1.- Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada (Edmund Burke)

2.- Hay un límite a partir del cual la tolerancia deja de ser virtud (Edmund Burke)

martes, 28 de mayo de 2013

SONIA Y EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

    Vale. Ya está. No hubo sorpresas, y ocurrió lo que se esperaba por mucho que en la gala de ayer doña Merceditas nos contase que el asunto de la expulsión, entre Igor y Sonia, estuvo toda la noche pendiente hasta el último momento de un puñado mínimo de votos. Como si a estas alturas de la película, y catorce ediciones encima, no supiésemos por donde van los tiros; casi con la misma pericia que el añorado Jose Luis Urribarri, Dios lo tenga en la gloria, cuando adivinaba desde su dilatada experiencia a quién calzaba los "twelve points" cada país en las votaciones de Eurovisión. Porque el hombre lo clavaba con una precisión increíble. Casi lo mismo que nosotros.

    Lo único cierto es que la santa audiencia, esa especie de nebulosa informe de la que todos formamos parte, nos hemos convertido con la nominación de Sonia primero y con su expulsión después, en juez y parte del asunto.  Un poder tan inmenso como injusto, que puesto en nuestras manos desvirtúa a mi modo de ver uno de los pocos baluartes que quedaban sin contaminar del espíritu de Gran Hermano.  Esa regla del programa por la que son siempre los concursantes quienes se nominan entre ellos de mil maneras posibles, desde dentro o desde fuera de la casa, o en algún caso como este año por boca de sus familiares; y sólo al final nosotros, los espectadores, expulsamos o premiamos, que es nuestro verdadero trabajo.

    Sí, estoy hablando del espíritu de GH, aunque algunos se mofen de los que seguimos defendiendo ese concepto a capa y espada; la primera la Milá que cada vez que puede corta cualquier crítica en este sentido en el plató con cajas destempladas, como hizo ayer una vez más avalando como estupendo y maravilloso cualquier cambio en el formato del concurso, sea el que sea, aunque ello suponga que GH acabe por transformarse en una caricatura grotesca tan alejada de lo que debería ser. Un espectáculo inclasificable donde lo único que importa ya es que continúe el circo descarado y que suene sin cesar el clink, clink de la caja a costa de cargarse lo que haga falta. 
    Aunque Sonia, y toda la familia Walls con ella, mereciesen subir al cadalso para purgar juntos todos sus pecados no justifica esta lamentable historia, que me recuerda en cierta manera, pero mucho más grave ahora por su transcendencia en el devenir del concurso, a la posibilidad que también nos regalaron el año pasado, y que tanto critiqué, de meter a "Zergio" en Guadalix para destrozar el concurso de Sindia, su novia la mondarinas, y de paso amargarle la vida.

    El caso es que si a partir de ahora los futuros concursantes de GH saben que salir a la palestra semanal para ser expulsados, y según le rote a la dirección del programa para sus intereses, puede depender también de que los nomine el público, y no sus compañeros, a través de plataformas como la "appgree GH" que se inventaron este año u otras parecidas, la forma de concursar en el programa ya nunca será igual, y condicionará de manera negativa a mi modo de ver la naturalidad y la manera de relacionarse entre los concursantes dentro de la casa por culpa de este nuevo factor nominativo.  Lo digo porque si es así estamos hablando de otro concurso y no de Gran Hermano. Si esto significa ser un purista recalcitrante, como dije en alguna ocasión anterior, pues lo soy y punto.

    La Milá, ayer, conseguido el objetivo de poner a Sonia en el disparadero, ya que desde dentro no pudieron con ella a través todas las nominaciones posibles (en negativo, en positivo, en el confesionario, a la cara, a través de los familiares), se apresuró a confirmar que esta nominación "externa" sólo sería por esta vez, al menos de momento, aunque tengo muy claro que volverán a utilizarla para lo suyo cuando vuelva a interesar a las mentes pensantes del programa.   Lo más triste es que para llevar a cabo esta jugada fraudulenta, los gerifaltes del programa contaron con la complicidad de una audiencia desesperada por trincar cuanto antes a la canaria y que prefirió mirar hacia otra parte, tapándose la nariz ante una ante una irregularidad tan flagrante, a cambio del cuestionable privilegio de actuar como la Reina de Corazones para descabalgar a Sonia de su país de las Maravillas cortándole la cabeza.

    Considero un deseo muy legítimo ver a la doctora Walls fuera de la casa pero no con los medios equivocados. Su salida, nominada y expulsada por el público, es una satisfacción pasajera y una victoria pírrica que tarde o temprano pagaremos con creces cuando vuelvan a hacernos una de las suyas y entonces no nos guste el resultado.  Ya estará allí la Doña para acallar nuestros lamentos y argumentaciones futuras recordando que una vez fuimos cómplices, por ayer, y no rechistamos. Incluso disfrutamos. Lo mismo que hizo el año pasado cuando nos quejamos en masa  por meter al novio de Sindia en la casa, y bien que supo recordarnos que fuimos nosotros quienes decidimos su entrada cuando pudimos impedirlo con nuestros votos. Ya lo avisé en su momento, ella volverá a lavarse las manos como Pilatos y nosotros volveremos a caer en las trampas que nos tiende el programa conociendo nuestras debilidades. Cuando cedemos a un soborno, y haciendo un paralelismo esto de algún modo lo fue, nos convertimos en copartícipes del delito y quedamos atrapados en manos del infractor.

    No pienso extenderme en el resto de los líos y cuestiones del concurso ni de lo que pasa con los quedan en la casa al faltar Sonia, porque lo que quería decir queda perfectamente expresado tanto aquí como en la entrada anterior.  Y Dios me libre de meter baza en el patatal que tiene montado el programa con la familia Walls y más andando por medio la insufrible y veletas de Belén Rodríguez, que Dios los cría y ellos se juntan. O se atizan.

    Por lo que veo mucha gente, especialmente los numerosos detractores de Sonia, están esperando como agua de mayo que ante la ausencia de la canaria se produzcan no sé que tipo de milagros en Guadalix. Y viven ahora con la vana ilusión de que, sin su influencia supuestamente perniciosa en la casa, todo mejorará, los pajarillos piarán de nuevo y una corriente de aire puro limpiará de golpe todos los malos humores que inundaban Guadalix.  Hasta el punto de que los concursantes tipo muebles de Ikea resucitarán y hablarán por fin, los enamorados recapacitarán, y todos los pobriños abducidos por la doctora Walls se arrepentirán de su pecado de sumisión y vasallaje.  Sinceramente, puedo estar equivocado pero no me creo ese cuento.
    Tampoco pienso analizar en profundidad la entrevista que Mercedes le hizo a Sonia, que en algunos momentos pareció un "déjà vu" que me transportaba a otras entrevistas de anteriores ediciones.  Ni se trata de cargar siempre mi frustración y mala leche contra la presentadora, que alguien va a pensar que lo mío con ella se trata de algún tipo de perversión sin clasificar, "Milafilia" o algo así. ¡Que va, quita, quita!. Menos aún voy a hacer sangre de los malos modos, de arrabal y poligonera, que la presentadora sacó a paseo durante la gala campando a sus anchas. 

    Para finalizar, y saliéndome de lo prometido, sólo diré que la odontóloga canaria, una concursante que no me provocaba entusiasmo alguno, ni frío ni calor, hasta que surgió la dichosa nominación de la audiencia, al final consiguió llevar la entrevista a su terreno, demostrando en directo cuáles son sus verdaderos poderes.  Tengo absolutamente claro, como los demás me imagino, que Sonia tiene madera de líder y sabe manejarse con soltura utilizando con pericia la palabra, sobre todo el tono de voz, para salir bien parada de las circunstancias complicadas y difíciles que se le presenten en la vida. Algunos me dirán, claro, que es lo mismo que hacen los manipuladores de toda la vida, que usan sus encantos y su "savoir faire" para llevar con engaño y disimulo el agua a su molino.  No quiero entrar en esa discusión y doy por bueno lo que cada uno piense.

    En resumen, que no voy a señalar sus defectos porque comparto en alguna medida lo que se apunta de negativo en los comentarios de los blogs sobre ella, pero sí quiero resaltar que Sonia tiene dos características, fundamentales a mi modo de ver, que la convierten en un personaje interesante y tremendamente atractivo desde el punto de vista del concurso: se trata de una persona inteligente que se maneja con soltura en las relaciones sociales y es sobre todo ahora mismo una mujer enamorada. Algo que no tiene discusión.

    En su despedida de la casa nos dio muestras suficientes de esas cualidades, que se pueden valorar tanto en positivo como en negativo. En primer lugar esa frase de despedida dedicada a su Pelocho, de lo mejor que recuerdo para delicia de carpeteras, cuando le dice - ¡Haz las cosas como tú las haces que es como me enamoraste!. Y justo a continuación, la muestra de su capacidad de liderazgo cuando consigue que todos sus compañeros dentro de la casa estiren sus puños hacia delante, Igor incluido, para gritar con ella:
                       
                        ¡¡¡Estiren todos la mano, uno, dos, tres, cuatro... CATORCEEE!!!

    Lo dicho, de nota. Me quedo con eso.

Forastero marulo

sábado, 25 de mayo de 2013

¿QUÉ ME PASA DOCTORA WALLS?

    Definitivamente tengo que hacérmelo mirar, porque si no a cuento de qué estoy yo aquí ahora escribiendo una entrada como ésta un sábado por la mañana, quemándome el teclado en las manos, cuando los fines de semana fueron siempre sagrados para mí salvo alguna que otra excepción en que no pude publicar la entrada de los viernes, el día después de las galas, por andar apurado de tiempo normalmente por motivos laborales. Y no es, lo juro por Snoopy, porque a la doña le haya dado su enésimo furor exhibicionista enseñando a media España esas increíbles bragas psicodélicas, un pastiche íntimo de colores que parecía tener un arco iris desparramado en la entrepierna.

    Que no, ya sé que podía hacer sangre sobre el asunto pero esta vez mi presentadora favorita en vez de enfado y sonrojo me produjo, sorprendentemente, una tremenda ternura.  Y más al verla después del despelote abrazada en el plató a Noe de GH 13; dos nudistas declaradas y confesas escenificando su reconciliación, de todo corazón, ante la audiencia como testigo.  Lo mismo que me pasa, y me refiero a lo de producirme ternura, con la típica tonta del pueblo que se levanta las faldas cada dos por tres para enseñarle el chichi a todo el mundo que quiera verlo, o con esa señora ya entrada en años bastante desfasada que sale diariamente a la calle vestida como una matahari de postín o una tigresa veinteañera come hombres con maquillaje excesivo y una indumentaria fuera de lugar.  Que conste que en la gala del jueves, striptease aparte, Mercedes estaba muy guapa.  Lo cortés no quita lo valiente.

    En fin, que podría haber titulado la entrada - En bragas y a lo loco -, pero recordé que ya había parafraseado la famosa comedia de Billi Wilder, esa maravillosa y mítica película que protagonizó Marilyn Monroe, para titular otra entrada a comienzos de GH12; la semana aquella en que la mayoría de los chicos de la edición que al final ganó Laura estaban en una de las dos casas en que habían dividido Guadalix y tuvieron que apañárselas con la ropa íntima de las chicas que estaban en la otra casa con las maletas intercambiadas.

    Por lo excepcional del hecho, también pensé titular esto - El día que la Milá entró en el concurso - para describir con sorna y mucha coña su paso efímero por Guadalix fisgando y curioseando cada rincón de la casa mientras los concursantes convertidos en una especie de estatuas de sal, entre divertidos y medio acojonados, la observaban deambular a su alrededor mientras la presentadora los olisqueaba con descaro y les hacía carantoñas para provocarlos.
    Pero no, nada de lo anterior, suficiente de sobra para que en otras ocasiones se me afilasen los colmillos con deseos de trincar a gusto y despacharme sin contemplaciones, ha sido lo que me ha motivado para salir del tedio y ponerme a escribir sobre GH 14.  Y más después de todos estos días tan desenganchado del programa que sólo ayer por la tarde, después de ver despacio y en pequeñas dosis la gala y el debate en diferido, pude reaccionar a todo lo que pasó durante la semana y asimilar mínimamente el circo ese que tienen montado en Guadalix y el plató de Telecinco, y que cada vez entiendo menos. La realidad es que el único motivo por el que escribo hoy esto es por Sonia, la doctora Walls, el enemigo público número uno de este año por lo visto.  Me explicaré.

    Antes de continuar debo decir que esta entrada, post o como se le quiera llamar era absolutamente prescindible. No tengo razón alguna para hablar de ningún concursante de este año, y tampoco de Sonia, claro. En primer lugar porque me había comprometido a no comentar GH14; o como mucho hacerlo de vez en cuando de forma general pero sin hablar sobre el concurso en sí y menos aún sobre ninguno de sus concursantes en particular. Las razones están explicadas de sobra y no viene a cuento explicarlo de nuevo para repetirme otra vez. El caso es que no tengo remedio y entro al trapo como un toro al capote.

    Y en segundo lugar, porque la odontóloga no era mi favorita para ganar el concurso ni lo fue jamás, ni tampoco lo sería de no existir tantas interferencias lamentables por parte de la dirección del programa que la afectan directamente a ella.  Claro que semejante afirmación tiene muy poco valor porque favorito en realidad no tengo ninguno, así que me lanzo al ruedo por una concursante que en otras circunstancias me dejaría bastante frío e indiferente y que en todo caso jamás defendería salvo para reconocer que da muchísimo juego para comentar Gran Hermano y constituye, emparejada con el intranscendente Pelocho, uno de los ejes centrales de esta edición. Sino el único.  En resumidas cuentas, que esta mujer ha llamado mi atención por el odio y el rechazo generalizado que provoca en una parte importante de la santa audiencia, al menos de los que pululan y escriben en blogs, foros y twiters alimentando con razón o sin ella la impotencia y la rabia por no poder tenerla a tiro para expulsarla.  Y eso me pone. Lo reconozco y no es la primera vez.

    Además, independientemente de lo que pueda contar ahora, no me parece de recibo el hecho de que invirtiendo las reglas del programa, en una nueva vuelta de tuerca más retorcida y demencial que nunca, Sonia haya sido nominada por la audiencia y no por sus compañeros como sería lo suyo.  Una pirueta difícil de justificar con el objetivo inmediato de hacer caja, supongo, y satisfacer de paso las ansias vengativas hacia ella por una doble vía, nominándola primero y expulsándola seguramente después. Es decir, nos han ofrecido la posibilidad de estar en misa y repicando dejándola a ella sin escapatoria alguna. Una tremenda injusticia se mire por donde se mire por muy antipática que pueda resultar a una parte más o menos importante de los seguidores de GH.

    Lo único que tengo claro es que la Doctora Walls, la chica canaria que ha conseguido al lado de Kristian el control prácticamente total de esa casa y de sus habitantes, como si de su propio cortijo se tratase, es según mis entendederas casi el único personaje absolutamente necesario este año en Guadalix. Es la única o casi la única que gracias a su juego, guste o no a los espectadores, le da un mínimo sentido e interés a esta edición tan decepcionante.  Una concursante a la altura de un tipo de perfil de los más odiados y vilipendiados de la historia del programa: Carlos Hoyas o Pilar Ochoa, por poner un par de ejemplos.  Aquellos que tuvieron la "desgracia" de entrar con un pedigrí muy determinado que conlleva la inquina desde el minuto uno de una multitud de espectadores. Un cliché que algunos, como en el caso del santanderino de GH10, procuraron hacer bueno con su actuación desacertada dentro de la casa.

    Unos concursantes que presentan por norma general una buena situación personal, laboral e incluso económica. Licenciados universitarios de familias pudientes o relativamente pudientes, algunos de ellos considerados "pijos" con titulación o profesiones que no tienen nada que ver con la TV y muy alejados de la farándula. Un tipo de concursante seguro de sí mismo y con el ego aparentemente subido, pero que esconde detrás de las apariencias algún tipo de fragilidad, y porque no decirlo, un deseo inconfesable de reconocimiento y mucha hambre de popularidad. En el fondo, lo mismo que la gran mayoría de los que se presenta al concurso. Por eso jamás llegaré a entender que personas con estas características, supuestamente formadas e informadas, con la vida arreglada, sigan entrando en el programa cuando la mayoría de las veces tienen mucho más de perder que ganar, arriesgando todo lo que tienen fuera como un trapecista intentando las piruetas más complicadas sin red de protección.
    A lo que iba, tal es así que últimamente no hago más que imaginarme en una consulta médica donde me recibe la doctora Walls con su espléndida bata, el torno en la mano y una sonrisa encantadora y profesional, y antes de que me pregunte nada, ni siquiera el nombre, le espeto sin más:
- Soy Marulo, ¿qué me pasa doctora, es grave lo mío?
- ¿ Qué quiere decir, le duele algo ? - me responde.
- Es que creo que me estoy convirtiendo en un despreciable carpetero.
- ¿ Y eso señor Marulo ?
- Pues que quiero que gane usted GH14 acompañada de su Peluchín.
- Gracias señor, ¿pero por qué?.
- Pues por joder, simplemente doctora.

    Y me acuerdo entonces del chiste aquel de un paisano gallego, ya muy mayor, que estando en las últimas reune a su mujer y a todos sus hijos para despedirse y dejarles claras sus últimas voluntades. Cuando los tiene a todos delante de su cama, compungidos y con cara de pena, real o fingida, va y les dice.
 - Si muero en Cuspedriños de Arriba me enterráis en Cuspedriños de Abajo, pero ojo si me muero en Cuspedriños de Abajo me enterráis en Cuspedriños de Arriba.
Su hija mayor en nombre del resto de la familia, escandalizada e incrédula, le dice.
- Pero papá, y eso porqué, si a ti te da lo mismo donde te entierren.
Y le padre le contesta:
- Es por joder, incluso después de muerto.

    Pues por eso, por joder y llevar la contraria, me vuelvo carpetero y quiero que gane la mala oficial de este año, sobre todo ahora que el programa se la ha puesto a la audiencia vengativa en bandeja contra el paredón para ser fusilada al amanecer.  Y porque en el fondo, si no hay nada mejor, y este año no lo hay, prefiero siempre antes a la bruja malvada que a la propia Blancanieves.

Forastero Marulo

viernes, 10 de mayo de 2013

¡QUE NOS DEN!

¡Que nos den...! y ya sabemos por dónde.

    Literal. Así se despachó la doña ayer noche sin que en ningún momento se le pusiese la cara roja como un tomate de vergüenza.  Lo hizo como sólo ella sabe, regodeándose con fruición en sus palabras, adornando la expresión escatológica que nos regaló con ese tono leve y frívolo que pretendía quitarle hierro al asunto, como si se tratase de una dedicatoria irrelevante por la familiaridad cómplice con la que se dirige a nosotros,  pero totalmente llena de desfachatez y mala leche.   Lo mismo que ese típico colega con cierto ascendiente y autoridad sobre los demás que harto de lo pesados que somos sus compañeros, cuando ponemos en cuestión sus actos o le damos la tabarra más de la cuenta, nos suelta la burrada inconveniente de turno demostrando su incapacidad manifiesta de aceptar cualquier observación o atisbo de crítica.  

    No importa que después, como quién no quiere la cosa, pretendiese dorarnos la píldora montando el circo de rigor, artificial y forzado, al que nos tiene acostumbrados para salir del atolladero - qué cojonudo es todo en GH, qué buenos son ellos y qué burros, antiguos y desconfiados somos nosotros - pero eludiendo todo tipo de disculpas y/o responsabilidades por parte del programa.  Desde luego hay que reconocer que en esto es una auténtica maestra y por eso Telecinco la tiene ahí y le pagará lo que le paga, porque fue la mejor y es muy difícil, sino imposible, encontrar a otra profesional como ella que defienda con tanta vehemencia, y veteranía, los errores garrafales del programa y de paso sus intereses.

    Qué sabremos nosotros, tocapelotas amargados y sabihondos, al cuestionar el programa y sus sabias decisiones apelando a un trasnochado espíritu de Gran Hermano. - ¿Al espíritu de qué? -  vino a decir la Milá "descojonándose" en nuestras caras y asumiendo, ella sola, la defensa a ultranza de la filosofía mercantilista del concurso ante cualquier fallo cometido y la crítica consecuente a algunas de sus decisiones.   La Mercedes más ácida y "poligonera" tradujo para nosotros en un sonoro y vergonzoso corte de mangas la injusta consigna de un quijotesco "ladran pues cabalgamos" de la dirección del programa.
    Ayer, incluso, en su noche desaforada, se permitió el lujo de criticar abiertamente al profesorado de este país, justo el día en que toda España sin excepción vivía convulsa una huelga generalizada contra la nueva ley de educación que pretende aprobar el Partido Popular. Y Mercedes echando leña al fuego preguntaba, inquisidora y demagoga, así en general y mirando a la cámara, a ver qué hacían los profesores ante la manifiesta incultura de muchos concursantes de GH.  A lo mejor sólo fue una broma, y se trató humor  negro. Si fuese maestro o profesor estaría ahora mismo pidiendo su expulsión, perdón quería decir su disculpa inmediata. En qué estaré pensando.

    Todo esto, claro, tras reírse todos, ella la que más, de la ignorancia supina de Desi en temas básicos de historia del arte y alabando al mismo tiempo la simpatía y el desparpajo de la concursante. Una tía genial vamos, pero que la culpa no es de ella por tan "borrica". Ni por supuesto del programa, como si a los concursantes los eligiésemos nosotros y no ellos, porque nos encanta que entren personajes en la casa cuanto más ignorantes mejor.  El colmo del cinismo una vez más.

    Continuaré sin hablar del concurso en sí, pero tengo bastante claro que toda la pirotecnia puesta en marcha en la gala de ayer, con la repesca multitudinaria de concursantes y el recurso efectista de los reencuentros en el confesionario entre otras cosas, no fue sólo con la intención de resucitar GH 14 para sacar la edición del estado catatónico o casi vegetativo en que se encuentra, sino que se trató, fundamentalmente y por la manera cómo se hizo,  de una forma de enterrar el tema Argi y aparcar lo antes posible su oportuno plante negándose a visitar el plató de Telecinco.

    Detrás del intento evidente de autocontrol por simular normalidad mientras duró el programa y de la incomodidad hostil que destilaba la presentadora en cada gesto calculado y en cada frase, revoloteó toda la noche la sombra alargada de la expulsión de la vasca la semana pasada.  Después de los breves minutos que Mercedes le dedicó al comienzo de la gala a este tema, el ostracismo hacia la vasca solamente se rompió cuando Sonia y Raki en el confesionario se acordaron de Argi para transmitirle ánimos en el momento de nominar. Ante toda la audiencia, en su discurso inicial, la presentadora procuró en todo momento poner la pelota en el tejado de la concursante expulsada, y me temo que mientras ella no doble la rodilla la dirección del programa no cambiará de política. Triste e injusto pero es lo que hay, y vistos los antecedentes no podemos esperar otra cosa.

Forastero Marulo

viernes, 3 de mayo de 2013

LAS PALABRAS QUE EL VIENTO NO SE LLEVÓ

    Está claro que no sé estar callado y mantenerme al margen, pero como Gran Hermano es así de grande y también retorcido, por mucho que algunos digan lo contrario y maldigan su nombre (a veces soy el primero), al final aunque uno quiera estar apartado del tsunami de emociones que representa siempre pasa algo inesperado o escandaloso en el programa, a veces tan arbitrario e injusto por desproporcionado y fuera de lugar como lo que acaba de hacer el programa con Argi, que no me queda más remedio que bajar a la arena y meterme de lleno en el fregado.

    En esa casa, en Guadalix de la Sierra, la guarida de los sueños de tantos miles de españoles que cada año desean entrar en ella a tumba abierta para disfrute de nuestro voyeurismo y exponerse de forma temeraria bajo los pies de los caballos, duerme en realidad un monstruo insaciable azuzado entre todos que acaba devorando a algunos concursantes y destroza sus vidas. Así, y a pesar de tantas ediciones, seducidos por los hermosos cantos de sirena de un maletín prometido y sazonados de una pizca de fama, entre otras cosas,  aquéllos que tienen el privilegio de ser los elegidos entran en el concurso sin percatarse, por ambición o pura inconsciencia, de que sus acciones y sus palabras serán fiscalizadas hasta el más mínimo detalle con las consecuencias más insospechadas y perniciosas, si se tuerce la cosa, para su futura estabilidad emocional y psicológica. Y ejemplos hay muchos

    En esa casa, donde se ha dicho y hecho de todo, siempre llega un momento en que los concursantes se relajan y acaban creyendo que detrás de las cámaras no hay nadie, comportándose como lo haría cualquiera de nosotros en la vida diaria, con nuestra ración de actos y palabras indignas o inconvenientes pero sin la vigilancia de ese ojo omnipresente de GH que nos representa a todos. Sólo algunos, relativamente pocos, juegan a la provocación consciente arrogándose un papel determinado o buscando la polémica fácil dibujando un estereotipo odioso, irritante y caricaturesco para escándalo de meapilas e inquisidores, y para desagrado de una mayoría de espectadores razonables que acaban expulsándolos normalmente a las primeras de cambio.

    Pero una gran parte de los concursantes, que además suelen ser bastante jóvenes, se olvidan tarde o temprano de todas las prevenciones y las estrategias previas que traían de sus casas. Unos planes que generalmente no sirven para nada porque GH casi siempre termina por desarmarlos y acaban siendo ellos mismos para mostrarnos sus verdaderas caras con sus miserias y grandezas. Esta virtud del programa, que es también una de las causas de su éxito, favorece que existan muchas probabilidades de que ellos sean en algún momento políticamente incorrectos como lo somos la mayoría de nosotros sin que nos graben a todas horas durante el día. El problema es que todo lo que se diga tras los muros de Guadalix, debido a la enorme repercusión del programa, siempre podrá herir susceptibilidades y sensibilidades varias. Algo que en un país tan cainita como el nuestro, desgraciadamente, supondrá ensalzar o condenar, a unos o a otros, dependiendo de qué se diga o de quién lo diga o haga.

    Por tanto, teniendo en cuenta lo anterior hay que valorar en su justa medida palabras, frases u opiniones que los concursantes emitan durante el concurso, sin sacar las cosas de quicio porque no estamos ante un púlpito, ni ante un estrado oyendo el mitin, el sermón o la conferencia del personaje público o poderoso de turno con responsabilidades a sus espaldas. Esto no es más que un concurso de conviviencia, todo lo incorrecto y criticable que se quiera, y aunque sabemos que por su popularidad y audiencia lo que allí ocurre trasciende a veces fuera de esas cuatro paredes alimentando escándalos coyunturales, al final no es más que eso: un puñetero concurso. Y salvo situaciones de violencia manifiesta y consciente de palabra u obra que dañen a terceros, cualquier palabra o frase ofensiva, por desafortunada que sea, si se trata de algo puntual y más si a continuación hay un arrepentimiento inmediato seguido de disculpas sinceras, como es el caso, es algo que debería quedarse dentro de la casa y que los espectadores juzguen después con sus votos.

    Sobre todo cuando hablamos de GH, un concurso en el que tuvimos que soportar de todo a lo largo de tantas ediciones; desde afirmaciones racistas a proclamas incendiarias y descalificadoras, desde opiniones vejatorias a exabruptos llenos de agresividad, actuaciones de las que sus autores, en muchas ocasiones, salieron prácticamente indultados o se fueron de rositas (alguna que otra este año); y resulta que ahora acaban de expulsar sin contemplaciones, de manera rigurosa e inmerecida, a una concursante tras el error puntual de un comentario desafortunado y censurable, de acuerdo, pero del que inmediatamente se arrepintió y pidió disculpas como acabo de apuntar. 

    No voy a explayarme ahora sobre la falta de imparcialidad ni sobre las decisiones arbitrarias e interesadas del programa por motivos que todos conocemos, y que en último término dependen del poderoso caballero don dinero; fundamentalmente porque es algo que he comentado y criticado en varias entradas del blog a lo largo de estos años y no me quiero repetir.  Ni creo que merezca ya la pena.

    Tampoco voy a comentar demasiado sobre Argi, la estudiante vasca de arquitectura ahora expulsada, que de continuar en el concurso era una de las favoritas para el triunfo este año tras ganarse el favor y el corazón de una gran parte de la audiencia. Una chica espontánea y pacífica, aunque algo impulsiva, que demostró su verdadero talante conciliador hace unos días con la reacción tan moderada y positiva que tuvo cuando Desirée le confesó que ella era la que le había robado sus pinturas y maquillajes. 

    Algún día tendrán que explicarnos esta condena tan contundente y punitiva por unas palabras que no quisieron que se llevara el viento. Unas palabras desafortunadas producto de un error y que tras la nefasta gestión del programa ha motivado una expulsión disciplinaria, condicionada seguramente por unas supuestas consecuencias económicas negativas, que podría arruinar la vida de la concursante. 

    Estoy convencido de que esta decisión, además, puede ser contraproducente para aquellas personas y organizaciones que han alentado este "castigo ejemplar", provocando en una parte importante de los seguidores de Gran Hermano el efecto contrario del que se buscaba generando una antipatía indeseada por la manera cómo se desarrollaron los acontecimientos.

Forastero Marulo