1.- Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada (Edmund Burke)

2.- Hay un límite a partir del cual la tolerancia deja de ser virtud (Edmund Burke)

miércoles, 18 de diciembre de 2013

UN CUENTO DE NAVIDAD


    Empezaba a anochecer y Katia, sentada en el rellano de las escaleras del porche de su casa, jugaba con su muñeca.  A sus espaldas, tras el amplio ventanal de la cocina, su abuela trasteaba entre cacharros preparando la cena para las dos. Fuera, la niña observaba a través de las ramas desnudas del nogal del jardín como el sol fundido en el horizonte anaranjado se apagaba totalmente sobre la inmensidad del mar con el rumor de las olas de fondo.  Bajo un cielo diáfano y sin nubes de diciembre destacaba, justo en el suroeste del firmamento, el intenso fulgor de Venus al lado de una luna en su cuarto creciente que resplandecía como un gajo blanco e inmaculado. 

    La niña abrazaba con ternura, como protegiéndola del frío, a Nancy, la muñeca que su mamá le había regalado el día que cumplió cinco años hace ahora exactamente dos meses. Dos días después ella se despidió con lágrimas en los ojos y entre achuchones mientras le decía que se iba por poco tiempo para vivir la ilusión de su vida y le prometió que cuando volviese, esta vez sí, no se separarían jamás, porque gracias a ese sacrificio de estar separadas las cosas se solucionarían para siempre. 

- Sonríe cariño - le pidió moqueando con la cara congestionada y la voz quebrada de emoción  - que mamá va a ser famosa, tendremos dinero y vamos a ser muy felices a partir de ahora.  ¡Ya verás!.

    Cuando llegó el taxi para llevarla al aeropuerto mamá se fue arrastrando sus dos enormes maletas hasta que el taxista las metió con dificultad en el maletero. Estaba muy guapa con aquella minifalda negra de cuero y unos zapatos preciosos a juego de tacón altísimo con adornos plateados y refulgentes enmarcando las hebillas; los mismos que ella curiosa se había calzado la noche anterior mientras mamá se duchaba y se lavaba el pelo. Se paseó a trompicones con ellos por la habitación, fascinada como una pulgarcita traviesa con las botas de siete leguas, husmeando divertida los cachivaches femeninos esparcidos por todas partes que mamá usaba para ponerse guapa y sintió vértigo, mucho vértigo.
 
    Aquel día no fue capaz de llorar al despedirse de su madre desde el portal de casa mientras su abuela, que sí lloraba desconsolada, agarraba con tanta fuerza su mano izquierda que llegó a hacerle daño. Con la otra mano dibujó una despedida de forma mecánica imitando a su abuela, pero sin demasiado entusiasmo, hasta que el coche desapareció tras una curva al final de la calle. Las dos semanas siguientes sintió como si una pelota de ping pong molesta e incansable rebotase a todas horas dentro de su barriguita.

   Katia no entendió nada pero sabía de alguna manera que aquella despedida era muy diferente a otras anteriores y presentía en su corazón de niña que las cosas a partir de entonces ya nunca serían igual. Su abuela le prometió que vería a mamá todos los días, aunque no pudiera hablarle. En aquel mismo momento se preguntó por qué a todos los mayores les gusta tanto prometer cosas que luego no cumplen.

    La niña canturreaba distraída a su muñeca una canción que aprendió con sus compañeros hace unos días en la escuela para el festival de Navidad, justo antes de las vacaciones. Ella fue vestida de pastorcilla y echó de menos a mamá entre el público, sobre todo después de lo que le había dicho Borja antes de subir al escenario, el niño malvado de la clase que siempre insulta y reparte collejas a todos.

♫ El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su rey
le traen regalos en su humilde zurrón,
Roponpon, Roponpon... 


- ¡Kati, entra en casa que ya está la cena! - Oye la voz de su abuela que la llama mientras las luces del árbol de Navidad se cuelan por la puerta entreabierta de la casa y arropan su frágil cuerpecillo en la oscuridad creciente de una noche ya cerrada. Se recoloca su precioso gorrito de lana de franjas rosas y blancas haciendo campanear graciosamente su pompón con el movimiento, al compás de algunos ricitos rubios que sobresalen y caracolean rebeldes en su frente.  Ella sigue canturreando la canción sin comprender muy bien porqué la entristece tanto, aunque no para de cantarla a todas horas desde que la aprendió.

   Tras llamarla por tercera vez su abuela sale al porche a buscarla.
- Kati, entra en casa que hace mucho frío y ya está la cena en la mesa.

- ¿Abuela, por qué dicen que mamá es una zorra? - Le pregunta la niña sin darse la vuelta dejando perpleja a su abuela y sin saber qué decir.

- ¿Nena, a qué viene esa pregunta?  Replica ella sin contestarle mientras se sienta a su lado en la escalera y le pasa el brazo por los hombros con delicadeza. Las dos miran el cielo hermoso, oscuro y ya totalmente estrellado.

- Borja me lo dijo el día de la fiesta de Navidad. Dice que se lo dijeron sus papás y que también  lo dice todo el mundo en la tele.

    Con un nudo en la garganta agarra las manitas de su nieta abrigadas con guantes de color limón, la mira directamente a esos ojos hermosos y verdes como los de su madre y le dice - No hagas caso cariño, es que a mamá le tienen mucha envidia ahora que es famosa y sale en la tele - La abuela toma un poco de aire antes de continuar - Cuando vuelvas al cole después de vacaciones hablaré con la profe para arreglarlo todo y para que nadie vuelva a decirte esas mentiras.

    La niña hace pucheritos con la boca y baja la vista contrariada.
- ¿Mamá se acordará de mí ?
   Antes de que la abuela pueda contestar a su nueva pregunta la niña alza un poco la voz en tono de protesta - ¡Quiero estar con mi mamá en Nochebuena y que me lleve a la cabalgata de Reyes como el año pasado!.

- Yo te llevaré cariño, no te preocupes, la Navidad es mágica y ella estará igualmente con nosotras en nuestro corazón como una de esas estrellas que iluminan esta noche, como esa grande de ahí ¿ves? - le dice señalando a Venus sin darse cuenta que realmente es un planeta - Ahora mismo mamá estará seguramente en el jardín de Guadalix viendo esa misma estrella y pensando en ti.

    La abuela se levanta para regresar a la casa.
- Anda, entra que se enfría la cena y cierra la puerta que hace mucho frío. No te vayas a resfriar.

- ¡Vaaale, ya voy!.

     La niña se queda unos segundos mirando fijamente el cielo estrellado donde resalta Venus y el cuarto de luna. Una estrella fugaz que apenas dura un segundo cruza en ese momento entre los dos astros. Katía apenas pestañea y una leve sonrisa ilumina su rostro. Por fin, después de varias semanas una lágrima asoma en sus ojos titilando como una estrella más y recorre lentamente su mejilla amoratada de frío hasta caer encima de la muñeca que descansa en su regazo.

- ¡Es verdad, mira, es magia! - Musita de forma casi imperceptible a Nancy como contándole un secreto que sólo quiere compartir con ella.

    A continuación arregla despacio el vestidito de su muñeca y la coloca sentada con mucho mimo con la espalda apoyada contra la balaustrada del porche. Levanta y gira su mentón con cuidado articulando su cuello para que se quede mirando hacia el cielo estrellado y le da un tierno besito en su mejilla mofletuda.

- ¡Hasta mañana Nancy!. Ahora te toca a ti, cuando veas tu estrella mágica vendré a buscarte.

    Katia se levanta y entra en casa cerrando la puerta tras de sí mientras sigue canturreando la canción del tamborilero. Fuera hace mucho frío, hiela, y Nancy permanece inmóvil observando el cielo inmenso. Sus ojillos redondos de cristal antes inexpresivos brillan ahora como espejos reflejando la luna y el cielo salpicado de estrellas, mientras tanto la escarcha nocturna comienza a dibujar en su carita rosácea de plástico una lágrima gélida.



Forastero marulo

viernes, 11 de octubre de 2013

GILDA SANTANA, LA GUIONISTA DE GH


    Debo reconocer que lo mismo que me pasa casi siempre con otros productos audiovisuales (cine, documentales, series...) y es muy injusto, lo sé, no había reparado casi nunca en los guionistas de GH. Me refiero por supuesto al plano personal, es decir a saber quiénes son con nombre y apellidos. Y cuando tengo que despotricar contra el programa y cargarme a alguien si las cosas pintan mal las tortas en primera instancia se las lleva generalmente la Milá, siempre tan a mano, que a veces parece que le encanta e incluso nos provoca; y en segundo lugar voy a degüello con aquéllos que supongo llevan las riendas del asunto en la sombra y a quiénes suelo denominar de manera eufemística como "gerifaltes" o simplemente "la dirección del programa". 

    Este pecado, por cierto, es algo generalizado y aunque el guión y los guionistas son parte fundamental para que un producto audiovisual funcione y alcance el éxito, de ellos no se acuerda ni el tato y aparecen normalmente de rondón tan sólo en los créditos finales. Sólo algunos privilegiados, muy pocos, alcanzan la fama y son conocidos por el gran público en un plano similar al director o a los protagonistas principales, por ejemplo.

    La realidad es que la mayoría de los fans y seguidores del programa en diversos foros y blogs, entre los que me incluyo, sólo acostumbramos a mencionar en general a estos profesionales sin rostro ni nombre para criticar su trabajo cuando no estamos conformes con lo que deciden mostrarnos del día a día del concurso, sobre todo en las galas, a través de los vídeo montajes sobre los concursantes y sus historias.  Algo que ocurre a menudo cuando creemos, según siempre nuestro subjetivo pero apasionado criterio, que la orientación que se le da al contenido en resúmenes y galas no refleja los hechos para nosotros imprescindibles centrando su atención en tramas o personajes carentes de interés o resaltando sólo lo negativo de nuestros favoritos, mientras que consideramos que favorecen y ensalzan, por el contrario, lo positivo y la cara amable de aquellos que odiamos o son oponentes de nuestros preferidos.  
    Me refiero por supuesto al valioso y difícil trabajo de editar vídeos diarios o semanales resumiendo en pocos minutos aquello que consideran fundamental para la trama y el programa tras ver y analizar tantas horas grabadas de la vida en Guadalix. La tediosa tarea de separar la paja del grano, y elegir después entre éste el mejor para que el pan salga bien cocido y sabroso del horno con el objetivo de alimentar nuestra hambre insaciable de entregados espectadores.

    Por eso los seguidores acérrimos del programa consideramos fundamental un 24 horas libre, gratuito y accesible que nos permita formar nuestra propia opinión y otorgar relevancia a aquellos sucesos o historias de los concursantes en la casa que creemos más interesantes o que atraen y llaman nuestra atención por las razones que sean; dejándonos así la posibilidad de contrastar después nuestro punto de vista con el criterio de la "dirección del programa", es decir con la visión de las cosas que los guionistas nos ofrecen y presentan con su trabajo. Una libertad que exigimos para nosotros independientemente de que el motivo para orientar de determinada manera los vídeos y elegir el material del programa que ellos deciden emitir, sea porque consideren que unos hechos son relevantes en sí mismos para mostrar a los telespectadores o porque pretendan incrementar la audiencia alimentando polémicas o incidiendo en situaciones conflictivas que supuestamente atrapan y gustan a la mayoría del seguidor tipo, si es que existe algo así, del programa.

    La cubana Gilda Santana fue una de esas profesionales durante las diez primeras ediciones de GH. La principal guionista de este invento; hasta el punto de que, a juicio de muchos, desde su marcha del programa la edición de vídeos y la forma de contarnos el concurso ya no volvió a ser la misma. Personalmente creo, sin dogmatismos ni verdades absolutas, que los que se quedaron, o los nuevos que vinieron, han seguido su estela y continúan reflejando de alguna manera la impronta que ella dejó en la forma de mostrarnos las historias que nacen, se desarrollan y mueren en Guadalix.

    Unos meses antes de comenzar GH 13, hace ahora dos años exactamente, en octubre de 2011, Gilda publicó el libro "Diez años de Gran Hermano. Diario de una guionista". Una aportación muy interesante, casi imprescindible diría, sobre esa apasionante experiencia de vivir GH desde dentro, analizando y guionizando para nosotros las vidas de los concursantes de un programa que se ha convertido en hito indiscutible de la televisión, sobre todo en España, donde lleva emitiéndose catorce ediciones consecutivas y que, salvo catástrofe o sorpresa inesperada, cumplirá seguramente otra edición al menos: la número quince.



    Su obra es sobradamente conocida y desde que se publicó todos los seguidores del programa hemos oído hablar de ella en mayor o menor medida. Mercedes Milá ayudó muchísimo a su difusión promocionando el libro en todos los foros y sobre todo durante aquella edición en cada gala. Como no podía ser de otra manera, con algo de atraso por cierto, el pasado verano me compré el libro por fin con la intención de leerlo durante las vacaciones. No voy a decir que me lo haya devorado, como nos confesó Mercedes que hizo ella el día que acompañó a Gilda en la presentación del libro en Barcelona, porque en mi caso preferí disfrutarlo sin prisas demorándome en cada uno de los capítulos que dedica a las diez primeras ediciones que ella vivió como guionista. Pretendía rememorar y contrastar mis recuerdos y sensaciones con la visión de la autora y de lo que supuso, en definitiva, vivir aquello desde su posición privilegiada dentro de la vorágine diaria del concurso. 

    Creo que todo entusiasta del formato y con más razón cualquier friki "granhermanero" como yo debería acercarse a esta obra y leerla, porque Gilda refleja con maestría en sus 360 páginas los mecanismos internos del reality más longevo y exitoso de la TV, destripando los entresijos de esta fábrica de ilusiones en la que tantas y tantas personas nos han regalado sus vidas como concursantes; en muchos casos por poco más que un plato de lentejas. Una historia de sueños y pesadillas, de felicidad y amargura, de triunfos y derrotas, de emoción, angustia, falsedad, amor, traición y avaricia que hemos compartido como espectadores privilegiados y también, como no podía ser de otra manera, como jueces implacables de sus vidas durante el concurso.

    Alguien decía que "vivir tiene consecuencias" y vivir en Guadalix tiene su cuota extra de consecuencias positivas y negativas marcadas a fuego en los rostros de los concursantes, en sus almas y en sus vidas. En el libro nos cuenta también esta parte, en muchos casos amarga para ellos, del programa. Y por supuesto también aparecemos nosotros, los seguidores fieles arrostrando nuestras propias consecuencias como parte indispensable y necesaria en el funcionamiento y en el éxito de todo este circo mediático y brutal en que se convierte el concurso cada año devorándolo todo. En sus páginas aparece reflejada y analiza nuestra creciente influencia en el programa a través de la vertiginosa aparición de internet en el concurso con la participación e implicación creciente de tantos seguidores a través foros, blogs, y más recientemente en twiter y faceboock. En definitiva las nuevas plataformas, las redes sociales, que al igual que en tantos órdenes de la vida, actualmente, han cambiado todo poniéndolo patas arriba.

     El libro se divide en tres partes bien diferenciadas. La primera parte, hasta la página 30, incluye además del prólogo de Mercedes una introducción y el relato del inicio de la aventura. En el inicio nos revela a modo de diario lo que supuso su aterrizaje en aquel impresionante reto de comenzar un programa tan polémico. Es la crónica emocionante de todos esos días de abril anteriores al Big Bang de la historia de GH en nuestro país. Ese 23 de abril de 2000 en que comenzó todo. 
    
    A lo largo de las casi 300 páginas siguientes, el "corpus" fundamental del libro, Gilda nos va desgranando, también a modo de diario, cada una de las diez primeras ediciones de GH.  Nos cuenta lo que allí  pasó y como lo vió ella desde su posición analizando los hechos que se vivieron y sus consecuencias. Se detiene y extiende particularmente en la primera edición, unas setenta páginas; aquella que se vivió en la casa de Soto del Real. Al resto les dedica sólo una media de veinticinco páginas cada una pero sin decaer en ningún momento el interés. Por simple curiosidad o por cubrir un vacío que yo tenía debo decir que leí con especial atención el relato de aquellas ediciones que por diversas circunstancias apenas seguí, y que son la cinco, la seis y la ocho.

    En la última parte del libro (no llega a las treinta páginas) comparte con los lectores sus reflexiones sobre el fenómeno que supuso el reality y aprovecha para responder a una serie de preguntas que frecuentemente le formulan sobre diversos aspectos del concurso. Se trata de una parte jugosa y esclarecedora en muchos sentidos. Podría mencionar varias cosas de lo que afirma y necesitaría una nueva entrada, o más, para tratarlas con la profundidad que se merecen; pero lo más interesante para mí es la reflexión que hace sobre nuestro papel y la importancia que ha tenido para el éxito y longevidad del programa. Después de los propios concursantes y los guionistas del programa, nosotros somos para ella el tercer guionista. Los espectadores.
 
    Para ilustrar lo anterior copio y pego un párrafo completo extraído de la página 338 del libro y que refleja a la perfección lo que muchos pensamos y hemos dicho con otras palabras por estos lares:   "Una de las preguntas que se repiten en casi todo lo que se escribe sobre Gran Hermano es por qué lo ve la gente, y una de las respuestas más frecuentes es que los espectadores son solo unos voyeurs que buscan fisgonear y satisfacer su propia necesidad de morbo y control sobre las vidas ajenas. Me parece una conclusión demasiado simplista. Gran Hermano gusta, entre otras cosas, porque es un concurso cuya dinámica es fácilmente comprensible, porque trata de historias cotidianas de personas comunes, porque permite la identificación con sentimientos y emociones universales, por el realismo de unas tramas despojadas de elaboraciones literarias y vividas por sus propios personajes-guionistas, y porque, aunque muchas veces no lo ejerzan, esos espectadores saben que pueden, cuando quieran, utilizar el voto para convertirse en coguionistas y decidir el rumbo de la historia".  Una realidad así de simple y así de grande.

    A continuación dejo un par vídeos para complementar la entrada.  En primer lugar una interesante entrevista que le hicieron a Gilda Santana en febrero de 2012, en Periodista Digital, para hablar sobre su libro.
    También añado para quien tenga tiempo - merece la pena - el vídeo de la conferencia completa titulada "Estás nominado" que Gilda impartió dentro de un Máster de la Universidad Oberta de Cataluña. Para que luego digan que el concurso sólo interesa a iletrados y espectadores ignorantes.
   

                Conferencia "Estás Nominado"_ Master d'entreteniment UOC-TV

 

 Forastero Marulo

miércoles, 25 de septiembre de 2013

MI QUERIDA ESPAÑA

    Después de tres meses prácticamente desaparecido por fin asomo la patita tímidamente en mi propia casa tras un verano agónico, trágico y triste en Galicia.  Como imagináis, con el recuerdo de la maldita curva de Angrois aún demasiado reciente, no digo esto tan sólo por el calor interminable que hemos soportado ni por los fuegos que devoraron nuestros bosques sin piedad otro año más.  Lo hago desde este rincón esquinado y melancólico en el que vivo. Un pedazo doliente y arrasado situado al noroeste de nuestro maravilloso pero también desafortunado país que se llama España

    Un país donde los tontos, los sinvergüenzas, los mangantes y los traidores vendepatrias son tantos que no cabe uno más en la corrala. Una multitud de inconscientes y cínicos ventajistas que no ven más allá de sus propias narices, ni de sus intereses miserables y espurios por mucho que se disfracen y nos vendan el invento envuelto con el celofán brillante de las ilusiones colectivas. 

    Y lo hacen empujándonos a todos hacia el abismo mientras manipulan y tergiversan la realidad y la historia. El aliento y el alimento perfectos para cautivar a incrédulos o aprovechados que necesitan toneladas de doctrina excluyente y consignas precisas para dejarse arrastrar a las aventuras más descabelladas pero, eso sí, santificadas bajo una supuesta pureza de emociones, de sentimientos y arropados por el engañoso, a veces, estandarte de la libertad. Por desgracia enfrente, igual que nos ha pasado casi siempre a lo largo de los siglos en nuestra piel de toro, como contrapeso, no hay más que cerrilismo y cortedad de miras que lo único que consiguen es engordar y retroalimentar al monstruo.

    Durante el largo y cálido verano, con semejante panorama inundando la realidad además de las otras desgracias dolorosas y cercanas que sacudieron nuestras conciencias y corazones, permanecí alejado de realitys televisivos y programas adyacentes como quien huye de la peste para refugiarse en una estancia apartada del mundanal ruido hasta que desapareciese toda posibilidad de contagio. 

    Tal vez fue un error ya que al menos me servirían para desconectar de todo; porque los miserables no nos dejan en paz, y entre unos y otros no hacen más que buscarnos las cosquillas e intentan tocarnos las pelotas con la evidente intención de amargarnos la fiesta y de paso desatar nuestras bajas pasiones involucrándonos sin remedio en el fango con ellos y sus miserias.

    En fin, que en estos días tan confusos y llenos de demagogia interesada por todas partes me acordé casualmente de una estupenda canción de Cecilia compuesta hace ahora casi 40 años, y que hablaba de nuestra querida y maltratada España. Sí, de España, aunque parezca mentira. Los mismos años, o casi, que hace que la cantante nos dejó para siempre en una fatídica madrugada del verano de 1976 por culpa de un accidente de automóvil en la provincia de Zamora. Curiosamente aquella noche de madrugada, la de su trágica muerte, ella regresaba a Madrid desde aquí, desde Vigo, después de la que fue la última actuación de su vida en el Nova Olimpia, una mítica sala de fiestas de la ciudad actualmente desaparecida.  

    Ahora que en estos tiempos complicados y difíciles tanta gente reniega de su nacionalidad y pretende abandonar el barco en el que vamos todos (aunque a veces visto el percal a algunos incluso los entiendo), merece la pena volver a escucharla, y no sólo por su extraordinaria calidad sino porque resulta sorprendentemente actual aunque su letra pueda sonar a otros tiempos.

    Por cierto, hoy después de tanto tiempo llueve por fin en las Rías Baixas, es otoño y GH 15, si es que hay programa este año, me parece algo demasiado lejano y fuera de lugar. Cualquiera sabe...



Forastero marulo
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jueves, 20 de junio de 2013

EL TRIUNFO DEL SUSARGISMO


    No sé muy bien como hincar el diente a toda la traca final que ayer nos colocaron como cierre a una edición para olvidar por tantísimos motivos.  No sé si usar la brocha gorda y emborronar todo a lo bestia o decidirme por pinceladas sueltas de trazo fino que reflejen a cuentagotas el cúmulo de sensaciones agridulces  que me produjo la llegada a la meta de un GH que se me hizo interminable.   Lo primero sería reflejar la extraña impresión de que el plató estaba ocupado por una multitud de concursantes expulsados que parecía aquello más una manifestación, o una sentada reivindicativa, que otra cosa.  Era tal mi confusión que hubo momentos en que no atinaba con el nombre de muchos de ellos y menos aún era capaz de recordar algo interesante o significativo de sus vidas en Guadalix durante las últimas semanas o meses. Salvo casos muy contados sólo venían a mi memoria de forma confusa y caótica gritos, imposturas, silencios, deprimentes pajillas mentales y de las otras, conversaciones anodinas, discusiones sin sentido, diálogos de auténticos besugos, océanos de ignorancia, intereses mezquinos disfrazados de oportunismo barato y mucha, pero mucha nadería y aburrimiento.

    Ahora, al intentar escribir las primeras impresiones de lo que fue la gala me asaltan también, desordenados y reveladores, todos esos pequeños flashes de una noche que se fueron adueñando de mi retina con parsimonia pero sin la expectación ni la ansiedad punzante de otras finales.  Imágenes sucesivas como la espantada de Sonia ante el último exabrupto insidioso de Mercedes (veneno versus vinagre). El afán de protagonismo de Iván como defensor de causas perdidas y su deseo inagotable y cansino por hacerse notar. La efervescencia desorbitada de unos gemelos vestidos de seda, como en el dicho, con el cuchillo entre los dientes ante Desi e Igor, y desatados después con la victoria de Susana. El tratamiento especial en tiempo y formas durante la interminable entrevista que recibió Desi, cual diva divina de la muerte enfundada en ese vestido inclasificable que nos regaló, y mi estupefacción ante el anuncio de su próxima colaboración en Sálvame según nos reveló en riguroso directo la Milá (viendo estas cosas no sé porqué tantos jóvenes de este país, brillantes y preparados, siguen empeñados en estudiar periodismo).

    Y también las descaradas preferencias de la presentadora en contraposición con las antipatías no disimuladas  dependiendo de los concursantes como marca genuina de la casa. La buena onda de Raki en todo momento, también en el plató. La caballerosidad y el saber estar de Igor, capaz de enseñarnos siempre en los momentos estelares del concurso su cara A, la más amable de su personalidad eclipsando detrás de su sonrisa de gentelman el lado más oscuro. El peinado vintage de Pepe Herrero que parecía escapado de un capítulo de "Amar en tiempos revueltos" después de la sobremesa.  La presencia de Pepe el bailaor, con pajarita y enfundado en un smoking claramente alquilado por lo mal  que le sentaba, cuando entregó el testigo en forma de maletín repleto de billetes a su victoriosa sucesora, una guapa y espléndida Susana vestida de rojo que tanto me recordó a Laura el día que ganó GH 12.  Un cúmulo de sensaciones bajo un decorado brillante y bien diseñado, debo reconocerlo, donde sobre todas las cosas brilló la presencia de Argi, con su emoción y sus lágrimas.

    Recuerdo que en ediciones anteriores cuando comentábamos GH en el blog del gato, uno de los argumentos que utilizaban algunos blogueros para descalificar tu opinión contraria a su favorito era acusarte que sólo veías las galas o los resúmenes.  Si no eras adicto al 24 horas, y al minutado, o al menos no lo parecías te ninguneaban y no te daban vela en el entierro.  Por mi condición de reventado oficial en alguna de aquellas ediciones, aparte de ingenuo y novato en estas lides, este tipo de acusación mal intencionada me molestaba profundamente, e incluso me enfurecía, porque entonces me lo tragaba todo sobre el concurso, o eso intentaba. Y algunos blogueros picajosos e impertinentes daban por hecho que si alguien no era capaz de vislumbrar con claridad meridiana todo lo que ellos consideraban evidente e indiscutible sobre los concursantes y el concurso es que sólo veía las galas y no tenía derecho ni criterio para opinar.
    Comento esto porque antes de continuar ahondando en lo que dio de sí la ultima gala que acabó con la justa victoria de Susana debo admitir lo obvio, y es que esta vez sí que hablaré desde la perspectiva de lo visto solamente en las galas, algunas a medias, y en los pocos resúmenes que decidí o pude ver. Por tanto la acusación aquélla que tanto me enfadaba entonces hoy estaría plenamente  justificada. La diferencia es que ahora me da lo mismo lo que puedan decir en ese sentido, tanto que confieso previamente mi culpa, pero con la seguridad de que si me hubiese tragado diez veces más horas de lo que he visto llegaría prácticamente a las mismas conclusiones. GH 14 no da para mucho más y me alegro de no haber malgastado mi tiempo más allá de lo necesario.

    Sí, se acabó, ayer cerró las puertas la casa de Guadalix, la que fue durante un tiempo el dominio absoluto de la película Walls, ese país de Nunca Jamás donde Peter Pan (Kristian) encontró a Wendi (Sonia) y fueron expulsados después de su paraíso soñado gracias al empujoncillo interesado del programa, todo hay que decirlo, y perdiendo la batalla con el capitán Garfio, ese vasco que logró llegar al final de la meta sin acabar como pasto de tiburones y habiendo rozado con la punta de los dedos, de manera sorprendente para sus muchos detractores, el codiciado tesoro que todo el mundo anhelaba. Lo hizo dejando demasiados cadáveres, personajes de un cuento donde sólo él, o casi, jugó a ser adulto, con ínfulas pero adulto al fin y al cabo en un territorio infestado de niños grandes con personalidades insustanciales y pusilánimes.  
    Si soy sincero, como anticipé al principio, para mí la verdadera protagonista de la noche, además de Susana, por supuesto, una digna ganadora para una edición tan decepcionante como GH 14, fue Argi; la concursante  injustamente apartada del concurso y que debería haber estado ayer noche en esa final por derecho propio y disputando el premio al lado de la que fue su amiga dentro de la casa. Con su decisión de aparecer en la gala final el programa ganó muchos enteros gracias, entre otras cosas, a su saber estar y a su actitud elegante y conciliadora en todo momento. 

    Sin pretender quitar protagonismo a nadie, con el corazón dividido y emocionada, ella no quiso perderse el momento en que sus dos mejores amigos de la casa, el vasco y la murciana, se jugaban los 300.000 euros en dura pero amistosa competencia. Cuando la veía sonreír y llorar emocionada, tan leal y amiga de sus amigos como siempre, cuando volví a escuchar de nuevo su discurso atropellado e interminable, lo mismo que en aquellas parrafadas velocísimas cada vez que nominaba en el confesionario, comprendí, por si me había olvidado, porqué estaba fuera de la casa la verdadera ganadora de GH 14, o por lo menos una de las candidatas que tenía más probabilidades de conseguirlo hasta el momento en que la echaron de aquella forma tan triste y mezquina.   Ayer, otra vez, no volvió a decepcionarme, al revés, estuvo muy por encima en todos los sentidos de un programa tan arbitrario con ella y también de su presentadora, demostrando con su actitud positiva el tremendo error que supuso su expulsión.

    Ayer, digo, de algún modo se hizo justicia, porque al ganar Susana ganó también nuestra Argi.  Ganó el SUSARGUISMO.

Forastero marulo

PD: No sabía como despedir esta extraña edición de GH de la que me descolgué voluntariamente al principio y a la que volví casi al final enrabietado ante lo que consideré una tremenda injusticia con la expulsión de Argi.   El caso es que estaba pensando que dentro de unos días, precisamente en la madrugada del 23 al 24 de junio, se celebrará la mágica noche de San Juan, y coincidirá en luna llena. Por tanto tendremos la maravillosa oportunidad de ver y disfrutar de nuestro satélite en su máximo esplendor precisamente en la noche más corta y especial del año. Esa noche en que se piden tantos deseos y en la que muchos de nosotros viviremos sus mágicos rituales con la intención de purificamos y renovarnos para el resto del año. Una noche iluminada por las llamas y envuelta en el humo purificador de miles de hogueras bajo el hechizo de la luna.  Entonces pensé que no tendría mejor regalo para todos los que habéis seguido visitando estas Crónicas a pesar de mi inconstancia y veleidades que este vídeo espectacular que me dejó fascinado.  Espero que os guste.


sábado, 15 de junio de 2013

TAMBORES LEJANOS


    La gala del jueves, penúltima de esta edición que por fin acaba el martes que viene, con todo lo que pasó a lo largo de la noche y viendo sobre todo cómo se desarrolló de esa forma tan precipitada de resolver el asunto casi por las bravas saliese cómo saliese, me recordó desgraciadamente a lo que está pasando  en estos tiempos tan difíciles a nuestro alrededor. Como en el caso de tantos negocios o empresas que entran en barrena y deben liquidar los restos a toda prisa pensando en aminorar los daños, procurando vender lo poco que queda de valor y deshacerse del lastre sin demora. Un proceso que, por las prisas y las ganas de salvar in extremis los muebles que quedan, se convierte en el mejor de los casos en una aventura arriesgada y cuando no, la más de las veces, en un espectáculo chapucero, caótico que si no acaba en la ruina y el descrédito siempre deja un poso amargo y una enorme decepción, tanto que se hace difícil, sino imposible, volver a levantar vuelo en el futuro.

    Algo así, más o menos, es lo que me pareció ayer el girigay que nos montaron en la gala, y que pretendieron vendernos disfrazado de vértigo y sorpresas como lo más plus de la leche, y que en el fondo no era más que una manera de colarnos, edulcorada y envuelta con lacito y todo, la liquidación a lo bestia de una edición tan cuestionada como decepcionante.  La técnica que utilizaron para despistar y que no nos fijásemos demasiado en sus maniobras, fue implicarnos en dos votaciones contra reloj con una duración de tan sólo 15 minutos cada una, un periodo en el que debíamos escoger a nuestro favorito de forma que pasado el tiempo establecido expulsaban sin más preámbulos al que obtenía menos votos.  

    Por tanto, a continuación de que la audiencia decidiese expulsar a Juan Carlos entre los nominados de la semana pasada, con el método de los 15 minutos de plazo para votar, fue saliendo sucesivamente el menos votado en cada una de las dos vueltas.  En primer lugar salió Nacho y después Álvaro.  En consecuencia durante la gala se apelotonaron varias entrevistas a cada cual más aburrida y carente de interés, muy a tono por otra parte con el perfil y la personalidad de los tres concursantes que acabaron en el plató prácticamente juntos y casi revueltos, contribuyendo a esa sensación ya comentada de estar asistiendo a un cóctel embarullado y pobremente planificado para salir del paso y salvar la partida liquidando cuanto antes un negocio que amenaza acabar en desastre.
    Hablando ya de como discurrió la gala, otra vez y ya no sé cuántas van, Mercedes volvió a hacer de las suyas cortando o negando la palabra a aquéllos que disentían o cuestionaban cualquier cosa sobre la concursante que se ha convertido en su ojito derecho este año: la Desi.  Aunque los principales damnificados de su autoritarismo partidista fuesen esta vez los gemelos, unos personajes por otra parte tan difíciles de defender para mí, cuando las cosas son, pues son y no hay otra; porque en este caso tenían gran parte de razón en lo que decían. Pero nuestra Desi de Guadalix se ha convertido casi en intocable para la doña y da igual lo que diga y haga la mujer, porque como a alguien se le ocurra pasarse un mínimo más allá de lo políticamente correcto en censurarla, salta la Milá cual loba defendiendo a su cachorro.

    A ver, ahora mismo podría despotricar una vez más por el partidismo descarado que ayer se vio en la gala; porque es muy difícil ignorar que, durante esos primeros 15 minutos que nos dieron para elegir nuestro favorito y echar después al menos votado, emitieron en plena votación los mejores vídeos de Desi y Álvaro después de anunciar la Milá, en tono muy elogioso, que veríamos a una de las parejas que más vida ha dado este año a la casa. Les dedicaron casi un tercio de los 15 minutos, contados por el reloj, glosando con imágenes muy bien editadas las maravillosas y divertidas chorradas entre ellos dos, que si "maricona parriba y maricona pabajo".  Si esto no es favoritismo que alguien me lo explique que yo necesito lecciones o unas gafas nuevas.

    Si es que somos unos sosos y unos revenidos como nos dice la Milá, oiga, con lo divertido que es el personaje y algunos sin enterarnos todavía mientras Mercedes se sigue escojonando con la Desi. - ¡Es que me troncho! - nos dice muerta de risa cada semana al verla mientras gran parte del plató y de los concursantes observan alucinados su sobreactuación de carcajadas excesivas.  Como todo buen gallego que se precie soy un poco retorcido y no me cabe ninguna duda, al menos así lo creo, de que independientemente de los guiones que le ponen delante durante las galas para que no se pierda, ella lee casi siempre el concurso en función de las fuentes en que bebe y se empapa. Resumiendo, que se le nota demasiado en su actuación en las galas que comulga con opiniones de determinadas personas y blogs que lee, sigue y de vez en cuando menciona durante las galas.  Y esto no es de ahora que viene de antiguo.  Oye, que a mí me da igual la opinión que tenga de los concursantes pero da la casualidad de que ella es la presentadora y resulta demasiado evidente de qué pie cojea con sus preferencias, y lo que es peor, además ejerce.

    En fin que si por mi fuera Desi no estaría en la final y preferiría mil veces antes en su lugar a su inseparable compañero Álvaro, el pollito volador, a pesar del poco entusiasmo que este hombre me provoca. Puede sonar a chirigota, pero habría dado lo que fuese para que se quedase en Guadalix de cuarto finalista tan sólo por no verlo el jueves vestido en la gala con esa camiseta de sisas que tanto daño me hacía a la vista, y que la envidiosilla de Mercedes pretendió intercambiarle por algo suyo. Supongo que fue de broma, pero a mí me pareció una especie de indirecta. De todos modos con lo que le gusta disfrazarse a la jefa todo es posible y quizás le haya gustado de verdad la prenda. No digo más.
    Respecto al pusilánime de Juan Carlos y de Nacho el largo, no tengo mucho que decir ni a favor ni en contra, ni todo lo contrario. Dos muebles decorativos menos que han pasado sin pena ni gloria por la casa, y estoy totalmente de acuerdo con la audiencia por darles a ellos los primeros el tiket de vuelta al plató. No pintaban nada en la final, esa es la verdad. Aunque este año con lo que hay no me hubiese extrañado nada verlos entre los cuatro finalistas teniendo en cuenta que tampoco desentonarían demasiado con los cuatro que quedan.

    Sólo decir sobre Juan Carlos que mantuvo a duras penas la compostura con todo lo reventado que se le notaba. Se trata de un buen tipo que esconde sus inseguridades y su falta de decisión detrás de su eterna sonrisa de buenazo encantador que parece no haber roto un plato jamás. Sin embargo, durante toda la entrevista se le vio superado, con la sonrisa congelada por momentos e incapaz de responder a todas las andanadas que recibió; incluso tartamudeaba más de la cuenta atenazado por los nervios de no tener argumentos para explicar con coherencia su debacle en la casa.  Tiene que ser muy duro constatar que hizo el primo desde el principio al final y no aprovechó en absoluto la segunda oportunidad que la audiencia le regaló.  En eso esta vez le doy la razón a la Milá, porque a veces la doña acierta.

    De Nacho poco puedo decir porque si soy sincero, y aunque parezca un chiste fácil, se me salió siempre de la foto. Creo que sólo logró interesarme algo cuando se relacionaba con Yéssica pero desgraciadamente para su concurso la chica se fue antes de tiempo y él volvió a desaparecer de mi perspectiva.

    Respecto a los cuatro finalistas ya dejé explicada mi postura, creo, en un comentario de la entrada anterior. Para resumir diré que este año lo llevo con mucha tranquilidad y de forma muy desapasionada. Es una situación extraña para mí porque siempre he vivido estos momentos finales con expectación y cierta ansiedad, incluso en GH 11. Es lo que tiene no contar con un favorito claro.  En primer lugar diré que no quiero que gane Desi; algo obvio leyendo esta entrada y no me voy a extender más.  Igor tampoco me parece la opción más adecuada, se trata de un concursante controvertido con el que no acabé de empatizar y muchas de sus actitudes a lo largo del concurso me han decepcionado.  Por último, como descarte, me quedan las dos chicas de la casa.  Entre Susana y Raki me da igual quien gane y cada una tiene sus pros y sus contras, pero las dos cuentan a su favor con algunas ventajas que siempre valoro mucho en los concursantes de GH: son dos chicas asertivas, emotivas y están desde el minuto uno en Guadalix. Algo, esto último, de lo que sólo ellas dos pueden presumir a estas alturas.
    Aunque éste es mi deseo y mi opinión, soy consciente de que la batalla final estará entre Susana e Igor, y que por supuesto Raki no pinta nada en esta guerra, salvo algún error de bulto de los demás que le dejen el premio en bandeja.  El martes veremos si la decisión de la audiencia estará o no a la altura de GH 14, una edición para olvidar y pasar página.

    Sé que es un poco prematuro y fuera de lugar pero hace ya tiempo que sólo estoy pendiente de escuchar los tambores lejanos que nos anuncien un futuro GH 15.

Forastero Marulo

sábado, 8 de junio de 2013

KRISTIAN Y EL PAÍS DE NUNCA JAMÁS

    Antes de nada debo confesar que el jueves por la noche hice enormes esfuerzos ante la tele para tragarme todo el programa sin rechistar ni caer en un sueño profundo y reparador, o lo que es peor, para no deprimirme ante tanto desatino acumulado. No sé cómo lo conseguí, pero fui capaz de llegar hasta el final sin desconectar de la gala salvo contadas excepciones. Hacía tiempo que no me pasaba algo así, al menos con tanta intensidad, y si continuar viendo Gran Hermano supone tener que auto obligarme de esta manera, con mucha disciplina y ciertas dosis de masoquismo consentido para aguantar el chaparrón sin salir corriendo o por peteneras, es que esto, de verdad, ya no merece la pena.

    Menos mal que con buen criterio los santones del programa han decidido rematar con este GH14 por la vía rápida y acabar de paso cuanto antes con esta agonía insufrible que me consume y mortifica. Ojalá sea cierto, siempre que hagamos caso, claro, a lo que ayer anunció Mercedes a los habitantes que quedaban en la casa con ese tono misterioso y cómplice que pone a veces, cuando les aseguró que la próxima semana se produciría la última expulsión. De todos modos conociendo el percal no las tengo todas conmigo, porque ya sabemos cómo se las gastan los jefazos de GH que no tienen el menor problema en dejar a la Milá con el culo el aire (y ella, ya se sabe, encantada con todo lo que sea enseñar) cambiándonos lo prometido sin más explicaciones y allí donde dije digo, digo Diego. Y se quedan tan anchos, vamos.
    Hablando ya de la expulsión del Pelocho que es a lo que realmente venía, el muñequín guay y original con los pelos electrificados y zapatillas deportivas de colores diferentes, no me queda ninguna duda, y supongo que tampoco a nadie, de que el madrileño es un buen tipo. Esa clase de persona que le cae bien a casi todo el mundo, que difícilmente hace enemigos y al que todos desean tener como amigo, o al menos colega.  Un papel que el mismo se trabajó con tesón y ganas, y aunque resulte una actitud inmadura esa necesidad constante y un tanto exagerada de pretender caer bien a toda la tropa, es algo que asume sin complejos cuando confiesa a Mercedes que lleva fatal la convivencia si está enfadado con la gente o sabiendo que los demás puedan tener una idea negativa de él.

    En este sentido, desde mi punto de vista, es bastante significativo comprobar que todos los expulsados lo recibieron con cariño en el plató y que no tiene cuentas pendientes de importancia con nadie, y eso que la Milá, cumpliendo el guión establecido de su trabajo inquisidor intentó buscar la polémica en su relación con los gemelos, y Susana por medio. Un trapo al que no quisieron entrar por ambas partes para desesperación de la doña. Además, el pelocho, tampoco deja dentro con los que quedan en la casa nada relevante en cuanto enfrentamientos, al contrario, de forma que si no hubiese entrado en la última nominación por la negativa ridícula a cortarse el pelo cuando subió Sonia a Guadalix para verlo, ahora mismo estaría prácticamente en la final y sin salir a la palestra gracias a que sus compañeros seguramente no lo habrían nominado.

    Incluso en la sala de expulsiones, mientras esperaban juntos el veredicto del público, un melodramático y afectado Igor confesó ante toda la audiencia que seguía apreciando y "queriendo" a Kristian por encima de todo, afirmando que siempre lo tendría fuera como amigo si así lo quisiese, a pesar de entender que en la disputa que mantiene con Sonia, su novia, él tomase partido por ella. No sabe nada el vasco vendiendo su producto ahora que sabe que el viento sopla a su favor.
    Independientemente de su relación con Sonia, que prefiero no calificar porque todas las teorías que he leído sobre el asunto pueden ser ciertas a la vez y ninguna tenga la razón del todo, Kristian es un concursante que llegó y vivió desde el principio con el cartel de favorito indiscutible colgado del cuello, un rol magnificado entre sus compañeros que tal vez haya sido una de las causas principales de su fracaso, y no sólo esa supuesta relación insana con la canaria que lo encorsetaba tal como insinuaba ayer maliciosamente la presentadora en la entrevista que le hizo durante la gala, teoría ésta a la que también se apuntan muchos comentaristas y blogs.  Es cierto que el chaval demuestra también una peligrosa tendencia a convertirse el centro de todos los saraos y el condimento imprescindible de todas las salsas, un personaje hiperactivo que necesita como agua de mayo para su equilibrio emocional el aplauso constante de los demás y que le coman la oreja a menudo.

    Aparte de la valoración de su relación con Sonia, que no me siento capaz de juzgar como dije y que sólo el paso del tiempo fuera juntos resolverá nuestras posibles dudas respecto a su consistencia y veracidad, algo que por otra parte me trae sin cuidado, en cuanto a la convivencia en Guadalix resumiría como positivo su paso por la casa diciendo que no ha tenido enemistades serias con nadie pero sí esas rivalidades intrascendentes y propias del programa que se crean inevitablemente con la dinámica del concurso.

    En el fondo no es más que un Peter Pan encantador, algo caótico y extravagante que a sus 27 años no ha madurado del todo. Un niño grande que intentó convertir Guadalix de la Sierra en su país particular de Nunca Jamás.  Un mundo soñado donde se encontró a Sonia, su dulce Wendy enamorada; esa mujer realista, inteligente y más ambiciosa que jugaba a otro juego en un tablero de ajedrez al que se dejó arrastrar por ella sin apenas resistencia para ejercer de rey descolocado y errático en una partida que no entendía y creyó falsamente dominada, y casi ganada. Hasta que al final quedó enrocado en su propia maraña y le dieron jaque mate después de enfrentarse al capitán Garfio vasco.  Antes, los dos tortolitos, fueron perdiendo sus mejores piezas - torres, alfiles y peones - hasta que Igor regresó desde fuera al tablero para atacar directamente a la reina y destrozar sus sueños de acabar juntos el cuento con botín y boda.

    La situación dentro de la casa se queda confusa y sin alicientes, lo mismo que hasta ahora, y me temo que la última partida tendrá como principal protagonista a Igor, que además no está nominado para la última expulsión salvándose milagrosamente de la quema. El tipo tras completar su misión como capitán Garfio y acabar echando a los dos tortolitos del país de GH Nunca Jamás, va camino de otros objetivos con el botín en perspectiva siempre que alguna cocodrila no se zampe su otra mano y tenga que largarse él también por segunda vez..

    Para terminar quería decir lo ridículo y forzado que me resulta ese intento de ensalzar todas las semanas las supuestas gracias y la figura de Desi como paradigma de la concursante ocurrente y simpática a rabiar, aunque eso suponga reírse de su ignorancia y sus salidas evidentes de tono.  No sé por qué extraña regla a ella se le perdonan todas las barbaridades que larga por esa boquita, veneno puro a veces por mucho que lo disfracen de arte y tronío.  Todo muy acorde, y orquestado, con las risas desproporcionadas y fuera de lugar de la Milá en el plató con todo lo que venga de esta mujer tan peculiar, por decirlo de alguna manera. Es como si esta película ya la hubiese visto.


Forastero marulo

martes, 28 de mayo de 2013

SONIA Y EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

    Vale. Ya está. No hubo sorpresas, y ocurrió lo que se esperaba por mucho que en la gala de ayer doña Merceditas nos contase que el asunto de la expulsión, entre Igor y Sonia, estuvo toda la noche pendiente hasta el último momento de un puñado mínimo de votos. Como si a estas alturas de la película, y catorce ediciones encima, no supiésemos por donde van los tiros; casi con la misma pericia que el añorado Jose Luis Urribarri, Dios lo tenga en la gloria, cuando adivinaba desde su dilatada experiencia a quién calzaba los "twelve points" cada país en las votaciones de Eurovisión. Porque el hombre lo clavaba con una precisión increíble. Casi lo mismo que nosotros.

    Lo único cierto es que la santa audiencia, esa especie de nebulosa informe de la que todos formamos parte, nos hemos convertido con la nominación de Sonia primero y con su expulsión después, en juez y parte del asunto.  Un poder tan inmenso como injusto, que puesto en nuestras manos desvirtúa a mi modo de ver uno de los pocos baluartes que quedaban sin contaminar del espíritu de Gran Hermano.  Esa regla del programa por la que son siempre los concursantes quienes se nominan entre ellos de mil maneras posibles, desde dentro o desde fuera de la casa, o en algún caso como este año por boca de sus familiares; y sólo al final nosotros, los espectadores, expulsamos o premiamos, que es nuestro verdadero trabajo.

    Sí, estoy hablando del espíritu de GH, aunque algunos se mofen de los que seguimos defendiendo ese concepto a capa y espada; la primera la Milá que cada vez que puede corta cualquier crítica en este sentido en el plató con cajas destempladas, como hizo ayer una vez más avalando como estupendo y maravilloso cualquier cambio en el formato del concurso, sea el que sea, aunque ello suponga que GH acabe por transformarse en una caricatura grotesca tan alejada de lo que debería ser. Un espectáculo inclasificable donde lo único que importa ya es que continúe el circo descarado y que suene sin cesar el clink, clink de la caja a costa de cargarse lo que haga falta. 
    Aunque Sonia, y toda la familia Walls con ella, mereciesen subir al cadalso para purgar juntos todos sus pecados no justifica esta lamentable historia, que me recuerda en cierta manera, pero mucho más grave ahora por su transcendencia en el devenir del concurso, a la posibilidad que también nos regalaron el año pasado, y que tanto critiqué, de meter a "Zergio" en Guadalix para destrozar el concurso de Sindia, su novia la mondarinas, y de paso amargarle la vida.

    El caso es que si a partir de ahora los futuros concursantes de GH saben que salir a la palestra semanal para ser expulsados, y según le rote a la dirección del programa para sus intereses, puede depender también de que los nomine el público, y no sus compañeros, a través de plataformas como la "appgree GH" que se inventaron este año u otras parecidas, la forma de concursar en el programa ya nunca será igual, y condicionará de manera negativa a mi modo de ver la naturalidad y la manera de relacionarse entre los concursantes dentro de la casa por culpa de este nuevo factor nominativo.  Lo digo porque si es así estamos hablando de otro concurso y no de Gran Hermano. Si esto significa ser un purista recalcitrante, como dije en alguna ocasión anterior, pues lo soy y punto.

    La Milá, ayer, conseguido el objetivo de poner a Sonia en el disparadero, ya que desde dentro no pudieron con ella a través todas las nominaciones posibles (en negativo, en positivo, en el confesionario, a la cara, a través de los familiares), se apresuró a confirmar que esta nominación "externa" sólo sería por esta vez, al menos de momento, aunque tengo muy claro que volverán a utilizarla para lo suyo cuando vuelva a interesar a las mentes pensantes del programa.   Lo más triste es que para llevar a cabo esta jugada fraudulenta, los gerifaltes del programa contaron con la complicidad de una audiencia desesperada por trincar cuanto antes a la canaria y que prefirió mirar hacia otra parte, tapándose la nariz ante una ante una irregularidad tan flagrante, a cambio del cuestionable privilegio de actuar como la Reina de Corazones para descabalgar a Sonia de su país de las Maravillas cortándole la cabeza.

    Considero un deseo muy legítimo ver a la doctora Walls fuera de la casa pero no con los medios equivocados. Su salida, nominada y expulsada por el público, es una satisfacción pasajera y una victoria pírrica que tarde o temprano pagaremos con creces cuando vuelvan a hacernos una de las suyas y entonces no nos guste el resultado.  Ya estará allí la Doña para acallar nuestros lamentos y argumentaciones futuras recordando que una vez fuimos cómplices, por ayer, y no rechistamos. Incluso disfrutamos. Lo mismo que hizo el año pasado cuando nos quejamos en masa  por meter al novio de Sindia en la casa, y bien que supo recordarnos que fuimos nosotros quienes decidimos su entrada cuando pudimos impedirlo con nuestros votos. Ya lo avisé en su momento, ella volverá a lavarse las manos como Pilatos y nosotros volveremos a caer en las trampas que nos tiende el programa conociendo nuestras debilidades. Cuando cedemos a un soborno, y haciendo un paralelismo esto de algún modo lo fue, nos convertimos en copartícipes del delito y quedamos atrapados en manos del infractor.

    No pienso extenderme en el resto de los líos y cuestiones del concurso ni de lo que pasa con los quedan en la casa al faltar Sonia, porque lo que quería decir queda perfectamente expresado tanto aquí como en la entrada anterior.  Y Dios me libre de meter baza en el patatal que tiene montado el programa con la familia Walls y más andando por medio la insufrible y veletas de Belén Rodríguez, que Dios los cría y ellos se juntan. O se atizan.

    Por lo que veo mucha gente, especialmente los numerosos detractores de Sonia, están esperando como agua de mayo que ante la ausencia de la canaria se produzcan no sé que tipo de milagros en Guadalix. Y viven ahora con la vana ilusión de que, sin su influencia supuestamente perniciosa en la casa, todo mejorará, los pajarillos piarán de nuevo y una corriente de aire puro limpiará de golpe todos los malos humores que inundaban Guadalix.  Hasta el punto de que los concursantes tipo muebles de Ikea resucitarán y hablarán por fin, los enamorados recapacitarán, y todos los pobriños abducidos por la doctora Walls se arrepentirán de su pecado de sumisión y vasallaje.  Sinceramente, puedo estar equivocado pero no me creo ese cuento.
    Tampoco pienso analizar en profundidad la entrevista que Mercedes le hizo a Sonia, que en algunos momentos pareció un "déjà vu" que me transportaba a otras entrevistas de anteriores ediciones.  Ni se trata de cargar siempre mi frustración y mala leche contra la presentadora, que alguien va a pensar que lo mío con ella se trata de algún tipo de perversión sin clasificar, "Milafilia" o algo así. ¡Que va, quita, quita!. Menos aún voy a hacer sangre de los malos modos, de arrabal y poligonera, que la presentadora sacó a paseo durante la gala campando a sus anchas. 

    Para finalizar, y saliéndome de lo prometido, sólo diré que la odontóloga canaria, una concursante que no me provocaba entusiasmo alguno, ni frío ni calor, hasta que surgió la dichosa nominación de la audiencia, al final consiguió llevar la entrevista a su terreno, demostrando en directo cuáles son sus verdaderos poderes.  Tengo absolutamente claro, como los demás me imagino, que Sonia tiene madera de líder y sabe manejarse con soltura utilizando con pericia la palabra, sobre todo el tono de voz, para salir bien parada de las circunstancias complicadas y difíciles que se le presenten en la vida. Algunos me dirán, claro, que es lo mismo que hacen los manipuladores de toda la vida, que usan sus encantos y su "savoir faire" para llevar con engaño y disimulo el agua a su molino.  No quiero entrar en esa discusión y doy por bueno lo que cada uno piense.

    En resumen, que no voy a señalar sus defectos porque comparto en alguna medida lo que se apunta de negativo en los comentarios de los blogs sobre ella, pero sí quiero resaltar que Sonia tiene dos características, fundamentales a mi modo de ver, que la convierten en un personaje interesante y tremendamente atractivo desde el punto de vista del concurso: se trata de una persona inteligente que se maneja con soltura en las relaciones sociales y es sobre todo ahora mismo una mujer enamorada. Algo que no tiene discusión.

    En su despedida de la casa nos dio muestras suficientes de esas cualidades, que se pueden valorar tanto en positivo como en negativo. En primer lugar esa frase de despedida dedicada a su Pelocho, de lo mejor que recuerdo para delicia de carpeteras, cuando le dice - ¡Haz las cosas como tú las haces que es como me enamoraste!. Y justo a continuación, la muestra de su capacidad de liderazgo cuando consigue que todos sus compañeros dentro de la casa estiren sus puños hacia delante, Igor incluido, para gritar con ella:
                       
                        ¡¡¡Estiren todos la mano, uno, dos, tres, cuatro... CATORCEEE!!!

    Lo dicho, de nota. Me quedo con eso.

Forastero marulo

sábado, 25 de mayo de 2013

¿QUÉ ME PASA DOCTORA WALLS?

    Definitivamente tengo que hacérmelo mirar, porque si no a cuento de qué estoy yo aquí ahora escribiendo una entrada como ésta un sábado por la mañana, quemándome el teclado en las manos, cuando los fines de semana fueron siempre sagrados para mí salvo alguna que otra excepción en que no pude publicar la entrada de los viernes, el día después de las galas, por andar apurado de tiempo normalmente por motivos laborales. Y no es, lo juro por Snoopy, porque a la doña le haya dado su enésimo furor exhibicionista enseñando a media España esas increíbles bragas psicodélicas, un pastiche íntimo de colores que parecía tener un arco iris desparramado en la entrepierna.

    Que no, ya sé que podía hacer sangre sobre el asunto pero esta vez mi presentadora favorita en vez de enfado y sonrojo me produjo, sorprendentemente, una tremenda ternura.  Y más al verla después del despelote abrazada en el plató a Noe de GH 13; dos nudistas declaradas y confesas escenificando su reconciliación, de todo corazón, ante la audiencia como testigo.  Lo mismo que me pasa, y me refiero a lo de producirme ternura, con la típica tonta del pueblo que se levanta las faldas cada dos por tres para enseñarle el chichi a todo el mundo que quiera verlo, o con esa señora ya entrada en años bastante desfasada que sale diariamente a la calle vestida como una matahari de postín o una tigresa veinteañera come hombres con maquillaje excesivo y una indumentaria fuera de lugar.  Que conste que en la gala del jueves, striptease aparte, Mercedes estaba muy guapa.  Lo cortés no quita lo valiente.

    En fin, que podría haber titulado la entrada - En bragas y a lo loco -, pero recordé que ya había parafraseado la famosa comedia de Billi Wilder, esa maravillosa y mítica película que protagonizó Marilyn Monroe, para titular otra entrada a comienzos de GH12; la semana aquella en que la mayoría de los chicos de la edición que al final ganó Laura estaban en una de las dos casas en que habían dividido Guadalix y tuvieron que apañárselas con la ropa íntima de las chicas que estaban en la otra casa con las maletas intercambiadas.

    Por lo excepcional del hecho, también pensé titular esto - El día que la Milá entró en el concurso - para describir con sorna y mucha coña su paso efímero por Guadalix fisgando y curioseando cada rincón de la casa mientras los concursantes convertidos en una especie de estatuas de sal, entre divertidos y medio acojonados, la observaban deambular a su alrededor mientras la presentadora los olisqueaba con descaro y les hacía carantoñas para provocarlos.
    Pero no, nada de lo anterior, suficiente de sobra para que en otras ocasiones se me afilasen los colmillos con deseos de trincar a gusto y despacharme sin contemplaciones, ha sido lo que me ha motivado para salir del tedio y ponerme a escribir sobre GH 14.  Y más después de todos estos días tan desenganchado del programa que sólo ayer por la tarde, después de ver despacio y en pequeñas dosis la gala y el debate en diferido, pude reaccionar a todo lo que pasó durante la semana y asimilar mínimamente el circo ese que tienen montado en Guadalix y el plató de Telecinco, y que cada vez entiendo menos. La realidad es que el único motivo por el que escribo hoy esto es por Sonia, la doctora Walls, el enemigo público número uno de este año por lo visto.  Me explicaré.

    Antes de continuar debo decir que esta entrada, post o como se le quiera llamar era absolutamente prescindible. No tengo razón alguna para hablar de ningún concursante de este año, y tampoco de Sonia, claro. En primer lugar porque me había comprometido a no comentar GH14; o como mucho hacerlo de vez en cuando de forma general pero sin hablar sobre el concurso en sí y menos aún sobre ninguno de sus concursantes en particular. Las razones están explicadas de sobra y no viene a cuento explicarlo de nuevo para repetirme otra vez. El caso es que no tengo remedio y entro al trapo como un toro al capote.

    Y en segundo lugar, porque la odontóloga no era mi favorita para ganar el concurso ni lo fue jamás, ni tampoco lo sería de no existir tantas interferencias lamentables por parte de la dirección del programa que la afectan directamente a ella.  Claro que semejante afirmación tiene muy poco valor porque favorito en realidad no tengo ninguno, así que me lanzo al ruedo por una concursante que en otras circunstancias me dejaría bastante frío e indiferente y que en todo caso jamás defendería salvo para reconocer que da muchísimo juego para comentar Gran Hermano y constituye, emparejada con el intranscendente Pelocho, uno de los ejes centrales de esta edición. Sino el único.  En resumidas cuentas, que esta mujer ha llamado mi atención por el odio y el rechazo generalizado que provoca en una parte importante de la santa audiencia, al menos de los que pululan y escriben en blogs, foros y twiters alimentando con razón o sin ella la impotencia y la rabia por no poder tenerla a tiro para expulsarla.  Y eso me pone. Lo reconozco y no es la primera vez.

    Además, independientemente de lo que pueda contar ahora, no me parece de recibo el hecho de que invirtiendo las reglas del programa, en una nueva vuelta de tuerca más retorcida y demencial que nunca, Sonia haya sido nominada por la audiencia y no por sus compañeros como sería lo suyo.  Una pirueta difícil de justificar con el objetivo inmediato de hacer caja, supongo, y satisfacer de paso las ansias vengativas hacia ella por una doble vía, nominándola primero y expulsándola seguramente después. Es decir, nos han ofrecido la posibilidad de estar en misa y repicando dejándola a ella sin escapatoria alguna. Una tremenda injusticia se mire por donde se mire por muy antipática que pueda resultar a una parte más o menos importante de los seguidores de GH.

    Lo único que tengo claro es que la Doctora Walls, la chica canaria que ha conseguido al lado de Kristian el control prácticamente total de esa casa y de sus habitantes, como si de su propio cortijo se tratase, es según mis entendederas casi el único personaje absolutamente necesario este año en Guadalix. Es la única o casi la única que gracias a su juego, guste o no a los espectadores, le da un mínimo sentido e interés a esta edición tan decepcionante.  Una concursante a la altura de un tipo de perfil de los más odiados y vilipendiados de la historia del programa: Carlos Hoyas o Pilar Ochoa, por poner un par de ejemplos.  Aquellos que tuvieron la "desgracia" de entrar con un pedigrí muy determinado que conlleva la inquina desde el minuto uno de una multitud de espectadores. Un cliché que algunos, como en el caso del santanderino de GH10, procuraron hacer bueno con su actuación desacertada dentro de la casa.

    Unos concursantes que presentan por norma general una buena situación personal, laboral e incluso económica. Licenciados universitarios de familias pudientes o relativamente pudientes, algunos de ellos considerados "pijos" con titulación o profesiones que no tienen nada que ver con la TV y muy alejados de la farándula. Un tipo de concursante seguro de sí mismo y con el ego aparentemente subido, pero que esconde detrás de las apariencias algún tipo de fragilidad, y porque no decirlo, un deseo inconfesable de reconocimiento y mucha hambre de popularidad. En el fondo, lo mismo que la gran mayoría de los que se presenta al concurso. Por eso jamás llegaré a entender que personas con estas características, supuestamente formadas e informadas, con la vida arreglada, sigan entrando en el programa cuando la mayoría de las veces tienen mucho más de perder que ganar, arriesgando todo lo que tienen fuera como un trapecista intentando las piruetas más complicadas sin red de protección.
    A lo que iba, tal es así que últimamente no hago más que imaginarme en una consulta médica donde me recibe la doctora Walls con su espléndida bata, el torno en la mano y una sonrisa encantadora y profesional, y antes de que me pregunte nada, ni siquiera el nombre, le espeto sin más:
- Soy Marulo, ¿qué me pasa doctora, es grave lo mío?
- ¿ Qué quiere decir, le duele algo ? - me responde.
- Es que creo que me estoy convirtiendo en un despreciable carpetero.
- ¿ Y eso señor Marulo ?
- Pues que quiero que gane usted GH14 acompañada de su Peluchín.
- Gracias señor, ¿pero por qué?.
- Pues por joder, simplemente doctora.

    Y me acuerdo entonces del chiste aquel de un paisano gallego, ya muy mayor, que estando en las últimas reune a su mujer y a todos sus hijos para despedirse y dejarles claras sus últimas voluntades. Cuando los tiene a todos delante de su cama, compungidos y con cara de pena, real o fingida, va y les dice.
 - Si muero en Cuspedriños de Arriba me enterráis en Cuspedriños de Abajo, pero ojo si me muero en Cuspedriños de Abajo me enterráis en Cuspedriños de Arriba.
Su hija mayor en nombre del resto de la familia, escandalizada e incrédula, le dice.
- Pero papá, y eso porqué, si a ti te da lo mismo donde te entierren.
Y le padre le contesta:
- Es por joder, incluso después de muerto.

    Pues por eso, por joder y llevar la contraria, me vuelvo carpetero y quiero que gane la mala oficial de este año, sobre todo ahora que el programa se la ha puesto a la audiencia vengativa en bandeja contra el paredón para ser fusilada al amanecer.  Y porque en el fondo, si no hay nada mejor, y este año no lo hay, prefiero siempre antes a la bruja malvada que a la propia Blancanieves.

Forastero Marulo