquista sin seguir ninguno de los consejos que a petición propia le había dado Paco en septiembre sobre asuntos amorosos y que llegó a su cima romántica con ese vídeo musical artístico que el torero con ínfulas de seductor a lo Enrique Iglesias le dedicó a su princesa, convertida ya reina de GH 15, en pleno directo durante el debate final de la edición. 
  Paula sonreía complaciente mientras Luís observaba satisfecho y ufano la repercusión de su regalo, algo recostado en su asiento, con el botón de la camisa desabrochado luciendo pecho y un moreno artificial para la ocasión. Aunque no quisieron confirmar a la Milá el rumor de que habían pasado juntos la noche anterior en el hotel, las miradas y la sonrisa de Paula parecían delatar una realidad que todos dábamos por hecho. En esos momentos volví a acordarme, no se porqué, de los vídeos mil veces repetidos sobre el triángulo amoroso que marcó el concurso, pero sobre todo de la visita de Omar y su novia la noche de la final a la casa de Guadalix sin tener muy claro a lo que iban. Como sabemos se trataba de acompañar a Paula en su momento de gloria; de darle una sorpresa que consistía en provocar un encuentro primero con él los dos solos y luego, tras incorporarse Lucía, en mostrar a los tres juntos por enésima vez los vídeos de lo que pasó entre ellos, y cuando Lucía incómoda preguntó al súper que no entendía muy bien qué hacían allí con ella, la hawaiana, que de cuentos sabe mucho, le contestó que habían venido porque formaban parte de su historia. Una historia con final feliz de la que ella era la protagonista absoluta.

    Esas dos escenas encierran las claves de lo que fue el concurso. La primera el jueves en la casa, planificada por la dirección del programa dentro del guion previsto para poner fin al espectáculo la noche de la final con la visita de la pareja de Carabanchel, y la segunda, el domingo durante el último debate, mostrando al público que sigue creyendo en los cuentos que la princesa buena además de ganar un reino y un tesoro se queda con el amor del príncipe, un romántico torero de esencias patrias que demuestra a su amada el cariño y la devoción que le profesa, no a través de la espada y en el ruedo, sino con un romántico vídeo subido a youtube con el pretencioso título - El botón de la vida - Un regalo único para delirio del carpeterismo ultra romántico y sobre todo paulista.  Lo que no me sorprendió en absoluto fue encontrarme durante el debate en el plató la versión más real de Paula, con esa actitud comedida, controlada y dueña de sí misma, hablando con criterio y alejada de voces impostadas y reacciones desmesuradas, precisamente la imagen que me hubiese gustado ver en la casa.
   Ahora mismo debería despedirme consciente de que los voy a echar de menos a todos y del afecto que les he cogido a la mayoría.  Recordaré con cariño sobre todo a las primas, mis preferidas, por su buen talante y su concurso alegre y desenfadado que llenó de vida esa casa junto a todos sus compañeros. Aunque nos quedó claro que este año se entraba en pareja pero se concursaba en solitario, una contradicción difícil de solventar en algunos casos como se demostró la última semana de la final, si el premio fuese para una de las parejas sin ninguna duda sería para ellas dos, porque lo tuvieron y lo entregaron todo, sin reservas. Me gustó la actitud de las dos durante la gala y en especial el saber estar de esa nueva Alejandra ya fuera del concurso asumiendo el siempre difícil papel de quedar segunda.

    Como no podía ser de otra manera quiero hacer una mención especial a Yolanda, mi principal favorita casi desde el principio. No voy a repetir el porqué de tal elección ya que los argumentos quedan reflejados a lo largo de las treinta y dos entradas que he publicado sobre Gran Hermano 15 y como no podía ser de otra manera se trata fundamentalmente de una cuestión de piel.  Sólo espero que gracias a su relación con Jonathan, un buen tipo al fin al cabo a pesar de todos sus defectos como concursante tibio donde los haya, aprenda que ella no es más que los demás pero tampoco menos que nadie, y que si no quiere sufrir en la vida ni en el amor lo primero que debería hacer es seguir el consejo de su madre y respetarse a si misma. Simplemente porque ella lo vale y aunque sea muy importante ojalá comprenda que para ser feliz no es suficiente con tener buen corazón.

   Decía que su concurso estuvo lleno de vida, y junto a su prima Alejandra consiguieron iluminar entre las dos la presencia de otros concursantes que sin ellas habrían pasado desapercibidos o tendrían menos relevancia. Por eso, para terminar y despedirme por fin de este Gran Hermano que he vivido con ilusión e interés desde el principio, en gran parte gracias a ellas, me gustaría dedicar a esta chica rubia de Albacete, a su prima y por medio de las dos a todos sus compañeros una canción de la ELO que me transmite energía positiva desde siempre: "Algo vivo"- Livin' Thing


Forastero marulo

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sábado, 20 de diciembre de 2014

Y EL ÓSCAR ES...

    No sé qué me pasa este año pero casi siempre tengo un título previsto para cada entrada que al final descarto porque la actualidad se impone como un flash que me sorprende y me ciega momentáneamente. Una revelación que me obliga a encabezar lo que escribo de manera alternativa por la urgencia de la última percepción, que en este caso es la frustrante visión de ver el premio en manos de Paula. Un maletín plateado que imaginé como la entrega de un flamante óscar dorado a la mejor interpretación en la película del año. 

  En principio nada que objetar y procuro asumir el resultado como siempre he hecho en estos casos, felicitando a quien corresponda por la victoria de esta chica barcelonesa de 20 años que ha seducido a tantos espectadores del programa después de ese contundente 70% de votos a su favor que no voy a discutir, porque es lo que hay y el juego está montado de esta manera y si a estas alturas continúo comentado GH después de tantos sinsabores en el pecado llevo la penitencia. Y puedo asegurar que la penitencia ahora mismo es dura de verdad.

    A lo que voy, que este maletín plata, trasunto de un óscar holliwoodiense, entiendo que no sólo premia el mejor papel – en este caso femenino – de la historia de Gran Hermano, algo digno de aplauso y que la gente compró con entusiasmo, que es lo importante al fin al cabo, sino que se convierte también en un galardón compartido con el mismo peso o más si cabe en el éxito de otras categorías que se encuentran fuera de la casa: en concreto la de mejor guión y montaje de la dirección del programa. Un reconocimiento en último término a Telecinco y su productora por el filón inagotable que acaban de descubrir. Un personaje perfecto para incorporar al extenso elenco de descubrimientos que seguramente ayudará a llenar horas y horas de entretenimiento vacuo y “marujil” tipo “Sálvame” que no me atraen en absoluto, porque nada me interesa de la cadena amiga más allá de la magia que me ofrece cada año la casa de Guadalix detrás de esas cuatro paredes rodeadas de decenas de cámaras con un grupo de desconocidos que conviven dentro varios meses bajo las reglas de un juego cada vez más elástico y acomodaticio a los intereses del programa y bajo el prisma implacable de nuestra mirada crítica y voyeur.

    He comenzado a escribir esta entrada con sabor amargo intentando contener el inmenso desencanto y tristeza que me produce el desenlace final de Gran hermano 15, que no por esperado resulta menos doloroso, y procuro medir cada palabra, cada punto y cada coma para que mi alma de “reventado” no se muestre demasiado punzante y áspera intentando buscar un poco de luz y consuelo ante lo que considero un gigantesco despropósito. Una sensación que no se debe tan sólo al resultado sino sobre todo por cómo se desenvolvió una gala organizada para desbaratar a conciencia, por las bravas y sabiendo de antemano que la final tenía un nombre, la buena onda que se había conseguido alcanzar durante estos siete días entre las tres finalistas disfrutando de una ilusión compartida en un ambiente propicio gracias sobre todo al buen hacer de unas maravillosas primas.  No era necesario avivar una hoguera que se había apagado o atenuado incitando a las primas contra Paula y viceversa con los vídeos que les pusieron, sabiendo como sabían que al final de la noche llevarían las de perder Alejandra y Yoli. Un castigo gratuito a la mayor gloria de la estrella rutilante de la noche.
   No lo había pasado tan mal desde Gran Hermano 10 cuando asistí con estupor a la “coronación pirata” de Iván y su “luz im-propia”, y eso que he vivido muchas finales ganadas por concursantes que no deseaba, pero jamás como esta vez. Y que conste que Paula es la menos culpable en todo esto.  Ella ha interpretado a la perfección el papel ensayado y soñado desde que fue consciente en el vientre de su madre de que estaba destinada para esto, con la dicción perfecta de una dama de la escena que domina todos los registros desde una vena histriónica y fabuladora.  La dirección se olió el melodrama con su personaje y puso a su servicio desde el principio hasta el final el decorado y el marco perfecto para su lucimiento manejando el guión y el montaje con maestría para que una parte de la audiencia entregada se dejase embaucar acreditando el producto.  En estos momentos, como en ocasiones anteriores, sólo atenúa mi desazón y mi rabia acompañar la alegría y felicitar por el triunfo de su favorita a las personas que aprecio y adivino contentas detrás de esos nicks familiares y con las que comparto desde hace ya largos años esta aventura de seguir en las redes este concurso. 
    El título que me pedía el cuerpo y descarté era “realidad, sentimiento y fantasía”, intentando parafrasear la famosa peli clásica del cine italiano de siempre: Pan, amor y fantasía.  Las tres palabras que representaban a la perfección el resumen de las emociones que suscitaban en mí cada una de las tres finalistas. Alejandra me conectó con la realidad de una chica problemática que trasladó al concurso hasta emocionarme su naturalidad genuina y su deseo de crecer hasta encontrarse entre esas cuatro paredes conviviendo con extraños y domando las aristas cortantes de su carácter. La que intentó hacer aterrizar hasta el último momento a su prima enamoradiza y bajarla de su nube sentimental de entrega y cariño no correspondido que ella no merecía, la concursante que abordó con valentía todos sus actos y sus palabras de manera directa y fiel a sus convicciones sin importar las consecuencias.  La chica albaceteña que rozó el sueño de ganar una final de GH con las manos llenas de luces y sombras pero con el brillo único que da la autenticidad.

  Quiero hablar de Yolanda pero casi no me sale y ahora mismo sólo puedo decir que todo su concurso fue un carrusel plagado de sentimientos, regalando cariño y afectividad sin medida e incapaz de guardar rencor a nadie. Y verla ayer en el plató con Mercedes intentando nublar su corazón generoso y confiado con falacias y verdades a medias llenas de cinismo asegurando que su familia la sacrificó para ganar el maletín es algo que me subleva. Y después otra vez envuelta en el bucle interminable con un Jonathan al que no consigue por mucho que lo intenta mirar con el desprecio que se merece.
    Y por último Paula, que llevó a una mayoría de la audiencia votante y encandilada a su mundo de fantasía. Un territorio que no fui capaz de traspasar jamás porque siempre me pareció una ficción, la ilusión engañosa detrás de un espejismo que esconde reacciones de naturaleza histérica y desconcertantes imposibles de digerir. Sólo me gustaba, a veces, la mujer real, analítica e incluso fría que observaba y diseccionaba su entorno con tanta claridad y certeza que era pura contradicción con la caricatura que dibujó para nosotros o con ese deseo de apoyarse en varios concursantes masculinos para sobreactuar y morir de amor.
   Nos esperan tiempos nuevos con nuevas generaciones que se incorporan como seguidores y formas diferentes de gestionar su participación en el programa a través de las redes, y lo hacen de manera exponencial y diversificada.   Desde una visión de veterano seguidor anclado en normas y usos antiguos me atrevo a vaticinar que con el triunfo de Paula nace una nueva tendencia que bebe en varias fuentes, como Fresita por ejemplo, pero de una forma perfeccionada y teatral sin complejos. Esto es el futuro y tendrá unas consecuencias en próximas ediciones que ahora mismo no somos capaces de atisbar, algo similar a lo que ocurrió con la primera revolución que supuso internet incorporada de forma oficial a Telecinco en Gran Hermano diez.  Seis años después podemos asegurar que el Ivanismo ha muerto y ocupa su lugar el Paulismo.  ¡Ole tú! y que san Vasile nos coja confesados.


Forastero marulo

martes, 16 de diciembre de 2014

EL NUDO GORDIANO

    Las primas han conseguido no caer de momento en la trampa perfecta que se pretendía urdir por Paula y el paulismo más reclacitrante de convertir a la hawaiana en una pobre víctima ignorada y aislada por ellas esta última semana.  Al final no lo consiguieron porque ellas hicieron y hacen todo lo posible para que su compañera finalista no se sienta sola procurando no caer en su juego, y ahora mismo las tres forman una piña embarcadas en esta última y emocionante singladura, disfrutando una convivencia más que aceptable compartiendo juntas el vértigo de lo que significa ser finalistas de GH.  En la fiesta de la otra noche bailaron, bebieron, rieron y se divirtieron también juntas y conscientes de la transcendencia de esos momentos únicos e irrepetibles que tienen el privilegio de estar viviendo en el lugar de todos sus compañeros que ya no están. El domingo mismo, durante el debate, nos regalaron un momento divertido con los tres bomberos cachas y guaperas que la organización trasladó a la casa para que las llevaran en volandas como tres reinas, simulando un rescate, a la parte de la casa en la que vivirán a partir de ahora hasta el jueves, mientras se cerraban a cal y canto el jardín, la cocina y el salón para preparar el atrezzo y el montaje de la gran final del jueves.

    Otra vez, igual que en el día de la gala, al verlas juntas, a pesar de sus diferencias - sobre todo entre Paula y Alejandra, una situación perfectamente salvable sin que la sangre llegue al río - disfrutando y compartiendo la emoción de ver las fotos que se hicieron con los compañeros que ya no están, tantos recuerdos inolvidables que lograron tocar la fibra sensible de cada una de ellas, volví a tener la sensación, y la convicción, de que esta es la mejor final posible de esta edición. Se han quedado las tres solas y aún así  logran llenar esa casa de vida, porque son dicharacheras, ocurrentes, atrevidas y siguen aprovechando con fruición hasta el último minuto, tanto que es imposible escucharlas sin acabar con una sonrisa dibujada en los labios. El domingo mismo con los bomberos, siguiendo el directo, sólo ellas podían regalarnos esos momentos interactuando y flirteando con ellos, pícaras y simpáticas, con el descaro inocente y desinhibido que sólo se tiene a los veinte años sin esconder nada y fieles las tres, cada una a su manera, al espíritu de GH.
 
     No sé lo que pasará de aquí al jueves y aunque, repito, las de Albacete no han dado motivo alguno, ni siquiera han dejado un resquicio por el que colar y vendernos la victimización de la hawaiana - Alejandra, al primer amago, le soltó a Paula un "vente con nosotras que no tenemos la peste" -, durante el debate me quedó un bastante mal cuerpo después de ver cómo discurrieron las cosas. Quisiera verlo de otra manera, que no se notase el cristal primista por el que percibo el concurso pero no puedo sustraerme a la sensación que comparto con otra gente de que la balanza de las preferencias bascula hacia Hawai, y la insistencia en lo guay que puede ser todo si sabemos "morir de amor" con Paula.  No pretendo pormenorizar en qué me baso para tanta suspicacia porque es suficiente con repasar los vídeos emitidos de cada una para darse cuenta de lo que digo.
    Con todo no pierdo la esperanza y el partido no se acaba hasta que el árbrito, por muy parcial que sea, no dé  el pitido final. Y las primas ayudan aportando una actitud positiva y solidaria que me recuerda en muchos aspectos a la que mostraron con ella, como ya he dicho más de una vez, cuando se quedó descompuesta y sin carpeta a la que agarrarse los días posteriores a dejarla Omar tirada por Lucía, su novia de toda la vida.  Tenían toda la razón Maika y Loli cuando le recordaron a Luis en el debate del domingo, que pretendía quedarse él sólo, y el cafre de Hugo, con los méritos de apoyar a Paula en aquellas circunstancias, cuando aquella madrugada fatídica fue la hermana cordobesa más joven la que aguantó de pie cuidando a una hawaiana totalmente fuera de sí e impactada con la espantada de Omar. Y todos los demás, una parte importante de compañeros, de forma muy destacada las primas, estuvieron ahí de su lado hasta que encontró a Luis y volvió a su mundo multicolor distanciándose de nuevo de ellas. Así que cada cosa en su lugar.
    El debate me sirvió también para corroborar lo dicho aquí de los expulsados, que con sus actitudes y palabras acabaron dándonos la razón.  Creo que no merece mucho la pena hablar de Juanma y de Azahara, tal para cual, que nos la han metido doblada y siguen en sus trece “deconstruyendo” lo suyo como si la realidad de lo que vimos todos fuese una especie de alucinación colectiva. Debe ser la influencia carpetera que se nos está pegando a todos después de ver y soportar tanta telenovela barata dentro de esa casa los últimos años. Por una vez estoy de acuerdo con las opiniones de la mayoría de los comentaristas sobre el tema cuando calificaban lo que estos dos vivieron dentro de la casa como una historia de amor, o al menos aceptar que asistimos en vivo y en directo a un proceso de enamoramiento de libro en todas sus fases. 

   No quiero ahondar tampoco en la actitud del gurrumino escurriendo el bulto de forma miserable ante la pregunta insistente que le planteó Jordi durante el debate del domingo para que se posicionase sobre quién prefería que ganase el concurso. Otra vez vueltas y revueltas amagando por enésima vez para apostar al final descaradamente por Paula. Digan lo que digan una traición en toda regla a Yoli, la persona que le dio visibilidad, cariño y algo de lustre a su anodino concurso. En cualquier caso una actitud despreciable que me cuesta entender y aceptar. Recuerdo ahora aquello que le dijo Juanma en medio de una de sus múltiples borregadas - ¡Primo, a ti te dan un palo y una pelota y eres feliz igual! - al darse cuenta que a Joni le da lo mismo "hache" que "be". O lo que Alejandra le decía a su prima estos días soltando verdades como puños, cuando analizaban las dos delante de Paula su relación con Joni, concluyendo lo mismo que le llevaba avisando hace ya mucho tiempo, que era ella la tonta porque se estaba pillando por el primo y éste no se moja ni con agua. Yoli acaba aceptando la cruda realidad de que él se lava las manos dolida y decepcionada además por esa despedida tan impersonal desde el plató. A pesar de todo se confiesa enamorada y reconoce que le duele pensar que ahora mismo, fuera de la casa, el primo haya vuelto con su persona especial o lo que sea.

    Lo de Hugo no tiene nombre y la falta de sensibilidad que mostró ayer hacia su novia, y de respeto a toda la audiencia, no admite ningún tipo de disculpa. Las barbaridades que soltó ayer para justificar que ha cortado con su chica con la excusa de que ahora, famoso, tiene "pibones de yate" a la cola lo dejan en muy mal lugar, y después de vendernos en la casa unas lagrimitas de cocodrilo por ella. No entiendo todavía como la gente le pueden reír las gracias, porque lo suyo se mire por donde se mire da vergüenza ajena.  Sinceramente, estos días estaba algo preocupado porque pensé que había sido algo duro de más con él en las entradas del blog, pero ayer demostró aún más su verdadero rostro, egoísta y caradura, y comprendí que me había quedado corto. Inmediatamente me acordé de aquella noche en el jardín, muy al principio, en la que presumía ante su compañeros en tono jocoso de lo mucho que follaba la primera noche que salía con "chicas fáciles" y cómo después le pasaba sus teléfonos a un amigo suyo tímido y cohibido para que el pobre hombre mojase sin que ellas se enterasen de que el buen samaritano había sido él. En fin, en su momento pensé que no venía a cuento comentar aquellas confidencias de Hugo que tanto me desagradaron, sobre todo por el tono y la forma de contarlo. Durante el debate del domingo acabé de encajar aquella pieza en el puzzle de su personalidad.  
   Volviendo a las tres finalistas, llevo meses leyendo a otros blogueros que tienen como favorita a Paula, por supuesto hablo de gente que me merece todo el respeto y no lo que se lee en el gato u otros foros (de twiter ni hablo porque es un submundo en el que prefiero no entrar demasiado), intentando ver otros puntos de vista sobre ella pero los argumentos en su defensa no acaban de convencerme, y aparte de reconocer como ya he dicho que la hawaiana merece estar aquí a las puertas del premio, al final siempre me quedo con la sensación de estar ante una chica inteligente y embaucadora que se ha inventado un personaje “ad hoc”, a la medida, para participar y ganar GH.  Vale que no tiene nada malo fingir de vez en cuando tal como he dicho en los comentarios del blog, todos lo hacemos de alguna manera en nuestras vidas, y todos ponemos de vez en cuando alguna dosis casi necesaria de teatro para sobrevivir, pero Paula es puro artificio. 

   Tal vez esté equivocado y entiendo que llegar a tanta gente gente tiene su mérito, pero no dejo de preguntarme dónde está el personaje real y dónde el inventado, porque están tan imbricados que a veces se confunden y me parece que durante muchas fases de su concurso en vez de estar ante una persona de carne y hueso estoy viendo un dibujo animado maravillosamente diseñado para fascinar. Cuando ella se montaba sus peliculitas en la casa, sobre todo la última temporada con el torero, me recordaba a Jessica, la femme fatal animada en la película de 1988 ¿Quién engañó a Roger Rabbitque seducía a un detective magistralmente interpretado por el  actor Bob Hoskins recientemente fallecido. Y al ver las caras que pone Luis, embobado ante las películas de Paula, me recordaba la cara de asombro y encantamiento del detective de la película ante la caricatura hecha mujer por la magia del cine cuando los efectos especiales en estos temas estaban todavía en pañales.

    He dejado para el final a Alejandra teniendo en cuenta que esto se resolverá ente ella y Paula, y deseo por encima de todo que gane una de las primas. Ahora mismo no pretendía ir mucho más allá de la última entrada donde explico porqué considero que ella debe ganar GH 15 tal como están las cosas, pero tras escuchar su último confesionario explicándonos su paso por GH y lo que ha significado para ella este concurso acabó por convencerme del todo, y comprendí inmediatamente, por si me quedaba alguna duda, que tiene todos los méritos para declararse la emperatriz de esta edición, desbaratando de un golpe las pocas reticencias que tenía con ella, porque mi preferida de corazón sigue siendo Yoli.  
   Tal vez suene un poco exagerado, pero como se trata de comentar un reality de convivencia y uno se permite tomar determinadas licencias a modo de juego, tras oír sus maravillosas palabras dentro del confesionario, que valen por un concurso, se impuso ante mí la imagen poderosa de esta chica algo borde y arrabalera pero transparente y diáfana como el aire y el cielo manchego de su tierra en un día de primavera.  Y exclamé sin darme cuenta - ¡Alejandra, la magna! - y al igual que su tocayo, Alejandro el Magno, el joven emperador macedonio de la antigüedad, el más grande de todos los tiempos, que llegó al poder con veinte años y según cuenta la leyenda cortó el nudo gordiano de un mandoble que le abrió las puertas de la conquista de toda Asia, ella también con sus palabras cercenó todas mis últimas dudas, un intrincado nudo imposible de desatar, cuando nos confesó sincera que da las gracias por no conocer a nadie a nivel sentimental porque lo que tenía que hacer allí dentro era conocerse a sí misma, y lo ha conseguido. Además completó su sencillo pero enorme discurso al confesarnos con sus propias palabras algo que siempre digo sobre este maravilloso programa, que ha logrado aprobar la asignatura más difícil: la de la convivencia. Y recordé en ese momento la autenticidad física de su reacción cuando se encontró con su madre el día de la visita de los familiares para acabar de aclararme todavía más las cosas.

   Estoy seguro de que su prima Yolanda, generosa como siempre, brindaría feliz por su victoria, un triunfo que sin ninguna duda sería también suyo.

Forastero marulo

sábado, 13 de diciembre de 2014

EL ÚLTIMO ACTO: FEMENINO PLURAL

   No puedo ocultar la enorme alegría que sentí anoche cuando se confirmó por fin que las dos primas estarían juntas en la final. Una satisfacción impagable a pesar de la trampa mortal que supone tener a las dos enfrentadas a Paula de cara a la victoria. La sonrisa no me abandonó durante toda la gala, ni tampoco en el rato posterior que seguí el directo una vez finalizada la gala pendiente de contemplar esos primeros momentos de la tecnocasa con las tres finalistas sin ganas de irme todavía a la cama a pesar del cansancio acumulado durante la semana. Era el momento de disfrutar sin agobios de esa imagen maravillosa firmada por segunda vez en femenino plural en la historia de GH y sin pensar en la larga y emocionante batalla que nos espera por ver quién se lleva el gato al agua. Y sobre todo con Yoli dentro.

    Unos momentos también para reflexionar, ahora sí, sobre el discurrir vertiginoso y las consecuencias de una noche intensa y emotiva por tantas cosas; y expectantes ante todo lo que nos espera esta última semana de concurso. El caso es que mi deseo era alargar ese instante de felicidad y postergar lo máximo posible el análisis de ese camino repleto de minas a punto de explotar que les espera a las primas a cada paso que den en la casa que será escrutado con lupa desde fuera en beneficio de la hawaiana. Un espacio que ahora mismo les queda enorme a las tres, cargado de nostalgia y recuerdos en cada rincón. La situación propicia para escenificar el último acto de una estrategia larvada que se disfrazó hipócritamente de buenas intenciones por la parte contratante, y por los seguidores de Paula, para vendernos a todos la moto de que Yoli merecía estar en la final y que concentrar el voto en Alejandra era traicionar miserablemente a la prima rubia. Casi logran emocionarme con su generosidad ante tanto apoyo desinteresado y acorde con los deseos de aquellos que queríamos tener a Yolanda en la final sin importarnos el precio ni las consignas primistas. Una concordancia con los paulistas que no se produjo cuando la prima había coincidido nominada con Paula para votar en negativo y entonces no tuvieron tantos miramientos.

    Como la cosa este año va de alegorías simplemente me dejé llevar un rato disfrutando de esa escena de las primas después de la gala, ya de madrugada, luchando por sacar las maletas y los bártulos que no cabían dentro del almacén de la comida. Después de intentarlo por todos los medios y a punto de quedar alguna encerrada lograron salir del apuro con cierta ayuda del súper mientras Paula las ignoraba. Tal como las miró, en esa lucha titánica y bastante cómica que me recordó la famosa escena del camarote del los Marx, creo que hubo un momento en que la hawaiana tuvo la tentación, al menos imagino que le pasó la idea por la cabeza, de encerrarlas allí dentro de ese cuarto bajo llave durante los siete días que quedan. Así podría ser la reina de la fiesta con todo el escenario para ella solita y montárselo con sandías, personificando frutas y objetos en esa imaginación fantasiosa e inagotable que acaba con mi paciencia y que no me creo en absoluto. Una oportunidad de escenificar sin interferencias primistas un monólogo ensayado mil veces desde pequeñita, cuando soñó que algún día estaría en esa casa.  Su último acto sin compañía para recordar todos los peldaños (Omar, Luis, Hugo…) que fue utilizando y vampirizando para auparse a lo alto de un podio sembrado de juguetes rotos, los títeres necesarios que bailaron a su ritmo en la función más importante de su vida.  Su mejor interpretación con aroma a óscar.  La madre de Hugo lo dejó muy claro cuando dijo entre risas durante la gala que la hawaiana los utilizó a todos, también a su hijo, para su lucimiento y beneficio.

    Al final cerré el directo y apagué el portátil con la imagen de Yoli arrastrando a duras penas una de esas bolsas de guardarropa casi tan grande como ella fuera del almacén y me dormí con la sonrisa boba que no me abandonó en toda la noche, intentando alejar los malos presagios que me invadieron por un instante y pensando en que mañana será otro día. No quería que sombra alguna me robase ese momento de felicidad que suponía ver a las primas juntas en la final. Un deseo que he tenido prácticamente desde los primeros días, sobre todo después de la famosa madrugada que para bien o para mal marcó GH 15, cuando las dos se implicaron por completo con los protagonistas de aquella noche mientras la mayoría se escondía y desaparecía para no verse salpicado, aquellos días que apoyaron y dieron calor a una Paula destrozada y abandonada, a pesar de que ella hasta ese momento las ignoraba olímpicamente e incluso las trataba con desprecio centrada en su infumable carpeta con Omar.   Lo mismo que ayer, vamos, aunque pareciese lo contrario. Ahora sabe que tiene la sartén por el mango, una situación ventajosa de cara a la audiencia para jugar a la victimización. Pero me estoy adelantando.
    Antes hablaba de una final y una semana repleta de trampas para las primas. Ayer mismo en la gala ese repentino ensalzamiento de la figura de Yoli con vídeos amables sobre su concurso, a la par del enésimo despliegue de los numeritos y gorgoritos inagotables de Paula; un caramelo envenenado para los que apostamos por la prima y que esconde la lectura retorcida de que la intención del programa era apuntalar su presencia en la final y provocar cierta confusión entre los seguidores de Yolanda que no seguimos hasta ahora la consigna de concentrar el voto en Alejandra.

    De cualquier modo, independientemente de los objetivos de la dirección del concurso, que en último término tienen que ver siempre con la cuenta de resultados, creo que es una final justa y muy digna para lo que ha sido esta edición tan controvertida. Ya lo he dicho varias veces y me reafirmo, Paula, en primer lugar, ha sido una concursante entregada a la causa del programa, una de las protagonistas indiscutibles de la edición y por lo tanto no pongo un solo pero a esa presencia dentro del trío femenino de finalistas. Por supuesto, una cosa es que vea lógico su puesto en la final, ya que ha convencido a una parte significativa de espectadores, y otra que gane.  Lo cierto es que cada vez soporto menos su histrionismo constante y sigo sin creérmela, y no puedo dejar de pensar en ese otro yo multipolar del que tantas veces nos habla – “siempre he sentido algo muy fuerte dentro de mí”, nos dijo en su alegato de anoche – como una especie de Alien que la revienta desde dentro y la transforma en una depredadora emocional implacable que se alimenta de la energía anímica de los que la rodean.
   Alejandra, la prima larguirucha y más joven podría ser una perfecta ganadora a la altura del concurso, una verdadera pata negra como concursante que ha evolucionado a lo largo de casi tres meses mostrándonos todos sus entresijos con generosidad y valentía. Un regalo para adictos como nosotros entregados siempre a la causa a pesar de tantos sinsabores. Una concursante con distintivo de autenticidad y ausencia total de artificios que sin más armas que su naturalidad repleta de contrastes - tierna y agresiva, sensible e irritable, temible y adorable - conforman un cóctel explosivo de actitudes y sentimientos que marcan con fuerza su personalidad y no dejan indiferente a nadie. Si gana, aparte de que ganaría de alguna manera su prima, aplaudiría feliz.

    Y por fin Yoli, la pequeniña prima rubia, que por mucho que digan los que no entienden que hace ahí ocupando una de las gradas del podio, con la medalla de bronce asegurada, su concurso a tumba abierta es muchísimo más que su insistencia obsesiva por una persona tan poco merecedora de su cariño como Jonathan, el primo expulsado en primer lugar que ayer mismo después de todo lo que dijo en su entrevista con muy poco que rascar más allá de la relación y la atención que le regaló la prima, no tuvo ni el detalle de despedirse de ella personalmente, por su nombre. Triste bagaje el suyo que ni eso fue capaz de hacer bien mientras Yoli lo escuchaba emocionada en su despedida esperando que el tipo al que dedicó tantas horas durante tantos meses simplemente dijese su nombre y un par de palabras con una pizca de cariño. En esos momentos, al comprobar su mirada de profunda decepción, recordé aquellas palabras suyas en el confesionario: "Sólo pido que me den un poquito de todo el cariño que yo doy".
    En fin, quería decir que Yolanda, una concursante con mayúsculas, fue mucho más que el supuesto “acoso” al primo, fue la chica que tuvo que lidiar con Vitín y su despecho, la que soportó con mucho aguante y serenidad la inquina y la falta de respeto que tuvo Alfredo con ella cuando llegó incluso a negarle el saludo. La mujer que siempre estuvo ahí en los momentos difíciles de casi todos, empática, graciosa, generosa, cariñosa, entregada, conciliadora, nada rencorosa y siempre dispuesta a perdonar cualquier desaire. Sí, y ha sido pesada hasta el cansancio con el primo, y a veces come nocilla con las manos, y tiene un piercing en la lengua que odio. También invadió un día la intimidad del primo en el confesionario pero consiguió gracias a eso que él abandonase por unos momentos su tibieza; y en una de las imágenes más maravillosas de esta edición lo espió tras la puerta del confesionario para acabar llorando como una magdalena al verlo sufrir por su culpa. Estoy dispuesto a batirme con quien sea, dialécticamente claro, por defender los méritos de esta chica albaceteña tan llena de defectos y de vida para estar en la final. Aunque sé que es tarea imposible tal como están las cosas y pase lo que pase el jueves que viene, esta chiquichuela que a veces se siente tan poca cosa y se cree la última mierda para todos, es para mí la verdadera ganadora de GH 15.
    Ahora tengo muy pocas ganas de ponerme a relatar lo que pasó en el plató con el desfile cronometrado de cada una de los expulsados, y que transcurrió conforme a mis deseos. Había pensado dejarlo para una próxima entrada pero no me resisto a dejar algunas pinceladas de como lo vi y lo viví.  Primero decir, como un chascarrillo más y siguiendo mi teoría sobre la relación entre el vestido que se pone Mercedes en las galas y el tono de sus entrevistas, que ayer venía de negro y por tanto me esperaba dureza. Así fue con Jonathan, desnudando sin demasiados problemas la simpleza de un concurso ceñido como ya dije a su relación con Yoli, y no hubo mucho más que rascar. Sólo reseñar que acabó reconociendo en su peculiar y poco comprometido lenguaje telegráfico - "No, sí, bueno, yo, claro, una atracción muy fuerte, bueno, sí hay" - el cariño que le tiene a la prima.  Aunque después volvió a pifiarla de nuevo con esa despedida tan fría e impersonal en la que ni siquiera la nombró mientras que sí se dirigió personalmente a Paula. Sin comentarios.   

    La cosa, por cierto, debe ser de familia porque la metedura de pata de la madre del gurrumino también fue de campeonato cuando comentó a su hijo que estuviese tranquilo respecto a la personita especial, la dichosa gitana morena que tanto añoraba en la casa mientras se restregaba con la prima sin rechazar su cariño, porque había hablado con ella y no está muy enterada de lo que pasa en el concurso porque está estudiando. Una de dos, o la señora es muy cínica y nos miente, o nos trata de ignorantes a todos los que seguimos este programa, porque según lo que dijo, y tal como lo dijo, estudiar y formarse es incompatible con seguir GH.
    De Hugo y su show pasado de rosca intentando hacerse el gracioso no voy a decir casi nada, sólo que la cabra tira al monte y nunca mejor dicho. Lo que el mismo dijo, un vago redomado y un señorito que no la rascó durante tres meses, en ningún sentido, como mucho limpiar de vez en cuando las cagarrutias de la rubia, que menos, y sacar su mala leche a pasear con demasiada frecuencia, lo mismo que esa vena blasfema continua y gratuita que chirría a los oídos aunque uno no fuese creyente. Alguien debería decirle que ciertas frases y expresiones fuera de contexto ofenden, sobre todo por el tono y se trata simplemente de educación.  Un concursante llorón y consentido, "por así decirlo" - una muletilla que usaba constantemente muy típica de las zonas rurales de los alrededores de Vigo - que en esa despedida tan falta de consideración hacia las primas se comportó de esa forma tan mezquina y ruin que según mi criterio marcó su concurso en la casa.  Menos mal que inmediatamente después una espléndida Azahara, al menos en esto se mojó, compensó con creces la falta de respeto de su compañero y dedicó a las primas una despedida llena de cariño y afecto que me sorprendió gratamente.
    De ella, de Azahara y de su entrevista, me centraré si puedo en la siguiente entrada después del debate del domingo. Sólo comentar la pena que siento porque esta mujer inteligente y guapísima a rabiar haya empezado a concursar de verdad y a interactuar con todos los demás solamente estos últimos días desde que el primo barbudo fue expulsado la semana pasada. Habríamos asistido a otra historia si en vez del "no puedo" con que empezó ayer la entrevista, tapándose los ojos y mirando de reojo con miedo a enfrentar la realidad de su concurso y esa relación tan especial con Juanma, hubiese pasado al sí quiero y puedo con todas sus consecuencias. Hoy, seguramente, en vez de doña agobios anti todo expulsada fuera de la final en el último suspiro sería finalista con muchas opciones.

Forastero marulo