1.- Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada (Edmund Burke)

2.- Hay un límite a partir del cual la tolerancia deja de ser virtud (Edmund Burke)

viernes, 31 de diciembre de 2010

CHARI

    No me importa demasiado ir contracorriente aunque sé que muchos pensáis como yo y eso me reconforta, por eso titulo la entrada con su nombre, así, en mayúsculas y bien alto, como un grito de rabia y de apoyo a la gaditana, porque la noche de ayer fue total y absolutamente de Chari, sólo de ella, a pesar de que no lo pareciese al principio de la gala, cuando nos aburrieron y nos machacaron un buen rato con las previsibles broncas y un repaso exhaustivo de las proezas jincatorias de la pareja formada por Laura, el ciclón incontinente de Parla y Malaguita, el egocéntrico estudiante de historia (¡fueron cinco polvos, que fuerte colega!); con las tribulaciones de Chelo, la sufrida y resignada madre de la chica, observando y comentando ante toda España el desfogue incontrolado y televisivo de su hija, - es que la niña es así, hace siempre lo que quiere pero es generosa y lo da todo - nos decía más o menos intentando disculparla, cariacontecida, con el espíritu de Marceliano flotando siempre en el ambiente. Ese padre ausente que al igual que toda la audiencia tuvo que comerse, durante el Debate del domingo, como bien nos dijo la propia sindicalista justo antes de la hora sin cámaras, todos los orgasmos en vivo y en directo de su niña.
 
    La cosa continuó con un repaso indigesto y cansino de las múltiples broncas de los alegres de 1º (Jhota, Laura y Therry) asistiendo estupefactos como espectadores, una vez más, a toda una interminable colección de gritos, gruñidos e insultos que estallan por el motivo más nimio e intrascendente, y a sus sorprendentes y consabidas reconciliaciones posteriores como si no hubiese pasado nada después de la tormenta, y aquí paz y después gloria donde antes volaban cuchillos entre los supuestos líderes de una casa que, poco a poco, se está convirtiendo en lo más parecido a un patio de colegio o a una de aquellas clases macarras de instituto de extrarradio de mi ya lejana adolescencia. Sólo me siento dolido por Marta, la última triste, que queda desconsolada y desconcertada en Guadalix pensando si ésta será su última semana tras la enésima nominación. La despedida de Chari de la casa, sin dejar de ser correcta con los demás, se la dedicó totalmente a ella como no podía ser de otra manera.

    Como decía, todo ese batiburrillo de acontecimientos chuscos se acabó, por fin, cuando la puerta de Gran Hermano se abrió y Chari, la gran protagonista de la noche, vestida de rojo pasión, descendió espléndida y exuberante por esas escaleras que semejaban interminables para encontrarse con su verdad.   La noche, a partir de ese momento fue suya, acaparando de manera incontestable una cámara hipnotizada y rendida a los pies de la gaditana. El recibimiento cálido y sereno de su familia y la ausencia de su novio en el plató fue el anticipo, sin ninguna duda, de lo que ella ya sabía cuando su nombre sonó como expulsada: que la entrevista sería larga y dura. Tranquila y contenida, aunque por dentro se desmoronaba, afrontó con valentía y de frente lo que temía desde hace mucho tiempo: el circo “lapidatorio” que le esperaba y las acometidas de una Milá, que después de una acogida inicial engañosamente afable entró a matar sin contemplaciones.

-¡Eres mala!- Le espetó Mercedes sin despeinarse, con esa mirada y ese gesto de institutriz amargada y sabihonda que sólo ella sabe poner cuando emite juicios sumarísimos por encima del bien y del mal y a los que está tan acostumbrada; cuando ya, delante de un novio llorón, atribulado y carente de la poca dignidad que le quedaba (alguien tendría que decirle al chico éste lo mismo que hace poco un famoso escritor, con mucha menos razón, dijo de Moratinos, el exministro de exteriores de Zapatero que se fue del cargo entre lágrimas, que los hombres, a veces, deben venir llorados de casa) le enseñó los vídeos de su convivencia juntos durante la unificación. Con la presencia de Rubén, y después de mostrarle previamente el derrumbamiento del novio el día de su salida, la presentadora aprovechó para hacer sangre de los momentos más oscuros y difíciles de Chari, cuando ella perdió el norte y sus defectos, fundamentalmente los celos y sus inseguridades afectivas, fueron más patentes. Era la estocada y la puntilla.

    La Milá volvió a decepcionarme una vez más, y mira que lo siento, tras descalificar de esa forma a la persona, haciendo un juicio de valor en vez de comentar simplemente sus actitudes, por mucho que después o antes, que más da, dijese a los dos que no se preocupasen, que no habían matado a nadie. Me recordó a la peor Mercedes, aquella que en GH10, por ejemplo, vapuleó sin contemplaciones a Nani por su lío con Orlando, cuando se atrevió a calificarla sin discusión alguna casi de “buscona” por entrar en la casa, según ella, a tiro fijo por el feriante.
    Para rematar la faena, tuvimos que aguantar a los impresentables de Óscar y Yago, buscando hacer méritos para la repesca, supongo, regalándole la oreja interesadamente a ese 57% de audiencia que ejerció de verdugo con Chari, o simplemente con el objetivo de chupar cámara por medio de un asunto que como muy bien le dijo ella al “huevos pelaos” cuando se levantó para calmar a su madre, que no son más que meros comparsas, y que el tema de su relación no les va ni les viene. Estos dos, de nuevo, me recordaron más que nunca a aquella pareja tan despreciable y nefasta que formaron en las dos primeras semanas de concurso y que acabó con el granadino, con toda justicia, en la calle. Sólo Arturo y Julia rompieron claramente una lanza a favor de la expulsada. Un soplo de aire fresco entre tanta unanimidad y aplauso condenatorio.

    Como ya comenté en su momento una de las cosas que desde el principio siempre me llamó la atención de la gaditana es su capacidad de mantener en tipo y la calma, al menos por fuera, en casi todas las circunstancias. Tiene el don de hablar mirándote a los ojos, con esa voz cálida, serena y poderosa que invita a la confianza y a la confidencia aunque esté enfadada contigo.   Ayer, con casi todo en su contra, supo mantener la dignidad hasta el final, incluso cuando su novio, una vez más (y ya van unas cuantas) rompió a llorar de nuevo en su presencia haciendo más difícil todo para ella, y sin perder la compostura, por los dos, lamentó el daño producido (sobre todo a ella misma) y nos dijo otra vez, para que a todo el mundo le quedase claro, que sólo le importaba la opinión de su familia y de su novio. ¡Bravo!

    Chari, magnífica, llenó la pantalla y la traspasó con su mirada desconcertada de resignación consciente, con ese leve fruncimiento de sus labios rojos que denotaba incomprensión y rabia contenida, con la elegancia de justificar la actitud de su novio y de su suegra, y sobre todo con esa mirada inmensamente triste y algo bizca que volvió a ganar mi corazón.

    Cuando finalizó la gala me quedó la enorme satisfacción de no haberme equivocado con ella, porque supo estar por encima de todos y de todo, con su saber estar, sin estridencias y dando sus razones (equivocadas o no). Y al final lo más importante es que los verdugos no consiguieron su objetivo: hacerla llorar. Ayer tuve el privilegio de asistir a la entrevista de una mujer de verdad, de las que a su edad ya no quedan. Una persona llena de contradicciones a la que no consiguieron robarle sus lágrimas en una última humillación.

    Gracias por todo Chari. Aunque sea misión imposible votaré y lucharé para que vuelvas a esa casa donde mereces estar pero sin Rubén. Sin tu novio. Por mucho que te digan es él quien no te merece. Otra cosa serán tus deseos, pero lo comprenderé.

Marulo
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¡FELIZ AÑO NUEVO Y GRACIAS POR TODO!

miércoles, 29 de diciembre de 2010

UNA INMENSA BROMA

    Ayer, mientras dedicaba el tiempo a mis quehaceres laborales más o menos ensimismado, estuve toda la mañana dándole vueltas a la sorprendente noticia que saltó a la prensa en días anteriores sobre la supresión del canal CNN+ de noticias del grupo PRISA para convertirlo en un canal 24 horas de GH tras la fusión de Cuatro con Telecinco.
    Esto último es lo que llevábamos reclamando los fans del concurso en blogs y foros desde que empezó el programa hace tres meses.  Una amarga victoria para seguidores de Gran Hermano como yo, que ni en mis peores sueños pensé jamás que algo así podría ocurrir y menos ahora, que me había acostumbrado a seguir el directo de la casa, cuando el tiempo y mis obligaciones me lo permitían, a través de los canales piratas, como casi todos. La verdad, tan atónito y desconcertado me quedé que si la noticia hubiese salido ayer en la prensa, día 28 de diciembre, habría pensado que era una inocentada de cojones o una inmensa broma. El caso es que a las 12 de la noche del ayer, día de los Santos Inocentes cerró definitivamente CNN+ y hoy, a estas horas, según he comprobado, todavía no lo han sustituido por el 24 horas de GH.

    Como una cosa no tiene que ver con la otra y a pesar de lo que creen ciertos intelectualoides y culturetas de tercera en los círculos pseudo progres, o los nuevos neocons liberales, guardianes de una moral tan falsa como un euro de madera y cuyo único Dios es la pasta, que para el asunto da lo mismo, uno puede ser una persona informada siguiendo la actualidad en diversos medios con criterio propio y una opinión fundamentada sobre lo pasa en el "mundo mundial" y ser, al mismo tiempo, un fan acérrimo y apasionado de Gran Hermano. Son dos aficiones o intereses que no tienen porque resultar en absoluto incompatibles ni contrapuestas.  Por eso  estoy dolido y decepcionado porque reconozco que era un fiel y asiduo seguidor, de los de verdad, de Iñaki Gabilondo y de las noticias que presentaba en el canal desaparecido (ya era fan suyo cuando presentaba el telediario de la noche en la Cuatro), de sus magníficas entrevistas y de los debates políticos que moderaba sobre la actualidad política y económica.  El periodista vasco me pareció y me sigue pareciendo un profesional de la información como la copa de un pino, íntegro y fiable, independientemente de su orientación política, que todos conocemos, y que contribuía a enriquecer la oferta informativa plural de este país y que ahora queda definitivamente coja.
 
    Pero esto es lo que hay y si el Paolo Vasile toma una decisión tan controvertida como ésta, el motivo principal, supongo, será porque el canal digital de noticias no tenía la audiencia suficiente y los que ahora se rasgan las vestiduras lamentando la incultura del país y culpando de manera hipócrita y cínica a Gran Hermano, porque son legión los que disfrutan observando lo que pasa en la casa de Guadalix, deberían dejarse de demagogias baratas y apoyar programas de noticias de la calidad como el que ahora eliminan de la única manera posible: dándole a la tecla adecuada del mando de la televisión cuando toca. Porque esto es como lo de la dos de TV, que todo el mundo dice que la ve pero el share, como el algodón del anuncio aquel, nunca engaña y la audiencia que sigue algunos de sus tan a menudo interesantes programas es ridícula y casi testimonial. Desgraciadamente la pela es la pela, como diría un catalán de pro y nadie debe llevarse a engaño.  Es el mundo en el que vivimos.

    Tal como decía en un comentario de estos días me encuentro, como muchos, en una encrucijada respecto a qué rumbo tomar respecto a GH, por eso aprovecho este momento de transición en el programa para permitirme esta digresión, saliéndome del asunto principal que nos ocupa y especular un poco, de paso, sobre el devenir de los acontecimientos que nos esperan en Guadalix durante 2011. Una etapa en la que todo el mundo está pendiente de tomar posiciones de cara a la recta final,  los concursantes dentro de la casa y fuera nosotros como espectadores, ahora que estamos en el ecuador del concurso (si es cierto, claro, eso que se dice por ahí de que el concurso termina en febrero) y a punto de entrar en la fase transcendental y definitiva del programa.

    Con la más que probable expulsión de Chari este jueves, Marta se convertirá en el último vestigio de los tristes o maduros y seguramente asistiremos al nacimiento de subgrupos, como de hecho ya está ocurriendo, liderados por sendos alegres de primera con su correspondiente cohorte de alegres de segunda o convidados de piedra.
    Marta, espero, si no se viene abajo y juega bien sus cartas sobrevivirá colándose en la final, donde estará acompañada por el/la líder del grupo de los alegres vencedores y probablemente uno de sus acólitos principales. El tercero en liza podría ser también un independiente que vaya por su cuenta y riesgo, o que se arrime por estrategia o por convicción a la coruñesa revitalizando el bando de los tristes. Tampoco podemos descartar para esa hipotética final a un alegre de segunda del bando perdedor que resurja como el Ave Fenix de la categoría de mueble decorativo y explosione a última hora sorprendiéndonos. Respecto a la posibilidad de una repesca, tal como se comenta en éste y otros blogs, prefiero no hacerme demasiadas ilusiones, ni muchas ni pocas, porque en general las consecuencias del regreso de uno o varios expulsados a la casa casi siempre me resultaron amargas y negativas.

    De cualquier manera me gustaría este año una final femenina y me voy a mojar. Si las cosas no se tuercen  y sabiendo que será muy complicado, sobre todo con la sirenita, apuesto por  Marta, Laura y Lydia. Nos queda todavía mucho camino y demasiado debate para saberlo pero yo, salvo cambios de opinión por motivos varios, voy tomando posiciones.
Marulo
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domingo, 26 de diciembre de 2010

EL QUE CON NIÑOS SE ACUESTA...

    Es lo que tiene ver la gala en diferido, a toro pasado, vamos; que analizas las cosas con otra calma y cierta dosis de  trampa, ya que conoces de antemano el resultado y puedes parar  el vídeo a tu antojo para recrearte en una frase o en un gesto determinado. Aunque se pierde frescura y gran parte de la emoción que supone contemplar las cosas en vivo y en directo, tienes la posibilidad de fijarte en otras cosas, en esos pequeños detalles que seguramente te habrían pasado desapercibidos la primera vez. 

    Voy a dedicar prácticamente toda la entrada a Yago, porque estoy convencido de que con el paso del tiempo mi paisano se convertirá en uno de los concursantes estrella de esta edición. Gran Hermano 12, aparte de ser la edición del concursante que se convertirá en futuro ganador o ganadora (y espero que sea mujer) será la edición del modelo y su equivocada estrategia como ejemplo a no seguir.
  
    Yago abandonó el jueves la casa tal y como yo quería, porque Anup, desgraciadamente, no entraba en el envite y la cosa se dilucidaba entre el modelo y la gaditana.

    Comentaba en la penúltima entrada del blog que Yago me recordaba al replicante aquel de la peli  Blade Runner.  Un robot programado para vivir cuatro años que intentó ganar la libertad al rebelarse contra esta circunstancia impuesta por los hombres que lo crearon. Una máquina perfectamente diseñada para su función (en su caso la guerra) que al llegar a su fecha de caducidad se mostró extrañamente humano. Mucho más humano que los propios hombres, sus creadores.  En la escena final logra derrotar a Rick Deckard, el policía interpretado por Harrison Ford que lo perseguía con la misión de retirarlo (destruirlo) por rebelión; y lo consigue  tras una lucha encarnizada que se desarrollaba en los tejados de un rascacielos de una futurista, hiperpoblada y agobiante ciudad de Los Ángeles.  El replicante en vez de rematarlo decide salvarle la vida en el último momento y mientras el robot victorioso agoniza lentamente y se desactiva bajo la lluvia (el momento de su victoria sobre su perseguidor humano coincide con su muerte ciebernética), le dice a Deckard, el policía herido en el suelo y tumbado a su lado, que con su muerte se perderán para siempre sus recuerdos y unas emociones que un humano como él jamás llegará a imaginar ni a sentir.

    Decía entonces que Yago era un concursante tipo robot, un replicante que carecía de emociones y no se implicaba en la vida de la casa pero que tal vez, al final, vencido y expulsado, nos mostraría sus verdaderos sentimientos de forma postrera. Me equivoqué en el planteamiento. En realidad Yago no es más que un humano que pretendía comportarse en el concurso como un robot y no al revés. Curiosamente, a modo de anécdota o chascarrillo, recuerdo que él mismo, hablando un día del tipo de mujeres que le gustaban, aseguró que prefería las tías artificiales antes que las naturales. Con tetas y labios operados, por ejemplo.   

    Así, su paso por el concurso se convirtió en un ejercicio de cinismo calculado, derrochando toneladas de cachondeo y vacile sin compromiso, e incumpliendo algunas de las leyes de la róbotica expresadas en la página de entrada del blog. Por mucho que en su entrevista asegurase a la Milá que la expulsión y su pasó por el programa no le haya afectado en absoluto, no es del todo cierto. Él vivió el asunto con esa actitud frívola, distante, desapasionada y al mismo tiempo divertida que se adopta en una noche de marcha o juerga que se alargase por varios meses; convirtiéndose su paso por GH en un simple juego superficial sin obligación alguna más allá de los mínimos exigidos para superar un mero trámite que resulta ineludible para aspirar al suculento premio final.  En resumen, vivió el programa de manera fría y sin la implicación emocional suficiente con el objetivo de conseguir en el concurso el máximo rendimiento al menor coste posible. Una de sus afirmaciones durante la entrevista - “prefiero dormir antes que fregar” -, es el paradigma de este comportamiento y de su actitud.

    Él pensaba que sería suficiente con su ironía y su retranca galaica aderezada con las dosis apropiadas de seducción y liderazgo.  Pero la vida, también la vida en directo, no es un tablero de ajedrez, y las fichas, incluso las que uno lleva consigo, suelen adquirir vida propia y no siempre funcionan conforme al valor reglado ni a los movimientos establecidos que se les presupone. Más bien la cosa funciona como siempre le decía a Forrest Gump su madre: "la vida es como una caja de bombones y nunca sabes el que te va a tocar".

    Curiosamente la dirección del programa le concedió, de forma injusta, la posibilidad de despedirse de los compañeros de la casa. Un privilegio que los otros expulsados hasta este momento no tuvieron. Algo, por cierto, que en entradas anteriores de este blog venimos reclamando encarecidamente ya que consideramos este momento de las galas como elemento imprescindible y fundamental del concurso. Yago, en su correcta despedida de la casa, aprovechó el momento para confesar de forma cínica pero paradójicamente sincera que esperaba tenerlos a todos como amigos cuando acabase el concurso y, a modo de disculpa, les espetó una frase que constituye la clave de su fracaso: “Dentro fui un jugador y un concursante pero ahora soy  persona”.  ¡Ahí queda eso!.
    A pesar del intento de Mercedes por desactivar al supuesto "replicante" cargando las tintas en su chulería y frialdad, en la falsedad que mostró y en su pésima estrategia (todo una gran verdad) no pudo con él.  Tuve siempre la impresión de que a pesar de todo los dos se sintieron cómodos con la entrevista y que después de la gala podrían irse juntos a tomar una copa casi como colegas.

    A estas alturas de la fiesta no tengo intención alguna de analizar o especular sobre posibles chanchullos y manipulaciones cuestionando la limpieza o no de las votaciones. Me juré a mi mismo no volver a hacerlo desde la famosa gala de GH10 en que fue expulsada Mirentxu  contra todo pronóstico, cuando Chiki salvó el culo con la mayoría de las papeletas para salir y todas las encuestas de la semana en contra.   No compensa todo mi esfuerzo y agotamiento con estos cabreos estériles porque supondría tomar una decisión a la que me resisto, la de pasar definitivamente del programa y dedicar más tiempo a la lectura, por ejemplo, que tengo medio abandonada.

Lo cierto es que Yago lo tenía fácil en la última semana porque la cosa estaba cantada con la “lapidación” pública de Chari y su casi segura expulsión, pero él jugó fatal sus cartas traicionando en el último momento a los tristes, su grupo, y echándose en brazos de los chukis y los "niños alegres". Una equivocada maniobra con la intención de evitar la nominación de la forma más indecente; y con el morro, además, de vendernos la jugada argumentando absurdas y falsas justificaciones como si fuésemos tontos cuando nos dijo que lo hacía "porque los alegres le aportaban más cosas, eran más divertidos y le levantaban el ánimo".  Desde luego que subir otro peldaño hacia la final y ver más cerca el botín lo levanta casi todo, y los cadáveres que se quedan en el camino son tan sólo el peaje necesario o una anécdota en la estrategia del “vale todo”.
    Ya se sabe lo que dice el refrán: quien con niños se acuesta, mojado se levanta. Y tanta iniquidad no le sirvió de nada. Los niños alegres, amigos de conveniencia en su nueva estrategia, lo mearon bien meado encasquetándole votos de sobra para salir nominado. Como guinda, quedó ante una gran parte de la audiencia como traidor y falso. La puntilla, vamos.

    Sin lugar a dudas prefiero siempre a alguien que viva GH como concursante y persona,  con las dos facetas unidas de forma indisolube. Las poses frívolas sin coste emocional alguno sirven para divertirse un rato o dos, pero sólo la autenticidad aunque nos desagrade, nos disguste o nos enfade merece la oportunidad de la victoria. 

    Para terminar, aunque suele ser signo de inteligencia vivir instalado en la ironía permanente, como es su caso, muestra a menudo una incapacidad manifiesta para expresar sentimientos y emociones, convirtiéndose su uso excesivo en una losa para la convivencia que mantiene al otro siempre en guardia.

    Hablando del resto de la gala y con respecto a las diferentes sorpresas recibidas durante la visita de los familiares hubo de todo, pero en general, como en años anteriores, se produjeron por parte de la dirección del programa diferencias de tratamiento entre unos y otros poco justificables y con resultados risibles y denigrantes en algunos casos. Por ejemplo en el encuentro de Jhota  con su colega rapero (a mil de bien) que resultó grotesco desde mi punto de vista,  patético incluso; o como el encuentro de Patricia y Dámaso con sus respectivas madres.  

Marulo
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martes, 21 de diciembre de 2010

LA HIJA DE RYAN

    No puedo evitarlo. Es lo que tiene este programa “cabrón” que te sacude sin contemplaciones y te hace rebuscar constantemente en el baúl de la memoria, en el rincón más profundo y resbaladizo de las emociones.  Uno viaja por la vida con el equipaje que tiene, todos esos elementos (ideas, prejuicios, certezas, creencias...) que has acumulado a lo largo de los años, el acervo cultural del que has bebido y te has alimentado marcándote para siempre (libros, películas, enseñanzas...), fundidos en una amalgama de vivencias particulares, históricas y sociales que definen tu evolución personal, tus afectos y tu visión del mundo. Todo eso que te ha convertido en lo que eres, que determina tu actitud ante las cosas y en definitiva configura tu personalidad.                                     

    Como me ha pasado otras veces en situaciones semejantes de GH, llevo rumiando en todo esto desde el jueves, cuando comprobé el cariz que tomaban las cosas después de la expulsión de Rubén y la posterior “lapidación” pública de su novia, repetida y aumentada de forma inaceptable en el debate del domingo. Aún a riesgo de equivocarse, en estos casos uno recurre a la memoria, a las claves que sostienen tu idea de las cosas, las sendas por las que otros te enseñaron a caminar sin perder el rumbo, los referentes que te sirven de espejo para reflejar la realidad y observarte a ti mismo posicionándote ante ella. Y me acordé de aquella estupenda película de David Lean, La hija Ryan, de su increíble fotografía y sus personajes inolvidables. Recuerdo su espectacularidad y la sensación de desasosiego que me produjo cuando la vi por primera vez en televisión a principios de los años ochenta del siglo pasado siendo poco más que un adolescente.
    Una historia maravillosa, tan antigua como el mundo, que nos cuenta la crónica de un adulterio en un pueblo de la Irlanda profunda en el marco de unos magníficos paisajes de la costa irlandesa y con el conflicto anglo irlandés de trasfondo.
    La protagonista, casada con el maestro del pueblo, un buen hombre bastante mayor que ella interpretado por Robert Mitchum, es una mujer romántica, soñadora e insatisfecha con su matrimonio y su vida en ese pueblo de mala muerte, que acaba teniendo un apasionado romance con un oficial inglés destinado en la zona, un hombre torturado por la guerra, joven, guapo y de una educación exquisita que en un momento de la película se suicida (hablo un poco de memoria). Los vecinos acaban descubriendo el adulterio por culpa del tonto del pueblo que fue testigo accidental del idilio, y en una escena sobrecogedora se dirigen en tropel a casa de la adúltera para castigarla y humillarla públicamente. Su marido, que se entera en ese momento del engaño de su mujer, intenta detener por todos los medios a la turba enfurecida, y mientras los hombres lo apalean e inmovilizan violentamente para que no pueda intervenir en su intento desesperado por defender a su esposa, las mujeres vapulean y desnudan a la protagonista rapándole la cabeza entre risas y la mofa general. La escena acaba cuando llega el sacerdote del pueblo que afea la conducta a sus feligreses y los echa de allí con cajas destempladas.  

    Desde mi punto de vista, uno de los momentos más emocionantes y hermosos del filme se produce inmediatamente después, dentro de la casa, cuando el marido arropa a su mujer con una manta y los dos se miran en silencio mientras ella se recupera al lado de la chimenea tomando un té caliente que él le ha preparado. En ella se vislumbra una mirada de agradecimiento entendiendo la grandeza del gesto de su marido que la mira de forma comprensiva, en silencio y sin juzgarla. La película acaba con los dos marchándose del pueblo acompañados del cura, con la mirada alta y actitud digna, uno al lado del otro, apoyándose, mientras sus vecinos los observan curiosos desde las ventanas y las puertas de sus casas.

   Quizás Rubén no conozca esta película, porque es demasiado joven y tampoco sé cuantos hombres si nos viésemos en tal tesitura reaccionaríamos como el valiente y enamorado maestro: defendiendo a su mujer con uñas y dientes, que además de adúltera era una traidora a la patria por intimar con el enemigo.
    Evidentemente no se trata de pedir una actitud heroica al gaditano pero sí al menos digna. Si él entró en este concurso con 25 años y con derecho a ganar, como todos los demás, un suculento premio que a cualquier trabajador normalito de este país le hubiese costado conseguir varios años, sí se le puede exigir algo de aplomo y dignidad en este sentido, por muy dolido y traicionado que se sienta, cosa que por otra parte pongo en duda a pesar de sus lágrimas. Lo cierto es que sería hermoso que la hubiese defendido o por lo menos que no entrase al juego, por encima de todas las opiniones interesadas que buscan simplemente carnaza y audiencia, y en contra también de su entorno más próximo que ha encontrado la excusa perfecta para apartarlo de alguien que según presupongo jamás contó con la aprobación ni el beneplácito de su familia.

   Entiendo que a algunos sature ya que sigamos dándole vueltas a la historia de la pareja, pero hay que entender que esto es GH en estado puro, a pesar de su progresiva adulteración en las últimas ediciones por la pérdida de frescura y espontaneidad en muchos concursantes.  Se trata del juego eterno de las verdades y las mentiras, de las emociones encontradas: pasión, dolor, amor, disimulo, remordimiento, angustia, simulación, cobardía, culpa, arrepentimiento y podría seguir y seguir.  Sin ellas no estaríamos enganchados a esto, no habría nada y al menos en mi caso me dedicaría a ver otros programas como cualquier documental sobre la vida salvaje de no sé qué animales, por poner un ejemplo

    Con todo lo anterior no trato de justificar sin más algunas de las actitudes de Chari, lo que intento es comprenderla; sobre todo aquellos comportamientos que se produjeron cuando ya estaban los dos juntos después de la unificación de las casas y ella, con sus celos casi enfermizos y su insistencia excesivamente inquisitiva, le pedía explicaciones por todo e influía en Rubén de forma incluso perniciosa. Un perjuicio que de todos modos resultó siempre más negativo para ella, que es la que sale perdiendo con esas imágenes incomprensibles de mujer arrebatada en que parece culpar a su novio de todos los males de la pareja.
    Tampoco podemos olvidar que luego, como pareja, se encerraron en si mismos y formaron un mundo casi exclusivo convirtiéndose en un satélite con vida propia al amparo del grupo llamado de los tristes. Rubén también fue partícipe de tal situación, y es preciso recordar que ella abandonó su grupo de siempre, dejándose arrastrar por su novio al círculo de Yago que después, más siniestro que nunca en uno de sus múltiples cambios de chaqueta, los dejó a todos, los tristes, con el culo al aire en una última vuelta de tuerca. 

    Fueron momentos de escenas extrañas e incomprensibles, con encuentros amorosos de cara a la galería que nos descuadraron en los que ella se dejó llevar por la fantasía de victoria de un novio que cree perfecto y superior a todos en cualidades y méritos, y que equivocadamente pretendía potenciar con escenografías torpes de su vida cotidiana y amorosa. Durante ese periodo nos mostró su faceta más oscura, la de un corazón que no sabe amar con sosiego porque recela de todo y de todos. Fundamentalmente de él y de sí misma.  Todos recordamos con estupor sus enfados y reproches cuando Rubén, harto, se iba de su lado al sofá y ella le seguía para susurrarle con voz calma y una sonrisa inquietante que lo iba a desenmascarar para que todo el mundo supiese quién es él realmente. Y al final en el plató supimos como era, vaya si lo supimos. 

    En definitiva, escenas de matrimonio sin gritos ni aspavientos pero de una contundencia tan significativa que no debe confundirnos ni engañarnos asignándole a ella de forma errónea toda la culpa.  Por eso quiero remitirme a la escena del principio, cuando superados los momentos de zozobra y confusión al encontrarse los dos por primera vez en la sala de expulsiones, ella no tenía muy clara todavía la postura del novio respecto a su relación, cuando escuchó de forma precipitada las sorprendentes palabras y las promesas de amor que él le profesó ante las cámaras y ante España, condicionándolo todo sin saber muy bien si eran intenciones reales o simplemente una comedia y un papelón de escaso fundamento. En aquellos momentos supuestamente era su ex.
Después vino lo que vino, los típicos errores como consecuencia de sentirse una reina mimada en un mundo de hombres al acecho y por la necesidad de gustar y seducir para sentirse mejor y superar sus inseguridades.

    Tampoco se trata de cargar las tintas sobre su novio pero Chari está viva, es real y a pesar de que es imperfecta y está llena de contradicciones, en estos momentos se merece que la arropen en silencio, apretando los dientes y aguantando la marea. Más tarde, cuando sea el momento, con la tranquilidad que da la intimidad y lejos del eco mediático, ya se pedirán y se darán explicaciones.

Marulo
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sábado, 18 de diciembre de 2010

SAN RUBÉN, BUENO Y MÁRTIR

    Tenía todavía una mínima esperanza de que las cosas hubiesen ocurrido de otra manera, pero al final todo siguió el guión esperado y nada de lo que pasó en la gala de ayer tras la expulsión del NOVIO, ese al que llaman por ahí lelo o ficus, y su catártica entrevista por parte de Mercedes, me sorprendió demasiado. 
    Quiero dejar bien claro que antes de ver fuera a un decepcionante y predecible Rubén me habría gustado que saliese por la puerta Jhota, con su colección de gorras horripilantes y su ropa a colorines, es decir, con toda esa parafernalia de la que se acompaña, enemiga de la estética y una ofensa al buen gusto. Al menos al mío, así que ya me pueden llamar antiguo o desfasado que me importa un huevo o dos; porque tengo que confesar que cada día que pasa me resulta más insufrible tener que ver y oír a este "jichiño"  - tipejo - dentro de la casa. Su actitud me parece desagradable e hiriente hasta extremos intolerables, y lo cierto es que con el paso de los años soporto menos la mezquindad de los caprichos pueriles y no digamos a los maleducados integrales.  No veo llegado el día en que la santa audiencia decida mandarlo a su casa bien cargado de votos y con una virtual pero significativa patada en el trasero. Pero esto es lo que hay, triunfó el morbo y se nos fue el súper novio, ejemplo entre ejemplos, modelo de virtud para generaciones venideras y yerno ideal de toda suegra bien pensante que se precie. Ahora ya sabemos de que pasta esta hecho. ¡Puaggg!

    Ante semejante panorama, con el respetable enardecido y afilando los colmillos por el ansia de ver la sangre y el dolor en directo, la puesta en escena en la gala adquirió tal calibre que a nuestra inefable Mercedes, ejerciendo de maestra de ceremonias en el proceso de beatificación del supuesto cornudo, sólo le faltó colocar al gaditano una aureola con lucecitas brillando alrededor de su cabeza y subirlo después a una peana o a un trono para sacarlo en procesión por los alrededores del plató al acabar el programa con todos en pie gritando - ¡Rubén, santo varón! -.

    Llevo diciendo desde el principio que esta pareja sería el Leit motiv del programa y así será mientras siga dentro la esplendorosa novia. Una situación que continuará durante un tiempo, seguro, incluso después de su probable expulsión, en platós y en debates, con la pareja tirándose los trastos a la cabeza en una versión más civilizada y menos chabacana, eso espero, de lo que fueron aquellos antológicos duelos entre Indhira y Arturo.   Que conste que no tengo nada en concreto contra Rubén pero como dije, después de su papelón de ayer, me ha decepcionado y encabronado por partes iguales y explicaré el porqué.

    Contemplándolo ayer sentado en la mesa durante la entrevista con esos ojos desorbitados y expectantes - la Milá los calificó de transparentes y sinceros, cosa que no voy a poner en duda - mientras esperaba los famosos vídeos comprometedores de su novia y de los que tanto oyó hablar me acordé del cura aquél, Don Manuel, protagonista de la novela de Unamuno cuyo título parafraseo con el de esta entrada. El buen párroco, que no creía en Dios ni en la Resurrección ni en nada, pero siguió ejerciendo su ministerio sacerdotal ocultando y disimulando toda la vida su ateísmo para dar paz, esperanza y ayuda a sus feligreses, de manera que tras su muerte, paradójicamente, sus parroquianos agradecidos lo convirtieron en santo por sus buenas obras y ejemplo de fe. 
    Creo firmemente que, salvando las distancias, algo así es lo que pasó con Rubén. El NOVIO siguió viviendo ante el mundo y de cara a la galería una fe hiperbolizada en el supuesto amor a su Chari, y ahora que pasa al otro "barrio" - la vida real - todo el mundo lo santifica por su señorío y su fe inquebrantable en un amor que seguramente no era tal.  Tengo claro que Rubén fue siempre muy consciente de que si el río suena agua lleva, porque tonto no es y conoce perfectamente a su novia, y aún así continuó en su papel de abnegado novio súper enamorado sabiendo que si salía expulsado antes de lo esperado, como así ocurrió, se encontraría con todo el pastel. Por eso estaba tan "acojhonao" por si lo echaban. Era consciente de que sólo había dos opciones en este caso: dar lástima o producir admiración, o las dos cosas. Al final por encima del morbo lo subieron a los altares. 

    Además, tal como la pareja nos vendió el asunto en los vídeos de presentación su relación estaba prácticamente finiquitada o en la UCI. Ella nos confesó que no quería que él entrase en GH pero tuvo que aceptar el órdago comprometiéndose a defenderlo en las galas para desaparecer después definitivamente de su vida. Por extrañas razones que vislumbramos pero no conocemos del todo y por la idiosincrasia particular de esta pareja, cuando se encontraron en la galería de expulsiones y supieron que participarían los dos juntos en el programa, él se decantó por el papel de novio ejemplar y defensor a ultranza ante la audiencia de una relación que sin embargo hacía aguas justo antes de entrar y obviando problemas anteriores. Ella, sin tenerlas todas consigo, fue más prudente respecto a la solidez de su relación y cuando entró en la casa Ariel se mantuvo a la expectativa, rodeada de "machos" en busca de gloria y botín que detectaron inmediatamente su punto débil: muchas dudas y necesidad urgente de atención y cariño. El resto de la historia ya la conocemos.

Ayer, como colofón del drama, asistimos a la quema pública de la rubia con casi todo el mundo echando leña al fuego para hacer más grande la hoguera, y lo más triste fueron los codazos por ser el primero en ofrecer al expulsado una antorcha para prenderla.  Desde luego no pienso contribuir a la demonización de Chari, ni arrojar una sola piedra contra ella. Ya dije en su momento, en la entrada del 23 de noviembre titulada "La divina comedia", que no pensaba participar en su caza y derribo. Todo lo contrario. Como ya sabéis no soy muy amigo del insulto ni la descalificación gratuita, pero ayer cuando la madre de Chari - digna y estupenda - llamó estúpido a Óscar la entendí y justifiqué.  El “wuebos pelaos”, por ejemplo, que no rascó bola en el concurso por torpe, pretende ahora sumarse al carro de la polémica y sacar partido del tema echando más mierda sobre la que fue su compañera. Patético.

    Sinceramente, me gustaría que Rubén reflexionase en casa e hiciese examen de conciencia durante el fin de semana - lo malo es que no le van a dejar -; y si es verdad que la quiere y siente todavía lo que dice sentir por su novia, que cambie de actitud, se trague el orgullo y se comporte como un hombre de verdad, con dignidad, evitando hundirla todavía más por buscar el aplauso fácil y vengativo de determinada audiencia.

    Chari podrá gustar o no pero a mí me fascina como concursante y aún más como arquetipo de mujer. Tiene carácter y llena la pantalla con todo lo que hace o dice, con el encanto confuso de esa mirada levemente bizca, con su sonrisa enorme y ese hablar pausado y ronco de pantera a punto de saltar cuando exige una explicación imposible a sus locas elucubraciones, con el desparpajo y la generosidad de enseñarnos sus encantos rotundos y con toda la exageración y el ansia de vivir sin pensar en el que dirán de una chica de extrarradio y extracción humilde que renuncia a la discreción porque puede y porque quiere. Con ese deseo extremo de gustar y seducir por encima de todo que esconde, sin embargo, grandes dosis de inseguridad y una cierta fragilidad que le hace cometer, uno tras otro, errores clamorosos y torpezas de libro.

    Aunque no sea tu tipo es difícil sustraerse al magnetismo de sus movimientos de hembra exuberante que no esconde casi nada a la imaginación, y no te queda más remedio que apreciarla y admirarla con sus múltiples defectos o rechazarla y repudiarla.  Detrás de esa impresión aparentemente vulgar que puede producir, contemplar su plenitud descarnada es como recibir un gancho directo a las tripas, a los instintos básicos de cualquier macho que se vista por los pies, aunque no lo confiese.
    Además, en ella, con ese punto hortera tan llamativo de Juani atractiva y triunfante que hace imposible evitar su presencia, todo resulta tremendamente cercano, y detrás de sus peinados exagerados y su maquillaje excesivo de mujer de armas tomar no hay engaño, y vislumbras toda su verdad sin hipocresía ni disimulo porque es incapaz de ocultárnosla aunque lo intentase. Tras la mirada intensa de Chari se transparentan todos los sentimientos destructivos y las pasiones auténticas que nos hacen humanos para bien o para mal: los celos, el amor, la duda, los remordimientos, la angustia e incluso la perfidia y la lucha de una “loba” acorralada en su propio territorio, encadenada y encorsetada entre su lucha interior y el imperio de sus circunstancias.

    Lo que me duele y me indigna, como dije en su momento, es la postura fácil pero miserable de llamarla “zorra”. Si leemos detrás de las apariencias y de la superficie descubrimos a una mujer de carne y hueso viviendo a su manera, tal vez equivocada, la lucha eterna de la insatisfacción y la contradicción femenina; de una persona sufriendo las consecuencias de tomar la difícil decisión de cortar definitivamente con sus vínculos afectivos recientes, o seguir dando lo máximo en un proceso emocional suicida cuando las cosas no funcionaron ni respondieron a los anhelos después de quererlo y pedirlo todo.

    Pocas veces en este programa alguien se nos mostró tan real y auténtica como esta Chari derrotada y confundida por la expulsión de su novio; y también muy pocas veces unas imágenes, las de su desolación y desconcierto, resultaron tan poderosas y elocuentes mostrando la lucha interior de una concursante intentando tomar la decisión más adecuada, rota de dolor y sabiendo lo que se avecina después de jugar tan mal sus cartas. Ella es muy consciente de que si a Rubén, “el mejó”, lo echaron sin contemplaciones a ella la crucificarán sin compasión. Pero la gaditana, a pesar de sus tremendos defectos, es mucha mujer y confío en su instinto de su supervivencia. Ella tiene que quedarse. Debe quedarse. Porque al contrario de lo que dijo una desacertada Mireia en el plató, yo creo que es Rubén quien no se la merece.

    No pensaba hablar mucho más del resto de los concursantes porque la pareja fue la absoluta protagonista de la gala de ayer. Sólo decir que Marta me está ganando poco a poco a pesar de su incondicional apego a Yago y que ayer además de ella y Anup, sólo Laura y Lydia, aunque tímidamente, tuvieron la decencia de acercarse en algún momento a charlar con Chari demostrando al menos un mínimo de empatía. Los demás cero patatero.
    Cambiando de tercio y hablando de Marcelo, cuanto más intento ver su lado bueno de niño bonito más me decepciona. Sigo pensando que se comporta como un Narciso en toda regla y que es incapaz de ver nada desde otra perspectiva más allá de su propio ombligo, además de no abandonar esa actitud insidiosa de malmetedor profesional. Ayer mostró empatía cero con toda la situación que se vivió y fue deplorable ver esa sonrisa bobalicona suya tan propia mientras se mascaba el drama a su alrededor. Prefiero antes cien veces la indiferencia de Therry y Jhota, y que no me digan que son nervios de jovenzuelo inmaduro. Y luego el cuento chino ése de venderlo en el plató como el gran amigo que le cuenta las verdades a Rubén con el noble propósito de abrirle los ojos a los dos días de conocerlo, con el público aplaudiendo a rabiar mientras el novio moqueaba. ¡Manda carallo!. 
    Si el malaguita quisiese ser un buen samaritano y realmente le preocupase el tema, lo que tendría que haber hecho en primer lugar sería hablar con Chari, que al fin y al cabo fue con la que convivió más tiempo, y aconsejarle que hablase a su novio de la supuesta afrenta para que no quedase éste como un tonto cuando se encuentre con el petate. Si tanta pena le daba, eso sería lo correcto y no lo que hizo.
    Es por eso y por otros muchos detalles que no puedo con él, como la falta de generosidad que mostró ayer en el tema del viaje a Camboya, todo lo contrario que Laura que no dudó en cederle el privilegio.

    Sólo pensar que Marcelo, Dámaso, Jhota, o Patricia puedan ganar el concurso me pone de los nervios.  ¡Lo que me queda!

    Dejo para el final y con intención a Yago, mi paisano.  Casi volvería a mis primeras entradas, aquéllas en las que criticaba su actitud y la de Óscar cuando comenzaba el programa. Copiaría algunas de las cosas que dije entonces sin variar prácticamente una coma. Añadiría, de acuerdo con algunas opiniones que he leído a otros blogueros, su actitud tan fría y su falta de escrúpulos a la hora de dar la espalda a sus antiguos compañeros en función de sus intereses. 
 
   El modelo, dentro del concurso, es tan gélido y distante emocionalmente hablando que a veces me pregunto si tendrá cables en vez de tripas, porque parece comportarse y moverse como un robot, sin concesiones a los sentimientos. Hasta el punto que a veces me pregunto si Yago no será un nexus 6 camuflado en el programa como Roy Batty, el replicante aquel que interpretaba Rutger Hauer en Blade Runner, y en algún momento, al igual que el líder robot de la mítica película, cuando sea consciente de que se extinga irremediablemente su vida en el programa sin conseguir el premio,  será capaz de mostrarnos por fin alguna emoción que lo convierta en humano. 

    Ante la imposibilidad de que se vaya el insignificante y ladino Anup, por supuesto, deseo  que  el  próximo expulsado del jueves sea él,  y que se tome el turrón aquí, en casa, al lado del mar.

Marulo
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viernes, 3 de diciembre de 2010

EL PODER DE LA INFORMACIÓN


     Se fue Pepa. Era lo suyo. Desde el mismo momento en que quedó nominada lo tuve tan claro que exclamé: ¡se va Pepa!. Normalmente los concursantes que entran en sustitución de otros suelen llevar bastante mal lo que saben del exterior, en unos casos por su propia incapacidad de ser discretos y en otros por la insistencia interesada e inteligente de unos compañeros que desean saber como se respira el ambiente fuera y logran sonsacarles información; pero en el caso de esta mujer, seguidora compulsiva de GH, peor no podía hacerse.

    Empezó bien Pepa redistribuyendo los concursantes entre las dos casas conforme a la divina potestad que al surfero y a ella les otorgó el programa, tomando la iniciativa de unas decisiones, la mayoría acertadas, que produjeron un evidente cambio de ritmo en el devenir del concurso. El error fundamental de la ecuación, el factor X que no acertó a despejar adecuadamente para lograr el resultado adecuado, fue ella misma y con ella Arturo. La ubicación juntos en la misma casa para defenderse y sobre todo el acercamiento a Yago - ella decía que era para tenerlo cerca y controlarlo como nos recordó en la entrevista -, resultó fatal porque se dejaron llevar por su actitud insidiosa y contaminante del modelo que impide cualquier postura constructiva y positiva que ayude al grupo a crecer .

    Dicen que tener la información es tener el poder, pero este axioma no siempre se cumple, y pasado un tiempo si no se usa correctamente aprovechando la ventaja que otorga puede volverse en contra.

    Ellos dos, los nuevos, han jugado fatal y después de Pepa tengo bastante claro que Arturo, ahora en la palestra como era de esperar, será el siguiente. Los lamentables comentarios del vasco sobre la supuesta incapacidad de Therry o el egoísmo que demuestra en cada una de sus actitudes intentando justificarse con esa teoría suya de desquiciar a los compañeros fumadores negándoles algo de tabaco para que pierdan los papeles y queden como el “culo” ante los espectadores, son la prueba patente de su infinita torpeza y serán su tumba en GH. Todo esto ampliado y magnificado por su unión malsana con Yago, que lo ha convertido en su marioneta.

    Navegar en las aguas imprevisibles de la convivencia, llenas de traidores remolinos y peligrosas corrientes, no tiene nada que ver con subirse a una tabla de surf y cabalgar con mayor o menor pericia sobre las olas. Salvo que ocurra un milagro o lo toque con su varita mágica la proximidad de la Sirenita, como pasó con el feroz, el jueves que viene estará en el plató explicándoselo a Mercedes. Y todos aplaudiremos. Ni siquiera su poca edad le servirá de atenuante.

    Con ellos llegó la revolución de los cambios entre las dos casas y curiosamente, con la expulsión de Pepa y la muy probable de Arturo la semana que viene, empieza una nueva etapa y definitiva: la unificación. Todo sea por lo mucho que lo hemos solicitado por activa o por pasiva.
  
    La primera noche juntos comienza para ellos teniendo que decidir en primer lugar como organizarse en las camas teniendo en cuenta que son insuficientes para todos. Esperemos que esta falta de espacio, sobre todo en las camas, conviertan la unificación en una especie de camarote de los Marx y disfrutemos a tope con ellos. Como anticipo, ese reencuentro de todos en el jardín bajo la nieve, que además de hermoso, promete.

Marulo
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martes, 30 de noviembre de 2010

LA LIBERTAD DE LAURA: ¡A lo hecho pecho!

    Es muy difícil, por no decir imposible, sustraerse en estos momentos de la trama principal del concurso.  Una historia viva, vibrante y vertiginosa que me tiene literalmente sin aliento y pegado al programa. Decía en mi anterior entrada que después de salvar a Laura todo dependía de ella. Estaba absolutamente equivocado. Realmente su futuro depende de todo lo que ella temía, de esos hilos invisibles, más fuertes que el acero, que atan su mente y su voluntad a las convenciones sociales, a los deseos y expectativas que los demás tienen de ella, fundamentalmente de sus seres queridos: su novio, sus padres, su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo...

    Es una historia tan vieja como el hombre y que la sufren en toda su crudeza casi siempre las mujeres. Ellas se convierten en la reserva moral de la pareja, de la familia, de la tribu y si se dejan llevar por su corazón, por sus deseos o sus sueños, huyendo de una realidad ingrata o de lo que se espera de ellas, son castigadas. En unos casos a través de la represión directa como vemos en tantas culturas que aún hoy controlan la vida de sus mujeres en todas sus facetas y en otros, salvando las distancias, de una forma más sutil pero no menos eficaz, inculcando en la mente femenina que la responsabilidad con la familia y con la tribu está por encima de sus verdaderos anhelos. Se trata del cargo de conciencia, un mecanismo de auto castigo incrustado en nuestra mente y que actúa como un verdadero policía interior represivo activando los remordimientos, la angustia y el sentimiento de infelicidad cuando priman nuestros deseos sobre la realidad y las supuestas obligaciones. Son las ataduras morales de lo políticamente correcto, de lo que se espera de nosotros. 

    Todos somos deudores, en mayor o menor medida, de este chantaje emocional, del esquema mental que nos creamos y nos crean para que mantengamos controlados dentro de unos límites razonables nuestros sentimientos.
    Ganar la libertad es un delicado equilibrio entre el compromiso y la necesidad de cumplir siempre nuestros deseos.

    Con la relación de Laura y Marcelo, y sobre todo a través del calvario que ella está pasando para liberarse de sus cadenas, estamos viviendo este proceso fascinante en toda su crudeza. Asistimos con ella y sus compañeros, emocionados y solidarios, a la gran batalla que libra la chica de Parla por ganarse la libertad de vivir sus sentimientos; la libertad de ser ella misma y de seguir los dictados de su corazón aunque se equivoque de forma clamorosa, aunque no cumpla con el guión que todos habían establecido para ella y explore al fin otros caminos para ser feliz y encontrarse a sí misma. La relación con Marcelo, independientemente del valor que en sí misma tiene, es tan sólo la excusa.

    - ¡A lo hecho pecho! - Dijo ella; y aunque suponga un soberbio regalo para los espectadores asistir al doloroso parto de su "liberación", ha elegido el peor lugar para hacerlo, porque con todos nosotros como testigos dejará daños colaterales y heridas difíciles de cicatrizar, pero la vida es así y cuando elegimos un camino determinado no podemos pensar que hubiera pasado si eligiésemos el que hemos descartado, o nos hubiésemos quedado en el lugar donde estábamos, amargados y arrepentidos, maldiciendo para siempre nuestra indecisión.

    Queremos ver a Laura liberada, reafirmada y con los sentimientos a flor de piel; por el bien de ella misma y del programa, por despertar a algunos compañeros de la vida insustancial  que llevan jugando sin mojarse y también por nosotros mismos. Necesitamos creer que no todo es cálculo interesado o falsas imposturas que al menor contratiempo se vengan abajo como un castillo de naipes. Necesitamos ver historias reales y homologables con nuestra realidad cotidiana. Espejos reales en que nos veamos y que reflejen las contradicciones del personaje pero llenas de autenticidad.

    Podrán gustarnos más o menos, podremos creerlos o no, pero Laura, y ahora también Marcelo - ¡que fuerte colega! - arrastrado por unos acontecimientos que lo superan rompiendo todos los esquemas que traía prefijados, nos están ofreciendo todo eso y más: existencia y savia nueva dentro de la casa.

    Incluso sus compañeros, absorbidos e implicados en las desventuras de Laura, se han elevado ante nuestros ojos compartiendo su emoción y olvidando por unas horas sus miserias y sus estrategias. La diferencia, ahora, con la casa de colorines se hace abismal.  Allí, en un ambiente desolador y decepcionante, sólo se habla de premios y estrategias, de dinero y nominaciones.  Sólo una Therry “trabada” y desquiciada por todos y por todo insufla algo de energía y a lo que agarrarse en esa casa.

    En la otra casa, además, tenemos a los novios, a Chari y Rubén, y todo en ellos es la historia de una incomodidad. El relato de sus infinitos encuentros y desencuentros. Es como si a cualquiera de nosotros en plena crisis de pareja nos metiesen en la casa, pero a los dos juntos, y nos hiciesen pasar el “vía crucis” que están pasando ellos. Seguramente saldrían todas las contradicciones y el lastre acumulado de varios años de relación, las dudas sin aclarar para tomar la decisión definitiva. Si tuviesen claro que su unión es fuerte y que quieren construir juntos un futuro no entrarían en la casa. No es el lugar más adecuado para resolver un dilema sentimental, y menos ante la audiencia y sus doloridas familias. Lo que en privado se puede perdonar e incluso comprender, con millones de espectadores como testigos entorpece o entierra definitivamente cualquier viso de solución. Otra cosa, como hacen e hicieron otros, es que se entre con pareja fuera, con sus riesgos pero con las ideas claras de a qué se viene y con la intención de ganar el premio. Sin más.

    No quisiera presumir de profeta, aunque en esta edición de GH los deseos o predicciones se me están cumpliendo en un alto porcentaje, pero parafraseando el título de una famosa novela de García Márquez, lo de Rubén y Chari parece ser la crónica de una separación anunciada.  Algo por otra parte nada extraordinario ya que lo puede ver cualquiera y por lo que están apostando muchos blogueros. De todos modos de esta pareja me espero cualquier cosa, hasta que salgan del concurso con fecha de boda y con su primer retoño encargado, a pesar incluso de las imágenes comprometidas de Chari en la primera semana.

    Respecto al debate de ayer, con el absoluto protagonismo de Laura y su relación con Marcelo copando el programa, la presencia de Joaquín fue de mera comparsa. Sus insustanciales opiniones resultaron caducas y no aportaron casi nada. La constatación de su decepcionante paso por el programa contrastaba con lo que pasaba dentro de la casa de la que había salido tres días antes.
    El gaditano jugó fatal sus cartas y lo digo en el sentido de que nunca se le vio implicado realmente en GH.  Siempre dio la impresión de que entendió el asunto como un puro trámite que se podría llevar de calle sin implicarse nada emocionalmente, utilizando el mismo esfuerzo que pone un veterano como él en conseguir el polvo de una noche: dos sonrisas, cuatro palabras susurradas y dos rancios piropos de compromiso para salir del paso. Gran Hermano es una empresa que le pasó por encima y que a las primeras de cambio descubrió sus carencias y su desgana.

    No soporto a los concursantes que especulan con el concurso en vez de vivirlo, como un gigoló que va a cobrar su trabajo sin ofrecer más allá de sota, caballo y rey, sin una pizca de emoción y fantasía, aunque sea simulada. Concursantes que no se dejan llevar por la marea de GH y pretenden marcar el rumbo sin dejar parte de su alma y sus emociones ahí dentro. El que pretenda ganar este concurso debería saber que debe vaciarse y que parte de sí mismo debe quedar para siempre en Guadalix de la Sierra.

     Incluso Lydia, a la que muchos minusvaloran pero que siempre dice la frase oportuna en el momento adecuado, lo tiene claro. A propósito del dilema de Laura en estos días dijo:
        - Este programa te hace conocerte a ti misma y te hace fuerte.

Marulo
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